Aplaudieron cuando FCH pronunció la palabra mágica: refrendo

Los primeros en aplaudir fueron los “chiquitos”, los concesionarios de radio en AM que estaban sentados en la parte trasera del salón Virreyes.

Aplaudieron con mediana intensidad cuando el presidente Felipe Calderón les prometió facilitarles la transición digital que tanto les preocupa.

Pero el aplauso fue unánime y estruendoso cuando el presidente Calderón habló, palabras más palabras menos, de un refrendo de las concesiones en general.

El mensaje del jefe del Ejecutivo borró las caras largas con que los concesionarios habían iniciado la comida como parte de la 49 Semana Nacional de la Radio y la Televisión.

A las 13:00 horas, cuando empezaron a llegar los primeros comensales, la incertidumbre se podía respirar en el séptimo piso del hotel Camino Real.

En el Congreso tiene lugar un proceso de cambios al marco jurídico en materia de radio televisión y telecomunicaciones y eso tenía inquietos a los industriales del ramo.

Había expectación. El presidente fue recibido en el “búnker” del salón Virreyes a las 15:00 horas con frialdad, con tímidos y aislados aplausos.

La “Arrolladora Banda Limón” apenas si logró sacar de sus cavilaciones a los directivos de la CIRT, que hacían como que se emocionaban con la música grupera.

Alicia Villarreal, acompañada de mariachi, intentó la proeza de levantar el ánimo de los presentes y no lo consiguió ni con “Te quedó grande la yegua”.

De todos modos, al final de su actuación la llevaron hasta el larguísimo presídium para presentarla con el presidente Calderón.

Pero después de la comida y de la entrega de reconocimientos vino la catarsis colectiva.

El Presidente ofreció “que en el marco de la ley se establezcan procedimientos claros y asequibles para quienes buscan la renovación de sus concesiones”.

El aplauso fue general. Los industriales se pusieron de pie. Algunos se abrazaban, se buscaban con las miradas, sonreían satisfechos.

Luis Carlos Ugalde, presidente del IFE, no participó de la fiesta. Permaneció solitario en el lugar que le fue asignado, muy lejos de los reflectores y de los abrazos.

El presidente Calderón tranquilizó y apapachó a los concesionarios. “No deben preocuparse”, les dijo.

Todo mundo salió contento del Camino Real. Todos menos el secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, a quien le dejaron una gran tarea. Enfadado, salió literalmente corriendo por la escalera sin siquiera voltear a ver a los reporteros que querían hacerle algunas preguntas.

Su paso era veloz pero no tanto como la carrera que pegaron cuatro elementos del Estado Mayor Presidencial, quienes a grandes zancadas ganaron la salida del hotel a razón de tres escalones a la vez.

Las 17:00 horas. El fin de la fiesta. Pocos se percataron de que desde las 13:30 horas, un perro labrador de color negro, acompañado por su cuidador, husmeaba cada rincón del salón Virreyes en busca de explosivos.

Pocos se dieron cuenta de que el vicepresidente del Senado, José González Morfín, por poco y no entra a la hermética comida de la CIRT.

Y es que la señorita de la recepción no quería tomarse la molestia de revisar la lista de invitados especiales.
—Soy senador, decía el panista.
—Lo siento, no puede pasar, —era la fría respuesta de la empleada.
—Soy vicepresidente del Senado, si no me deja pasar para mí mejor, me voy.

Por fin otra señorita revisó la lista y encontró el nombre del senador, uno de los escasos legisladores que acudieron a la comida.

Fin de la fiesta. Una comida diferente a las de años anteriores de la CIRT. Sin los coordinadores parlamentarios del Congreso, sin los principales directivos de las televisoras, pero con la convicción de que la noche de ayer, los concesionarios se fueron a dormir tranquilos.
Crónica de José Contreras, Crónica, 11 de octubre.

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