RELEVOS EN EL GABINETE PRESIDENCIAL. 9. FELIPE CALDERÓN.

Los 61 comentarios que se presentan a continuación, 11.57% de los 527, se concentran en las razones e implicaciones del Presidente Calderón para hacer los cambios con miras a los escenarios futuros.

Con la mira puesta en las elecciones intermedias de 2009 y en la continuidad del poder panista, el titular del Ejecutivo realiza un ajuste estratégico en su equipo de gobierno y se desprende de pesos muertos, cuotas sectarias o compromisos partidistas. En el segundo año de administración, el de la consolidación, Felipe Calderón está dispuesto a tomar las riendas, apretar tuercas y tornillos, rectificar decisiones erradas o cálculos contrariados
Alfonso Zárate, “Usos del poder”, El Universal, 16 de enero.

Felipe Calderón venía del anárquico estilo Montesori de su antecesor, que extendió a su equipo, según el mismo Fox, un contrato de seis años y por eso, desde esa impunidad política, el desorden y la ineficacia.
No obstante, realizó algunos cambios en su gabinete, siendo el más traumático el del mismo Calderón en mayo de 2004, después de la comida-destape de Francisco Ramírez Acuña, gobernador de Jalisco, a la que siguió el reproche público de Fox y su inevitable dimisión a la Secretaría de Energía.
Calderón, recuerdo una conversación en los días previos a la toma de posesión, ya presidente electo, hizo saber a los integrantes de sus gabinetes, legal y ampliado, que formaban parte de un equipo de transición, que nadie, como en el pasado reciente, tenía un contrato sexenal más que él, y que su permanencia dependería de los resultados y de las necesidades políticas.
Joaquín López Dóriga, “En privado”, Milenio, 16 de enero.

Los movimientos de Felipe Calderón en su tablero colocan en la línea de fuego, por fin, a quienes siempre han sido los hombres del Presidente. En silencio reconoce que algo no funcionó y deja las posiciones clave en sus allegados. Ya trazaba directrices pero, ahora, Juan Camilo Mouriño ocupa el despacho oficial donde se toman las decisiones y se ajusta la conducción política del país. ¿El brazo social? Ernesto Cordero. Calderón ya había recuperado el partido para uno de los suyos: Germán Martínez Cázares
“Frentes Políticos”, Excélsior, 16 de enero.

Los oportunistas políticos dentro del PRD aprovecharon la ocasión para darle un llegue a Zavala, diciendo que no tiene vocación social y algunas otras afirmaciones como decir que la castigaron por los malos resultados electorales (haciendo suponer que se usaran los programas sociales para ganar contiendas), que realmente no tienen ningún fondo y que se irán muriendo en los próximos días.
Aquí lo importante son las razones del enroque. En esta columna hemos señalado una y otra vez que la estrategia de Felipe Calderón ha consistido en consolidarse primero en el gobierno y terminar asumiendo todas las riendas del país después de las elecciones de 2009, y a partir de ahí lanzar una gran batería de reformas nacionales
Para lograr este objetivo es necesario no solamente una buena coordinación con el PAN, encabezado por Germán Martínez, sino además tener un mayor músculo en el Congreso de la Unión. Así las cosas, el mandatario ha dejado claro que los cuadros del partido trabajen de tiempo completo ahí y que los funcionarios públicos se dediquen a servir al país.
David Páramo, “Personajes de renombre”, Excélsior, 16 de enero.

Su primer cambio fue el de Germán Martínez, quien dejó la Función Pública para irse a dirigir el PAN; el segundo ayer, el de Beatriz Zavala, que pasa por la funcionalidad, aunque le dieran la salida de irse al gabinete político del PAN y regresar al Senado, del que tenía licencia, y el tercero, el más trascendente, se dará a conocer hoy a las ocho de la mañana, cuando el presidente Calderón anuncie en Los Pinos a Juan Camilo Mouriño como su nuevo secretario de Gobernación, en lugar de Francisco Ramírez Acuña.
Y con esto habrá abierto la baraja de la sucesión a tres, Germán Martínez desde el PAN, Ernesto Cordero en la Sedesol y Mouriño desde Gobernación, función que cumplía desde Los Pinos.
Desde hoy tendrá balcón y reflector propios.
Pero le apretarán la mira.
Joaquín López Dóriga, “En privado”, Milenio, 16 de enero.

