RELEVOS EN EL GABINETE PRESIDENCIAL. 5. JUAN CAMILO MOURIÑO.

Tal como lo destacamos en la Presentación, la llegada de Juan Camilo Mouriño a la Secretaría de Gobernación fue objeto de 204 comentarios, un 38.7% del total sistematizado para este tema. Por ello, tomamos la decisión de subdividirlo en diez rubros, de los cuales sus nuevas actividades en Gobernación fueron tema del mayor número de comentarios, 96. Le siguen, muy de lejos los 26 correspondientes a su nacionalidad española: un tema que, al hacer la sistematización, pensamos que sería más extenso. Presentamos los resultados del seguimiento, esperando que el lector saque sus conjeturas.

Antecedentes: la familia y los negocios.
Los ajustes en el gobierno federal han llevado al hombre más cercano a Felipe Calderón a una de las dependencias más codiciadas: la Secretaría de Gobernación. De poco sirvieron los señalamientos contra la familia de Juan Camilo Mouriño, uno de los más jóvenes del gabinete, en el sentido de sus extensas propiedades en Campeche y la privatización incluso de caminos para que sólo los recorran sus consanguíneos. Parece que el sendero para el panista se va allanando, y si sabe aprovechar los reflectores podría crecer. Además de llevar agua a su molino, tendrá la tarea de resucitar a la dependencia que hundió en el olvido Francisco Ramírez
“Binoculares”, El Gráfico, 16 de enero.

Saldado el pago por el favor del destape en el Rancho Las Palmas (localidad El Zapote, Jalisco), Felipe Calderón le abrió la puerta a Francisco Ramírez Acuña para que por la misma, triunfal, entrara su niño consentido, obviando la inexistente experiencia política del ungido y el efecto negativo que tendrá para el país.
Inexperto en la política, pero habilísimo en los negocios, en especial los relacionados con el poder, y para muestra dos pasajes, publicados en anteriores entregas de México SA: Juan Camilo Mouriño, ex diputado federal que presidió la Comisión de Energía, ex cabeza visible del PAN en Campeche y candidato fallido por la alcaldía de la ciudad capital de dicho estado (todo en tiempos de Felipe Calderón como presidente de Acción Nacional y/o coordinador de la fracción blanquiazul en San Lázaro; como fugaz secretario de Energía, en tiempo de Fox, lo nombró subsecretario de Electricidad), es hijo de un inmigrante español, Carlos Mouriño Atanes, surgido de la chistera como uno de los grandes magnates de aquella entidad, con especialidad en el renglón energético y los contratos con Petróleos Mexicanos.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 17 de enero.

A Gobernación —y no es un secreto ni mucho menos algo que opere en su contra— ha llegado otro cercano a Calderón: Juan Camilo Mouriño, quien, desde el primer día, ha tenido un peso importante en áreas estratégicas del gobierno federal. Como jefe de la Oficina de la Presidencia se ha encargado prácticamente de manejar la agenda del mandatario, y así ha sido porque estaba dentro de las facultades legales que el cargo, creado el 4 de diciembre de 2006, le confería.
Desde esa posición, Mouriño —de apenas 36 años de edad— ha acordado directamente con los jefes de la seguridad nacional y con secretarios de Estado. Y más: se ha convertido en el enlace principal de Los Pinos con la Cámara de Diputados y la de Senadores. El hoy secretario de Gobernación ha jugado un papel fundamental en las reformas aprobadas durante el primer año de Calderón.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 17 de enero.

Propietario del Grupo Energético del Sureste, que opera 38 gasolineras en Campeche, Tabasco y Quintana Roo, Mouriño Atanes también es dueño de Transportes Especializados Ivancar, “al servicio” de Pemex Refinación, amén de atender a otros clientes y a sus propias estaciones de servicio. También acapara en esa zona de la República las franquicias de comida chatarra y otros jugosos negocios.
En su tierra natal adquirió el equipo Celta de futbol, por la módica cantidad de 6 millones de dólares, aproximadamente. Sobre el particular, la prensa española ha reseñado que “su vuelta a Vigo se lleva a cabo tras dejar al cargo de sus negocios a dos de sus hijos en México, ligados ambos a la política en posiciones cercanas al presidente Vicente Fox” (ahora de la “continuidad”).
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 17 de enero.

Oriundo de la cuna del requiebro y el chotis, Juan Camilo Mouriño despacha en la oficina principal del Palacio de Covián, sitio que alguna vez fue, en otro siglo, Templo Mayor de la política en México. El madrileño, a quien sus cuates llaman Iván, es un trotamundos. A su corta edad, además de su estancia en España, ha pasado largas temporadas en Campeche y en Tampa, Florida, donde realizó sus estudios de Economía.
No es un secreto que pertenece a una familia acaudalada, con una amplia gama de negocios en el sureste mexicano y que conserva intereses importantes en España, entre otros, qué raro, un equipo profesional de futbol. Parecía destinado a ser un joven ejecutivo que atendiera, sin mayores complicaciones, rodeado de comodidades, los negocios que emprendió su padre. Pero, qué le vamos a hacer, le dio por la política. Fue dirigente del PAN en Campeche y diputado. Nada relevante; de hecho perdió cuando pretendió ser presidente municipal de la amurallada ciudad. En algún momento, sin embargo, trabó una estrecha relación con Felipe Calderón, lo que fue determinante en su carrera política, que en los últimos años ha experimentado un crecimiento vertiginoso.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 17 de enero.

Los negocios de la mano de las relaciones políticas, puesto que en 2000 dedicó tiempo, dinero y pasión al ser cabeza visible de Amigos de Fox en Campeche. Será por eso que le quedó el gusto, y en septiembre de 2005 invirtió en la precampaña de Feliproa. La crónica de entonces señala: “Felipe Calderón, también aspirante a la candidatura panista para la Presidencia de la República, efectuó una gira proselitista por Campeche acompañado por el gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, y al menos nueve delegados de dependencias federales… En la capital, dominada por el PRI, el común denominador fue el acarreo de simpatizantes en vehículos del Grupo Energético del Sureste, consorcio gasolinero propiedad de la familia del campechano-español Juan Camilo Mouriño, su coordinador de campaña”.
El segundo: en agosto de 2006, la Profeco instaló un “semáforo” para que los usuarios de las gasolineras que operan en la República conocieran a detalle quién es quién en eso de los litros que recurrentemente no son de a litro (los “ordeñadores”. Entre los consorcios empresariales sobresalientes en esta actividad apareció el Grupo Energético del Sureste, de la familia Mouriño.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 17 de enero.

Llama la atención de algunos analistas, que el mismo jefe del Ejecutivo haya sido el encargado de leer el breve currículum de Juan Camilo, pretendiendo tal vez con ello enviar una señal política urbi et orbi de que a pesar de su juventud, el nuevo secretario sí contará con todo el apoyo presidencial para cualquier negociación política.
Para quienes lo habían olvidado, el presidente Calderón informó que Juan Camilo Mouriño es licenciado en economía por la Universidad de Tampa y maestro en contaduría con especialidad en finanzas por la Universidad Autónoma de Campeche. Fue diputado local en esa entidad y posteriormente fue diputado federal y presidente estatal del Partido Acción Nacional en el estado de Campeche. En la Cámara de Diputados fue presidente de la Comisión de Energía durante la LVII Legislatura, y de 2003 a 2004 fue asesor del secretario de Energía y en 2004 subsecretario de Energía en el ramo de electricidad. Fue coordinador ejecutivo de la campaña presidencial del Partido Acción Nacional en 2006 y posteriormente coordinador general del equipo de transición. ¡Nada más! Exclaman sus detractores.
Luis Soto, “Agenda confidencial”, El Financiero, 17 de enero.

Pues bien, el 97.14 por ciento de las gasolineras del Grupo Energético del Sureste (GES) reportó irregularidades, de acuerdo con el “semáforo” de la Profeco, lo que se traduce en que sólo una de las 38 estaciones de servicio propiedad de los Mouriño en Campeche, Tabasco, Quintana Roo y Yucatán despacha litros de a litro, un récord de “ordeña” para quienes son apasionados del “cambio” y presumen las “manos limpias”.
Por esos ayeres, en el estado de Campeche –centro de actividades del corporativo Mouriño– oficialmente funcionaban 40 gasolineras, todas franquiciatadas por Pemex. De ese total, la mitad pertenecía al Grupo Energético del Sureste; así, de las 20 estaciones de servicio propiedad de los Mouriño, 18 reportaban irregularidades (90 por ciento), una graves irregularidades y sólo la restante despachaba litros de a litro.
Y hoy despacha en Bucareli, promovido desde ya como el “delfín” para la siguiente.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 17 de enero.

La versión de cuello blanco de la escuela de Carlos Ahumada ha permitido gran prosperidad a una familia que, según descripción del propio Juan Camilo, llegó de España a México “a rastras” y que en Campeche, con el Grupo Energético del Sureste (GES), trazó una estrategia de enriquecimiento en contubernio con políticos del PRI y del PAN –según estuvieran en el poder– que hoy aspira a máximas coronaciones en el negocio del siglo que esperan sea el de la apertura extrema, mediante reformas constitucionales convenidas entre el bipartidismo gobernante, del petróleo mexicano a capitales privados, en especial los extranjeros. Relacionados desde siempre con Pemex (asignación de gasolineras, contratos de obras y servicios diversos), los Mouriño tuvieron en Juan Camilo a un promotor de conflictos de intereses en la Cámara de Diputados, donde presidió la comisión de energía, y en la Secretaría de Energía, donde fue subsecretario
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 18 de enero.

No sólo presenta problemas a Mouriño el pasado. El presente, los tiempos que corren, el difícil 2008, parecen cargados de tantos ingredientes explosivos que los finos modales, la mirada aceradamente ambiciosa, la ropa de Ermenegildo Zegna y la cariñosa confianza absoluta del jeFelipe no parecen ser garantía de éxito. CaMoTe carece de verdadero oficio político (ni siquiera Esteban Moctezuma Barragán llegó a Bucareli tan desvalido) y su campo natural de acción es el de las intrigas cortesanas, el de las intimidades. Los panistas que han llegado a Los Pinos han nombrado deplorables personajes en Gobernación porque no entienden que esa cartera puede propiciar entendimientos, negociación verdadera y acuerdos políticos. Fox nombró a Creel, que en su ilusión de ser presidente llevó el cargo a niveles de frivolidad e ingenuidad extremas. Luego, el guanajuatense designó al persignado Carlos Abascal, que dio paso al uso de la represión como pila de agua bendita para sellar pactos de interés económico (ahumadismo santificado) con los causantes de la desgracia de Pasta de Conchos y con patronos electorales para la continuidad derechista como Ulises Ruiz. Calderón pagó deudas de destape a Francisco Ramírez Acuña (O-Paco) y metió a Gobernación en una grisura ineficaz de un año de la que pretende salir colocando a su favorito, Iván, como supersecretario presidenciable. Con ese pasado y con este presente, no parece haber mucho futuro, pero la banda de pubertades tardíamente desatadas que se ha hecho del control de Los Pinos y sus cabañas cree posible seguir jugando a las realidades artificiales, con todo y chistes de gallegos como el de la mexicanidad por nacimiento del madrileño Juan Camilo.
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 18 de enero.

Si los negocios familiares se tradujeran de inmediato y necesariamente en sabiduría especializada, pues entonces el señor secretario de Gobernación ya podría suceder algún día a Hugo Sánchez en la selección nacional, pues su padre es dueño del Celta de Vigo allá en las tierras feraces de Galicia donde algunos ubican el lugar de nacimiento de sus dos progenitores y donde sí vio la luz primera la escritora Rosalía de Castro cuyos preventivos versos aparecen en el arranque de esta columna.
Pero como haya sido su origen y provenga su sangre de donde ésta mane, el señor Mouriño ha irrumpido en la escena nacional con una fuerza inusitada no vista antes para cargo de esta importancia desde la fastuosa presentación de Emilio Chuayffet a quien el presidente de la República le entregó el cargo no en Bucareli sino en el Palacio Nacional como simbólica muestra de la desmedida confianza en él depositada. Y miren cuánto duró; vean cuan poco le sirvió.
Rafael Cardona, “El cristalazo”, Crónica, 20 de enero.

¿Qué tiene que ver el currículum vitae con la capacidad, la destreza, la habilidad, el genio administrativo? En principio, nada o muy poco. Se puede ser licenciado en Economía por la Universidad de Tampa, y ser un desastre como administrador o político; se puede ser relativamente joven y desconocer la historia y la sociedad del país que se gobierna; se puede tener un máster de la Universidad de Campeche y, pese a todo, sólo disponer de algo primordial pero, tal vez en función del cargo, insuficiente: la fidelidad al jefe. Se puede hacer todo esto con una condición: que los méritos nunca sean inferiores a los logros. (Exégesis ala disposición).
Carlos Monsiváis, El Universal, 20 de enero.

Al mismo tiempo en que la relación entre Calderón y su ideólogo viera la luz, entró en escena Juan Camilo Mouriño. Un joven campechano nacido en España, que conoció a Calderón cuando el actual jefe del Ejecutivo era secretario general del CEN panista.
Es probable que desde la época en que Mouriño realizara sus primeras tareas como militante del PAN en Campeche, Calderón haya visto en él habilidades políticas sobresalientes. Sin embargo, el actual secretario de Gobernación contaba entonces con menos de 25 años.
Más adelante, no importando la restricción legal que la Constitución le imponía por su origen español, Mouriño fue congresista local en aquel estado del sureste y luego diputado federal en la LVII legislatura. En la Cámara Baja ocupó la presidencia de la Comisión de Energía encargada de revisar las iniciativas propuestas para permitir la inversión privada en ese sector
Ricardo Raphael, El Universal, 21 de enero.

Hijo de un acaudalado hombre de negocios de Vigo, España, el joven Juan Camilo sufrió en carne propia la acción de los criminales, cuando hace años fue secuestrado y permaneció durante una semana atado y con los ojos vendados.
Ahora, desde la renovada Secretaría de Gobernación, que por voluntad del presidente Calderón vuelve a ser la dependencia político-policiaca más poderosa de su gobierno, Mouriño tendrá que cubrir las omisiones que en esas materias tuvo su antecesor en el cargo, Francisco Ramírez Acuña, y que motivaron su remoción.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 21 de enero.

Mouriño y Felipe Calderón.
De acuerdo con lo que se sabe de él, Mouriño ha sido considerado como “el que desactiva conflictos, el que sondea, revisa, el que le quita problemas a Calderón”, al grado que ha sido con frecuencia el interlocutor de secretarios de Estado y líderes políticos.
La aparente pérdida de Calderón augura sin embargo una mucho más activa fase política para su gobierno. Afianzado y legitimado ya a pesar de la oposición, el régimen encara ahora una serie de desafíos políticos para los que el anodino Francisco Ramírez Acuña no parecía tener respuesta ni la capacidad de enfrentar
Editorial, El Universal, 16 de enero.

Desde los tiempos de la campaña del 2006 quedó claro que se trataba de un personaje afín al candidato, pues Felipe lo nombró coordinador de los esfuerzos panistas por ganar esa elección. Con buenas y malas artes en las que no vamos a reparar hoy, el blanquiazul triunfó y Juan Camilo pasó a ser el hombre fuerte del equipo presidencial. Fue el brazo ejecutor del golpeteo de Los Pinos a la dirigencia nacional del PAN. Los frutos de su trabajo están a la vista: Manuel Espino, su principal enemigo interno, está en el destierro y Germán Martínez, del staff presidencial, asumió el control del partido. Es un político joven y desde luego inteligente. Su lealtad a Calderón está fuera de toda duda. El hecho de que por restricciones constitucionales, vigentes hasta ahora, no pueda ser candidato a la Presidencia, contribuirá a que no escuche el canto de las sirenas y se concentre en su trabajo hasta el último día del sexenio.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 17 de enero.

En términos reales Juan Camilo fue echado de la gloria y llevado como uno más en el gabinete del presidente Calderón
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 17 de enero.

A su propia carga de ilegitimidad, Felipe Calderón ha agregado el nombramiento como secretario de Gobernación de un personaje sin carrera ni experiencia política suficientes para llegar a ese cargo y que, además, nacido en Madrid y abundante y reiteradamente ligado a intereses económicos y políticos españoles, ahora se revela jurídicamente mexicano por nacimiento y se abre el camino para ser candidato presidencial de los partidos Popular (de España) y Acción Nacional (de México) a la sucesión de 2012. La iglesia (política y económica) en manos de Juan Camilo: financista de campañas presidenciales del PRI y el PAN, el campechano Grupo Empresarial del Sureste (GES), de la familia Mouriño, estará en mejores condiciones de participar en próximos negocios energéticos liberados y de apuntalar los proyectos del patriarca, Carlos Mouriño Atanes, quien hizo meteórica fortuna en México (siempre en relación con el poder político) y ahora diversifica en España el portafolio familiar de inversiones (entre escándalos de tráfico de influencias y corrupción política)
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 17 de enero.

En la otra cara de la moneda aparece el enigmático Juan Camilo Mouriño, otro amigo del Presidente, que en los mismos 13 meses ocupó una relevante posición política —más que cargo público—, que lo convirtió en algo así como el vicepresidente, jefe del gabinete o “supersecretario”. Su empleo formal era el de jefe de la Oficina de la Presidencia, pero en la práctica se desempeñaba como número dos de Los Pinos. Es decir, después del presidente Calderón, en la esfera del Ejecutivo, Camilo Mouriño era el hombre más poderoso
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 17 de enero.

Pareció que un mínimo rubor había condicionado el cargo recibido por Juan Camilo Mouriño de su amigo Felipe Calderón el 4 de diciembre de 2006: se le hizo jefe de la Oficina de la Presidencia y se le dotó de mayor poder que a los secretarios de Estado porque no podía ser uno de ellos, ya que no es mexicano por nacimiento. Y sin embargo, al asumir ayer la Secretaría de Gobernación, pasando por alto ese impedimento, Calderón y Mouriño infringen la ley, por más que el funcionario nacido en Madrid haya buscado tender una cortina de humo sobre su origen.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 17 de enero.

Así, Felipe Calderón le ha quitado el cascarón a su niño consentido, y ahora lo presume como “el gran genio”, el “cerebro oculto” del sexenio (¡sólo hay que ver los resultados¡), y por lo mismo lo sienta en el Palacio de Cobián sin la menor experiencia para ocupar el cargo, pero con la única gracia de ser su predilecto, lo que ha demostrado hasta la saciedad al designarlo coordinador ejecutivo de su campaña electoral y general del equipo de transición, amén de jefe de la Oficina de la Presidencia de la República y ahora inquilino de Bucareli. Todo producto de su larga experiencia política: dos diputaciones (una estatal, otra federal).
Toda la carrera política, si así puede llamársele, va de la mano de Felipe Calderón. Donde éste se colocara, a su diestra aparecería sentado Juan Camilo Mouriño Terrazo, el flamante secretario de Gobernación de la “continuidad”.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 17 de enero.

¿Cómo fue que Mouriño alcanzó esa relevante posición? ¿Resulta de sus habilidades o de su cercanía con el Presidente? Está claro que en este caso la posición política de Mouriño es producto de esa nada transparente oficina que jefaturó. En los hechos, era el jefe del gabinete —figura que no existe legalmente—, lo cual le daba facultades extraconstitucionales, como la posibilidad de mediar entre el Presidente y los encargados de despacho, puente entre partidos políticos, empresarios, líderes y hasta ministros de culto. La “manga ancha” del cargo que desempeñaba Mouriño era en realidad el alma de su poder.
Esa posición lo colocó casi en la gloria de la política. Es decir, tenía todo el poder, metía las manos en todo, disponía y ordenaba por sobre los secretarios de Estado, palomeaba puestos, relevos y promociones; todo ello sin ninguna de las responsabilidades de esos secretarios de Estado. Esa posición no sólo de privilegio, sino de excepción legal y constitucional —y el poder total— hizo de Mouriño lo más parecido a “la mano de Dios”. Y ahí es donde aparece el problema. ¿Qué significa que el presidente Calderón haya decidido mover a Mouriño de esa posición de privilegio, de la gloria, para llevarlo a la tierra de los mortales?
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 17 de enero.

Ahora desde Bucareli, convertido en virrey ejecutivo de un presunto presidente más bien burbujeante, Iván el Fino, o el Terrible, según sea el caso (así lo planteó El faro de Vigo) será el interesadísimo impulsor de las modificaciones legales que detonen el gran negocio de Pemex y consoliden y ahonden las posibilidades de participación extranjera (con cuando menos un 10 por ciento para los gestores locales) en otras vertientes energéticas, como la generación de electricidad, la producción eólica y la explotación de gas. Papá Mouriño fue beneficiado a nivel provinciano con Fox pero hijo Juan Camilo está en la antesala del éxito empresarial completo (¿así como en Acapulco con Miguel Alemán, en el futuro habrá en Campeche, y en otras ciudades del sureste, costeras y avenidas llamadas Juan Camilo Mouriño?). Hijo Mouriño está ahora al frente de la tienda de abarrotes llamada México y papá Mouriño está en Vigo, España, con un frente empresarial trasatlántico que podrá cobrar en aquellas tierras peninsulares los favores que reciban en tierra de indios las empresas hispanas embarcadas en La reconquista de México
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 18 de enero.

No hay duda. Juan Camilo tiene aspiraciones y eso no es cuestionable. Todo político las tiene y más cuando se tiene la edad de él.
Al nombrarlo secretario de Gobernación, el presidente Felipe Calderón logró una carambola de dos bandas: envió a la sociedad un mensaje de que puso orden en el área responsable de la política interna y lanzó al ruedo, de una vez, a un prospecto de sucesor.
José Contreras, “Expediente político”, Crónica, 19 de enero.

Sólo quienes no conozcan a Felipe Calderón pueden suponer que Mouriño es el Santiago Creel de la nueva administración; sólo los que ignoren el perfil pragmático y hasta autoritario del Presidente pueden creer que intenta construir, en la figura de Juan Camilo, a su sucesor para 2012. Y pueden aparecer signos de una fuerte contradicción entre lo que aquí planteamos y lo que estaría ocurriendo a partir del relevo en Gobernación, así como en otras dependencias federales. Pero existen señales claras de que Calderón mueve las piezas de su tablero, a partir de la prioridad de su gobierno y los resultados que le permitan mantener los niveles mínimos de gobernabilidad. Pero vamos por partes.
Todos saben que 2008 será un año clave para la administración de Calderón, si no es que la última oportunidad de concretar grandes reformas que permitan justificar la permanencia de los azules en el Poder Ejecutivo. En enero de 2009 las fuerzas políticas serán espacios intransitables, ya que estarán metidas en la renovación de la Cámara de Diputados federal. Y luego de 2009, la sucesión presidencial de 2012 estará en marcha
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 20 de enero.

