¿Apóstol o mercenario de la información?

Un individuo tiene a la transparencia mexicana prácticamente a sus pies. Su nombre es José Luis Moyá Moyá y nadie en el país acapara los servicios del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) como él.

En promedio, uno de cada 18 asuntos discutidos en el pleno del órgano de Transparencia es promovido por este hombre, quien probablemente sea el desconocido más informado de México o “ciudadano frecuente del IFAI”, como se define a sí mismo.

Quienes han sido afectados por sus investigaciones y hasta los que han recurrido a él para afectar a enemigos políticos lo acusan de ser un mercenario de la información o un arma de doble filo.

“Si puedes dominarlo ten tratos con él y si no, ni le juegues porque te va a comer”, dice el diputado panista Obdulio Ávila, “amigo suyo y nada más”.

En el IFAI, en contraste, se reconoce su papel como propulsor de la transparencia, pues “ha generado hallazgos y avances importantes”, indica el comisionado Juan Pablo Guerrero. Lo cierto es que nadie pregunta tanto como él. ¿Qué?, ¿para qué? o ¿para quién? Son las interrogantes.

Sus pesquisas han coronado las primeras planas de medios masivos de comunicación.

El escándalo de las tangas de Provida, los antecedentes penales de Andrés Manuel López Obrador, los detalles del accidente aéreo de Ramón Martín Huerta, ex secretario de Seguridad Pública, y la compra a sobreprecio de chalecos antibalas por parte de la policía capitalina son ejemplo de indagatorias emprendidas por Moyá Moyá y publicadas en las primeras planas de medios impresos, sin que se le atribuya el crédito. Su nombre prevalece en la oscuridad.

“A mí no me importa porque para eso pido las cosas, para que la gente sepa, la envío a diputados y periodistas sin pedir un peso a cambio”, justifica este Osama bin Laden informativo —como le gusta referirse a sí mismo—, pues lo suyo es “generar dolores de cabeza en los gobiernos”.

Moyá Moyá sabe nombre y apellido de cada funcionario sancionado en su desempeño administrativo; los motivos por los cuales se adjudicó una licitación pública y hasta gastos y salarios de cientos de servidores del gobierno.

La información es pública, pero tenerla y acumularla “puede ser benéfico”, reconoce Jacqueline Peschard, comisionada del IFAI.

Y precisamente eso, juntar información, es lo que Moyá Moyá ha hecho en los últimos años. Ha realizado más de mil 100 solicitudes de información e interpuesto 629 recursos de revisión desde la creación del IFAI.

Sus dardos informativos han apuntado, por lo general, en contra del PRD. Federico Döring, uno de los principales aliados de Moyá Moyá cuando formó parte de la Asamblea Legislativa del DF, lo describe como un cruzado anti-PRD. “Cuando hay corrupción en la ciudad, (José Luis) ofrece la información a la oposición para que la denuncie”, explica.

Aliado de panistas

Y de hecho Rosario Robles, Andrés Manuel López Obrador, Octavio Romero, ex oficial mayor del GDF, Alejandro Gertz Manero, ex secretario de Seguridad Pública local y federal, están entre los múltiples ex funcionarios capitalinos que han sido objeto de denuncias impulsadas por Moyá.

“A mí me acercó información muy valiosa cuando el caso de los cochinitos de Rosario Robles y luego de algunas adquisiciones que se hicieron en Seguridad Pública tanto local como nacional”, dice Döring. A pesar de ello, el hoy senador panista niega haber pagado a Moyá Moyá sus favores informativos.

Aunque Salvador Abascal, hoy secretario de ideología del PAN, lo describe como “un traficante de información” y asegura que ha advertido a sus correligionarios sobre el tipo de persona que es el hoy campeón de la transparencia en México, Moyá Moyá sigue cercano al PAN. Fue asesor de Ángel Pasta, ex diputado azul e incluso compitió en el 2002 por una precandidatura por ese partido a la ALDF.

Caso Wallace

Su más reciente desencuentro con la justicia fue por una denuncia de extorsión interpuesta por Isabel Miranda Wallace en contra suya. Moyá Moyá, se lee en la demanda, le pidió 250 mil dólares a cambio de no revelar que su hijo, Mario Alberto, desaparecido desde 2005, sostenía comunicaciones con ella.

“Quería ayudar a los secuestradores porque probablemente había recibido dinero de ellos”, denuncia Miranda Wallace. Para justificar su dicho, Miranda Wallace presentó fotografías en las que aparece José Luis Moyá con los abogados de Jacobo Tagle Dobín, detenido como presunto responsable de la desaparición de su hijo.

El acusado señala que recientemente la AFI desmanteló un centro de espionaje presuntamente manejado por Miranda Wallace.

Relaciones peligrosas

La fallida instalación y operación de un rayo láser en el monumento a la Revolución es el origen de la ruptura entre Moyá Moyá, ex funcionario del gobierno capitalino, y el PRD.

Una auditoría de dicho proyecto promovida por el diputado del PRD, Guillermo Flores Velasco, concluyó que Moyá se había beneficiado “injustificadamente con la cantidad de 38 mil 168 nuevos pesos”. Fue sancionado e inhabilitado para desempeñar un cargo público durante un año.

“José Luis se ofreció como fuente para investigar partidas secretas y licitaciones amañadas”, relata Salvador Abascal, hoy secretario de ideología del Partido Acción Nacional, quien reconoce que gracias a la labor de Moyá Moyá, el ex jefe de Gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador, “no pudo hacer prácticamente nada esos tres años”.

Sin embargo, la relación Abascal-Moyá terminó en tribunales.

Abascal puso punto final a la relación laboral y meses después recibió una demanda por 10 millones de pesos que reclamaba por daño moral José Luis Moyá Moyá.

Dicha demanda no prosperó pero sí una por difamación.

Los denunciantes eran Alejandro Gertz Manero y su ex oficial mayor, Genaro Pérez Rocha, acusados también por Moyá Moyá de un supuesto fraude en contra de la Secretaría de Seguridad Pública. “Me detuvieron agentes de la AFI con un gran operativo y a fin de cuentas perdió el pleito el oficial mayor”, narra el mismo Moyá Moyá quien se dice perseguido a raíz de su lucha contra los corruptos.
Artículo de Carolina Rocha Menocal, El Universal, 22 de octubre.

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