La particularidad de la verdad, mi estimado, es que no necesita otra prueba más que la verdad. Felipe Calderón comienza a abrir sus simpáticas barajas rumbo al lejano 2012. Con Ernesto Cordero, sucesor de la megainútil de Beatriz Zavala, el inquilino de Los Pinos empieza a cumplir aquella divertida promesa de que su gabinete sería uno “de transición” para enfrentar los primeros 18 meses de su gobierno.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 16 de enero.

IGUALITO que al Chavo del Ocho, al presidente Felipe Calderón se le chispoteó el reacomodo de su equipo de colaboradores.
ORIGINALMENTE la idea era anunciar todo el paquete de cambios, con sus respectivos relevos, ayer por la mañana.
SIN EMBARGO, la remoción de Beatriz Zavala tuvo que adelantarse un día para que no quedara descobijada.
SEGÚN ESTO, el anuncio se hizo el lunes desde Guatemala con el único objetivo de que el CEN del PAN pudiera acogerla en su sesión nocturna.
PERO LUEGO la cosa se complicó cuando Francisco Ramírez Acuña se puso rejego para dejar su despacho en la Secretaría de Gober- nación y, según esto, entró en un incómodo estira-y-afloja con su jefe el Presidente.
Y ES QUE el jalisciense no sólo no tenía ganas de irse, sino que además ni siquiera estaba enterado de su renuncia pues todavía el viernes pasado estuvo llenando su agenda de compromisos como titular de Bucareli.
COMO QUIERA esta mañana Juan Camilo Mouriño tomará las riendas de Gobernación, dejando la Oficina de la Presidencia de la República.
ASÍ QUE lo que debió haber sido un relevo de terciopelo, terminó convirtiéndose en un enredo que, en principio, se resolverá hoy cuando Ramírez Acuña regrese a la perla tapatía.
F. Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 16 de enero.

Hace varios meses decíamos en este espacio que uno de los principales problemas de diseño estructural del gobierno de Felipe Calderón era que, bien cubiertas, las áreas de seguridad, hacienda y política exterior, toda administración debía basarse en tres pilares: el partido en el poder, la gobernabilidad y la política social. Y que, por diferentes razones, ninguna de esas tres áreas estaban funcionando adecuadamente o se mantenían bajo el control del presidente Calderón.
Ya no es así: hoy esos tres pilares están cubiertos por quienes son tres de los hombres de mayor confianza del presidente Calderón, quienes han trabajado con él, no desde su llegada a Los Pinos, sino desde muchos años atrás. En diciembre, Germán Martínez se convirtió en presidente nacional del PAN y esta misma semana designó una comisión política de buen nivel que buscará, luego del oscuro periodo de Manuel Espino, tratar de que el panismo recupere su nivel. A la Sedesol llegó otro hombre cercanísimo desde hace años a Calderón: Ernesto Cordero. Y se confirmó ayer el reemplazo de Francisco Javier Ramírez Acuña y la llegada de quien ha sido, hasta ahora, el principal operador del Presidente, Juan Camilo Mouriño, a la Secretaría de Gobernación.
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 17 de enero.

No parece haber duda sobre los motivos de Felipe Calderón para designar a Juan Camilo Mouriño en Gobernación. El presidente despliega una ambiciosa operación para controlar, a través de sus más allegados, posiciones claves de la conducción gubernamental. Colocó en Desarrollo Social a Ernesto Cordero, fiel colaborador suyo durante todo el sexenio anterior. Ahora pone como responsable de la política interior a su hombre más cercano.
Mouriño, por lo general, se ha mantenido a la sombra de Calderón. Por eso la edad, y especialmente su rápida trayectoria por unas cuantas responsabilidades públicas, obligan a tener dudas sobre la idoneidad para ese cargo del nuevo secretario de Gobernación.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y poder”, Crónica, 17 de enero.