¡Y ahora nombra secretario de Gobernación a Juan Camilo Mouriño! Nunca en la historia reciente se había dado mandato semejante a un hombre de origen extranjero formado en España y en Florida, sin experiencia política significativa ni contacto ni identificación importante con el país (salvo a través de los intereses concretos de su padre, un empresario español de la clase depredadora). Fue miembro de la 58 legislatura y se le recuerda como un personaje cerrado, duro, torvo. Presidió la Comisión de Energía y tuvo, como Calderón, un desempeño irrelevante. Discípulo de Felipe, heredó su característica central, la rigidez reaccionaria.
Francisco Ortiz Pinchetti, “El despertar”, La Jornada, 20 de enero.

Esta designación arroja ventajas y desventajas para el Presidente. Al actuar directamente, sin intermediarios, a través de su hombre de confianza, el Presidente acelera la agenda política. Ramírez Acuña ciertamente era un pararrayos, pero también una sala de espera en el desarrollo de esa agenda. Calderón tiene prisa y con razón. Mouriño destrabará muchos temas por la sencilla razón de que toda llamada suya a un gobernador, toda promesa a un legislador, será considerada como una declaración del propio Calderón. Pero justamente también allí reside su desventaja. Todo desliz, exabrupto o error del secretario de Gobernación será una factura a pagar por el Presidente. Si Mouriño falla, Calderón lo padecerá en sus índices de aprobación y eventualmente habrá de sacrificar a su mejor hombre, como le sucedió a Zedillo con Moctezuma.
En todo caso, el Presidente parece tener una fe ciega en su delfín. Algo debe de conocerle. Y sin duda, sería lamentable subestimarlo. Si bien es cierto que el poder que hoy ostenta no guarda relación con su trayectoria previa o su edad (37 años), no puede ignorarse que coordinó al equipo compacto que convirtió a Calderón, un candidato improbable, en Presidente electo. Es un mérito político que obliga al beneficio de la duda. En sus primeras entrevistas revela articulación verbal y un gran control emocional, aunados a una notable falta de carisma. Con mala leche, Muñoz Ledo dice que despide un cierto aire “Gestapo”. Lo cierto es que proyecta una imagen de eficiencia, capacidad y dureza
Jorge Zepeda Patterson, El Universal, 20 de enero.

Con el tiempo, Iván —como llaman los cercanos— supo hacerse imprescindible. Ocurrió así cuando Felipe Calderón tomó la decisión de participar como aspirante del PAN a la candidatura presidencial y lo llamó para que se hiciera cargo de coordinar aquel primer y muy difícil tramo de su carrera hacia Los Pinos.
Luego lo ratificó como hombre de su confianza, ya en la contienda constitucional, cuando lo nombró coordinador operativo de su campaña, le instruyó para que organizara las giras, así como para que supervisara las redes de apoyo y para que participara en la obtención de financiamiento privado.
En los hechos le dio tantas facultades (o más), en comparación con las que en su día tuvo Josefina Vázquez Mota, entonces coordinadora oficial de la campaña calderonista
Ricardo Raphael, El Universal, 21 de enero.

En el nombramiento de Juan Camilo Mouriño y otros funcionarios se advierte una falta de visión integral o sistémica para obtener una mejor colaboración hacia el Presidente. Lo más notable es el desprecio por el conocimiento y por la experiencia. Inteligente, prudente, pero sin antecedente en el ramo de Gobernación, en el caso Mouriño, privó el factor de la amistad y cercanía.
Relevar al secretario de Gobernación en tiempos de crisis debería haber sido acompañado por un ajuste de organización y facultades de la propia secretaría, tan obsoleta y agrietada en sus estructuras. No es imaginable que un joven economista, sin experiencia, sin el respeto de la clase política y sin más armas que el afecto presidencial, pueda concertar a un gabinete que está ya en una dinámica inercial de no respetar a quien de facto es el jefe.
Jorge Carrillo Olea, La Jornada, 21 de enero.

Por instrucciones de Calderón, Iván habría negociado con los líderes elbistas de las principales secciones del SNTE para que éstos se responsabilizaran de sumarle sufragios al candidato presidencial panista. Advierte Aguirre que la oferta hecha por los operadores de la líder magisterial a Juan Camilo Mouriño fue de alrededor de 500 mil votos.
Para la realización de tareas tan delicadas como ésta y varias otras, Calderón ha contado hasta ahora con Iván y casi sólo con Iván. A él le encomendó que, el año pasado, asegurara el triunfo de su corriente política durante el proceso de integración del Consejo Nacional del PAN. Fue principalmente gracias a esta operación que luego Germán Martínez Cázares llegó a la presidencia de Acción Nacional
Ricardo Raphael, El Universal, 21 de enero.

Mouriño en la Los Pinos.
Considerado el poder tras el trono, Mouriño, español nacionalizado mexicano a los 18 años, manejaba desde su oficina los asuntos más delicados de la política interna.
No sólo los nombramientos de los funcionarios de alto nivel pasaban por el tamiz de Mouriño, sino temas como las elecciones locales -en las cuales el propio expresidente del PAN, Manuel Espino, acusó de intervenir en perjuicio del partido- y otros que tienen que ver con la seguridad nacional.
Mouriño tomó en sus manos esos asuntos en parte por la displicencia con la que se manejó todo este año y fracción Ramírez Acuña, cuyo estilo de "hacer política" en Jalisco no pasó la prueba a nivel nacional.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 16 de enero.

La fama de “duro” se volvió parte de la semi leyenda de Mouriño, aunque hasta ahora no hay evidencias suficientes para estimar si esa apariencia corresponde a su auténtico talante. Tampoco las hay para evaluar sus apreciaciones sobre el país, los temas que lo conmueven, sus convicciones.
Ni fu, ni fa. No se sabe si la parquedad de Mouriño obedece a una intencional cautela, o simplemente a un pragmatismo comprometido con los resultados aunque equidistante de las ideas. El beneficio de la duda que siempre existe en esos casos se mantendrá durante poco tiempo porque, en su nueva responsabilidad, ese funcionario tendrá que asumir definiciones y, desde luego, decisiones.
Hasta ahora, aunque ineficiente, Francisco Ramírez Acuña le servía al presidente Calderón como pararrayos desde Gobernación. Trato que no se establecía, o litigio que no se resolvía, podían achacarse a la impericia o la dejadez del ex gobernador tapatío. Mientras tanto Mouriño, desde Los Pinos, operaba decisiones que no pasaban por Bucareli. Ahora, con un titular de Gobernación cuya principal cualidad es su cercanía con el presidente, Calderón dejará de tener ese recurso.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y poder”, Crónica, 17 de enero.

Mouriño ha demostrado un nivel de eficiencia desde la campaña y, sobre todo, después de la llegada a Los Pinos, que ha sorprendido a muchos. No sólo se convirtió en el jefe de las oficinas presidenciales, sino se transformó en el virtual coordinador de los gabinetes y en un secretario de Gobernación de facto. La duda que permanecía en Los Pinos era si Mouriño se mantendría en esa posición, donde podría operar más discretamente, o si asumía en pleno las funciones que ya estaba desempeñando y lo hacía desde la Secretaría de Gobernación. El presidente Calderón decidió llevar, de la relativa sombra al primer plano, a los reflectores públicos, a su equipo de confianza: Juan Camilo se encargará, así, de la gobernabilidad, y Cordero de la política social. En los discursos en los que se dio posesión a uno y otro, el presidente Calderón destacó que ambos encabezarán, no sólo sus dependencias, sino también todos los sectores involucrados en ellas.
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 17 de enero.

De Mouriño dicen que en Gobernación no tendrá la misma fuerza que tenía cuando operaba de negociador en lo oscurito de Los Pinos. Cuenta la mitología de Parque Lira que Mouriño siempre estaba en las reuniones de Calderón, aunque éstas fueran privadas. También cuentan que se encargaba de recibir todos los reportes del Cisen y desde ahí criticaba la operación de inteligencia a cargo de don Pancho.
Ahora Mouriño tendrá que hacer labor negociadora pero de manera abierta y, sobre todo, ya no sólo recibirá los reportes del Cisen sino que tendrá que hacerlos él mismo y enviarlos a Los Pinos.
Jesús Sánchez, “Recuento Político”, El Financiero, 17 de enero.

La designación de Juan Camilo Mouriño como secretario de Gobernación sirvió para hacer legal lo que ya era una práctica, pues muchos de los asuntos de la dependencia los manejó el joven funcionario desde su despacho en Los Pinos
Miguel Ángel Rivera, “Clase Política”, La Jornada, 17 de enero.

La llegada de Juan Camilo Mouriño a la Secretaría de Gobernación nuevamente abrió el camino para las tan llevadas y traídas especulaciones de la sucesión presidencial.
El joven delfín del calderonismo se convirtió, tal vez sin querer, en el revulsivo para agitar las, hasta ahora, tranquilas aguas de la lucha por el poder.
El sacar a Mouriño de un entorno cómodo y protegido, en el que operaba a placer los hilos de la política nacional, para exponerlo en la vitrina, sin duda, con el cristal más delicado del gabinete, pudiera parecer una jugada muy arriesgada de Calderón o, si lo vemos más maquiávelicamente, un riesgo calculado.
Francisco Garduño, “Doble o nada”, Milenio, 19 de enero.

Como jefe de la Oficina de la Presidencia Mouriño ejerció un enorme poder, y en su despliegue desahogaba una agenda muy nutrida, de la que se sabía de tanto en tanto. En el proceso de elección de rector de la UNAM, por ejemplo, el año pasado, invitó a conversar con él a por lo menos dos de los aspirantes, el doctor Juan Antonio de la Peña y el doctor José Narro, que fue elegido por la Junta de gobierno. Antes de esos momentos, Proceso se había interesado por conocer la evidencia documental de las andanzas de Mouriño y en agosto solicitó una relación de las personas con las que el funcionario se reunió en los primeros nueve meses de la administración. La Presidencia rehusó satisfacer el pedido, y sólo hasta hace 11 días, el 9 de enero el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI) resolvió que esa información debe ser provista al solicitante. La búsqueda de los datos correspondientes debió haber iniciado ya (se dio a Los Pinos un plazo de 10 días para hacerlo) y el hecho de que Mouriño ya no trabaje allí no debe impedir que se conozca.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 20 de enero.

La Secretaría de Gobernación: ¿en busca de la fuerza perdida?
La pregunta ahora es si el relevo llegará a una secretaría venida a menos y seguirá en ese sendero, o si el solo nombre de quien la ocupe será capaz de enviar la señal de que se pretende una revaloración de la dependencia y de sus funciones de control político.
De inmediato se anunció que el cargo sería para Juan Camilo Mouriño, el ahora ex jefe de asesores del Presidente. Uno se pregunta, sin embargo, si fue Mouriño quien decidió dejar la segunda posición de poder político en el país, para encabezar una secretaría sin fuerza
Raúl Rodríguez Cortés, “Gran angular”, El Gráfico, 16 de enero.

La llegada de Juan Camilo Mouriño a Bucareli tiene los ingredientes necesarios como para suponer que el Presidente quiere tener de nuevo un secretario de Gobernación. Con mayúsculas. Ramírez Acuña no lo fue. Las cosas que importaban dejaron de estar hace rato sobre su despacho. Si es que alguna vez estuvieron.
Calderón estaría mandando el mensaje de que ahora sí habrá alguien al que más vale tomarle las llamadas, como se le tomaban a Mario Moya Palencia y Manuel Bartlett: secretarios que hablaban con la voz del Presidente.
Ciro Gómez Leyva, “La historia en breve”, 16 de enero.

Quizá también sucede que la Secretaría de Gobernación ha perdido la centralidad política que tenía en otros tiempos. Después de Los Pinos y en no pocas ocasiones antes que en la residencia presidencial, en la casona de Bucareli se dirimían por las buenas o por las malas, o incluso se anticipaban o provocaban, los conflictos más relevantes. Hoy nos encontramos ante una desconcentración de la política que se ejerce tanto en la negociación dentro del gobierno y delante de él como en los partidos, las cámaras legislativas, los medios de comunicación y otros espacios, institucionales o no.
El arbitraje presidencial, fuente del poder a veces colosal y en otras ocasiones discreto, pero incontestable, que ejercía el secretario de Gobernación, ya no es necesario en todos los casos. Frente al gobierno y al margen suyo han surgido, o han logrado espacios propios, otros actores de la vida pública.
Pero precisamente debido a esa complejidad del escenario público el gobierno necesita, más que nunca, del ejercicio de la política. Hay que hacer política (¡mucha política!, urgía Jesús Reyes Heroles) más hoy que ayer, porque la existencia de fuerzas partidarias y sociales diversas, ninguna de las cuales acapara el poder como sucedía antes, exige de un ejercicio constante de interlocución, negociación y avenencia con todas ellas.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y poder”, Crónica, 17 de enero.

Hoy Juan Camilo Mouriño llega al antiguo Paseo de Bucareli en condiciones sumamente ventajosas para él —lo precede una yunta de incapaces—, pero muy disminuidas para el cargo en sí. En los años recientes la secretaría “del interior” se ha convertido en una caricatura de aquella misteriosa catedral política en la cual se decidían las características de la vida social y la seguridad pública del país; los procesos electorales y hasta la edad límite de los jóvenes para entrar a un cine.
Pero también ahí se tejían los hilos para el ascenso político. Las pinzas entre Bucareli e Insurgentes Norte (el PRI) contenían todo el universo de la actividad pública y por consecuencia concentraban el poder. Eso dejó de ser así cuando una de las patas de la pinza fue sustituida por el PAN. Bucareli pasó de ser un centro político a una entidad difusa, fofa, blandengue desde la cual quiso auto promoverse Santiago Creel para la Presidencia mediante la constante prevaricación de sus funciones.
Rafael Cardona, “El cristalazo”, Crónica, 17 de enero.

En otros tiempos, cuando la Secretaría de Gobernación era realmente una sede alterna de poder, no había cargo más importante que ése después de la Presidencia de la República. Hoy las cosas son distintas. Podría argumentarse, de hecho, que Mouriño está dando un paso atrás. Cuando era jefe de la Oficina de la Presidencia, no sólo asumió poderes de supersecretario sino que así se le presentaba en funciones públicas. Se le daba una posición jerárquica por arriba de las de los secretarios, incluso el de Gobernación. En contraste José Córdoba, el legendario jefe de la Oficina de la Presidencia de Carlos Salinas de Gortari, se resistía a aparecer en público y cuando lo hacía tomaba una posición modesta. Me pregunto si hoy César Nava tendrá esa posición de privilegio en el escalafón, incluso por arriba de su ex jefe Mouriño. La verdad es que lo dudo.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 17 de enero.

Bueno, cómo estará el rencor contra Mouriño que, además de llamarlo el Córdoba Montoya de Calderón (no exageremos, Joseph Marie era el Darth Vader del emperador Salinas Palpatine, mientras que Juan Camilo con trabajos es el Smithers de Jelipillo), lo acusan de yuppie y de ser más guapo que Peña Nieto. No entienden que si lo que se dice de él es cierto, se retomará alegremente la vieja escuela de los secretarios de Gobernación adictos a lo oscurito, incapacitados para sonreír, control freaks y profesionales de la cuchillada trapera, en el mejor estilo de Díaz Ordaz, Luis Echeverría y Bartlett. Una bonita tradición que se perdió con la llegada de Santiago Creel, nuestro secretario totalmente palacio. La metrosexualidad acabó con nuestros políticos temibles de mítica perversidad y folclorismo autoritario.
Jairo Calixto Albarrán, “Política Cero”, Milenio, 17 de enero.

Comencemos por el caso de “el bello”, Camilo Mouriño. Es la primera vez en muchas décadas que un presidente opta por un supersecretario. “Iván” se convierte de facto en un primer ministro con la triple función de ser el jefe operativo del gabinete; conducir la relación con los actores políticos (partidos, gobernadores y Poder Legislativo); y coordinar el aparato de seguridad nacional. Las dos primeras tareas ya las hacía, pero ahora tendrá los recursos jurídicos e institucionales del ministerio más poderoso de la administración pública.
Hasta ahora los presidentes tenían en el secretario de Gobernación a un operador de primer piso, a un pararrayos, pero mantenían una relativa distancia, una especie de red de protección. Con Miguel de la Madrid el verdadero conductor político era Emilio Gamboa, su secretario particular; algo similar sucedió con Carlos Salinas y el poder que adquirió José Córdoba Montoya; Zedillo intentó hacer de Moctezuma su Camilo Mouriño, pero la operación política acabo siendo conducida por su secretario particular Liébano Sáenz. Y en el caso de Vicente Fox, nadie pone en duda que Marta Sahagún fue mucho más decisiva que Santiago Creel, secretario de Gobernación, quien no pertenecía al grupo compacto del guanajuatense. En ninguno de esos sexenios el verdadero poder residió en Bucareli. De igual forma, Ramírez Acuña era el fusible en Gobernación para absorber las descargas y las presiones políticas. Ahora, al colocar a su brazo derecho en Gobernación, Calderón trabajará por vez primera sin fusibles
Jorge Zepeda Patterson, El Universal, 20 de enero.

Además Gobernación es el punto de cruce o de encuentro de las diversas fuerzas políticas. Es el brazo del Ejecutivo en su contacto con las entidades de la República. Mientras no tengamos un rediseño institucional como algunos lo quieren, mientras no exista un jefe de Gobierno, mientras sigamos siendo un régimen presidencial, Gobernación esta obligado a ser ese territorio de encuentro. Para ello se requiere una presencia nacional, un respeto personal que sólo la experiencia y la trayectoria pueden brindar. La inteligencia o habilidad no pueden brincarse al factor tiempo.
Gobernación debe ser vista como un espacio neutral para tejer los acuerdos que el país necesita. Desde el 88 esa Secretaría ha pasado por muy diversas manos, desde la versión apartidista como lo fue la gestión de Jorge Carpizo, hasta la versión de un viejo zorro de la seguridad y hábil político: Fernando Gutiérrez Barrios. La cercanía con el Presidente es necesaria pero en exceso puede traer problemas. Una lectura demasiado partidaria aleja a las oposiciones, ya lo vimos el sexenio pasado. En fin, Gobernación demanda de un reconocimiento generalizado que sólo el tiempo da y de una visión de Estado que debe ser pública y conocida. No es el caso de Mouriño al que sin embargo debemos extender un voto de confianza.
Federico Reyes Heroles, Reforma, 22 de enero.

Los cambios en el gabinete de Calderón no son meros ajustes ni facturas pagadas y archivadas. Mouriño, al margen de todo lo que se ha dicho de él, es un operador político, el más importante que tiene Los Pinos para tratar y negociar, no con la oposición, sino con los posibles aliados (el PRI en primer lugar). La Secretaría de Gobernación había sido, por décadas de priísmo, una suerte de vicepresidencia. El último secretario fuerte en Bucareli fue Fernando Gutiérrez Barrios. Después de él desfilaron por el Palacio de Covián personajes menos fuertes, pero no precisamente decorativos: González Blanco, Carpizo, Moctezuma (el más débil de este conjunto), Chuayffet, Labastida (también débil) y Carrasco
Con el oaxaqueño Carrasco, ahora panista, se acabaron los más o menos poderosos secretarios de Gobernación. Luego vinieron los francamente débiles: Creel, Abascal y Ramírez Acuña, políticos sin poder ni iniciativa, empleados a secas del presidente en turno. Con el cambio Ramírez-Mouriño se intenta recuperar al secretario fuerte, aunque no se podrá regresar al pasado, entre otras cosas porque la política ya no es como antes. Ahora hay demasiadas cámaras y luces encima de las acciones gubernamentales como para que se pueda reinstaurar la política caciquil y temida del pasado
Octavio Rodríguez Araujo, La Jornada, 24 de enero.

Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación.
El número dos de Los Pinos hizo su primera aparición en 2008. El jefe de la Oficina de la Presidencia, Juan Camilo Mouriño, estuvo en la sesión 22 del Consejo Nacional de Seguridad Pública. Fiel a su estilo, se dedicó a observar a los presentes: miembros del gabinete presidencial, gobernadores, secretarios de Seguridad y procuradores estatales. Apenas cruzó algunas palabras con el secretario de la Defensa Nacional, el general Guillermo Galván, y no dejó de observar de reojo al representante de Marcelo Ebrard, el señor Joel Ortega, responsable de la seguridad del Distrito Federal
“Bajo reserva”, El Universal, 10 de enero.

Mouriño encabezaba la lista de sucesores, lo cual sería simplemente un paso natural, la ratificación de una labor que desempeñaba en Los Pinos y que le generó críticas no sólo a él sino al propio presidente Calderón, quien al parecer confía plenamente en la capacidad política y de negociación que deberá exhibir el nuevo Secretario de Gobernación.
Por la tarde, también se hablaba de Miguel Ángel Yunes como sucesor de Ramírez Acuña, pero el hoy director del ISSSTE está apuntado, a menos que le hayan ordenado lo contrario, para la Secretaría de Seguridad Pública.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 16 de enero.

Pero visto desde otro ángulo, tal nombramiento podría ser la señal del apuntalamiento de la Secretaría de Gobernación de cara, sobre todo, a la reforma del Estado que por ley deberá concretarse este año. En este espacio le hemos comentado que una de las proposiciones de dicha reforma es construir un régimen presidencial con prácticas parlamentarias en el que la figura de un jefe de gabinete desempeñaría un rol de primordial importancia. Acaso se esté pensando que ese jefe de gabinete sea el secretario de Gobernación y es ahí donde se reforzaría la importancia política de Mouriño y también su camino hacia la carrera presidencial del 2012.
Lo único que parece cierto, por lo pronto, es el poco oficio que mostró Ramírez Acuña como secretario de Gobernación, principalmente en sus declaraciones
Raúl Rodríguez Cortés, “Gran angular”, El Gráfico, 16 de enero.

