LA REFORMA FISCAL, ACTORES Y ESCENARIOS 2ª PARTE. 23.- PERSPECTIVAS

La inminente aprobación de la reforma fiscal abre la puerta a hipótesis y reflexiones sobre sus perspectivas una vez que sea publicada en el Diario Oficial de la Federación y, en consecuencia, entre en vigor. Diecisiete comentarios se refieren a este punto:

De antemano la perspectiva de la reforma fiscal, que probablemente vuelva a terminar en una "miscelánea", es poco promisoria en la medida en que no permitirá una recaudación como la originalmente esperada (alrededor de 120 mil millones de pesos adicionales para 2008) y en consecuencia, en los hechos, perderá su carácter de reforma estructural.
En un entorno económico internacional muy complicado por la desaceleración en Estados Unidos, con ingresos petroleros en proceso declinante y una disminución en las remesas de los mexicanos en el exterior, la captación de recursos para la Federación se tornará complicada, sobre todo si no hay mayores avances en la reforma fiscal.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 3 de septiembre.

Por eso los acuerdos políticos y las reformas son tan valiosos, porque son la muestra de que hemos logrado transitar por el borde del caos y hemos sobrevivido. Tal vez le parezca exagerado, pero no lo es: en 1997 estuvimos al borde del rompimiento constitucional, y lo mismo ocurrió en 2006. La reforma electoral evitará que volvamos a acercarnos al precipicio. Del otro lado, la reforma fiscal llega apenas a tiempo. Sin ella, era previsible una crisis financiera profunda en dos años más. Ya no ocurrirá
Macario Schettino, El Universal, 3 de septiembre.

Tendremos una reforma fiscal que será útil, pero está lejos de establecer las normas de aportación tributaria equitativas que la sociedad exige. Tendremos seguramente, de la mano con la reforma fiscal, la del régimen fiscal de Pemex que ayudará, sin duda, a la paraestatal, pero está muy lejos de ser una propuesta que le dé salida al constante retroceso de la industria petrolera. Ha mejorado la seguridad pública, y el Estado, como lo dijo el presidente Calderón, está dispuesto a dar la lucha contra el crimen organizado. Pero las propuestas de reformas legales para atender esa amenaza no han sido siquiera discutidas por los legisladores y el Estado está peleando, pero con una mano atada a la espalda
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 3 de septiembre.

La primera reforma es la fiscal. La reforma tributaria debe elevar el bajísimo nivel de 10% de ingresos tributarios con respecto al producto interno bruto. Es riesgoso continuar con la dependencia de los ingresos petroleros, que proveen hasta 40% de los ingresos públicos.
La Secretaría de Hacienda, a cargo de Agustín Carstens, de manera hábil, con miras a negociar, ha dejado al PRI el trabajo de complementar y operar con los sectores productivos. El problema son los condicionamientos del PRI al extremo de buscar la renuncia de consejeros del IFE, trastocando su autonomía y sentando un pésimo precedente para organismos autónomos, como el Banco de México.
José Yuste, “Activo Empresarial”, Excélsior, 3 de septiembre.

Al mismo tiempo hay que aclarar que no se trata de la panacea.
No va a resolver todos los problemas que aquejan al país.
No va a detonar el crecimiento económico al ritmo que requiere la nación.
No va a evitar que las turbulencias internacionales y específicamente la crisis hipotecaria de Estados Unidos, impacten de alguna forma a la economía mexicana.
Pero sí permitiría dar un paso adicional que se traduciría en beneficios para todos y en particular para los que menos tienen.
La intención de Felipe Calderón es buena: quitarle a los que más tienen a favor de los que menos tienen.
Por eso la reforma hacendaria que plantea es una moneda al aire: ¿águila o sol?
Marco Antonio Mares, “Ricos y poderosos”, Crónica, 10 de septiembre.