Los ajustes en el gabinete fue el tema del día en el Senado y en la Comisión Permanente, todos nos hablan del desgaste en el equipo del presidente Felipe Calderón, pues con una sola jugada arma un equipo con el cual se entienda mejor, al que le tenga confianza. De una buena vez sentó en los sitios claves a los ejes fundamentales para sus estrategias y proyecciones para los próximos cinco años.
Germán Martínez, Ernesto Cordero y Juan Camilo Mouriño, son jóvenes, pero no por ello inexpertos ni mucho menos nuevos en la actividad política. El trío cuenta con carrera en las filas del panismo, dos de ellos pasaron ya por puestos legislativos, mientras que Ernesto Cordero acompañó a Calderón en su breve paso por la administración federal.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 17 de enero.

La confirmación de Juan Camilo Mouriño como Secretario de Gobernación representa el fin de la primera etapa del gobierno de Felipe Calderón y el inicio de otra en la que el jefe del Ejecutivo estaría ya tratando de hacerse del control total del gabinete.
Y es que Calderón, como reconocía ayer un viejo militante del PAN, llegó a la Presidencia con un cúmulo de compromisos políticos a los que tuvo que responder.
Un compromiso evidente, por ejemplo, lo tenía con el exsecretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, que fue quien lo destapó como candidato presidencial en contra de los designios del entonces presidente Vicente Fox Quesada.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 17 de enero.

Pero la ausencia o escasez de adiestramiento específicamente político sí puede ser una desventaja costosa para el Presidente y, por lo tanto, para el país.
El nuevo secretario de Gobernación no es bisoño en esas lides pero tampoco se le ha conocido vuelo propio. Fue diputado local y luego federal, por el PAN, hace dos legislaturas. Allí conoció a Calderón. Encabezó la Comisión de Energía en San Lázaro y formó parte de la Comisión Permanente entre 2001 y 2002. En esas tareas Mouriño tuvo un perfil bajo. Sólo en contadas ocasiones ocupó la tribuna, entre otras en diciembre de 2001 para proponer el horario de verano y, ocho meses después, en una comparecencia del entonces secretario de Energía, Ernesto Martens. En abril de 2003 el diputado Mouriño pidió licencia para competir por la presidencia municipal de Campeche pero perdió esa elección. Calderón lo nombró asesor suyo cuando ocupó la Secretaría de Energía y en 2004 lo hizo subsecretario de Electricidad. Luego fue el primer coordinador de la campaña presidencial.
Allí y cuando encabezó la Oficina de la Presidencia, Mouriño fue circunspecto. Contribuyó a cabildear las iniciativas gubernamentales y a construir puentes en los difíciles meses inaugurales de la nueva administración. Paradójicamente se supo más de su enfrentamiento con Manuel Espino, a quien se empeñó en desplazar de la dirección nacional del PAN, que de su trato con otros partidos.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y poder”, Crónica, 17 de enero.

Los profesionales del aplauso celebran la forma como el Presidente se va haciendo del poder en un ámbito donde nadie habría supuesto necesario hacerlo. Ya tiene el control del gabinete, dicen; ya tiene el mando del partido pero en esta jubilosa confirmación de reciente potencia política, no se dan cuenta del contrasentido: los problemas del país no son los problemas del Presidente.
Si no contaba con un secretario de Gobernación afín a su pensamiento y ahora sí lo tiene, tan peregrina interpretación nada más, nada más nos viene probar cómo la política interior estuvo mal atendida o al garete durante todo un año; o sea, la sexta parte del su mandato.
Y lo mismo vale para las fidelidades hoy celebradas en otras áreas, cuya novedad significa haber vivido rodeado de sombras, no de útiles y auténticos colaboradores, al menos en las áreas donde ahora se toma, un poco tarde según vemos, el control de las cosas.
Y eso quién sabe, pues el mecanismo de la campaña se comienza a dar en la Presidencia: borrón y cuenta nueva.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 17 de enero.