Anuncia también una muy fuerte acción gubernamental. Mouriño está considerado uno de los mas íntimos confidentes del presidente Calderón y por tanto todas sus acciones llevarán, a querer o no, el imprimatur de Los Pinos, lo que les dará un doble acento.
Esa identificación personal será sin duda especial, por ejemplo, en lo que se espera será un feroz debate político alrededor de la anunciada propuesta de reforma energética
Editorial, El Universal, 16 de enero.

El hecho en todo caso es que Mouriño, o Iván como lo llaman sus amigos, está en Gobernación y eso lo convierte en uno de los principales actores de la política nacional.
Lo cierto es que tiene contacto directo y la confianza del presidente Calderón y que su autoridad por tanto es comparable con la que tuvieran en su momento secretarios de Gobernación como Mario Moya Palencia con Luis Echeverría. La realidad es que al menos en este momento sus posibilidades presidenciales son lo de menos y su capacidad de acción lo de más, pero también que a medida que pase el tiempo las especulaciones serán más y más, a menos que haya también aclaraciones formales lo más pronto posible.
La idea del delfinato deterioró la gestión de Santiago Creel en esa oficina. El gobierno Calderón no se puede dar el lujo de ese tipo de fracasos...
Editorial, El Universal, 16 de enero.

Es un movimiento audaz. Calderón parecería estar pensando que con su hombre fuera de Los Pinos podrá sincronizar mejor los acuerdos con gobernadores, reordenar las tareas policiacas y militares, sentar a los empresarios, enviar señales inequívocas a los partidos, líderes sociales, obispos; a Washington, La Habana, Caracas…
Y como en los priistas tiempos de los viejos jefes de gabinete, Calderón pone el anuncio de que ya tiene una primera carta ganadora para relevarlo. Su amigo Francisco era, a fin de cuentas, una pieza cómodamente desechable. Su amigo Juan Camilo, no.
Ramírez Acuña era de temporal. Mouriño es de riego.
Ciro Gómez Leyva, “La historia en breve”, 16 de enero.

Los ojos de muchos mexicanos estuvieron ayer en el tema del nuevo secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño. El número de impactos, en las noticias relacionadas con Iván, el hombre fuerte de Calderón, se contó por varias decenas de miles. Una conversación en línea (chat en el portal de EL UNIVERSAL) con los periodistas y analistas Salvador García Soto, Ricardo Alemán y Alfonso Zárate produjo en unas horas 15 mil 871 lecturas
“Bajo reserva”, El Universal, 17 de enero.

Con la designación del nuevo flamante secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, ahora hay que empezar a comer gazpacho y tortilla española (a quien le alcance)...
Ayer a Bucareli, llegó Mouriño en una camioneta, hablando por celular. Dejó pasar un par de minutos antes de saludar a su recepcionista, el subsecretario de Gobierno, Abraham González.
Más tarde salió Pancho Ramírez Acuña, sin el aparato de escoltas y autos y motocicletas, que diez minutos después lo hizo ya con Mouriño hacia Los Pinos. Desde ese momento, comenzó a sentirse el poder...
Sin duda fue un primer síntoma de ruptura en el calderonismo, o la definición de quiénes son los verdaderos amigos del presidente..., éstos son los nuevos "amigos de Calderón"...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 17 de enero.

De todo hubo por la llegada de Juan Camilo Mouriño a Gobernación.
El PRD lo rechazó: no será interlocutor válido, porque no reconocemos al gobierno, dijo Núñez; y Encinas vio “una señal de derechización”.
Pero Ruth Zavaleta dijo que la Cámara trabajará con él.
El PRI, dijo Labastida, está dispuesto al diálogo.
El PAN lo arropó. Y el presidente Calderón le pidió diálogo y acuerdos.
Pepe Grillo, Crónica, 17 de enero.

Pero al parecer Felipe confía en que Juan Camilo will deliver… La apuesta presidencial es temeraria a sabiendas del desgaste natural que acompaña a quien despache en Bucareli. Pero el joven Mouriño se encargó de despejar la maravillosa duda del por qué el arriesgado movimiento con todo y el choro presidencial de los nuevos desafíos y para dar atenciones a las principales preocupaciones de la sociedad (¿¿ha llegado SuperIván??)
No, no, amable lector, van por la(s) reforma(s) pendiente(s) en el Congreso.
O sea, la energética, la de justicia penal y la laboral. Pero en primer plano y no se me haga bolas, mi estimado, la energética.
O sea, la energética, la de justicia penal y la laboral. Pero en primer plano y no se me haga bolas, mi estimado, la energética.
Y Mouriño conoce del tema, ya no digamos por negocios e intereses de familia, sino por haber ocupado posiciones claves, primero en el Congreso como presidente de la Comisión de Energía y después con Felipe como subsecretario.
Y como se van a necesitar de coscorrones (con picahielo) y presiones en el Senado y en San Lázaro para sacar el paquetón antes del 30 de abril, Juan Camilo is the man. Tiene licencia para matar.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 17 de enero.

Los retos que hoy enfrenta la Secretaría de Gobernación son, desde la perspectiva del propio Mouriño, distintos a aquellos que se plantaban al inicio de la administración. Se trata de una nueva coyuntura que presenta a su vez nuevas oportunidades para que el gobierno sirva mejor a los mexicanos en materia de gobernabilidad, de Estado de Derecho, de derechos humanos, de protección civil y de ejercicio pleno de libertad de expresión.
El arribo de Iván a la Segob y el nombramiento como titular de la Sedesol de Ernesto Cordero forman parte de una misma estrategia: arropar al Presidente con gente de su entera confianza. Terminó el pago de facturas.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 17 de enero.

No hay duda de que Juan Camilo Mouriño llega a la Secretaría de Gobernación con toda la fuerza que da el verdadero apoyo presidencial. Salió antes del mediodía de Los Pinos para protocolizar en el Palacio de Covián su nuevo cargo.
Curiosamente lo recibió Abraham González, el inédito subsecretario de Gobierno que durante 14 meses fue el hombre más cercano al exsecretario Francisco Ramírez Acuña. Mouriño asumió el cargo en petit comité, dialogó unos minutos con su antecesor y se regresó a la residencia oficial para comer con el presidente Felipe Calderón. A diferencia del jalisciense, el campechano sí llega con una agenda de prioridades muy definida y acordada con el Ejecutivo.
“Días Políticos”, El Economista, 17 de enero.

Con Mouriño, la apuesta de Calderón es recuperar, de manera inmediata la efectividad, eficiencia, el diálogo y la operación política en la Secretaría de Gobernación. Con todas las suspicacias que generó su labor desde las sombras, y al mismo tiempo el protagonismo que hasta en el interior del gabinete le cuestionaban, Juan Camilo ha demostrado ser un operador eficiente y efectivo. Un joven político que, con gran habilidad y métodos que más bien parecen ortodoxos, ha sido capaz de entenderse y de amarrar acuerdos con el ala más colmilluda y experimentada del PRI.
La relación que Mouriño ha trabado, sobre todo con Manlio Fabio Beltrones, pero también con Emilio Gamboa y con Beatriz Paredes, lo volvió el operador de los acuerdos. No fue una, sino varias las ocasiones en que Beltrones prefirió buscar y hablar con Juan Camilo que con el que tenía el cargo de Secretario de Gobernación, al tiempo que al experimentado priísta se le han escuchado comentarios por demás elogiosos para el joven político panista.
Son dos, pues, las condiciones que hacen que Calderón mueva a Mouriño hacia Gobernación: eficiencia y lealtad. Las dos tienen que ver con el otro motivo que explica este movimiento
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 17 de enero.

Una frase destacó ayer en el discurso del nuevo secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño: fomentar la libertad de expresión "con responsabilidad".
Bien a bien no pareció compromiso sino advertencia.
Lo que se espera de nuevo funcionario es que, efectivamente, abra los canales de comunicación entre la dependencia y los partidos y los medios de comunicación a los que su antecesor relegó con plena conciencia.
¿Mantendrá Mouriño en sus puestos a los subsecretarios, todos ellos identificados con Ramírez Acuña, entre ellos a Juan María Naveja?
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 17 de enero.

En cambio, su relevo, Juan Camilo Mouriño, provocó estela con el paquete de soluciones presentado para los yerros del jalisciense. Describió con detalle el golpe de timón: una red firme de contactos pertinentes, con oportunidad de diálogo; cauce para la libertad de expresión; la mira puesta en las reformas de fondo y el entendimiento con gobernadores y ediles; discusión que tiende al acuerdo, respeto a garantías constitucionales, defensa de los paisanos en el extranjero y de los inmigrantes que vienen de paso o buscan asilo
“Frentes Políticos”, Excélsior, 17 de enero.

Mouriño dijo en su primer discurso como secretario de Gobernación, después de los respectivos agradecimientos y subrayar que como mexicano es un orgullo y un honor asumir esta nueva responsabilidad al frente de la Secretaría de Gobernación, que "durante los últimos años he participado en diversos ámbitos de la vida pública de nuestro país, esto me ha permitido estar preparado para este nuevo encargo. Particularmente, en estos últimos meses tuve el privilegio de coordinar un equipo talentoso, que bajo la conducción del presidente Calderón, trabajó a favor de la dignidad y de la eficacia de la presidencia de la República. Cuando asumí el encargo de jefe de la Oficina de la Presidencia fui instruido a coordinar las tareas de la Administración Pública Federal para asegurar que el gobierno diese resultados en beneficio de la sociedad..."
La percepción de la mayoría de la población es que en el primer año de gobierno del presidente Calderón no hay mucho de qué presumir. Bueno, a lo mejor en el segundo año la cosa cambia, acotan los optimistas.
Luis Soto, “Agenda confidencial”, El Financiero, 17 de enero.

Está claro, pues, que Felipe Calderón se convenció de que algo no marcha en su gobierno por lo que no sería de extrañar que otros cambios se vengan en cascada. En ese tenor se inscriben las instrucciones a Mouriño a fin de apremiar el diálogo con los poderes de la Unión y especialmente con el Legislativo, tener comunicación con las 32 entidades federativas sin importar su signo partidista y hacer valer el respeto a los derechos humanos, los migrantes y la libertad de expresión
Ricardo Rocha, “Detrás de la noticia”, El Universal, 17 de enero.

La llegada de Juan Camilo Mouriño a Bucareli tiene varias divertidas lecturas por el delicado contexto nacional y la experiencia y el oficio son cualidades indispensables para llevar las riendas de la política doméstica. El problemita es que el chico Mouriño no tiene las acreditaciones necesarias con todo y que cuente con el irrestricto respaldo, confianza, cariño y anuencia de Felipe Calderón.
Las enormes expectativas que ha levantado esta ocurrencia, perdón, nombramiento, pueden ser un maravilloso detonador para que el célebre síntoma del mareo prematuro sobre el ladrillo, mande al cabecilla del Gymboree al espacio sideral de los sueños futuristas, cuando la realidad, my friend, exige mesura, sensatez y prudencia en el ejercicio de conciliar, del consenso y del diálogo.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 17 de enero.

El nuevo titular de Segob, habló claro en su primera conferencia:
El EPR es un grupo subversivo y armado que merece la condena de la sociedad y el Gobierno tiene que actuar.
Directo, cuando le preguntaron si como se dice en el argot político se da por muerto para el 2012, contestó:
“No, ese no es mi lenguaje”.
Y anunció que ya habló con todos los líderes políticos.
Pepe Grillo, Crónica, 17 de enero.

Las declaraciones iniciales de Mouriño Terrazo difícilmente armonizan con las responsabilidades mencionadas. De entrada, el nuevo secretario de Gobernación rechazó la posibilidad de tratar “los grandes temas nacionales” con Andrés Manuel López Obrador, quien es –le guste o no al gobierno calderonista– el principal dirigente opositor en el país. Mouriño apostó, en cambio, por circunscribir las gestiones políticas al ámbito legislativo, “que es la única instancia a discutir y en donde están representadas todas las ideologías”. Tal orientación augura la consolidación de la alianza de facto PRI-PAN que gobierna en el país, pero también apunta a la persistencia de la ruptura con las fuerzas políticas y sociales progresistas y de izquierda que se aglutinan en el Frente Amplio Progresista (FAP). Por lo pronto, el coordinador de los senadores del Partido de la Revolución Democrática, Carlos Navarrete, y el secretario general perredista, Guadalupe Acosta Naranjo, ya expresaron su negativa a dialogar con Mouriño e indicaron que sólo mantendrán contactos con los legisladores panistas.
El grupo gobernante tendría que entender que el movimiento lopezobradorista que se ha estructurado tras los impugnados comicios del 2 de julio de 2006 ha desempeñado un papel central en la contención de los ánimos exacerbados por el agravio y también, por ende, en la preservación de la estabilidad, precaria, que aún se presenta en el país. En consecuencia, en vez de ningunear ese movimiento social y de apostar por su fractura, la administración actual tendría que buscar el establecimiento de vías de comunicación con quienes, de manera pacífica y con argumentos fundados, expresan su descontento por el desaseo electoral del año antepasado.
Editorial, La Jornada, 17 de enero.

Hay que ver lo que hizo Juan Camilo en la media hora que siguió a su nombramiento. Estableció contacto con todo el mundo. Es veloz, talentoso y ofrece comunicación. Eso es lo que un secretario de Gobernación debe hacer. El que así habla no es un calderonista ni un panista, sino, sorpréndase, un destacado miembro del Frente Amplio Progresista: el senador del PT Gonzalo Yáñez.
Por supuesto que las palabras de Yáñez no ilustran el sentir del muy obradorista FAP frente a la llegada de Mouriño a la Secretaría de Gobernación, pero sí reflejan la intención de fortalecer el diálogo con los partidos de oposición que tiene el Presidente de la República. Las primeras reacciones muestran también que la salida de Ramírez Acuña, quien no era interlocutor válido para la oposición, fue recibida con alivio por la izquierda que transita por los cauces institucionales.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 17 de enero.

En otro sentido, es también preocupante que el funcionario exhiba una actitud poco perspicaz ante el Ejército Popular Revolucionario (EPR), que “merece la condena de toda la sociedad y para el cual el gobierno tiene que actuar”, valga decir, reprimir a secas. Sin afán de justificar o legitimar los métodos de esa organización armada, el hecho es que el EPR y otros grupos insurgentes representan la opción política escogida por sectores que es difícil dimensionar, pero cuya existencia está fuera de duda, fortalecida por la política económica vigente desde hace más de tres sexenios, por la creciente desigualdad, la marginación exasperante, la cerrazón y la crisis de legitimidad de la institucionalidad en su conjunto. Por esas razones, diversas voces procedentes del Legislativo, de los partidos con registro y de los medios informativos han señalado la pertinencia de alentar un diálogo con la dirigencia eperrista, con el propósito de desactivar lo que puede ser el embrión de un conflicto armado de proporciones mayores. En contraste, la vía represiva, lejos de propiciar la paz social, tiende a alimentar las espirales de violencia.
Cabe esperar, pues, que el nuevo funcionario recapacite y que, lejos de atizar las tensiones que recorren el país, se proponga desactivarlas por la única vía razonable: la política.
Editorial, La Jornada, 17 de enero.

Lo malo es que don Juan Camilo se haya iniciado criticando al EPR (sobre todo porque después de que los guerrilleros se declararon solidarios con Carmen Aristegui, parecería que el campechano está con quienes han tratado de lincharla sólo porque está en las antípodas de Pedro Ferriz de Con), sin celebrar su buena intención de avisar sobre cualquier atentado para evitar tragedias. Esto, además, tendría que ser retomado por el gobierno calderonista: echarnos aguas cada vez que vayan a cometer los estropicios que acostumbran.
Por ejemplo, nos quieren asustar con que tendremos el primer lugar de gordos, cuando sabemos que, dadas las previsiones económicas, eso es prácticamente imposible.
Jairo Calixto Albarrán, “Política Cero”, Milenio, 17 de enero.

La verdad, la designación me parece de lo más afortunada. En primer lugar porque, a pesar de su corta edad (36 años), el ahora secretario de Gobernación ha sido, desde el principio, el verdadero interlocutor del Poder Ejecutivo con la clase política del país. Ha sido él quien ha instrumentado y negociado todos los temas que a la Presidencia le ha interesado sacar adelante. Ha sido él quien ha administrado políticamente al gabinete calderonista. Y ha sido él quien, desde la campaña, empezó a articular, junto con el presidente Calderón, el proyecto de relevo generacional entre los tomadores de decisiones
Ayer mismo, el nombramiento fue muy bien recibido por muchos personajes que jamás se hubiera pensado que lo verían con buenos ojos. Muestra de los buenos oficios políticos que ha desplegado el llamado “hombre fuerte de Los Pinos” (que ahora despacha ya en Bucareli). La designación de Mouriño fue saludada por el jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, quien dijo que espera que se construyan puentes de diálogo y negociación. Y también por la presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Ruth Zavaleta, quien hizo votos para que la relación institucional del Poder Legislativo y el Ejecutivo se fortalezca con este nombramiento. Juan Camilo ha podido tejer fino ahí donde parecía terreno minado. Y sí, desde ayer, Mouriño se convierte, automáticamente, en el candidato natural de Felipe Calderón a sucederlo en la Presidencia...
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 17 de enero.

Discreto y reservado, Mouriño seguramente cambiará de imagen y de estrategia porque un secretario de Gobernación que no habla y no se expone se convierte en un funcionario que genera desconfianza o bien podría pensarse que se está cuidando para lo que venga a futuro, aunque Mouriño llega con el pie derecho, pues se ha erigido como un interlocutor permanente con las fuerzas de oposición.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 17 de enero.

Por otra parte, y en la lógica democrática y del respeto a la libertad de expresión y la pluralidad, la Secretaría de Gobernación tiene como tarea pendiente revertir los lineamientos implantados el 8 de febrero del año pasado para el manejo de los presupuestos de comunicación social, en los que se clasifica como locales a los medios impresos publicados en la capital de la República, independientemente de que éstos circulen por todo el territorio nacional. Con esa clasificación, que no sólo discrimina a las publicaciones capitalinas, sino que afecta el desarrollo económico del periodismo y de la industria gráfica en el Distrito Federal, se apunta a excluir a diarios y revistas independientes de la adquisición de espacios de publicidad oficial, y se refuerza el manejo patrimonialista, discrecional y faccioso que tiende a realizarse de los presupuestos correspondientes. El ejemplo más grosero es la desproporción entre los montos de propaganda oficial que la institucionalidad política en general contrata con la televisión y la radio privadas y lo que se otorga a los medios impresos.
Si se tiene en cuenta la orientación predominante en los primeros y la mayor diversidad y pluralismo que caracteriza a los segundos, no puede dejar de concluirse que tal inequidad en la adjudicación de presupuestos que proceden de dinero público obedece a afinidades políticas entre el grupo en el poder y los grandes concesionarios de los medios electrónicos.
Editorial, La Jornada, 17 de enero.

La prisa de Calderón es sacar al costo que sea o mejor aún, dicho con sus propias palabras... a contra corriente, la(s) mentada(s) reforma(s). Negociará, con su aliado el PRI, lo necesario (ife, jefe de gabinete, excedentes petroleros, plazas, ley de medios, etcétera...).
Y con esa arriesgada jugada política Felipe & partners pretenden adelantarse a los complejos tiempos de que las calles se organicen y se inunden de divertidos renegados amarillos defendiendo el petróleo. Previenen reaccionado ante las constantes referencias de López Obrador. Señal, my friend, de que la piedra les está girando con velocidad en este particular asunto.
Donde se jugarán su resto. Saben que es hoy, o ya no fue.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 17 de enero.

La entrada de Juan Camilo Mouriño a la Secretaría de Gobernación implica sangre nueva a las filas de dirección del país. Que tanta falta le hace. Los encargos que le hizo el Presidente son claros: barreras políticas al crimen organizado, diálogo con las fuerzas políticas para la mejora en la toma de decisiones públicas, diálogo y acuerdo con los Poderes de la Unión. Y, seguro, el nuevo secretario lo hará cien veces mejor que su predecesor…
La entrada de Juan Camilo Mouriño a la Secretaría de Gobernación implica sangre nueva a las filas de dirección del país. Que tanta falta le hace.
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 17 de enero.

Pero una estupenda preguntita sería, dejando las especulaciones sobre quiénes llegarán a limpiar Gobernación, ¿porqué la prisa —sello de la casa– por colocar a Juan Camilo en Bucareli si estaba cómodo y a sus anchas tras bambalinas haciendo travesuras, presionando y desencadenando grillitas —gracias a los informes que le rendía el Cisen— esparciendo además la semilla mediática de que el hombre fuerte de Los Pinos (whatever the shit this means) era (es) él...?
Nada mejor como el calorcito de Calderón y la impunidad para manejarse sin la rendición y transparencia de cuentas. Sobre todo en estas épocas de altísima volatilidad política.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 17 de enero.

En fin, hoy no podemos perder de vista a Mouriño, quien al lado de César Nava se convierte en la mano derecha en coordinación política interna del país y del gabinete.
A Mouriño se le acusa de no tener el suficiente contacto con los grupos políticos del país. En descargo a esa observación, es mucho mejor no haber tenido un trato estrecho con algunas fuerzas políticas, aunque sabemos que en la Presidencia de la República él operó con la oposición al PAN muchas de las acciones políticas que no sólo fueron legislativas, sino con gobernadores y otras fuerzas políticas del país.
Es buena designación y el gabinete calderonista no queda descuidado.
Por ello, además de Ernesto Cordero, está Juan Camilo como fuertes aspirante a la Presidencia de la República por el PAN.
Víctor Sánchez Baños, Crónica, 17 de enero.

El cambio en la Secretaría de Gobernación ha generado una gran expectativa. Juan Camilo Mouriño es un hombre joven vinculado a un presidente joven y que, sin duda, representa a la generación que le ganó al mesianismo de AMLO la elección presidencial.
Vencer el mesianismo es, en sí, una apuesta por la democracia y privilegiar la pausa que requieren ciertas soluciones nacionales. El desarrollo, en todas las sociedades, es siempre doloroso e injusto. El sacrificio social que implica el crecimiento, el verdadero acceso de las personas a la justicia y la legalidad, el control de los intereses reales para que no secuestren al país, requiere de mesura y de templanza. Mucho menos de estridencia y de querer quedar bien con el respetable público que aplaude las soluciones simplistas y mucho más de cordura, soluciones reales y concretas, discutir los temas con madurez y encontrar alternativas viables a los problemas.
Miguel González Compeán, Crónica, 18 de enero.