Aun en caso de que la reforma fuese aprobada tal como desea el gobierno, y éste cuente con 115 mil millones de pesos adicionales, el crecimiento de 2008 apenas sería de 3.7 por ciento, es decir, ningún avance espectacular.
Por si algo faltara, la economía mexicana seguirá siendo altamente vulnerable ante factores sobre los que no tiene ningún control: la desaceleración económica de Estados Unidos y las variaciones de los precios internacionales del petróleo, sin contar la inestabilidad en los mercados financieros mundiales.
También está una previsible baja en el monto de remesas de mexicanos en el extranjero, debido tanto a la desaceleración de la economía estadounidense como al "sellamiento" de la frontera norte, lo que restringirá de manera importante el flujo de indocumentados mexicanos.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de Poder”, El Financiero, 10 de septiembre.

Y la reforma fiscal se trata de la principal reforma estructural que el gobierno mexicano ha impulsado en la etapa más reciente, y que se intentó llevar a cabo, primero, bajo el presidente Vicente Fox en por lo menos dos ocasiones entre el 2000 y el 2006. Hoy, además, no se puede minimizar su importancia porque, en la práctica, es la variable clave para la gobernabilidad en el sexenio del presidente Felipe Calderón en el mediano plazo.
Emilio Zebadúa, “Observatorio Global”, Crónica, 10 de septiembre.

La economía mexicana crecerá durante 2008 a una tasa de 3.5%. Podría ser más, a 3.8%, y dicha expansión productiva todavía sería mayor en los siguientes años. Pero dejémonos de quimeras. La ilusión de contar con una reforma fiscal es simplemente eso: una ilusión. Más vale ponernos en la realidad, en la que nuestros legisladores nos están condenando a un crecimiento mediocre.
Con la entrega del paquete presupuestal para 2008, el presidente Felipe Calderón y el secretario Carstens fueron enfáticos: creceremos 3.5% en 2008, en un entorno que se va complicando con la desaceleración de la economía estadunidense y una menor plataforma de producción del petróleo.
Si contáramos con los 115 mil millones de pesos adicionales de la reforma fiscal, más de 70% de esos recursos se canalizarían a la infraestructura, como carreteras, caminos, puertos, aeropuertos, telecomunicaciones y, así, detonar la confianza en las inversiones.
José Yuste, “Activo empresarial”, Excélsior, 10 de septiembre.

Con o sin “reforma” fiscal, en 2008 los resultados serían igual de mediocres que en el periodo referido: crecimiento económico de mentiritas, con tendencia a las mentirotas, sin desarrollo, con un gasto burocrático vergonzoso y una de las rebanadas más gruesas engullida por el servicio de la deuda pública, al que se destinará casi 12 por ciento del presupuesto de egresos del ejercicio. Para dar una idea, ese última proporción resulta siete veces mayor a los dineros públicos propuestos para la Secretaría de Desarrollo Social, y cuatro tantos superior a los que de canalizarían a la Secretaría de Salud. Además, a lo largo del próximo año la “continuidad” pretende contratar deuda adicional (interna y externa) por 21 mil 500 millones de dólares. Por cierto, el “problema de la deuda” se ha “resuelto” en dos ocasiones: Salinas en 1990 y Fox, durante el “cambio”.
En fin, la pregonada “reforma” fiscal calderonista no sirve para mayor cosa. De acuerdo con sus propias estimaciones, sin dicha “reforma” el producto interno bruto “sólo crecería” 3.5 por ciento en 2008. En cambio, de aprobarse, las puertas del cielo se abrirían para los mexicanos: en igual año, esa misma economía, ese mismo PIB, aumentaría 3.7 por ciento, esto es una abismal “diferencia”, entre una y otra posibilidad, de dos décimas de punto porcentual.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 10 de septiembre.