Los analistas de café, de ésos que siempre acompañan las buenas reflexiones con una tacita de expreso cortado, advierten que el primer año de Felipe Calderón pagó facturas. Y en el segundo año ya se apropió de un partido que no tenía con un dirigente -Germán Martínez Cázares- que le ofreció al michoacano el partido.
Felipe Calderón está construyendo un gobierno ideal, pero siguiendo el modelo priista.
Y si no que le pregunten a los panistas que trabajaron cerca de Manuel Espino, ¿dónde están?
Por eso, los teóricos del expreso cortado aseguran que Felipe Calderón está construyendo "el calderonismo", o mejor dicho, está en obras para intentar crear la República calderonista.
El problema para alcanzar esos objetivos es que el calderonismo no es el PAN, que el ala dura de los panistas no simpatiza con el manejo de Calderón y que el michoacano tiene una oposición fuerte, sobre todo la priista.
Jesús Sánchez, “Recuento Político”, El Financiero, 17 de enero.

Igualmente, Calderón asumió un compromiso con la llamada "cuota de género" que lo obligó a integrar a tres mujeres en igual número de secretarías de Estado: Josefina Vázquez Mota en Educación, Beatriz Zavala Peniche en Sedesol y Patricia Espinosa en Relaciones Exteriores.
Ahora, esta cuota de género se descompensó con la remoción de Zavala y su sustitución por Ernesto Cordero Arroyo.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 17 de enero.

En una de las primeras decisiones políticas y sobre todo estratégicas de su sexenio, Calderón mandó también tres señales muy claras: puso a Juan Camilo Mouriño como el contrapeso del senador priista Manlio Fabio Beltrones, dejó entrever que se meterá a fondo en las reformas para quitarle el monopolio a la junta civil de gobierno y convertirá a la Secretaría de Desarrollo Social -que Beltrones quería desaparecer- en la pieza fundamental de su administración y por tanto en la clave del 2012.
En una jugada típicamente salinista, Calderón se adelantó a Beltrones con una nueva figura en Gobernación y a López Obrador con el fortalecimiento de la Sedesol. Y si se agrega la designación de Dionisio Pérez-Jácome como subsecretario de Egresos, entonces también se vio muy echeverrista al manejar la política, la economía y el desarrollo social desde Los Pinos. Si la reforma del Estado pensaba en un jefe de gobierno, Calderón mandó a su jefe de la oficina de la presidencia a convertir a Gobernación en la jefatura de gobierno. Y sin necesidad de reforma.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 17 de enero.

La primera gran manifestación de este “destape” son los relevos en el gabinete. Como varios analistas habían previsto, ya hay cambios en el equipo del Presidente. El primer cambio es el de Beatriz Zavala, secretaria de Desarrollo Social, quien ha sido sustituida por un hombre del Presidente: Ernesto Cordero. Más significativo es el cambio en la Secretaría de Gobernación. Francisco Ramírez Acuña, quien tuvo el gran mérito de destapar a Calderón para la Presidencia cuando sus bonos no estaban muy altos, pero que nunca le encontró la cuadratura al círculo en las oficinas de Bucareli.
Su sucesor, Juan Camilo Mouriño, es, a no dudarlo, “el hombre del Presidente”, su mano derecha y su operador político y será una pieza clave en las negociaciones con el Congreso en 2008. Se podrá criticar la falta de experiencia de Mouriño, pero lo que sí está claro es que después de siete años de tener secretarios de Gobernación de bajo perfil, ahora habrá en Bucareli alguien que se tomará en serio su chamba. El sexenio acaba de comenzar
Jorge Chabat, El Universal, 17 de enero.

Los movimientos llegaron, para Calderón, justo a tiempo: la reforma electoral había fracasado por el juego de engaños del PRD, la inflexibilidad del PRI y la pasividad del PAN, se empantanó la reforma del Estado que pretendía disminuir la presidencia y designar en el Legislativo a un jefe de gobierno y la urgencia de las reformas energética y laboral estaba adelantando posiciones de chantaje del PRI y del PRD. Por eso Calderón dio los pasos para asumir el control del PAN, poner en Gobernación a su brazo derecho y negociador personal y a su economista de cabecera en la Sedesol y mantuvo el control clave de egresos de Hacienda para el gasto social sin obstáculos.
Lo interesante del asunto es que esas cuatro posiciones tienen desde ahora a tres precandidatos presidenciales: Germán Martínez, Ernesto Cordero y Juan Camilo Mouriño.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 17 de enero.