Del vacío plantón de Plaza de la República, salieron ayer 600 maistros para retar a Juan Camilo Mouriño.
Como dice Vicente Fernández, ¿dime de parte de quién?
¿Si, de parte de quién es el reto, quién quiere calarlo, o le advierte que no estará en un lecho de rosas?
Los maistros iban muy violentos, buscando pelea, que los golpeen para gritar ¡agresión… agresión!
¿De parte de quién?
Pepe Grillo, Crónica, 18 de enero.

El planteamiento que el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, José Luis Soberanes, llevó ayer al nuevo secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, fue que se elabore un plan que conforme crezca la capacitación y eficacia de la policía federal, permita el paulatino retiro del Ejército de la lucha contra la delincuencia organizada. Sobernes y Mouriño comieron ayer en privado y a solas en la sede de Gobernación
Raúl Rodríguez Cortés, “Gran angular”, El Gráfico, 18 de enero.

Cada acción del crimen organizado tendrá respuesta firme del gobierno federal. Con esa advertencia, Juan Camilo Mouriño entró a la Segob, que bajo su mando no negociará con el EPR, responsable de los ataques a instalaciones petroleras que cortaron energéticos a una cuarta parte del país, en 2007, y condenó los desafíos explosivos del grupo guerrillero. En suma, su itinerario tiene como primer puerto triturar la impresión de analistas y expertos: incapacidad de respuesta del aparato del Estado
“Frentes Políticos”, Excélsior, 18 de enero.

Bienvenido don Iván. Profesores de la sección 22 del magisterio, aguerridos maestros oaxaqueños, recibieron al nuevo secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, con un enfrentamiento con granaderos en las afueras de Bucareli. Lanzaron palos y botellas al Palacio de Covián para pedir una mesa de diálogo. O sea, primero golpes y luego la plática.
Más tarde, el dirigente de la sección e integrante de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, Ezequiel Rosales, se entrevistó con algunos funcionarios de Gobernación, en el segundo día de trabajo de Iván en Bucareli
“Bajo reserva”, El Universal, 18 de enero.

Algunos signos de distensión llegaron a Bucareli con Juan Camilo Mouriño. Las cámaras de Capital 21, el canal del Gobierno del Distrito Federal, tuvieron por primera vez acceso a las instalaciones de la Secretaría de Gobernación. Pudieron cubrir sin ningún problema, el miércoles, la conferencia de prensa del poderoso funcionario.
En tiempos de Francisco Ramírez Acuña, Capital 21 tenía prohibida la entrada a las instalaciones de Bucareli. No era reconocida como medio de comunicación. El cambio de actitud no pasó desapercibido en el Palacio del Ayuntamiento. Esperan que constituya una señal positiva para poder operar normalmente a la brevedad.
En la actualidad, Capital 21 sólo se puede ver por internet. El otrora titular de la Segob tenía detenido el asunto, a pesar de que la Cofetel había dado luz verde a la concesión. “Hay 150 solicitudes previas”, argumentaba el jalisciense.
Ojalá esa distensión se refleje en mejores relaciones entre el Ejecutivo federal y el Gobierno capitalino.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 18 de enero.

El nuevo secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, sostuvo conversaciones telefónicas con los coordinadores parlamentarios del PRD, del PT y de Convergencia, lo que constituyen el "Frente Amplio Progresista" (FAP).
El hecho no tendría nada de extraordinario sino fuera porque durante 13 meses el exsecretario de Gobernación Francisco Ramírez Acuña no pudo hacer contacto con estos dirigentes que se niegan a reconocer la legitimidad del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa.
Ahora que, bien a bien, una llamada telefónica no hace un acuerdo político, pero no deja de ser una buena señal que por lo menos los tres tristes tigres no le hayan hecho el feo al precandidato, perdón, al nuevo secretario de Gobernación.
Bueno, hasta el propio Porfirio Muñoz Ledo, flamante coordinador del FAP, expresó su deseo de "intercambiar ideas" con Mouriño.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 18 de enero.

Ayer apuntábamos en este espacio que, en la media hora que siguió a su nombramiento, Juan Camilo estableció contacto con todo el mundo. Una de esas llamadas se la hizo a Javier González Garza, coordinador de los diputados del PRD.
“Yo le contesté la llamada. Me dijo que le interesaba el diálogo. Le respondí ‘qué bueno, porque con el anterior nunca hubo diálogo”, contó el Güero. El perredista aprovechó el viaje y le expresó la preocupación que existe en su partido por las reformas laboral y energética que anuncia el gobierno federal. “Si van a hacer lo mismo que con la Ley del ISSSTE, el país se va a incendiar”, advirtió. Ya no dijo cuál fue la reacción de Juan Camilo.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 18 de enero.

El nombramiento de Juan Camilo Mouriño sigue siendo el tema central de las pláticas en las cámaras legislativas y ven con preocupación, que secretarios y otros funcionarios como Javier Lozano Alarcón, se hayan presentado en Gobernación, aunque claro está el problema de los mineros, está atorado, y el titular del Trabajo no ha podido encausar su solución.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 18 de enero.

Sin embargo, nos hacen ver el lado flaco de Mouriño, tener que convencer a la oposición de la reforma energética y convertir al funcionario en pieza fundamental para el diálogo y la negociación con los legisladores.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 18 de enero.

Que el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, hizo una evaluación del desempeño de los subsecretarios de la dependencia.
Por la tarde se reunió con quienes colaboraban con Francisco Ramírez Acuña para hacer un repaso de las tareas y pendientes de cada una de las áreas.
“Trascendió”, Milenio, 18 de enero.

Todo lo que es razonable, es posible, mi estimado, y todo lo que es posible, es razonable. Para ponerle el toque agitado a esta original semanita, el cabecilla del Gymboree, Juan Camilo, flamante secretario de Gobernación, tuvo una de esas zarandeadas mañanas con manifestaciones de bienvenida además de su distintivo tour mediático donde con, digamos, ignorancia (sello inconfundible de Los Pinos) el inseguro joven (¿maravilla?) afirmó —ante la puntillosa pregunta de Joaquín López-Dóriga sobre la posibilidad de que esta administración reconozca al EPR como un ejército beligerante— que es un ejército actuante que amenaza, sabotea y hace atentados y que hasta ahora es a lo único a lo que se han dedicado a hacer en los último años, por lo tanto es la calidad con la que se les tiene que tratar el gobierno mexicano. (¿¿¿???)
Bueeeno, habría que puntualizarle, my friend, que los traviesos del EPR cuentan entre sus linduras —así lo han constatado por años los divertidos reportes del Cisen— el llevar a cabo secuestros para continuar con una de sus líneas de entretenido financiamiento y que porfa, el titular de Bucareli no olvide, que... Ejército sólo hay uno.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 18 de enero.

En todo caso, a pesar de la aparente deficiencia legal que marca su arranque Iván —como nombran a Mouriño sus allegados— deberá atender una agenda en la que no existen problemas fáciles y de la cual depende su futuro político y electoral, de la interlocución con el Congreso y los partidos a la inseguridad pública y el TLC, pasando por el conflicto minero.
Como si se tratara de darle la bienvenida a su nuevo encargo, la delincuencia organizada saludó el jueves a Juan Camilo desde Tijuana, con una balacera que duró tres horas y a cuyo final fue necesario recoger siete muertos. Medio millar de soldados y policías arrasaron cuatro manzanas y así dieron prueba de la única y devastadora estrategia que el gobierno conoce: quemar la selva para atrapar el mico.
Del nuevo responsable de la política interior se espera por ello imaginación, talento y audacia para idear nuevas formas encaminadas a tratar de eliminar de modo menos cruento el problema que representa el cultivo, tráfico y consumo de drogas. En la guerra total que ahora se libra, la acción oficial ha recrudecido las pugnas con creciente sevicia entre bandas, y frente a semejante escenario el papel del Estado se ha reducido al de un cártel más, cuya tercería suele casi siempre elevar de manera dramática el número de víctimas.
Aurelio Ramos Méndez, “Contraluz”, Crónica, 19 de enero.

No nos hagamos: la llegada de Juan Camilo Mouriño a la Secretaría de Gobernación ha jalado la cobija del poder. Unos sienten más frío que otros, pero el movimiento presidencial ha sido como un brusco cambio de clima. Algunos andaban sin paraguas, y ahora les llueve. Otros iban con lente oscuro, y tendrán que dar la cara. Acaso hubo quienes seguían como en verano y el giro los lleva al abrigo. Porque el jaloneo de la cobija se deja sentir en el gabinete, en las bancadas y pasa por las dirigencias del PAN y retumba en las del PRI y del PRD.
A partir del miércoles, cuando los hilos del cabildeo pasaron de la sombra de Los Pinos al renovado staff holliwoodense de Bucareli, la mudanza hizo eco en los gobernadores: el deshielo alcanzó las pistas de Marcelo Ebrard y congeló la sonrisa de “aquí no pasa nada” de Enrique Peña Nieto. El viento de la jaloneada cobija llegó a los poderes de facto, a los empresarios, los concesionarios de los medios, los líderes sindicales, religiosos y de opinión, a las estrellas ciudadanas. Porque los encargos presidenciales a Mouriño incluyen a todos los sectores de peso y contrapeso y porque su designación materializa una forma de ejercer el todavía mayor de los poderes, el de Los Pinos.
Ivonne Melgar, “Retrovisor”, Excélsior, 19 de enero.

Ni los políticos ni los periodistas más veteranos recuerdan algo así, o parecido, durante el régimen priista.
El senador del PVEM, Manuel Velasco Coello, pagó un desplegado en un periódico de circulación nacional para “felicitar” al presidente Calderón por el nombramiento de Juan Camilo Mouriño en Gobernación.
Los priistas pagaban desplegados para felicitar al Presidente por su informe de gobierno, pero nunca por realizar ajustes en su gabinete.
Más de uno ve en el doble cebollazo de Manuel Velasco un coqueteo con el PAN, por si se le ocurre al PRI ya no acompañar a los verdes en las elecciones intermedias
Pero el senador es tan visionario que posiblemente pagó el desplegado pensando más allá del 2009.
Pepe Grillo, Crónica, 19 de enero.

En Bucareli se anticipa un fin de semana intranquilo no por los acontecimientos de violencia en la frontera norte o por las protestas contra la ley del ISSSTE. La inquietud se debe a que el nuevo secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, evaluará el trabajo de quienes integraban el equipo de su antecesor, Francisco Ramírez Acuña. En estos días no hubo desbandada hacia Jalisco, donde el equipo del ex gobernador pasaba sus días de asueto, ya que todos están pendientes de su destino en la dependencia. Por cierto, con eso de los ecos de los terruños, en Campeche no falta quien recuerda que en 2003, cuando terminó su periodo como diputado, el flamante titular de Gobernación compitió por la presidencia municipal de la histórica ciudad amurallada… y perdió ante el hoy senador Fernando Ortega. Experiencia mata empuje, nos dicen
“Bajo reserva”, El Universal, 19 de enero.

Mouriño tendrá que aplicarse a fondo para aportar su esfuerzo al propósito de lograr desactivar este agudo problema, que ha hecho de los trabajadores mineros las principales víctimas. Y para someter al orden a un puñado de líderes que al tiempo que demandan soluciones integrales, plantean exigencias extra laborales en obvia maniobra para salvar su pellejo y seguir medrando al amparo del sindicalismo.
Aurelio Ramos Méndez, “Contraluz”, Crónica, 19 de enero.

Al despacho de Bucareli ha llegado Juan Camilo Mouriño, un calderonista que los últimos años ha servido con buenos resultados a su jefe político pero que, en un descuido, podría acarrearle problemas.
El campechano lleva la consigna de recoger los hilos de la política interna para darle posibilidades a su jefe Felipe Calderón y, en esa perspectiva, asfaltar el camino panista a la contienda electoral del año entrante.
Nadie niega inteligencia y coraje a Mouriño, como tampoco nadie niega su tendencia a los desplantes y la prepotencia que, incluso dentro del gabinete, le han generado enemigos. Fuera de la sombra de Los Pinos, expuesta a la luz la actuación de Mouriño, está por verse cómo lo recibe el gabinete del cual ahora forma parte. Más de un secretario de Estado fija en Mouriño la causa de sus dificultades para tener un mejor trato con el presidente de la República o, peor aún, sus desventuras. Y, ahora Mouriño, como par, tendrá que coser heridas si no es que saldar agravios.
El talento de Mouriño tendrá que desplegarse y rápido hacia dentro y hacia fuera del gobierno porque, en combinación con Germán Martínez, está obligado a consolidar las alianzas hacia dentro y hacia fuera del panismo, en la ruta del quehacer legislativo como de la elección intermedia.
Y, en esto, como lo ha demostrado Eduardo Sojo, no es lo mismo ser un superasesor bajo la sombra de Los Pinos que un secretario de Estado en territorio comanche.
René Delgado, “Sobreaviso”, Reforma, 19 de enero.

La Secretaría de Gobernación es una papa caliente. Es la rifa del tigre, en lenguaje más coloquial.
El desempeño de quien ocupa este cargo lo puede llevar a perfilarse como un precandidato natural a la Presidencia, o lo puede llevar al denuesto y al purgatorio político. Ejemplos de uno y otro destino sobran.
Ya llegará el momento de evaluar el desempeño del actual titular de Gobernación. De entrada, en su segundo día al frente del cargo ya había logrado hablar por teléfono con diputados del PRD, PT y Convergencia, los que dicen que no reconocen al gobierno que representa.
Y sus oficinas se han convertido en pasarela: el Secretario del Trabajo, el de la Función Pública, el de Hacienda —dos veces en un día— el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y otros personajes han desfilado en el palacio de los Covián.
José Contreras, “Expediente político”, Crónica, 19 de enero.

La revelación de la semana (y del año) fue la llegada de Juan Camilo Mouriño, el hombre más cercano al Presidente, a la Secretaría de Gobernación. El despacho encargado de la política interna no es una cosa menor. Los retos que enfrentará Mouriño no se limitan a tender puentes con los otros poderes de la Unión o las entidades federativas. Pasa por mantener la estabilidad, la gobernabilidad y la seguridad del país, así como todo lo que ello significa. Sus implicaciones van desde el tratamiento del EPR y grupos subversivos, la neutralización de los efectos de los conflictos mineros, pasando por el control de la migración, la interacción con los poderes fácticos, las religiones, la estructura de la agenda de riesgos, la salida de los conflictos sociales, económicos, políticos; la soberanía alimentaria, el abasto de agua, el resguardo de instalaciones estratégicas, hasta la reacción contra los desastres naturales y la protección civil. Casi nada
Ciro Di Constanzo, “Al dente: actualidad en su punto”, Excélsior, 19 de enero.

Claro que hubo un tiempo en el que Mouriño no tenía necesidad de salir a la intemperie, hasta que el protagonismo parlamentario comenzó a colgarse las medallas de las reformas y los acuerdos, las de la mano que mece la cuna. Frente a esa preponderancia que daba paso a la imagen de un gobernante al margen, casi rehén de los enjuagues en el Congreso, es que se opta por salir al balcón. Dejó de ser rentable el silencio y la opacidad. Ahora hay que rendir cuentas, cacarear, entusiasmar, dar el debate energético y restarle golpes a Calderón. Así pasa en la China sin democracia, en el Chile socialdemócrata con granaderos en las calles, en la Bolivia bolivariana con crisis de gabinete, en la institucionalizada alternancia de España. Los jefes del Ejecutivo siempre quieren más y más espacio para que ese poder ejecute más y más.
Ivonne Melgar, “Retrovisor”, Excélsior, 19 de enero.

Y si ese panorama era desolador, apenas una semana después llegó a la Secretaría de Gobernación un español. Sí, leyeron bien, un español. Y lo que menos importa es su falta de experiencia o sus aptitudes para el puesto. Lo que importa en verdad es que, repito, es español, parte de la conspiración en curso hace años. Y este españolito es peor: ya lo dijo el líder de todas las izquierdas Porfirio Muñoz Ledo a Ciro Gómez Leyva: viene la represión. ¿Cómo lo sabe? Pues por sus ojos, cómo más. Cito: “Es un joven inteligente y decidido a hacer política y a hacer historia de aquel lado. Sus ojos como de lince dejan ver un proyecto trasnacional y transexenal”.
Sólo nos queda aprender a pronunciar la zeta y cuidarnos los pies para no salir quemados.
Carlos Puig, “Historias del más allá”, Milenio, 19 de enero.

Pero lo admirable es la persistencia de usos cortesanos en la victoria cultural de polkos y priístas. Sobresale la abyecta declaración de Javier Lozano, secretario del Trabajo, agresivo y soberbio en su trato con los trabajadores sindicalizados. Vine, dijo, a mi primer “acuerdo” con el secretario de Gobernación; yo también soy secretario, “pero unos somos más iguales que otros”; “siempre es importante Gobernación, pero más con Juan Camilo Mouriño”.
Llegó Iván. Y una íntima tristeza reaccionaria invade a los navegantes de la transición. Luis Echeverría Álvarez es el último delfín que salió de Bucareli rumbo a Los Pinos. A la voz de arriba y adelante, otra vuelta a la noria.
León García Soler, “A la mitad del foro”, La Jornada, 20 de enero.

El principal pasivo de Juan Camilo es su juventud e inexperiencia, dado que su formación no ha estado directamente relacionada con varios de los asuntos que trata la Segob. No obstante, se comenta que, en realidad, ya trataba estos asuntos desde Los Pinos. Las probadas habilidades de operador no necesariamente se traducen en la posibilidad de hacerlo ahora como titular y responsable de despacho, pues, entre otras cosas, es una labor expuesta y sometida al escrutinio de medios y población en general. Sin embargo, los activos de Mouriño, como la notable inteligencia que ha demostrado y su cercanía con el Presidente (la mayor que se haya conocido), operarán en su favor y van a elevar su capacidad de interlocución con los diversos actores políticos, particularidad de la que careció el anterior secretario Francisco Ramírez Acuña. Quizá su principal reto es reconstruir y fortalecer el sistema de inteligencia del país, pues, sin información confiable y actualizada, Gobernación no puede accionar ninguna de sus funciones. Semana perra
Ciro Di Constanzo, “Al dente: actualidad en su punto”, Excélsior, 19 de enero.

Da gusto saber que el Presidente ha recuperado el sentido de urgencia que perdimos en el sexenio de Vicente Fox. Lo que no crezcamos ahora no lo recuperaremos jamás; entre más se aplace la solución de la pobreza, más pobreza habrá; un empleo que se posterga en su creación es una familia que no comió hoy. El Presidente tiene prisa y el gabinete tiene que entrar en ese ritmo.
El perfil de Juan Camilo Mouriuño parece más de de un joven ejecutivo de casa de bolsa o gerente de banco (de los de antes, claro) que el de un secretario de Gobernación. No sólo porque es una economista bien trajeado con todo el look de yupie, sino porque reacciona con la velocidad de quien tiene que tomar decisiones cada tres minutos. Una cosa es segura: con Juan Camilo en Gobernación van a pasar cosas, muchas cosas, que antes no pasaban, pero Juan Camilo se va a equivocar más que Paco, simplemente porque va a tomar más decisiones.
Diego Petersen Farah, Milenio, 19 de enero.

Sobre la figura de Juan Camilo Mouriño penden muchas dudas. Notablemente se le cuestiona por su juventud y posible falta de experiencia, en conjunto se le plantea como parte de un equipo que no ha pasado aún por pruebas suficientes que demuestren su calado para dirigir la política interior del país.
Sin embargo, todas esas dudas estarán a prueba, y por lo pronto lo que es un hecho es que hoy, por primera vez, el titular de Gobernación comparte plenamente agenda y ruta con el Presidente de la República. Hoy empezaremos a ver la forma en la que este equipo político considera que se debe gobernar el país, en serio.
Luciano Pascoe, “La zanahoria del caballo”, Crónica, 20 de enero.

Que contrario a la tradición de su antecesor Francisco Ramírez Acuña, este domingo el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, trabajará en sus oficinas de Bucareli.
Seguirá evaluando el trabajo de los subsecretarios, por lo que hoy más de uno podría despedirse de Gobernación.
¿Será que Mouriño no va a misa?
“Trascendió”, Milenio, 20 de enero.

LA LLEGADA de Juan Camilo Mouriño a la Secretaría de Gobernación ya marcó un cambio... al menos en la estrategia mediática de esa dependencia.
Y ES QUE, a diferencia de su antecesor, Francisco Ramírez Acuña, el ex número dos de Los Pinos anda en pleno "road show".
EN TRES DÍAS, ya lleva nueve entrevistas en los principales noticiarios de radio y televisión.
¿A POCO el joven Mouriño va a seguir el ejemplo del gobernador del estado de México, Enrique Peña, y del jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, quienes últimamente dan más entrevistas que un cantante con disco nuevo?
F. Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 20 de enero.

Ha elegido ahora Felipe Calderón, en plena potencia y dominio de la escena (dicen) a su incondicional colaborador y hasta hace poco ministro sin cartera (no es tal el pochísimo cargo de jefe del “staff”), Juan Camilo Mouriño para conducir la gobernación del país y de manera instantánea se alza el coro de los sicofantes y aduladores; los arúspices ya tiene cliente. Ya cuenta el Partido Acción Nacional con una figura señera y potente con la cual enfrentar a los adversarios en el 2012, sin darse cuenta de cómo los problemas de hoy se expresan con su propia voz.
Lo reciben un paro nacional de mineros, una batalla sangrienta en la Tijuana habitada por la sevicia y la impunidad; interminables marchas de maestros en pos del bloqueo a la Ley del ISSSTE (la joya hasta ahora en la corona de las reformas) y la conformación de un bloque nacional en defensa del petróleo y la industria nacional para golpear desde el “gobierno legítimo” los prometidos arreglos precisamente en materia de su pericia: los energéticos, siempre y cuando admitamos como experto en energía a quien tiene un opulento padre concesionario de estaciones de servicio y transporte de gasolina.
Rafael Cardona, “El cristalazo”, Crónica, 20 de enero.