Si se ponen de acuerdo habrá reforma fiscal y creceremos la grandilocuente cifra de 3.7. Si no, adiós. ¿Y esas décimas de punto servirán para crear los empleos que precisamos? Indudablemente que no. Entonces de qué nos sirve la tal reforma. Lo que dicen los especialistas es una verdad de a kilo. Precisamos de una verdadera reforma hacendaria, donde se discuta todo lo discutible en materia de dineros públicos. Con esas dos décimas lo único que haremos será una especie de remiendo. Sí, pero hacer lo otro también necesita una precondición: saber hacia dónde se irán nuestros impuestos. No sea que nos vaya a ocurrir lo mismo que con los excedentes de los precios del petróleo, que se gastaron en crear puestos pa’ los cuates ¿y el empleo para quienes decidieron con su voto aquella decisión? Sólo ellos lo saben. Por ello, la mezcolanza de consejeros con dinero y presupuesto resulta algo más que una bomba yucateca (Que Dios nos libre de las explosiones que oímos apenas unos días ha. Ojalá y sólo sean accidentes).
Jaime Alcántara Silva, Crónica, 11 de septiembre.

Con la Reforma Hacendaria, en el primer año de su puesta en marcha se proyecta que el crecimiento del PIB sería cercano a 3.7 por ciento, y éste se incrementaría en los años subsecuentes. Asimismo, el gasto del sector privado en consumo e inversión aumentaría a tasas anuales de 3.9 y 6.5 por ciento, respectivamente. Por su parte, las exportaciones e importaciones de bienes y servicios crecerían a ritmos anuales de alrededor de 7.0 y 7.5 por ciento, en cada caso. El dinamismo mencionado se traduciría en una mayor creación de empleos.
Sin reforma, el crecimiento económico oficial de 2008 sería del 3.5 por ciento, pero el extraoficial estaría por ahí del 3.0, si bien nos va. No habría dinamismo en el consumo, ni en la inversión ni en las exportaciones...
La reforma, según la versión oficial, podría generar recursos adicionales por alrededor de 115 mil millones de pesos, lo que llevaría a los ingresos tributarios a alcanzar el nivel más alto en al menos los últimos 30 años como porcentaje del PIB.
Si no hay reforma, el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, tendrá que utilizar la misma estrategia que su maestro y antecesor, Francisco Gil Díaz: "darle atole con el dedo" a la población, diciéndole que cada año se recauda más dinero, pero que "la cobija no alcanza para todos".
Luis Soto, “Agenda Confidencial”, El Financiero, 11 de septiembre.

La "Reforma Hacendaria por los que menos tienen" no es suficiente para salir de la mediocridad, deja entrever el texto de la Iniciativa de Ley de Ingresos; hay que hacer la energética, la laboral, la reforma del Estado, entre otras, sólo así la economía podrá alcanzar la meta de crecimiento sostenido de 5.0 por ciento planteada en el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012. ¡Y nosotros que ya estábamos haciéndonos ilusiones! Exclaman precisamente los "fregados".
En resumen, con reforma hacendaria o sin reforma vamos a seguir más o menos igual, apuntan los expertos nacionales e internacionales; lo que necesita el país, agregan, es un cambio estructural, cuya base sea la educación de calidad.
Luis Soto, “Agenda Confidencial”, El Financiero, 11 de septiembre.

En materia de crecimiento las autoridades hacendarias esperan que el mismo sea este 2007, del 3.0 por ciento. Sin reforma fiscal proyectan, para 2008, un crecimiento de 3.5 puntos porcentuales y, con reforma, de 3.7 por ciento, solamente dos décimas de punto porcentual mayor, lo cual quiere decir que, con reforma fiscal, el aumento en la producción de bienes y servicios será 5.7 por ciento mayor que sin reforma, lo cual pone en entredicho el impacto que sobre el crecimiento puede llegar a tener la mentada reforma. (¿Que el gobierno cobre más impuestos y que gaste más, puede ser causa eficiente de una mayor producción de bienes y servicios?)
Arturo Damm Arnal, “Pesos y Contrapesos”, Crónica, 12 de septiembre.