La convicción en el gobierno de que el panorama económico y social para este año se presenta “complicado”, hace que el Presidente decida que es momento de cohesionar a su equipo, deshacerse de los “secretarios de compromiso o de cuota” y colocar a sus hombres de confianza en las posiciones clave. La administración calderonista se pertrecha y se prepara para enfrentar un año que saben difícil, pero también que será clave para definir el panorama con el que el PAN llegue a las codiciadas y estratégicas elecciones intermedias de 2009.
Para decirlo llanamente: Calderón sabe que de su desempeño este año, particularmente complejo, dependen sus posibilidades de aspirar a ganar una mayoría en el Congreso federal en los comicios del próximo año.
A eso van Mouriño a Gobernación y Ernesto Cordero a la Secretaría de Desarrollo Social. Uno, a rescatar un área estratégica para el control político y de seguridad nacional; y el otro, a preparar el fértil terreno de la política social para que el PAN aspire a cosechar votos en 2009
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Universal, 17 de enero.

Ahora Calderón toma la iniciativa, acicateado por la intención de la reforma priista de anular al presidente de la República y de otorgarle el poder al Legislativo. Y Calderón también tomó la decisión de hacer los cambios por la debacle electoral del PAN, ante la expectativa de buscar la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados en el 2009 como una forma de asegurar espacios para 2012.
En este contexto, Calderón movió sus piezas con una doble intención: retomar parte de la iniciativa y restaurar la relación presidencia-PAN que hasta los priistas -que inventaron la relación PRI-presidente- estaban denunciando como una forma de aislar la movilidad política de Calderón. Hasta ahora, las reformas políticas estaban en manos de Beltrones. Ahora Calderón le puso un contrapeso con Mouriño
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 17 de enero.

La estrategia del presidente Calderón es clara. Interlocución hasta donde se pueda. El propio Juan Camilo lo dejó ver en sus primeras palabras como secretario de Gobernación. “Buscaré seguir promoviendo el diálogo y el acuerdo entre los Poderes de la Unión, particularmente con el Congreso, a fin de avanzar en las reformas necesarias para el país. De inmediato estableceré los contactos pertinentes, y mantendré abiertos todos los canales de diálogo para favorecer el entendimiento, la colaboración y la construcción de acuerdos”, dijo.
Y, como vimos, lo hizo.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 17 de enero.

Se podrá argumentar que no son cambios tan trascendentes porque, en última instancia, es el mismo equipo, pero distribuido y con responsabilidades parcialmente diferentes. En realidad es un cambio tan profundo como aquel que generó Calderón para estas mismas fechas, hace dos años, al reconocer que había cosas que no funcionaban y ajustó su equipo de campaña. En esta oportunidad, el Presidente contará por primera vez con un gabinete casi completamente suyo y tendrá funcionarios que dejarán el bajo perfil y deberán asumir su responsabilidad, con el protagonismo bien entendido que ello requiere. Hasta ahora, sin esos tres pilares, el presidente Calderón obtenía beneficios, mas también asumía, sin intermediarios, todos los costos: desde las derrotas electorales panistas hasta una política social en la que salían más beneficiados los gobernadores y los alcaldes que el gobierno federal; desde una Secretaría de Gobernación por donde no pasaban ni las negociaciones ni la interlocución hasta una oficina en Los Pinos que comenzaba a recibir golpes de los que no podía defenderse. Ese ciclo se ha cerrado. El presidente Calderón tiene cubiertas ya las áreas de seguridad, las financieras y las hacendarias, la política social, la exterior, la educación, el trabajo, la gobernabilidad y su partido. Es verdad que quedan huecos o posiciones que no terminan de funcionar adecuadamente o trabajan con una agenda más personal que de gobierno, pero los capítulos centrales de la administración ya están cubiertos por hombres y mujeres que son parte del equipo real de Calderón y entienden y asumen su forma de ejercer el poder.
Ello provoca otro efecto no menor: abre la baraja de posibilidades políticas. Se dirá que ello es futurismo y es verdad, pero también lo es que la política y el poder se basan en buena medida en la generación de expectativas. Un Presidente, por lo menos en nuestro sistema político, puede ejercer mejor el poder cuando tiene verdadero control, mas también si hay, en su equipo más cercano y en el gabinete, personajes que se perciben con futuro político real. Hoy, Felipe Calderón tiene varias opciones que mostrar en ese sentido: Mouriño, Cordero, Germán, Carstens, Josefina, Lozano y otros que están allí y pueden crecer en el futuro. Eso le permite distribuir responsabilidades, contar literalmente con fusibles que sean a su vez interlocutores y responsables ante y del Presidente, con distintos sectores, y consolidar su propio ejercicio del poder.
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 17 de enero.