El Presidente es muy enfático, al incluir entre sus instrucciones al licenciado en Economía (de Tampa, Florida) la siguiente: “Estar cerca y promover los derechos de los migrantes, en su condición de personas humanas”. Esta afirmación renueva todo lo conocido en materia de aportaciones al lenguaje jurídico y cotidiano. Personas humanas no es, como algunos insidiosos de Cananea podrían sugerir, una pésima traducción de la expresión Human beings, sino el enriquecimiento del triste vocablo latino persona, que quería decir “individuo de la especie humana”. Sí, pero el individuo de la especie humana tiene que ser también humano o su razón de ser se extravía. Por eso, persona humana es señalar lo humano que se localiza en muchas partes, incluso en la especie humana, algo no fácilmente discernible, como lo ratifica el propio Mouriño (de la Universidad de Tampa, Florida) al señalar: “Todo mexicano debe estar cierto que el gobierno del presidente Felipe Calderón trabaja a favor del respeto de la dignidad de la persona humana”. Así es.
Al respecto, sólo me permito el señalamiento de un error, o tal vez una errata de don Mouriño, el egresado de Tampa. Dice en el inicio del empiezo del comienzo de su discurso: “En primer término agradezco al presidente Calderón la confianza que deposita hoy en mi persona”. No es así, señor, la confianza del Presidente se depositó en su persona humana, porque un dignatario no mutila sus certidumbres administrativas. Recuérdelo: nadie confía en una persona, sino específicamente, en una persona humana
Carlos Monsiváis, El Universal, 20 de enero.

Dicen los viejos operadores políticos —que los hay de PRI, PAN y PRD— que una posición de secretario de Estado se consigue, en la mayoría de los casos, por una o más de las siguientes tres vías: una estrecha relación con el Presidente en turno, ser el mejor capacitado para el puesto o, sin mayores complicaciones, ser considerado un “político-factura”, es decir, aquel que representa el pago a un grupo político aliado al mandatario del que se trate.
Bajo estas definiciones, el de Juan Camilo Mouriño más bien parece un ejemplo de la primera premisa. ¿Por qué? Porque si revisamos con rigor llegaremos a la conclusión de que hasta antes de julio de 2006 el señor Mouriño era un perfecto desconocido. En efecto, se trata de un joven carismático, hábil e inteligente, pero su mayor o único mérito parece haber sido que se colocó como uno de los mejores amigos de Felipe Calderón
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 20 de enero.

Mouriño es constructor del proyecto de Calderón, redactor central de una visión de país que, se comparta o no, no se ha terminado de cristalizar. Con su llegada es probable que veamos una administración más pública, más audaz y que responda a intereses políticos más nítidos.
Ahora tendrá la oportunidad de demostrar que la campaña del 2006 lo formó y curtió, tendrá la oportunidad de demostrar que puede con la dirección de la política del país y que lo puede hacer de manera democrática, constructiva, plural, laica, legal y sensible; y que si lo hace seguramente consolidará acuerdos para que su proyecto avance y el país crezca. Si por el contrario cae en las tentaciones del poder, de los contubernios con los poderes fácticos, si claudica ante el autoritarismo y la imposición, las tensiones en el país podrían elevarse, la polarización exacerbarse. Los riesgos no son menores. El reto que significa estar en ese espacio no es pequeño.
Es tiempo de cautela, diálogo y acuerdo. Pero lo que es un hecho es que, por primera vez, hay secretario de Gobernación.
Luciano Pascoe, “La zanahoria del caballo”, Crónica, 20 de enero.

El cambio de secretario de Gobernación frenó la firma de un convenio de colaboración con autoridades del Distrito Federal y representantes de la Iglesia católica mexicana, para reforzar los esquemas de seguridad en la Catedral Metropolitana, luego de que el pasado 18 de noviembre, simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador irrumpieron en el recinto religioso. Se había establecido el miércoles para finiquitar el acuerdo, pero debido al relevo de Francisco Ramírez Acuña, éste se pospuso. Del lado del gobierno de Marcelo Ebrard, nos cuentan, nadie se acordó de la cita
“Bajo reserva”, El Universal, 20 de enero.

Si bien discutimos en su momento las razones y las ventajas de la llegada de Martínez Cázares a la presidencia blanquiazul, es de destacar también el armado, desde la Presidencia, de las oficinas que han de crear este nuevo Comité Ejecutivo Nacional y su enlace con el gobierno calderonista. De ahí que la llegada de Juan Camilo Mouriño se dé en este momento quirúrgico, pues el madrileño/mexicano no tendrá que desgastarse en negociaciones y chantajes políticos con sus mismos correligionarios para suavizar el camino de las dos reformas más importantes que están en el banquillo de espera: laboral y energética. La lucha del poder y la movilización sin sentido por estas reformas, sólo se puede lograr si se legitiman las reformas con la participación de los partidos de oposición y es ahí donde el chamaco de Bucareli habrá de apuntar los misiles. Porque, en medio de una reconstrucción interna priista y de una elección perredista que definirán el rumbo de la oposición este año, Calderón debía, antes que otra cosa, apoderarse del partido que, alguna vez, en una imagen que parece cada día más lejana y borrosa, tuvo bajo su poder.
Carlos Dragonné, Milenio, 20 de enero.

El pasado jueves en este espacio señalamos que existen serias dudas sobre la legalidad de la nacionalidad de origen de Juan Camilo Mouriño. Y no se trata de una postura contra los extranjeros nacionalizados mexicanos o que han adquirido la nacionalidad de origen. No, lo que pasa es que un grupo político trabaja en la recopilación de información respecto al nuevo responsable de Gobernación, y han encontrado verdaderas perlas que pudieran meter en un serio aprieto a Iván. Y no, el grupo político no es un partido y menos uno de izquierda, sino que se trata de una organización que dice tener elementos contundentes para demostrar que algunos de lo documentos oficiales que sustentan la nacionalidad de origen de Mouriño no son de fiar. Es cuestión de tiempo, dicen.
Y mientras que eso ocurre, en otro flanco, el del crimen organizado y el narcotráfico, los cárteles parecen dispuestos a darle la bienvenida al señor Mouriño. El mayor enfrentamiento que se recuerde entre policías y narcos se produjo precisamente, como “novatada” al nuevo titular de Gobernación, en la violenta Tijuana
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 20 de enero.

Ahí lo tiene usted: un “gachupín” (hispano prepotente y voraz) de 36 años, con mirada de cernícalo dispuesto a agredir. Sus méritos, además de inteligencia y dureza, son sus vínculos con la derecha del derechista Partido Popular Español, haber importado al arquitecto de la campaña sucia de 2006 y la confianza y el profundo afecto de Calderón, quien ante las dificultades pierde seguridad y se repliega en quien cree que le es leal y eficaz. Ningún panista de origen llena esas especificaciones.
Nada bueno puede esperar la oposición de él, ni el país, ni la oposición a la que intentará corromper y dividir. Ya vimos el desastre que significó poner en Bucareli un improvisado y frívolo como Creel. No creo que Mouriño quiera seriamente ser presidente. Es un “halcón” que va a intentar servir a los intereses de Calderón y de los mega grupos que lo apoyan, mientras la nación, y con ella todos nosotros, entramos en una etapa de tiempos revueltos.
Francisco Ortiz Pinchetti, “El despertar”, La Jornada, 20 de enero.

Comenzó el desfile para responder al “tú quién eres y cuáles son tus funciones”, en Bucareli, con la llegada del novel secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño.
Dicen desde el palacio de Covián que ahora sí varios pusieron las barbas a remojar porque el funcionario nacido en Madrid trae aires de renovación plena y no se le ve cara de dejar a los eternos mandos medios para abajo que, incluso, habían resistido el paso del priísmo tecnócrata al foxismo
“Binoculares”, El Gráfico, 21 de enero.

Que a diferencia de su antecesor, Francisco Ramírez Acuña, quien afirmó que recibió un Cisen despedazado, el flamante secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, repite que él recibe un Cisen bien organizado y trabajando.
“Trascendió”, Milenio, 21 de enero.

Como un torbellino se describe al nuevo secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño Terrazo. Lo espera mucho trabajo y unas trancas muy, muy altas, en las que frenará sus bríos: un presupuesto paupérrimo. Ni regalando a la causa su sueldo y el de sus colaboradores podrá sacar adelante los asuntos que ahora lo obligan: derechos de migrantes y auxilio a damnificados por desastres naturales como en Tabasco, por ejemplo…
Juan Arvizu, “Vitral Político”, El Gráfico, 21 de enero.

Los enigmas en torno a lo que representará para el gobierno y para el país la presencia de Mouriño Terrazo en Gobernación se expresarán en momentos mucho más cercanos que el 2012 o el 2009, con las elecciones intermedias que tan razonablemente deben preocupar al panismo. Incluso, marcarán las tareas del flamante secretario en las negociaciones que le encomendó el propio Felipe Calderón para negociar reformas como la energética y la laboral.
Si algo recomendaba tradicionalmente que el titular de Gobernación fuera un abogado era que tras él debía hallarse la majestad de la ley. Pero el economista Mouriño parece ofrecer un flanco sumamente débil sobre la propia legalidad de su encargo. Esto es, si realmente cubre el requisito constitucional de ser mexicano por nacimiento para no ser considerado un secretario ilegal. Ya hubo quien se encargó de distribuir, como tarjetas de Navidad, el certificado de nacionalidad que le fue extendido en octubre de 1989 por la Secretaría de Relaciones Exteriores
Roberto Rock, “Expedientes abiertos”, El Universal, 21 de enero.

En el más viejo estilo de los gobiernos priistas, Mouriño será como titular de Gobernación el jefe de gabinete y, en la práctica, el que marcará pautas (las del presidente Calderón) a su partido, el PAN, así como a los representantes de éste en las cámaras de Diputados y Senadores.
Muestra clara de ello fue que las primeras visitas que tuvo el nuevo secretario de Gobernación al tomar posesión de sus oficinas, fueron las del líder del PAN, Germán Martínez Cázares, y del secretario del Trabajo, Javier Lozano, quien al explicar su presencia en el lugar dijo que si bien todos los secretarios de Estado "somos iguales, hay algunos más iguales que otros".
Esto refleja con claridad que la percepción en México sobre las funciones de Mouriño son distintas a las que prevalecen en el exterior, lo que de inmediato dio lugar a que el nuevo secretario de Gobernación haya sido incluido en la lista de "presidenciables" para el 2012, dado que según él mismo dijo, cumple cabalmente con los requisitos como mexicano.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 21 de enero.

El nombramiento de Juan Camilo Mouriño como secretario de Gobernación modificó el estándar de gobernabilidad que había regido en el primer año del presidente Felipe Calderón. De ahora en adelante los problemas, previamente aislados e independientes entre sí —en las negociaciones con el Congreso, en el combate a la delincuencia organizada, en la frontera sur, en las relaciones con los gobiernos estatales, en las diferencias con el DF, en los conflictos sindicales (mineros, CNTE), en la suerte de las reformas estructurales— serán evaluados integralmente.
El nombramiento del hombre —más— cercano-al-Presidente para hacerse cargo de la dependencia anteriormente considerada como coordinadora del gabinete, se tiene que interpretar como un esfuerzo por unificar las tareas de política interior (en el sentido amplio del término). El periódico español El País incluso recibió la noticia de la llegada de Mouriño a Bucareli como un mensaje enfático en la lucha contra el crimen, a pesar de que la Secretaría de Gobernación no había sido responsable de dicha misión durante la gestión de Francisco Ramírez Acuña.
Emilio Zebadúa, “Observatorio Global”, Crónica, 21 de enero.

También le ha responsabilizado de conducir las relaciones con los principales líderes de la oposición, así como con los cuadros panistas más destacados.
Así, a golpe de resultados exitosos, Mouriño se ha ganado el lugar del estratega en el triunvirato calderonista. Un papel ventajoso para Calderón dado que, por haber nacido en la madre patria, Mouriño no puede operar a favor de sí mismo: está impedido constitucionalmente para ser presidente de la República
Ricardo Raphael, El Universal, 21 de enero.

Se pasó de un modelo organizacional en el que cada uno de los titulares de las secretarías de gobierno le reportaban directamente a Los Pinos en el ámbito de seguridad y gobernabilidad, a uno en que el nuevo Secretario de Gobernación asume el liderazgo a nivel de gabinete. Esto no se ha hecho explícito en forma pública, ni por el Presidente ni por el propio secretario Mouriño, pero no se explicaría su nombramiento si no fuera para que asuma un papel de líder y coordinador del gabinete de política y seguridad. Cualquier otro motivo implicaría, no una promoción política, sino un descenso en la jerarquía política del equipo de gobierno —a la par de los otros secretarios y por debajo del nuevo Jefe de la Oficina de la Presidencia. Y esto, obviamente, no es el caso.
Emilio Zebadúa, “Observatorio Global”, Crónica, 21 de enero.

El nombramiento de Juan Camilo Mouriño ha despertado el imaginario autoritario de la política mexicana que aplaude el endurecimiento y la centralización del poder, y que no tiene otro interés y referente que el de la silla presidencial. Ha generado la ilusión de la reelección, cinco años antes. La realidad anda por otros rumbos.
Felipe Calderón decidió nombrarlo secretario de Gobernación, con facultades de facto restituidas, y con la encomienda de sacar adelante la apertura de Pemex a la inversión extranjera. Lo hizo porque confía en su habilidad y determinación, a pesar de las críticas que habría por su nacionalidad y el conflicto de interés que se suscitará al momento de su intervención en la “reforma energética”. Se vio obligado a hacerlo de manera anticipada, cuando sus márgenes se estaban agotando rápidamente por el cambio en las expectativas económicas y la aprobación presidencial iba a la baja. Su cálculo fue correcto: necesitaba ganar la iniciativa. Su política interior no lo es.
La apuesta a un gobierno puramente panista, cuando sólo alcanzó 35% de los votos, eleva el contenido autoritario del proceso de centralización en curso: así no hay necesidad de negociar ni de escuchar a la crítica
Ricardo Raphael, El Universal, 21 de enero.

Por lo pronto, las tareas inmediatas de Mouriño tienen que ver más con la lucha contra el crimen organizado y la coordinación de las diversas instancias involucradas en este proceso (Procuraduría General de la República, Secretaría de la Defensa Nacional, Secretaría de Seguridad Pública), que con la operación política.
También aparece con señal de alerta en su nueva agenda la advertencia del llamado Ejército Revolucionario del Pueblo (EPR), que anunció que prepara nuevos atentados en tanto no aparezcan dos de sus correligionarios desaparecidos por las autoridades hace más de un año.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 21 de enero.

Otro tema por el que debe velar formalmente la Secretaría de Gobernación es el de la vigencia de libertades, como la de expresión. Durante los últimos meses se ha notado un endurecimiento del gobierno ante la crítica. Ello se manifiesta en el cierre de espacios para periodistas independientes, en el boicot publicitario contra publicaciones críticas, e incluso manteniendo en el limbo el nuevo estatus jurídico de la agencia de noticias Notimex, lo que no ha obstado para que desde Gobernación se le siga manipulando y censurando, como ocurre desde que fue creada. ¿Buscará apuntalar Mouriño, como se teme, una regresión de carácter autoritario?
Roberto Rock, “Expedientes abiertos”, El Universal, 21 de enero.

Con la llegada de Juan Camilo Mouriño, la Secretaría de Gobernación se convierte en un polo de atracción para la posible solución de los problemas y conflictos que existen en el país. Cualquier grupo político o social sabe desde ahora que el Secretario, siendo la persona más cercana al Presidente, es quien mejor puede resolver sus demandas. En otras palabras, uno tendría que preguntarse, como un ejemplo, por qué los sindicatos recurrirían a la Secretaría del Trabajo a una ronda final de negociación a sabiendas de que existe ahora una instancia intermedia (y más cercana) a la Presidencia.
Lo anterior, se puede hacer extensivo a las gestiones que los gobernadores tengan que hacer, también como ejemplo, en Sedesol o Sagarpa o SCT u otra dependencia con capacidad de gasto e inversión en las entidades de la República. El poder de Mouriño se medirá entonces en forma cotidiana en su capacidad de influir en decisiones de otras dependencias federales.
Emilio Zebadúa, “Observatorio Global”, Crónica, 21 de enero.

Mouriño se apresuró a establecer que no habrá diálogo alguno con grupos fuera de la ley, pero el hecho es que al margen de ello, la dependencia a su cargo tiene la premura de aclarar el paradero de los eperristas desaparecidos, que al parecer fueron detenidos por autoridades locales en Oaxaca y al propio tiempo evitar que los "guerrilleros" vuelvan a cometer actos de corte "terrorista".
Como virtual jefe de gabinete y responsable de la seguridad interior, Mouriño también está obligado a conducir las acciones de coordinación con Estados Unidos para frenar el tráfico de armas hacia México, mismo que posibilita en mucho la operación del crimen organizado e igualmente de los "grupos rebeldes" que operan en el país.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 21 de enero.

Es de tal calibre la medida adoptada que debiera acompañarse de otros relevos, de un efecto de dominó en el gobierno, no sólo en el interior de la institución, que es obvio, sino en otras secretarías que a propuesta de Mouriño evidenciaran su autoridad y le hicieran el trabajo más fácil de concertar. Estamos hablando, por supuesto, de la Secretaría de Seguridad Pública, de la Procuraduría General de la República y del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
Reforzar en todo lo posible al novel secretario es un imperativo que debería ser cautelosa y generosamente meditado. Tómese en cuenta que su tarea es nada menos que conducir el poder público de la nación, que es muchísimo más y más complejo que combatir al crimen que hoy nos asuela.
Poco se ha reflexionado sobre la complejidad a la que ha llegado la vida nacional y la necesidad por ello de presidirla desde la cumbre y no protagonizando cotidianidades como hasta ahora. El poder público de la nación es la acumulación de recursos de toda índole para alcanzar los grandes propósitos nacionales. Es el máximo y único recurso para hacer de la seguridad nacional una verdad palpable que por supuesto incluye al estado de derecho y a la justicia social.
Jorge Carrillo Olea, La Jornada, 21 de enero.

Pero incluso en las áreas que no requieren de una atención directa por parte de Gobernación, porque son competencia expresa de dependencias distintas, las expectativas de que la solución debería venir de la Secretaría, se incrementan. Este es el caso —en ámbitos muy distintos de la administración pública— de la agenda educativa por una parte y, como ya se mencionó arriba, de la seguridad pública y de la seguridad nacional. De hecho, los ejemplos abundan, y tenderán a aparecer en el calendario político. Con ello, las exigencias sobre el desempeño (y el éxito) en la gestión de Juan Camilo Mouriño en la Secretaría de Gobernación se magnifican y, significativamente, corren también el riesgo de distorsionarse.
Emilio Zebadúa, “Observatorio Global”, Crónica, 21 de enero.

De forma paralela, Mouriño tendrá que hacer valer su oferta de diálogo sin distingos a efecto de promover la agenda político-legislativa de Calderón, que en 2008 tiene como "joya de la corona" a la reforma energética, tema en que el nuevo secretario de Gobernación presenta -según lo han hecho ver sus adversarios políticos- un flanco débil, derivado de los negocios familiares en el sector.
Desde la oficina de la presidencia, Mouriño fue muy eficaz en la promoción de reformas como la del ISSSTE, la fiscal y la electoral, y contribuyó a romper una parálisis legislativa de más de una década, pero ésas eran otras circunstancias, en las que gozaba totalmente del "blindaje" del poder, mismo que ya no tiene al entrar al mundo real.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 21 de enero.

Muy rápido se va a probar el secretario. Por lo pronto, ya tuvo dos tropiezos. No puede llamar al diálogo y el acuerdo, cuando a la vez declara que no dialogará con el principal líder de la oposición. No puede delegar en el Congreso, lo que en los hechos le está limitando al Congreso. El otro error, de entrada, fue su referencia al EPR. Habló del EPR como se habla, en España, de ETA; sin antes haber esclarecido el asunto de los desaparecidos, su posicionamiento alimenta el radicalismo.
Mouriño irá demostrando su posición: diálogo o represión. Los asuntos se han acumulado. Las protestas campesinas por el TLC pronto llegarán a su oficina, pues en el sector no han podido siquiera sentar a la CNC y a las organizaciones de izquierda. El conflicto con el sindicato minero, también está a sus puertas, con respaldos solidarios de otros sindicatos. Ya tocó a su puerta la CNTE y lo harán otros que no han sido recibidos. El recrudecimiento de la violencia criminal obligará a nuevas fórmulas de coordinación política y policiaca en las que tendrá asiento preferente
Manuel Camacho Solís, El Universal, 21 de enero.

Más aún, las propias responsabilidades de la Secretaría de Gobernación, como el control migratorio, las relaciones con las iglesias, el registro de población, etcétera, adquirirán un significado político más alto. Ahora, su desarrollo y cuidado repercutirá, para bien o para mal, en el funcionario-más —cercano— al-Presidente, no en la directora del Instituto Nacional de Migración como ejemplo. Temas como la seguridad en la frontera sur o, como lo exigió en forma alarmista José Luis Soberanes, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en una de las primeras reuniones que sostuvo el nuevo Secretario de Gobernación, el “respeto a los derechos de los migrantes centroamericanos”, se han elevado —por el solo nombramiento de Mouriño al frente de la Secretaría— a una prioridad mayor.
Emilio Zebadúa, “Observatorio Global”, Crónica, 21 de enero.

Pero de todos los temas de la agenda, el de la seguridad en el país se volverá el principal indicador de la gestión política del nuevo Secretario de Gobernación. Como ya se mencionó, aunque no le corresponde formalmente dicha tarea, el periódico español El País le dio la bienvenida al cambio en Bucareli asignándole dicha responsabilidad política a Juan Camilo Mouriño. Si el asunto prioritario del gobierno del presidente Calderón es la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, es lógico que quien ahora se hace cargo de la política interior del país, asuma el liderazgo en dicha misión.
De este modo, existe ahora un nuevo estándar de gobernabilidad, mucho más integral que el anterior, en el que cada pieza del rompecabezas de la paz y el desarrollo político del país tenderá a converger hacia la Secretaría de Gobernación y a su titular en lo personal. Juan Camilo Mouriño asume de este modo el papel de facto de Jefe de Gabinete, con todas las oportunidades y riesgos políticos que trae aparejada dicha responsabilidad.
Emilio Zebadúa, “Observatorio Global”, Crónica, 21 de enero.

Una encomienda expresa del presidente Calderón al nuevo huésped del Palacio de Covián es negociar la reforma energética, que tantas ambiciones despierta entre consorcios nacionales y extranjeros interesados en repartirse al cada vez más debilitado Petróleos Mexicanos. De su director, Jesús Reyes Heroles, se asegura que ha renunciado en tres ocasiones, desesperado por la falta de apoyo. Líderes sindicales de Pemex confiaron a este espacio que a finales del año pasado un “alto personaje” de Los Pinos les confirmó que la salida de Reyes Heroles ocurriría en las primeras semanas de este 2008. ¿Quién habrá sido el intrigoso que reveló semejante secreto?
Roberto Rock, “Expedientes abiertos”, El Universal, 21 de enero.