Al final, la estimación de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que encabeza Agustín Carstens, respecto a los ingresos esperados de la reforma hacendaria propuesta por el Ejecutivo se concreta: baja de 3 a 2.5 por ciento del PIB el ingreso esperado del aumento en la recaudación fiscal derivado de la introducción del ICI, la IETU y el acuerdo de coordinación fiscal, que modifica las fórmulas de reparto en los fondos federalizados a estados y municipios, con excepción del general, e incluyendo -pese a posturas políticas- el cobro de 5.5 por ciento a las ventas finales de las gasolinas, que generará una bolsa cercana a los 20 mil millones de pesos, 80 por ciento canalizable a los estados y 20 por ciento a municipios, en función del consumo de combustible que realice su parque vehicular.
Alicia Salgado, “La chequera”, El Financiero, 12 de septiembre.

Para los funcionarios de la Secretaría de Hacienda la reforma fiscal no representa, al menos no para el 2008, una mejora importante en el desempeño de las variables analizadas, desempeño que, con o sin reforma, seguirá siendo si no malo, sí mediocre, con excepción de la inflación que si termina más cerca del 3 que del 4 por ciento, habrá evolucionado en la dirección correcta, lo cual no sucederá ni con el crecimiento (que debe ¡y puede! ser mucho mayor), ni con el tipo de cambio (que debería revaluarse), ni con la tasa de interés (que sobre todo por tratarse de la que pagan los bonos de deuda gubernamental, debería bajar).
Las proyecciones de las autoridades hacendarias revelan que ni ellas creen que de aprobarse la reforma fiscal el desempeño de las principales variables económicas vaya a mejorar, mucho menos considerablemente. Es más, con o sin reforma los resultados serán prácticamente los mismos, con la característica que se ha vuelto el sello de la casa: mediocridad. Con pocas palabras: seguiremos nadando de muertito.
Arturo Damm Arnal, “Pesos y Contrapesos”, Crónica, 12 de septiembre.

Ya conocemos más o menos el techo de la reforma fiscal: lo que la Secretaría de Hacienda envió al Congreso el sábado pasado. El incremento del gasto, en caso de haber una reforma fiscal, es de 115 mil millones de pesos, es decir 10 mil millones de dólares, es decir 1.1 por ciento del PIB. En buen castellano, una bicoca. La propia Secretaría se vio obligada a confesar que la diferencia de crecimiento económico entre el escenario con reforma y sin reforma para 2008 es de .2 por ciento: menos que una bicoca. Probablemente Hacienda está maquillando las cifras, en el sentido de no prometer un crecimiento desmesurado para el año entrante como resultado de la supuesta reforma ya que por razones externas es improbable que la economía mexicana crezca mucho el año entrante y en consecuencia parecería que hubieran engañado al país. Pero el engaño no está en las cifras sino en la reforma. En el fondo, como ha dicho el economista y jefe del BID, la reforma consiste en sacarle un punto del PIB a la economía formal e inyectárselo vía derecho a guarderías, seguro popular, Oportunidades, seguro médico para recién nacidos, a la economía informal, es decir a todas las personas que padecen de estos derechos y a quienes ahora se les entrega los mismos, pero sin formalizarlos. Es un gran premio a la informalidad.
Jorge Castañeda, Reforma, 12 de septiembre.

Los nuevos impuestos tendrán un efecto inflacionario e implicarán un menor crecimiento económico, a pesar de que el secretario Agustín Carstens habla de un alza del PIB equivalente a 0.2 por ciento relacionada con las reformas. La explicación es muy simple: Estados Unidos está en el umbral de una recesión y no será capaz de darnos el impulso económico que ha venido aportando en los últimos años. Nos quedaba el mercado interno para compensar el menor dinamismo del vecino del norte, pero la reforma hacendaria cancela esa posibilidad porque quita dinamismo. Le pega a la inversión, el consumo y la generación de empleo. Justo lo contrario a lo que se necesitaba en estos tiempos de incertidumbre.
Luis Miguel González, “Caja Fuerte”, Milenio, 14 de septiembre.

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