El poder público de la nación es el máximo patrimonio moral y material de todos los mexicanos y está constituido sólo y exclusivamente para servir a los mexicanos, serenar su presente y hacer viable un futuro digno y respetable, devolver la fe y la esperanza a la nación. De ahí la terrible responsabilidad de gobernar.
No se puede gobernar desde la perspectiva de la levedad, del antagonismo o resentimiento hacia ninguna persona o grupo. El ejercicio del poder debe darse con nobleza, generosidad y tolerancia, y su fuerza, que puede llegar a ser tremenda, debe conservarse en el ámbito de lo potencial, que es la capacidad de determinar o condicionar los comportamientos ajenos.
Mouriño tiene que pisar muy fuerte y muy firme, y disponer de los mejores instrumentos jurídicos, humanos y materiales para cumplir con su misión, que es terriblemente difícil, pero es también una extraordinaria oportunidad para servir a México. Se espera la mayor lucidez, talento y energía del nuevo secretario.
Ojalá que ni él ni el Presidente vean esta coyuntura con cortedad ni con límites. El momento lo exige así: altitud de miras, condición de visionario, ejecutor de la transformación, madera de estadista.
Jorge Carrillo Olea, La Jornada, 21 de enero.

Por el papel que le ha sido encomendado y las expectativas de la opinión pública, no puede mirar de reojo. Si lo hace, cancelará el diálogo y se acercará cada vez más y de manera más frecuente al uso de la fuerza, con las consecuentes repercusiones y riesgos. En los siguientes meses se verá si está armado de prudencia y resistencia política, o si sobrerreacciona, o se paraliza ante la presión.
Pero la batalla estratégica a la que lo envía Felipe Calderón es a abrir, a la inversión extranjera, la exploración, refinación, distribución y transporte de Pemex. Confía en que podrá hacerlo por la alianza con el PRI, los enormes recursos líquidos que estarán disponibles ante la expectativa de tal negocio, su confianza en la capacidad de manejar la opinión pública con propaganda negativa (como en la elección), el respaldo de poderosísimos intereses del exterior, y la división de la izquierda en el momento más inoportuno
Con tal concentración de poder y una coyuntura tan favorable, muchos pensarán que el sueño privatizador está a la mano. Si lo logra, la derecha tendrá un triunfo político determinante, aunque México habrá entrado de nuevo al campo de la incertidumbre política y la mayor confrontación social.
En un ejercicio de pragmatismo, antes de dar el paso de pretender abrir Pemex, como ya lo tienen convenido, Calderón y Mouriño debieran preguntarse: ¿con la polarización que provocará la privatización, se fortalece la gobernabilidad del país, cuando se ve venir la recesión estadounidense, se recrudece la violencia criminal y aumenta la inconformidad social? El desenlace es incierto: el sueño va a chocar pronto con la realidad
Manuel Camacho Solís, El Universal, 21 de enero.

Será difícil que en sus negociaciones sobre el tema, Mouriño se pueda desligar de la imagen de pertenecer a una familia con notables intereses en el asunto. Es pública la creciente dimensión del grupo empresarial que conduce su padre, que le permite tener negocios con Pemex en Campeche y en otras regiones del país, especialmente en la península de Yucatán, donde compite con otra familia famosa, los Loret de Mola, también dueños de una cadena de gasolineras y concesionarios de sistemas de transportes de energéticos. ¿Podrá Mouriño deslindarse de esos señalamientos y ser un árbitro imparcial entre las partes en el complejísimo tema energético? Suficientes enigmas para un primer día en la oficina
Roberto Rock, “Expedientes abiertos”, El Universal, 21 de enero.

No tengo ningún trato con el señor Mouriño. Me parece que su designación es un gran error del presidente Calderón. No hay dato duro, son impresiones que quedan sujetas a la corroboración. Quizá me equivoque, ya veremos. La Secretaría de Gobernación siempre ha sido el centro neurálgico de la República. Las cuestiones de seguridad nacional abarcan un listado oscuro de actividades que atentan contra el país, desde el narcotráfico hasta los movimientos subversivos, pasando por cualquier tipo de confrontación social violenta. Es el lado oscuro, va en paquete.
Federico Reyes Heroles, Reforma, 22 de enero.

Nos comenta un ex director de Pemex, que Juan Camilo Mouriño pretende revivir el esquema de sus antecesores priistas, llamar desde Gobernación lo mismo a los secretarios del gabinete que a los dirigentes políticos, hacer sentir que él es el jefe. Sólo así se entiende que en un día haya tenido dos reuniones, la primera con el secretario de Hacienda, y luego con el titular del Trabajo y que se dedique a citar en sus oficinas a los presidentes de los partidos políticos.
La mañana de ayer recibió a Beatriz Paredes y nos dicen que fue buena la reunión al grado que reconoció la relevancia que tiene el PRI. Durante sesenta minutos intercambiaron y revisaron diversos asuntos políticos. Con Francisco Ramírez Acuña no se daban estas reuniones, porque a nadie interesaban.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 23 de enero.

Juan Camilo Mouriño sigue desahogando su agenda. Se reunió con el presidente de la SCJN, Guillermo Ortiz Mayagoitia, y con Beatriz Paredes, a quien le resaltó la importancia del PRI…
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 23 de enero.

La irrupción de profesores oaxaqueños en las inmediaciones de Bucareli prendió focos rojísimos en el despacho de Iván. El gobierno federal no quiere que resucite el conflicto en Oaxaca. El equipo del secretario de Gobernación llamó por teléfono el lunes por la noche al gobernador priísta Ulises Ruiz para una cita urgente la mañana del martes con Juan Camilo Mouriño, nos informan.
El góber oaxaqueño se presentó a la cita, sin datos que le hicieran suponer la crudeza del trato. Nos aseguran que le hablaron en tono muy fuerte y hasta condiciones le pusieron: que atienda el conflicto de la sección 22 del sindicato magisterial, que demuestre gobernabilidad en el estado y que regrese a despachar a sus oficinas del Palacio de Gobierno, inmueble que no utiliza desde el arranque del conflicto en mayo de 2006
“Bajo reserva”, El Universal, 23 de enero.

De hecho, las manifestaciones de maestros oaxaqueños que recibieron a Mouriño al arranque de gestión como secretario de Gobernación hicieron que el gobierno federal se decidiera a actuar y motivaron la conversación del martes entre el secretario y el gobernador. Y por lo que cuentan fuentes de la dependencia federal, el tono de esa plática no fue, para nada, suave ni mucho menos fue la conversación intrascendente de la que ayer habló Ulises Ruiz, al aceptar públicamente la reunión que sostuvo con el encargado de la política interna.
Fueron cinco puntos los que Mouriño Terrazo le puso sobre la mesa a Ulises. El primero tiene que ver con la necesidad de que garantice la gobernabilidad en su estado y atienda los reclamos de los grupos magisteriales y sociales, antes de que se desborden; el segundo fue sobre la liberación de Flavio Sosa, sugerida por el gobierno federal como una forma de bajarle presión a la APPO; el tercero tuvo que ver con que se restablezca la normalidad en su gobierno y que retome su presencia en el palacio de gobierno, convertido en museo y utilizado como salón de fiestas privadas; el cuarto tuvo que ver con el tema de la UABJO; y el quinto punto es el más interesante
Salvador García Soto, “Serpientes y Escaleras”, El Universal, 24 de enero.

Ayer tomó el control del gabinete de Seguridad. Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación, planteó los desafíos que tienen los titulares de la Defensa Nacional, Guillermo Galván; Marina, Francisco Saynez; Seguridad Pública, Genaro García Luna, y el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, quien precisó que las fuerzas federales le arrebatan plazas históricas a los narcotraficantes. En la reunión recibió instrucciones especiales el titular del Cisen, Guillermo Valdés
“Frentes Políticos”, Excélsior, 25 de enero.

La tarea inmediata del español Juan Camilo Mouriño, quien ha asumido en violación al marco constitucional la Secretaría de Gobernación, es doble: consolidar los acuerdos del gobierno espurio con los priístas de Carlos Salinas de Gortari en las dos cámaras, que tienen sus ejecutores en el senador Manlio Fabio Beltrones y el diputado Emilio Gamboa Patrón (lo que parece no tener mayor problema, pues las resistencias en el interior del PRI son muy reducidas), y enfrentar la inconformidad social, que parece el problema mayor
Luis Javier, Garrido, La Jornada, 25 de enero.

En esta semana, la agenda de Mouriño ha mostrado el entusiasmo del catecúmeno, del que se inicia. Según su propio testimonio, el jueves mismo en que asumió el cargo entabló comunicación con los dirigentes de todos los partidos políticos. Recibió ya en su oficina a los presidentes de dos de ellos, Beatriz Paredes, del PRI, y Germán Martínez, del PAN. Se encontró asimismo con Alberto Begné, el líder de Alternativa que está siendo cuestionado por su antecesora y candidata presidencial, Patricia Mercado. Conversó igualmente con los jefes de las bancadas de su partido, el senador Santiago Creel y el diputado Héctor Larios, y con los jefes de los grupos del Panal, el Partido del Trabajo y Alternativa en San Lázaro. El lunes pasado visitó al ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia, Guillermo I. Ortiz Mayagoitia, y el miércoles se reunió con el gobernador de Guanajuato, el panista Juan Manuel Oliva, y el de Chiapas, Juan Sabines (que también fue recibido por el presidente Felipe Calderón, de lo cual dieron cuenta fotografías pagadas en algunos diarios, en contravención al principio de no pagar propaganda que se centre en la promoción personal del gobernante).
Esa primera ronda de contactos ha sido posible gracias al activismo semejante que mostraba Mouriño en la Oficina de la Presidencia. Todo lo cual es útil para su jefe y para él mismo (en lo inmediato y en lo futuro). Deberá serlo también para la sociedad si el nuevo secretario derrota su propensión a ser discreto, prenda admirable en un particular pero que en un funcionario público lo aproxima demasiado a la opacidad hasta llegar a confundirse con ella.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 25 de enero.
La nacionalidad de Mouriño
El debate sobre el origen de Mouriño va a gastar tinta pero jurídicamente tiene salidas. Mouriño nació en España de padre español y madre mexicana. La Constitución señala que se necesita ser "mexicano por nacimiento" para llegar a una secretaría de Estado y para ser presidente de la República.
Sin embargo, la misma Constitución ofrece soluciones. Las fracciones III y IV del Artículo 30 Constitucional señalan las condiciones para ser mexicano y cumplir con la exigencia de "mexicano por nacimiento": "los que nazcan en el extranjero", pero hijo de "madre mexicana nacida en territorio nacional" o "de madre mexicana por naturalización". Mouriño es hijo de madre mexicana y por tanto legalmente es mexicano por nacimiento y puede ser secretario de Estado y presidente de la República.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 17 de enero.

El depositario del factor Ñ (nació en España, se apellida Mouriño y suple a Ramírez Acuña) plantea tempranamente un boceto de nacionalidad formal y nacionalismo ínfimo parecido al que usó Vicente Fox para hacerse de manera oscura de la Presidencia de México, siendo el guanajuatense hijo de madre española y de padre que se dijo jurídicamente mexicano aunque también reivindicó su nacionalidad estadunidense, por lo cual a quien entonces usaba botas no lo habrían beneficiado ni siquiera las reformas salinistas que permiten ser candidato presidencial a quien sea hijo de padre “o” madre mexicanos y no obligatoriamente de mexicanos ambos. Mouriño se apunta para repetir el esquema de mentalidad y conducta desnacionalizada de Fox, y no sólo en caso de que fuese candidato panista en 2012 sino en el ejercicio de la cartera de Gobernación, desde la que se convertirá en gestor, promotor, socio y garante de los negocios de trasnacionales que pretende instaurar el calderonismo, sobre todo en el ramo de los energéticos. El hijo de estadunidense convenencieramente registrado como mexicano, Vicente Fox, terminó su sexenio declarándose amantísimo admirador del norteño país vecino; el madrileño Mouriño terminará su paso por el Palacio de Covián cerrando negocios con sus paisanos peninsulares que están en plena Reconquista de México (grandes negocios familiares, por ejemplo, en los ámbitos turístico e inmobiliario en las costas del sureste mexicano, sobre todo en la heroica y romántica Campeche)
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 17 de enero.

El artículo 82 de la Constitución de la República ordena que para ser Presidente se requiere: I. Ser ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno goce de sus derechos, hijo de padre o madre mexicanos y haber residido en el país al menos durante veinte años.
Según nos informó en aquel entonces, hace seis meses, era mexicano hijo de madre mexicana y padre español, lo que cumpliría con la ley para ser elegible.
Víctor Sánchez Baños, Crónica, 17 de enero.

El problema sería otro: la representación de un proyecto político conservador, panista y continuista. Por tanto, el debate no debiera enfocarse sobre la nacionalidad de Mouriño sino sobre el proyecto político que representa, un yunquismo light.
El salto cualitativo de Calderón al mover sus piezas le permitió, ahora sí, tener el control de los brazos políticos del poder. Manuel Espino, Beatriz Zavala y Francisco Ramírez Acuña fueron posiciones circunstanciales, de arranque de uno de los sexenios más débiles de la historia. En un año, el PRI asumió la iniciativa política, López Obrador se hizo cargo de la agenda social y la inexistencia de Gobernación debilitó al propio presidente de la República.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 17 de enero.

Y la primera andanada que enfrentará lo puede colocar ya como un candidato en desventaja —por su origen y una soterrada xenofobia—, ya que existen serias dudas sobre si es mexicano de origen. Pero incluso ese podría ser un asunto menor, frente a la descomunal tarea que ya debió encontrar en su escritorio de la Secretaría de Gobernación. El tamaño del cargo como titular de la gobernación interna del país es del tamaño del desgaste y la responsabilidad que asumirá, y va en proporción directa a la recurrencia de errores. También es cierto que puede resultar, en sentido contrario, una oportunidad única para ser el reinventor de la Secretaría de Gobernación. En todo caso, lo interesante del asunto es que el señor Mouriño baja de las alturas del poder, para asumir su papel de político terrenal y mortal.
Y con ello enfrentará la realidad, vivirá el rigor de los resultados y la eficacia, padecerá la guerra por la sucesión, intramuros y extramuros, los golpes bajos y lo álgido de las grandes crisis de seguridad, justicia, narcotráfico, grupos armados… El joven Mouriño parece verde para ocupar la casona de Covián; un puesto que si bien forjó carreras, también destruyó aspiraciones políticas. Y el caso más reciente es el de Santiago Creel, que hizo de esa secretaría una hamaca-trampolín para beneficios personales. ¿Qué papel jugará a partir de hoy Camilo Mouriño? Los hechos hablarán. Lo interesante es que Juan Camilo ya es terrenal. Al tiempo
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 17 de enero.

A los trasnochados que aún se sienten en la Alhóndiga de Granaditas y han desatado una andanada de críticas en contra de Mouriño por haber nacido en España, les recomendamos la lectura del artículo 30 de la Constitución, fracciones II y III, que a la letra dicen: Son mexicanos por nacimiento: hijos de padres mexicanos nacidos en territorio nacional, de padre mexicano nacido en territorio nacional, o de madre mexicana nacida en territorio nacional. Los que nazcan en el extranjero, hijos de padres mexicanos por naturalización, de padre mexicano por naturalización, o de madre mexicana por naturalización.
Juan Camilo es mexicano por nacimiento, según la Constitución, y no tiene impedimento legal ni siquiera para ser candidato a la Presidencia de la República, mucho menos para ocupar la Secretaría de Gobernación.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 17 de enero.

Sin embargo, y a contrapelo de las voces que de inmediato denunciaron su nombramiento como una violación a la regla constitucional que obliga a los secretarios de Estado a ser mexicanos por nacimiento, Mouriño ha esgrimido la fracción II del apartado A del artículo 30 de la Carta Magna (de México, desde luego) que reconoce como mexicanos por nacimiento a quienes “nazcan en el extranjero, hijos de padres mexicanos nacidos en territorio nacional, de padre mexicano nacido en territorio nacional o de madre mexicana nacida en territorio nacional” (esta fracción fue reformada, para quedar así, mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 20 de marzo de 1997). La mexicanidad formal de Mouriño fue asentada el 2 de octubre de 1989 en Tlatelolco, mediante el “certificado de nacionalidad mexicana por nacimiento” 5419 que expidió la Dirección de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, pues el solicitante “comprobó haber nacido en Madrid, España, el primero de agosto de 1971, de madre mexicana”. Ayer se dio difusión también al acta de nacimiento levantada en la sección consular del Servicio Exterior Mexicano en Madrid el 16 de enero de 1979 para dar cuenta de lo sucedido ocho años atrás
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 17 de enero.

La clave está en la fracción II del artículo 30 de la Constitución: A) Son mexicanos por nacimiento: II.- Los que nazcan en el extranjero, hijos de padres mexicanos nacidos en territorio nacional, de padre mexicano nacido en territorio nacional, o de madre mexicana nacida en territorio nacional.
Son gallegos de origen. El padre de Juan Camilo Mouriño Terrazo, nuevo secretario de Gobernación, es Carlos Mouriño, gallego de Vigo, con empresas importantes del ramo gasolinero en México y una fortuna hecha a la sombra de su cercanía con políticos, entre ellos el ex gobernador campechano Abelardo Carrillo Zavala; la madre es la señora Ángeles Terrazo, presuntamente nacida en México, aunque sus raíces se encuentran en Avión, otra provincia hispana. Esa es la historia oficial, no admitida por todos. Hay quienes sostienen que tanto la madre como el padre de Juan Camilo son ciudadanos españoles, en cuyo caso su designación contravendría el artículo 91 de la Carta Magna, la cual establece tres requisitos para ser secretario de Estado: la ciudadanía, pleno ejercicio de sus derechos y tener 30 años cumplidos. El acta de nacimiento de la señora Terrazo cobrará importancia en los días, los meses y los años que vienen. Porque, como en el chiste gallego de líneas arriba, Juan Camilo quiere la pizza completa: sea de seis o de 12 piezas; es decir, aspira a ser presidente de la República.
Enrique Galván Ochoa, “Dinero”, La Jornada, 17 de enero.

Mouriño nació en Madrid el 1o. de agosto de 1971, hijo de Carlos Mouriño y María de los Ángeles Terrazo Blanco, ambos naturales de Galicia. Ella nació en Avión, el mismo pueblo de donde son originarios los Vázquez Raña. Sin embargo, fue presentada por su ahora muy conocido hijo menor como mexicana, al optar por la nacionalidad del país al que llegó a los 7 años de edad. El 2 de octubre de 1989 Mouriño obtuvo el certificado de nacionalidad mexicana por nacimiento por ser "hijo de madre mexicana". Para efecto de su registro como candidato a diputado federal, Mouriño hizo certificar notarialmente ese documento, el 7 de abril de 1997. Ni ante la Secretaría de Relaciones Exteriores ni ante la autoridad electoral mostró el certificado de naturalización de su señora madre, si lo hay, indispensable para saber si fue expedido cuando la familia residía en España o si fue obtenido tras llegar a México en 1978.
La opción que hizo Mouriño en 1989, dos meses después de cumplir 18 años de edad, no fue óbice para que se ostentara como súbdito español. El diario campechano El Sur mostró que en agosto de 1996 Mouriño ingresó a territorio mexicano mediante el pasaporte 8800581 expedido por el Ministerio de Relaciones Exteriores de España a través de su consulado en Miami, y obtenido en la época en que el ahora secretario de Gobernación estudiaba en la Universidad de Tampa.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 17 de enero.

Con tal documentación se pretende acallar las críticas al origen madrileño del nuevo jefe virtual del gabinete federal y, de una vez, allanar el camino para una eventual candidatura presidencial panista (que pelearía con otros miembros del círculo íntimo de Los Pinos: Germán Martínez, secretario de asuntos panistas, y el recién llegado Ernesto Cordero, al que pretenden inflar por su arribo a Sedeso). Según eso, Mouriño sería el hombre mejor colocado para participar en una contienda de guapuras, promovidas desde el erario, frente a Enrique Peña Nieto y Marcelo Ebrard.
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 17 de enero.

Ya antes Juan Camilo fue dos veces diputado y al parecer desde entonces limpió el expediente constitucional. Según se informó anoche, el 2 de octubre de 1989 la Secretaría de Relaciones Exteriores le extendió el certificado de nacionalidad mexicana por nacimiento, con el número 5419. Habría renunciado a la española. El documento expresa que es hijo de madre mexicana y padre español, y que fue registrado en la sección consular en Madrid. En otras palabras: es madrileño, de padre gallego, madre mexicana y, por tanto, aspirante legal al trono azteca. (Aparentemente tiene el camino despejado, pero falta ver qué dicen el Peje, Tataglia y Germán Martínez, que también quieren su pizza).
Enrique Galván Ochoa, “Dinero”, La Jornada, 17 de enero.

Al nuevo secretario de Gobernación ni lo conozco ni quiero conocerlo, pero en la información lo más que se ha resaltado es que haya nacido en Madrid, como si eso fuera un estigma, y que es muy joven, cosa que todos envidiamos. Un periódico español cabeceó el movimiento en el gabinete de Calderón como la instalación de un español a la cabeza de la política interior de Méjico, así con jota dicen por allá.
Félix Cortés Camarillo, “Cancionero”, Milenio, 18 de enero.

Pero ni esos documentos han apagado las dudas y suspicacias que siguen latentes, porque en el tema hay inconsistencias, dudas y contradicciones del propio secretario Mouriño.
No se entiende, por ejemplo, porque si en 1989, él renunció a su nacionalidad española y optó por la mexicana, como consta en el documento publicado, siete años después, en 1996, durante un viaje de Tampa, Florida, a la ciudad de México utilizó un pasaporte español. ¿Cómo obtuvo Juan Camilo Mouriño el pasaporte 8800581 del Ministerio de Relaciones Exteriores de España que presentó como su identificación oficial en aquel vuelo? ¿No había renunciado ya a la nacionalidad española?
El artículo 37 de la Constitución establece claramente que para ser secretario de despacho no se puede ostentar otra nacionalidad. En el inciso B, ese artículo señala los supuestos en que se pierde la nacionalidad mexicana: por adquisición voluntaria de una nacionalidad extranjera, por hacerse pasar en cualquier instrumento público como extranjero, por usar un pasaporte extranjero, o por aceptar o usar títulos nobiliarios que impliquen sumisión a un Estado extranjero.
¿Cómo obtuvo Juan Camilo Mouriño el pasaporte 8800581 del Ministerio de Relaciones Exteriores de España, que presentó como su identificación oficial en aquel vuelo? ¿No había renunciado ya a la nacionalidad española? ¿Conserva aún documentos oficiales que lo acrediten como ciudadano español?
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 19 de enero.

¿Será realmente el hombre nacido en Madrid, y que gracias a una reforma constitucional puede manifestarse como mexicano por nacimiento, el hombre en el que Felipe Calderón está pensando ya para sucederlo? o ¿se trata de un ariete para abrirle el camino a otro delfín? Emulando la vieja costumbre priista de “lanzar” a un aparente favorito con antelación para desgastar a sus enemigos políticos, de tal forma que cuando el bueno llegara encontrara un camino menos agreste.
Lo que es un hecho es que, de momento, el panismo no tiene, por lo menos visiblemente, un caballo negro que pudiera aguantar una larga carrera contra priistas y perredistas.
Francisco Garduño, “Doble o nada”, Milenio, 19 de enero.

El tema oscila entre las expresiones chovinistas, en algunos casos incluso con rasgos de xenofobia, y los reclamos de que se dé claridad total a la nacionalidad y el origen del nuevo secretario para garantizar el respeto a la Constitución. Ayer, el senador Ricardo Monreal afirmaba que la situación del nuevo secretario de Gobernación debe aclararse no sólo por un tema de legalidad, sino también de seguridad nacional por la información estratégica que maneja la dependencia.
No sería extraño que, si no hay información totalmente clara por parte del gobierno y particularmente del funcionario que aclare las dudas y contradicciones a las que él mismo ha contribuido, el asunto crecerá y llegará hasta el Congreso, donde la oposición tendrá un filón muy rentable para iniciar desde ahora el torpedeo contra el secretario al que ya muchos ven como prospecto para 2012
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 19 de enero.

Mi preocupación por el papel de Mouriño no tiene que ver con su origen, sino con la naturaleza y la legalidad de su papel en el poder público. Su primera actuación relevante fue presidir la Comisión de Energéticos de la LVIII Legislatura, cuando la bancada panista estuvo encabezada por Felipe Calderón. De 40 comisiones, al PAN le correspondió presidir 16. Mouriño ya había sido distinguido al hacerlo candidato de representación proporcional y se le privilegió, entre sus 205 compañeros, con la presidencia de una comisión, para la cual estaba calificado sólo por su relación con los negocios paternos, vinculados a Pemex: 38 gasolinerías en la península de Yucatán y estados aledaños y transporte de combustible por cuenta de la paraestatal. Tal vez la causa de esa súbita fortuna política fue la participación de los Mouriño en el financiamiento de la campaña presidencial de 2000, como Amigos de Fox que fueron. En una entrevista con La voz de Galicia, efectuada en julio pasado (y sintetizada por Proceso el 6 de enero de este año), el ahora secretario de Gobernación dice que su padre apoyó al PAN a partir de la elección de 1994: "Fue el primer empresario importante en la zona (Campeche) que decidió sumarse a un partido político distinto al PRI... Y eso por supuesto nos marcó a todos... y cuando tocó la siguiente elección yo participé como candidato (en 1997)".
¿Era mexicano el empresario Carlos Mouriño? Debió haberlo sido, aunque en la discusión abierta sobre la oriundez del nuevo secretario no se haya citado que se naturalizara, porque de lo contrario no hubiera podido vincularse a un partido, ya que el segundo párrafo del artículo 33 constitucional dice que "los extranjeros no podrán de ninguna manera inmiscuirse en los asuntos políticos del país". A su vuelta a España, en marzo de 2000, Mouriño actuó llanamente como súbdito del Estado español al ingresar al mundo de los negocios, algo que sólo pudo hacer tras capitalizarse con sus operaciones mexicanas.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 20 de enero.

Sin hacerse eco del aborrecible sentimiento xenofóbico, autores respetables han argumentado que el nombramiento de Mouriño en la SEGOB es ilegal. He escuchado y leído argumentos distintos. Aunque en lo personal no considero que la condición legal de Mouriño lo inhabilite para el puesto, creo que su caso, por obvias razones de futurismo político, requerirá del más diáfano esclarecimiento. Pero ese legítimo reclamo de transparencia podría haberse hecho sin destapar la cloaca de una de las más antiguas e inútiles pasiones de México: el odio al extranjero.
Es absolutamente deseable que los mexicanos seamos dueños de nuestro destino económico y que el beneficio que de allí se desprenda llegue a quienes más lo necesitan. Pero más allá de esa convicción general, el debate particular está abierto: ¿cuáles son, en las circunstancias actuales, las mejores prácticas económicas para hacer valer la soberanía nacional y la justicia social? La necesaria discusión de este tema no debe enturbiarse con las aguas negras que provienen de la cloaca xenofóbica.
Criticar a alguien por su ascendencia extranjera no puede ser, en México, una bandera de izquierda. Supongo que, al menos en esto, López Obrador estaría de acuerdo conmigo. No estarlo sería arrojar un estigma de odio contra su propio abuelo a quien, estoy seguro, avergonzarían las caricaturas y frases que acuñan y dibujan los peregrinos "en el sendero del Peje".
Enrique Krauze, Reforma, 20 de enero.

Mouriño es hijo de padres españoles, pero conforme a la ley, adquirió la nacionalidad mexicana a los 18 años y con ella ha ejercido cargos de elección popular (fue diputado federal) y varios puestos en la administración pública.
Aunque haya hecho énfasis en que su misión en Gobernación no tiene como objetivo el 2012, sino sobre todo promover el diálogo con todas las fuerzas políticas, hace unas semanas Mouriño declaró al Faro de Vigo, un periódico de la tierra de su padre, que en su carrera política "no ve techos".
Lo cierto es que en sus nuevas funciones, Mouriño perdió casi en automático el "blindaje" que tenía como jefe de la oficina de la presidencia de la República, donde no había duda alguna de que era el hombre más cercano y el operador con pleno poder del presidente Calderón.
Ahora llega con esos mismos atributos a la Secretaría de Gobernación, sólo que en ese rápido paso deja buena parte de la "sombrilla protectora" de Los Pinos, primero por su calidad de "presidenciable" y luego por las limitaciones propias de una dependencia que en los últimos sexenios fue casi desmantelada y cuya eficacia está en duda.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 21 de enero.

Hubo ya un secretario de Gobernación hijo de español y madre mexicana, y no se alzó jamás en su contra ninguna voz significativa que lo denostara por su origen. Y es que en el caso de don Jesús Reyes Heroles, que tal era el personaje, ocupante del sillón principal de Bucareli de diciembre de 1976 a mayo de 1979, no hubo jamás lugar a equívocos. No trató nunca de ocultar su situación jurídica ni restar importancia al impedimento que entonces se erigía frente a las aspiraciones presidenciales de aquellos cuya oriundez no era plena. En vez de crear una cortina de humo alrededor de su origen, fue siempre explícito sobre el de su padre y la afectación que eso le producía. Y en consecuencia nadie le reprochó, con xenofobia, que ocupara cargos de alta responsabilidad. De modo que las observaciones al nombramiento de Juan Camilo Mouriño no necesariamente proceden de nacionalismos chatos y enfermizos, sino de quienes suponen que la prédica legalista del gobierno federal no es una posición hipócrita.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 21 de enero.

Pero lo verdaderamente preocupante han sido las críticas cargadas de un ánimo antihispanista y xenófobo. Eso sí desnuda a un México que da vergüenza. En la teoría de la "Nueva Conquista" los españoles ya controlan la banca, los medios, el turismo, los libros de texto, la cultura y van por más, el gas, el petróleo y lo que nos dejemos arrebatar. En ese ánimo auténticamente xenófobo que nada tiene que ver con la globalización del mundo y, peor aún, con una sociedad abierta y democrática, se le ha llamado "españolito" -el ex vocero del PRD- miembro de la Armada Española. Su origen ha devenido en expresiones como "sangre" y sobre los porcentajes en él de mexicano y español. AMLO ya lo calificó de traidor en potencia. La intolerancia es brutal.
Federico Reyes Heroles, Reforma, 22 de enero.

El nombramiento de Juan Camilo Mouriño a Gobernación es la pieza que redondea la estrategia, porque sintoniza la operación política desde la Presidencia hacia los distintos núcleos de poder: el Congreso, los medios, los partidos y el aparato de seguridad nacional. Este nombramiento ha tenido cuestionamientos por la nacionalidad del joven político. No se trata de xenofobia, sino de ver si Mouriño cumple o no con la legalidad, litigio que seguirá abierto. Diarios como El País destacaron la noticia en los siguientes términos: “Un madrileño dirigirá la lucha contra el crimen organizado”.
Alberto Aziz Nassif, El Universal, 22 de enero.

El ejemplo más claro de esa ramplonería conservadora es la actitud tomada por esos sectores con respecto a la nacionalidad de Juan Camilo Mouriño. Para empezar es mentira que Mouriño no es mexicano por nacimiento: el que haya nacido en Madrid no lo priva de ese derecho, como tampoco a otros millones de mexicanos que han nacido en el exterior. Con la tesis esgrimida por el perredismo y sus círculos más cercanos (la revista Proceso, cuyos editores no son precisamente descendientes de Moctezuma y siempre ha mantenido una actitud de amplitud notable hacia colaboradores nacidos en cualquier lugar del mundo, llegó a publicar en primera plana que Gobernación se había convertido en “un enclave español”) todos los hijos de los millones de paisanos que viven en Estados Unidos no podrían ser considerados mexicanos y tampoco tendría nuestro gobierno que preocuparse por ellos. Lo mismo sucedería con los millones que han adoptado esa u otras nacionalidades y no pierden la mexicana. El recuento podría continuar, pero, en el pasado, se suponía que la izquierda era, en estos temas, un sinónimo de apertura, internacionalismo, aceptación gustosa del intercambio social, cultural, humano, de una visión que trataba de desterrar las fronteras, para fortalecer los valores de la universalidad, que crean Primera, Segunda, Tercera y Cuarta Internacional. Así se escribieron páginas negras, pero también algunas de las mejores de la historia, incluso de México, desde la de las Brigadas Internacionales hasta la apertura al exilio español, a quienes huían del nazismo y a los refugiados centroamericanos y sudamericanos. Ahora, la que se supone es nuestra izquierda, utiliza los mismos argumentos de la derecha más reaccionaria y xenófoba y, para colmo, lo hace mintiendo conscientemente sobre un tema, la nacionalidad de una persona y haciendo de esa mentira un argumento político.
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 22 de enero.

Siempre recurrimos a la imagen de Lázaro Cárdenas recibiendo al exilio español como monumento a nuestra apertura y generosidad. Pero hay otra lectura, la que muestran los datos duros de encuestas sobre valores políticos profundos. En ellas la xenofobia mexicana queda retratada de cuerpo entero: sólo se considera como benéfica a la inmigración europea, el resto de los moradores del orbe reciben una condena de 7 sobre 10. México es un país conformado, como muchos otros, por migraciones de muy diferente talante cultural y religioso: libaneses, alemanes, armenios, polacos, judíos, protestantes, ingleses, chinos, centroamericanos, lo que sea, por supuesto también españoles. En pleno siglo XXI algunos se rebelan contra la idea no de la ilegalidad del secretario, sino del origen con un ánimo racial.
El mismo país que clama por la apertura en el norte es el que trata inhumanamente a los inmigrantes del sur, el mismo que se da golpes de pecho por la discriminación de que son sujetos nuestros compatriotas, es el México que hoy destila veneno.
Federico Reyes Heroles, Reforma, 22 de enero.

La acusación no se sostiene con la evidencia disponible. Revisé con cuidado todo lo declarado o escrito sobre el caso Mouriño y encontré algunas expresiones despectivas; la de más alto nivel vino de Gerardo Fernández Noroña, a quien su mismo partido, el PRD, acusara de vulgar e intolerante. Ninguno de los líderes principales critica a Mouriño por la nacionalidad de sus padres o por nacer en Madrid.
Sergio Aguayo Quesada, Reforma, 23 de enero.

A Gerardo Fernández Noroña se le veía muy contento. “Me gané un viaje a España”, festejaba el polémico secretario de Comunicación Social del PRD. Volará a Madrid el 30 de enero. “Voy a demostrar que Juan Camilo Mouriño es español, a rastrear su árbol genealógico”, nos dijo, muy orondo.
El perredista va en un VTP. Lo financia Radio 13. El boleto se lo ganó el día que se le coló a los policías que resguardan las instalaciones de Bucareli y colgó una bandera española en la reja de la Secretaría de Gobernación. Horas después lo entrevistó la doctora Diane Pérez, la que cuida nuestra salud, en el segmento que tiene en esa emisora. El periódico Reforma publicó ayer copia certificada del acta de nacimiento de María de los Ángeles Terrazo Blanco, la madre de Mouriño. El acta consigna que nació el 3 de mayo de 1950, a las 10 horas, en el defeño Sanatorio Español, y que es hija de Camilo Terrazo y María Blanco, ambos mexicanos. Eso bastaría para que Juan Camilo fuera mexicano con plenos derechos.
¿No le temes al ridículo? Le preguntamos. “No, porque yo sé que es español. En el acta dice que ella nació en México, pero es falso, tengo información”, repuso el polémico ex vocero perredista (la función le fue retirada).
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 24 de enero.

Si Mouriño obtuvo pasaporte español y por ende se admitió súbdito de la Corona, está obligado a probar que esa condición legal fue pasajera y que no la mantiene. Sostengo que debe hacerlo porque la singularidad de su status jurídico requiere un esclarecimiento pleno de su actual condición, ya que de no satisfacer requisitos legales puede conducir a la nulidad de los actos administrativos de que sea autor o responsable. Eso afectaría, por ejemplo, los nombramientos de sus colaboradores, el oficial mayor, Abel Cuevas Melo (compañero de Mouriño y de Calderón en la LVIII legislatura), el director de Comunicación Social, Miguel Monterrubio, y el responsable de la Unidad de Desarrollo Político, Alejandro Poiré.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 25 de enero.

Mouriño presidenciable.
Curiosamente, y a pesar de que se sabe que es nacido en España, su designación lo pone también en el centro de especulaciones políticas desatadas ya por las abiertas pero no oficiales aspiraciones presidenciales de un par de personajes de la oposición.
La realidad de tales especulaciones está sujeta a debate, de entrada. Lo cierto es que el político campechano de apenas 36 años de edad parece inhabilitado a menos que alguno de sus padres haya estado naturalizado ya mexicano al momento de su nacimiento
Editorial, El Universal, 16 de enero.

De concretarse en las próximas horas el pronosticado y, sin duda, esperado (por muchos) arribo al emblemático Palacio de Covián, asiento de Gobernación, del hasta hoy indiscutible “número dos” en la residencia oficial de Los Pinos, Juan Camilo Mouriño habría conseguido, en escasos 30 días, ubicarse como primero entre quienes, en su momento, pujarán por la candidatura panista a la Presidencia en 2012.
Cierto es que “del plato a la boca se cae la sopa…” y que, en política, ello es aún más cierto. Al margen, sin embargo, y dadas las cosas ocurridas en las últimas horas, hoy es posible advertir que, en tiempo y por “fuerza de arranque”, existe ya un líder en la puja entre “azules” por suceder al presidente Calderón
Enrique Aranda Pedroza, “De naturaleza política” Excélsior, 16 de enero.

Son muchos los que dicen que Mouriño resulta beneficiado con su designación de secretario de Gobernación, ya que gana la posibilidad de buscar un lugar en la sucesión presidencial —y tienen razón los que así lo piensan, ya que a partir de esa nueva posición Mouriño disputará con sus iguales un lugar en la caballada sucesoria—, mientras que muchos otros suponen que Mouriño se mudará con todo y su poder a la Secretaría de Gobernación, y que por fin habrá “timón” en esa dependencia.
Pero no podemos perder de vista que en términos reales Juan Camilo fue echado de la gloria y llevado como uno más de los mortales a los que jefaturaba en el gabinete de Felipe Calderón. Se puede argumentar que es el hombre más cercano al Presidente, que tiene línea directa, que su trabajo es indispensable… lo que se quiera, pero ya no podrá meter las manos en todo, porque su nuevo cargo tiene límites y responsabilidades; es uno más del gabinete, enfrentará a sus iguales, porque tendrá que ofrecer resultados y porque la suya será una gestión sometida al desgaste natural de los aciertos y errores, de la crítica y los resultados
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 17 de enero.

La verdad, a mí, Mouriño me parece un yuppie de la política, pero tengo que reconocer que ha demostrado tener ciertas habilidades y ha sido eficaz para la negociación política. En fin, que apenas llega al cargo y ya escuché a varios panistas decir que se volvió el “precandidato oficial” del Presidente; pero para mí, antes de pensar en el 2012, Mouriño tiene que demostrar que puede pasar el complicado 2008… Oigan, por cierto, ¿saben dónde se oyó un lamento desgarrador cuando anunciaron que Francisco Ramírez Acuña dejaba Gobernación? Pues allá en Guadalajara
El Duende Preguntón, ¿Sabe o no sabe?, El Gráfico, 17 de enero.

Ahora se ve en la designación de Juan Camilo Mouriño —o Iván— en la Secretaría de Gobernación una de las apuestas de Felipe Calderón para ser su sucesor. ¿Tan pronto lo apuntala? ¿Lo está quemando al exponerlo o, por el contrario, dándole reflector para que crezca? Mucho más aún al confirmarse, desde Los Pinos, la nacionalidad mexicana de su mamá y, por lo tanto, la bandera verde para que pudiera ser candidato presidencial.
(Por cierto, no puedo evitar hacer referencia a las madres de políticos que fueron o aspiraron a la Presidencia: Carlos Hank Rhon, quien no pudo por su madre nacida en Alemania igual que Jaime Serra Puche, en su momento, y la reforma al artículo 82 que finalmente benefició a Fox, cuya madre había nacido en España…)
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 18 de enero.

Colocado desde ahora en una pista de arranque hacia el 2012, en la que podrá ir acumulando recursos económicos y complicidades con grandes empresarios, Mouriño tiene, para su desgracia, un pasado y un presente que lastran su futuro. A pesar de los esfuerzos documentales que ha hecho para presentarse como mexicano a plenitud, estos chocan con el hecho inequívoco de su nacimiento en Madrid e incluso con la utilización de un pasaporte español para entrar a nuestro país. Ayer mismo, por ejemplo, varios periódicos hispanos reportaron la designación del nuevo secretario de Gobernación de México destacando en los encabezados el que Mouriño es “madrileño”, según El País, o “gallego”, según El faro de Vigo. El presunto presidenciable se ha parapetado, sin embargo, tras documentos oficiales en los que se menciona que su madre es mexicana por nacimiento y que, por tanto, él se puede acoger retroactivamente a los beneficios de una modificación legislativa que considera “mexicanos por nacimiento” a quienes hayan nacido en el extranjero y sean hijos de padre o madre que a la vez hayan visto la luz en México. El padre de Juan Camilo es inequívocamente español y la madre ha sido mencionada en diversas publicaciones gallegas como “nacida” o “natural” de Avión, de tal manera que un punto clave en la historia de identidades fabricadas para que Mouriño se asuma como “mexicano por nacimiento” es confirmar que la madre a su vez lo haya sido
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 18 de enero.

Lo que han especulado los especuleros es que el señor Mouriño es el delfín de Calderón, su apuesta a la perpetuación en el poder que embruja a todos los que se sientan en la silla presidencial de cualquier país. Lo que nadie se ha detenido a considerar es si Juan Camilo Mouriño tiene capacidad para el puesto; si entiende que el problema de la seguridad nacional es prioritario a todas luces y que la negociación con todas las hoy dispersas fuerzas políticas requiere habilidad y buen tino.
Yo no creo que el señor Mouriño sea el próximo presidente de México. Ahora, viendo el panorama político nacional nos puede ir peor.
Félix Cortés Camarillo, “Cancionero”, Milenio, 18 de enero.

Una precisión y dos observaciones sobre la columna de ayer. Primero aclaro, en atención a comentarios de lectores que infirieron lo contrario, que no hay ni un adarme de xenofobia en mi posición sobre el nombramiento de Juan Camilo Mouriño, sino sólo un alegato en pro del cumplimiento cabal de la ley. Después, hago notar el desliz -traición del subconsciente se dice en sicoanálisis casero- con que el nuevo secretario se refirió en la porción final de su conferencia de prensa a la legalidad de su nombramiento: invocó el artículo 82, que no enumera, como el 91, los requisitos para ser secretario de Estado sino Presidente de la República, en que había dicho poco antes no pensaba para nada. Y en tercer lugar, formulo una petición: ya que según dijo a Joaquín López Dóriga su señora madre nació no en Galicia sino en la Ciudad de México, el 3 de mayo de 1950, nos haría muy bien a todos la exhibición de una copia certificada del acta de nacimiento respectiva. Cualquier interesado puede solicitarla en el Registro Civil del gobierno del Distrito Federal.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 18 de enero.

El pasado miércoles llegó a la ciudad de México procedente de España, Carlos Mouriño Atanés, padre de quien ese mismo día por la mañana había sido nombrado secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño.
Carlos Mouriño se reunió de inmediato con viejos amigos del estado de Campeche, para expresarles una preocupación: es necesario que se difunda con claridad la nacionalidad de mi hijo, que quede claro que es mexicano, les dijo.
La preocupación del padre del Secretario de Gobernación, que lo hizo viajar a México desde España, revela que Juan Carlos Mouriño tiene aspiraciones más allá de sus funciones actuales.
José Contreras, “Expediente político”, Crónica, 19 de enero.

Más allá de chistes inocuos, estereotipos xenófobos y referencias corrosivas —la atmósfera de Gobernación está saturada de chistes sobre gallegos y algunos osados se refieren al titular de la dependencia como el “españolito”— el asunto reviste gran trascendencia. No es para menos. Si como en muchos medios se afirma, Mouriño incumple el artículo 91 de la Carta Magna, que exige la nacionalidad mexicana para ser secretario de Estado, eso significa que todas sus acciones oficiales llevan el genoma de la ilegalidad.
En esa hipótesis, el presidente Felipe Calderón habría cometido por lo menos dos errores al concretar la sustitución en la entidad encargada de la política interior. Uno, al despedir sin miramientos a un Francisco Ramírez Acuña que se fue echando espuma verde por la boca y cuyo ocio se vuelve ahora un riesgo político; el otro, al pretender relanzar su gobierno que perdía impulso, mediante un político jurídicamente frágil, cuyas decisiones serán, por lo mismo, fácilmente impugnables. Un relanzamiento chambón, pues.
Aurelio Ramos Méndez, “Contraluz”, Crónica, 19 de enero.

Juan Camilo Mouriño nunca se descartó como posible precandidato en el 2012. Lo que dijo fue que esa no es la razón de su llegada a la Secretaría de Gobernación. Y claramente dijo que “no” se da por muerto.
En otras palabras, Juan Camilo dijo que no utilizará a la Secretaría de Gobernación como plataforma para buscar una candidatura, pero no precisó si buscaría dicha candidatura fuera de la dependencia o una vez que termine su encargo en ella.
Las aspiraciones a corto, mediano o largo plazo de Juan Camilo, legítimas o no, sólo él las conoce. Lo cierto es que a su padre le preocupa el asunto aún confuso de su nacionalidad.
Algunos allegados a la familia Mouriño deslizan la posibilidad de que el Secretario de Gobernación busque la gubernatura de Campeche en el 2009, para después —si gana— catapultarse de ahí a la candidatura presidencial.
El actual gobernador, Carlos Hurtado, es muy allegado a la familia Mouriño, debido a que hace algunos años fue el contador de las empresas del ramo energético del padre, lo que hace suponer que apoyaría una candidatura de Juan Camilo por encima de la del abanderado priista.
José Contreras, “Expediente político”, Crónica, 19 de enero.

Los medios conjugaron el verbo madrugar. La fama de duro afloró en el modo con el que el flamante inquilino del limbo aseguró que lo del 2012 no estaba en sus planes. Pero la designación del delfín involuntario fue noticia de primera plana en México y en España; en los espacios de lujo de la televisión y la radio; con el concurso de opinantes, analistas, intelectuales y augures. Los memoriosos adornaron su pasmo ante “la tierna edad del secretario”. Y en tierra de jóvenes. Lázaro Cárdenas, Emilio Portes Gil, Mario Moya Palencia, Esteban Moctezuma Barragán, entre otros, no cumplían 40 años al llegar a Bucareli
León García Soler, “A la mitad del foro”, La Jornada, 20 de enero.

No hay la menor duda que el nuevo secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño es elegible a la Presidencia de la República al ser mexicano por nacimiento, a pesar de haber nacido en Madrid, España. Se trata de un asunto de ley.
Hay jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que hablan de la nacionalidad mexicana.
La Constitución acoge, para determinar la nacionalidad por nacimiento, dos causas: la sustentada en lo territorial (jus soli) y la que se funda en el derecho de sangre (jus sanguinis). Las fracciones I y III del artículo 30, inciso A), de la Ley Fundamental, consagran el principio de la territorialidad o derecho de suelo, considerando como una proyección del territorio las embarcaciones y las aeronaves. La fracción II del citado artículo establece la nacionalidad mexicana con base en la de los padres, ya sea que ambos o cualquiera de ellos sean mexicanos.”
Víctor Sánchez Baños, Crónica, 21 de enero.

Todopoderoso, después, sólo después, del Presidente de la República. De ese calibre es cada minuto de Juan Camilo Mouriño Terrazo, en Bucareli, como secretario de Gobernación, aunque en los hechos tiene una influencia mayor, como si fuera vicepresidente, un cargo que no existe, por sus capacidades metaconstitucionales.
La verdad oficial, tan divorciada de la verdad lógica, cuando de decisiones políticas mexicanas se trata, dice que Mouriño no va por el 2012. ¿Entonces para qué lo envió a Bucareli su amigo y presidente Felipe Calderón? En la Secretaría de Gobernación, una de sus construcciones es conocida como “Las caballerizas”, por los usos que tuvo esa área en el virreinato, cuando aquello era el palacio de Covián. Ahora que es un arrancadero de aspiraciones presidencialistas, por edad y experiencia, el nuevo encargado del despacho tiene talla de potrillo
Juan Arvizu, “Vitral Político”, El Gráfico, 21 de enero.

Mouriño y el Partido.
Previamente también, y ante los ojos del país entero “sin mentira, pues”, explicaría alguno…—, Juan Camilo operó entre los consejeros del PAN para posicionar a un buen número de sus leales en puestos clave del Comité Ejecutivo Nacional que lidera Germán Martínez, el ex de la Función Pública, de manera tal que nadie en el interior del partido pone en duda el peso de su presencia.
¿Que no..? Habría que pasar revista a los nombres y las “agarraderas políticas” de todos y cada uno de quienes hoy, en calidad de titulares, despachan en Fortalecimiento Interno, Elecciones, la Tesorería y, obviamente, la Secretaría General Adjunta del blanquiazul, desde donde, lo hemos señalado con anterioridad, el fontanero Manzanera Quintana opera los asuntos que interesan al ahora presidenciable y, eventualmente, a su jefe.
Hoy, entonces, de concretarse el tan anunciado arribo de Mouriño a Covián, podremos afirmar ya con plena certeza que tenemos candidato o, al menos, precandidato “azul”. ¿No...?
Enrique Aranda Pedroza, “De naturaleza política” Excélsior, 16 de enero.

¿Usted recuerda una iniciativa o lance político relevante del diputado local o del diputado federal Mouriño? ¿Recuerda alguien un puesto relevante que lo haya hecho acreedor de la experiencia que reclama la titularidad de Gobernación? Algo debe tener, dicen los escépticos y hasta uno que otro malqueriente.
Y sin duda que algo tiene el señor Mouriño como para que Felipe Calderón haya decidido —al parecer— seguir la misma ruta que transitó Vicente Fox respecto a la titularidad de la Secretaría de Gobernación. Sí, vale recordar que Fox colocó en esa estratégica posición a uno de sus hombres más cercanos, Santiago Creel, al que cuidó y estimuló para buscar la sucesión presidencial por el PAN. Hoy Felipe Calderón llevó al mismo cargo, la titularidad de Gobernación, a su amigo y estrecho colaborador, Juan Camilo Mouriño. Incluso desde la casa presidencial se estimula la especie de que Juan Camilo es algo así como el “delfín” presidencial de Felipe Calderón. Frente a esa realidad, vale una pregunta obligada: ¿por qué esa suerte de “acto reflejo” o hasta debilidad de lo más alto del poder? Nadie lo sabe.
En todo caso, lo que sí sabemos es que las preguntas debieran ser formuladas en otra dirección: ¿es Juan Camilo Mouriño el Santiago Creel del segundo gobierno consecutivo de los azules, o es que ya se le olvidó a Felipe Calderón que fue víctima de esa debilidad que muestran los huéspedes de Los Pinos, la de imponer a su sucesor y privilegiar a los amigos por sobre la experiencia y los resultados probados
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 20 de enero.

Las reacciones de la prensa extranjera.
En junio pasado Juan Camilo Mouriño estuvo en Galicia donde su padre es propietario del Celta de Vigo, un equipo de futbol de larga historia y que en aquella ocasión descendió a la segunda división española. Allí fue entrevistado por F. Franco, de El Faro de Vigo, que publicó esa conversación el 10 de julio de 2007. En aquella nota el periodista describía así a Juan Camilo Mouriño: “Un hombre que ha llegado a tales responsabilidades en el gobierno de un país tan grande y tan complejo tiene que tener por fuerza una buena mano izquierda para conciliar, mano derecha para golpear la mesa cuando la ocasión lo exija y, en síntesis, notorias habilidades políticas para poner la brújula en una geografía cultural y sentimental tan rica, diversa e intensiva (a veces de cuidados intensivos) como la mexicana. Sin embargo, el hombre que tenemos delante en el salón de esa casa viguesa y paterna de Saiáns que un día fuera del alcalde Soto, con las islas Cíes al fondo de la mirada, exhibe una sencillez en las formas que no casa con esa etiqueta de Supremo Deshacedor que le ha puesto alguno de sus adversarios. No destaca por su elocuencia al modo de un Demóstenes pero tampoco le falta para expresar una serie de ideas claras y precisas, un concepto de país y de gobierno. Por algo le habrá puesto ahí Felipe y por algo otros no han podido evitarlo”.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y poder”, Crónica, 17 de enero.

Que “un economista madrileño dirigirá la lucha contra el crimen en México”.
Con esa cabeza, el diario El País anuncia el arribo de Juan Camilo Mouriño a la Secretaría de Gobernación.
Para El País, Mouriño es “un economista de 36 años, nacido en Madrid e hijo del dueño del Celta de Vigo”. ¡Joder!
“Trascendió”, Milenio, 17 de enero.

Para The Washington Post, la carta de navegación de Mouriño incluye reconstruir infraestructura con la oposición, factor que el diario considera como compuerta de obstrucción a las reformas cruciales desde el Poder Legislativo. Recoge, además, la opinión de expertos que consideran al ex diputado local y federal un negociador de primer nivel
“Frentes Políticos”, Excélsior, 18 de enero.

Antes de que algunos lectores arrojen lejos de sí esta página, irritados, suponiendo por el título de esta columna que haré un alegato aldeano, xenofóbico sobre el nombramiento de Juan Camilo Mouriño Terrazo como secretario de Gobernación, aclaro que sólo me refiero al modo en que una porción de la prensa española presentó tal designación. Incluyo tres de los principales diarios de Madrid y uno de la Coruña, editado en Galicia, de donde proviene la familia del nuevo huésped de Bucareli.
El País dedicó un espacio en su primera plana a Mouriño. El encabezado dice: "Un madrileño dirigirá la lucha contra el crimen en México". En la nota respectiva identifica al nuevo secretario como "un economista de 36 años nacido en Madrid e hijo del dueño del Celta de Vigo". En su nota de la página cinco la cabeza insiste: "Un madrileño dirige el Ministerio del Interior" y en la información que sigue, además de reseñar la importancia de sus funciones como jefe de la Oficina de la Presidencia, reitera su oriundez y la de su padre, Carlos Mouriño Atanes, "presidente y propietario del Celta de Vigo desde que se hizo con el mayor paquete accionarial del club de fútbol gallego por cuatro millones de euros. Mouriño Atanes emigró a México en 1978 en busca de oportunidades, cuando su hijo Juan Camilo, Iván para la familia, apenas tenía siete años. Hoy, el padre del recién nombrado ministro de Gobernación es dueño del Grupo Energético del Sureste, que controla una amplia red de gasolineras en el estado de Campeche".
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 20 de enero.

Divergentes en casi todas sus ediciones cotidianas, rivales permanentemente, El Mundo coincide en este caso con El País en el enfoque sobre Mouriño, que privilegia su liga con España: "Un gallego, ministro del Interior de México", dice el diario dirigido por Pedro J. Ramírez. En la nota se lee que se trata de "un hijo de gallegos, nacido en Madrid pero criado en México" y añade: "Aunque nació en Madrid (1971) Mouriño vivió en Vigo hasta los ocho años, fecha desde la cual se trasladó a vivir a México (1978) con su familia. Diez años después obtenía la nacionalidad mexicana y renunciaba a la española, tal como obliga la ley. No obstante, su tez blanca y unos potentes ojos verdes siguen denunciando su genuino origen gallego".
Por su parte, el conservador ABC dice que "El responsable de la política interior mexicana nació en Madrid de padres gallegos". Esta misma frase "nacido en Madrid de padres gallegos" es la primera de la información donde, al igual que en los otros periódicos citados, se recuerda que es "hijo de Carlos Mouriño, presidente del club de fútbol Celta de Vigo", y que "adoptó la nacionalidad mexicana cuando contaba 18 años". Finalmente, La opinión, diario coruñense, encabeza su nota diciendo "Calderón nombra al gallego Juan Camilo Mouriño ministro del Interior de México", y en ella se establece que "Galicia tiene representación en las más altas instancias de México" en la persona de este "economista gallego... hijo del empresario Carlos Mouriño, presidente del Celta de Vigo".
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 20 de enero.

"Un madrileño dirigirá la lucha contra el crimen en México", tituló en primera plana el diario español El País, al destacar el nombramiento del presidente Felipe Calderón en favor de Juan Camilo Mouriño como nuevo secretario de Gobernación.
Esto no debe extrañar porque la llegada de Mouriño al Palacio de Covián se produjo en medio de una de las más sangrientas olas de violencia derivada de la lucha contra el crimen organizado, cuando en sólo dos días se registraron más de dos decenas de muertos en la ciudad de Tijuana.
La percepción que refleja el diario madrileño respecto a las nuevas funciones de un funcionario mexicano de origen español, conlleva un cambio que para Mouriño no es menor, puesto que retrata la principal preocupación que existe fuera de México en torno a lo que ocurre en este país.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 21 de enero.

Mouriño se ha desempeñado como el verdadero poder bajo la sombra en su cargo de jefe de la oficina de la presidencia e identificado como el hombre de mayor confianza del presidente Felipe Calderón, refiere El País y subraya que, desde ahí, el joven funcionario (36 años de edad) tenía interlocución y poder de decisión con gobernadores, legisladores, sindicatos, empresarios, iglesias y partidos políticos.
En adelante, o al menos así se percibe en el exterior, Mouriño será el jefe de la campaña contra el crimen organizado, lo que implica que en sus funciones estará la de guiar el Centro de Investigaciones y Seguridad Nacional (Cisen) y, desde ahí, coordinar a las distintas instancias que participan en la "guerra contra los criminales", declarada por el presidente Calderón en el arranque su mandato.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 21 de enero.

Una paradoja del caso Mouriño es que la prensa española fue la más entusiasta promotora de los detalles que alimentan las suspicacias. Ellos son los que discutieron si Juan Camilo es madrileño o gallego; ellos son quienes toman a los Mouriño como una reencarnación del "mito del indiano": el inmigrante que al ritmo de las "habaneras" se fue a América con una mano delante y otra atrás, que logró fortuna y que regresó al terruño a presumirla. En este caso el papá del flamante secretario de Gobernación se dio el gusto de comprarse un equipo de futbol -el Celta de Vigo.
La izquierda mexicana tiene mucho de criticable y el PRD debería utilizar el caso Mouriño para deslindarse de la xenofobia de algunos de sus militantes. Sin embargo, es poco serio endilgarle acusaciones sin fundamento que en algunas frases parecieran los desahogos de entripados ideológicos.
Sergio Aguayo Quesada, Reforma, 22 de enero.

El equipo de Mouriño.
DE SU PARTE…Abraham González no dejó de pregonar, desde su llegada a la Subsecretaría de Gobierno, que quien lo había proyectado para tan elevada responsabilidad había sido... Juan Camilo Mouriño Terrazo… Hoy, probablemente, se dará a conocer que don Abraham será sustituido por el senador mexiquense Ulises Ramírez…
Leopoldo Mendívil, “Crónica Confidencial”, Crónica, 16 de enero.

Las reacciones sobre el cambio del jefe de Bucareli se dieron en cascada en el terreno político. Por ejemplo, un correo electrónico circuló entre distinguidos panistas, para felicitar al senador Ulises Ramírez, un hombre cercano a la casa presidencial, y que coordinó la campaña electoral de Calderón en el estado de México. Además de felicitarlo por su nombramiento como “subsecretario”, el documento juega con futuras aspiraciones: esa es la mejor plataforma para su candidatura a la gubernatura del estado de México.
Hasta algunos priístas se conmovieron. Reacio a los nexos con algunos funcionarios federales del PAN, el gobernador de Sonora, Eduardo Bours, cambió su tono: “Tengo amistad con Juan Camilo (Mouriño) espero que le vaya bien más allá de las amistades”, exclamó
“Bajo reserva”, El Universal, 17 de enero.

De la mano con ello, otro desafío es la reconfiguración de la Secretaría de Gobernación. Mouriño deberá cambiar a casi todo el equipo de ahí. Salvo unos pocos casos, éste se había conformado por antiguos colaboradores de Francisco Ramírez Acuña: con la salida del ex gobernador, no tiene demasiado sentido que ese mismo equipo siga en sus actuales responsabilidades, más aún cuando, si nos basamos en el discurso de Ramírez Acuña, del miércoles pasado, se puede detectar que la salida no fue tan tersa como se ha dicho: no dejó de llamar la atención, por ejemplo, la alta autocalificación que se otorgó Ramírez Acuña en su discurso, misma que no coincide con el tono ni el mensaje que envió el Presidente. Lo cierto es que, independientemente de todo ello, Mouriño necesitará designar un equipo de mucho peso y capacidad de operación en la Segob para llenar las expectativas y las atribuciones que le otorgó el mandatario el miércoles, al darle posesión del cargo
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 18 de enero.

Y precisamente para evitar nuevos tropiezos, el presidente Felipe Calderón blindó a Mouriño en la Secretaría de Gobernación. Colocó a un hombre con una larga carrera en el ámbito de la comunicación, principalmente en algunas embajadas claves de México en el mundo. Miguel Monterrubio se sumó al equipo de Calderón como responsable de la prensa internacional, luego de haber estado al frente de las oficinas de información en las embajadas de México en Roma, Londres y Washington. Al parecer, nunca hubo queja de su trabajo. Ahora se encargará de la comunicación social en Gobernación. Nos aseguran que Monterrubio se enfila a nuevos cargos en el gobierno federal
“Bajo reserva”, El Universal, 19 de enero.

Tal parece que el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, está decidido a dejar sin personal a la residencia oficial de Los Pinos.
El mismo día que tomó posesión, nombró director general de Comunicación Social a Miguel Monterrubio, quien se desempeñaba como director de Atención a Medios Internacionales de la Presidencia.
Y ayer nombró como oficial mayor a Ignacio Abel Cuevas Melo, quien ocupaba el cargo de coordinador de agenda, audiencias y eventos.
Con los altos funcionarios han salido de Los Pinos varios mandos medios y trabajadores de tropa, y se habla de que saldrán otros más.
Pepe Grillo, Crónica, 20 de enero.

Las aguas en Gobernación no terminan por serenarse. Con la llegada de su nuevo titular, Juan Camilo Mouriño, era más que previsible que se dieran nuevos nombramientos. Ayer fue designado Abel Cuevas Melo como nuevo Oficial Mayor de la dependencia, en sustitución de Juan José Rubio. Antes, había nombrado a Abraham Cherem como secretario particular, en sustitución de Édgar Suárez; y a Miguel Monterrubio, ahora director general de Comunicación Social, en sustitución de Fernando Arias. Faltan por conocerse los nombres de los nuevos subsecretarios
“Frentes Políticos”, Excélsior, 20 de enero.

Que, por lo pronto, son tres ya las personas del primer círculo de Mouriño que “emigraron” de Los Pinos al staff del Palacio de Covián.
Además de Miguel Monterrubio, director general de Comunicación Social, y Abraham Cherem, secretario particular de Mouriño, el coordinador general de Eventos y Giras de la Presidencia, Abel Cuevas Melo, es ya el oficial mayor de la secretaría.
Pero como en Siempre en Domingo, aún hay más.
“Trascendió”, Milenio, 20 de enero.

El grupo compacto de Los Pinos pone blindaje político y jurídico a don Iván. El círculo del secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, se muda de la casa presidencial a Bucareli. Los cambios se acercan: Armando Salinas Torre, El Charro, dejará la Subsecretaría de Enlace Legislativo. El espacio será ocupado por un ex legislador de Michoacán. Hay una sorpresa que se viene cocinando: la llegada de Daniel Cabeza de Vaca, actual consejero jurídico de la Presidencia, a la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos, nos informan.
Fuera del escrutinio público, Alejandro Poiré se integrará oficialmente a la Unidad de Gobierno. Este hombre era el asesor político de Mouriño en Los Pinos. Tome su nombre bajo reserva porque jugará un papel estratégico en el Palacio de Covián, nos dicen
“Bajo reserva”, El Universal, 21 de enero.

Y mientras se ajustan en Los Pinos, en la Secretaría de Gobernación se espera que esta misma semana se den algunos cambios en las subsecretarías.
Mouriño sustituyó al Oficial Mayor y al Director de Comunicación, pero están por darse los cambios en las subsecretarías.
Entre los nombres que se barajan para incluirse como nuevo funcionario de Gobernación está el del diputado michoacano, Rubén Carvajal, quien presume también de cercanía con el hoy Presidente.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 22 de enero.

POR CIERTO que en esto de los reacomodos, hubo uno en Gobernación que causó harta extrañeza.
ES EL DE Abel Cuevas, quien fue designado por Mouriño como nuevo oficial mayor de Bucareli.
EL DESCONCIERTO OBEDECE a que quienes conocen al flamante funcionario dicen que fue pieza clave para la recolección de votos en Veracruz durante la campaña de Calderón a la Presidencia.
DE AHÍ QUE se pregunten, ¿cuáles serán entonces sus tareas en la Secretaría de Gobernación?
YA SE HABÍAN TARDADO: algunos malosos andan diciendo que Juan Camilo Mouriño va a encargarse de las ceremonias del Bicentenario.
¿POR QUÉ? Pues para que cuando se hable de la Independencia de México, también se incluya el punto de vista ¡de España!
F. Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 22 de enero.

Que Juan Camilo Mouriño ya tiene listo al relevo de Abraham González en la Subsecretaría de Gobierno de la Secretaría de Gobernación.
Se trata del senador del PAN Ulises Ramírez, presidente de la Comisión de Seguridad Pública y ex alcalde de Tlalnepantla, quien además de ser el contacto con el gabinete de Seguridad Nacional, investigaría el caso del boom que tienen las casas de juego en el país.
Un caso en el que Abraham González podría salir más que rasguñado.
“Trascendió”, Milenio, 24 de enero.

Que hoy mismo llegaría a la Secretaría de Gobernación Daniel Cabeza de Vaca para asumir la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos. Cabeza de Vaca ocupó ya ese cargo durante la gestión de Santiago Creel y, para quien no lo recuerde, fue el segundo procurador general de la República en el sexenio de Vicente Fox. Al día de hoy sigue siendo consejero jurídico de la Presidencia de la República.
“Trascendió”, Milenio, 25 de enero.

Juan Camilo no tiene facultades para nombrar, como señaló irresponsablemente el boletín de la Segob, a su Oficial Mayor, sorry kid, es designación presidencial.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 25 de enero.

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