Los cambios en el gabinete de Felipe Calderón eran inaplazables. El desempeño de Beatriz Zavala no estaba a la altura de lo que en Los Pinos querían con respecto al Desarrollo Social, mientras que la figura de Francisco Ramírez Acuña en Gobernación, simplemente, había pasado a segundo término. Hoy entran al relevo los hombres del Presidente.
A nadie sorprende ni la llegada de Ernesto Cordero a la Sedesol ni la de Juan Camilo Mouriño a la Secretaría de Gobernación. Ambos son muy cercanos al ánimo presidencial y gozan de la más absoluta de las confianzas. Seguramente Calderón se sentirá más a gusto con ellos en carteras clave del gabinete.
Con estos nombramientos, Calderón cierra una pinza fundamental: tener a sus hombres en áreas estratégicas del gobierno federal, como lo es el gasto social, por un lado, y el control de la política interna, por el otro. Tanto el combate a la pobreza como la relación con los partidos y el Poder Legislativo, son aspectos que cualquier mandatario debe mantener bajo control mayor.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 17 de enero.

Felipe Calderón comienza a concretar un ambicioso proyecto sexenal que desde la campaña dejó claro: el relevo generacional de la clase política. Primero fue Germán Martínez, a quien colocó como secretario de paso en la Función Pública, pero lo puso como su alfil al frente de su partido político, Acción Nacional. Anteayer, a Ernesto Cordero, a quien tenía en reserva en una Subsecretaría en Hacienda, pero a quien desde el primer minuto del sexenio se le veía al frente de la política social. Y, finalmente, la carta fuerte: el hombre más cercano al Presidente, el que fue su coordinador de campaña y más tarde jefe de gabinete en Los Pinos.
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 17 de enero.

En los temas fundamentales de la operación del gobierno no debe haber ninguna duda en torno a que Calderón ahora tiene un equipo con el que se siente mucho más cómodo y que comparten una visión común.
No dude que, dada la coyuntura, habrá otros cambios en el gobierno y que el Presidente tomará la decisión correcta: trabajar con aquellos a quienes conoce, comparten el proyecto y se han probado en los dos lados de la rueda de la fortuna.
David Páramo, “Personajes de renombre”, Excélsior, 17 de enero.

Calderón ha ido acomodando poco a poco sus piezas. A sus tres cercanos ya los tiene en posiciones clave: Mouriño en Gobernación, Germán Martínez en la presidencia del PAN y César Nava, seguramente, en la Oficina de la Presidencia. El control es absoluto. Hoy nadie duda de quiénes son los hombres del Presidente y hay que añadir también la llegada de Ernesto Cordero a la Secretaría de Desarrollo Social. El equipo está completo.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 17 de enero.

El presidente Felipe Calderón Hinojosa reafirma que el control de los asuntos políticos está en Los Pinos, como hace muchos años el entonces mandatario Luis Echeverría dijo que Hacienda se manejaba desde la sede presidencial
Miguel Ángel Rivera, “Clase Política”, La Jornada, 17 de enero.

En fin, Calderón, que al terminar noviembre no tenía cartas sucesorias en la mano, lo que algunos le reprochaban, ya tiene tres y a la vista, lo que otros ahora le reprochan.
Pero esa es la política y así son los políticos.
La carrera es de resistencia, de mucha resistencia, y parecería que Gobernación, donde los logros son que no pase nada, no es hoy la mejor plataforma, pero lo es, al fin y al cabo.
Joaquín López Dóriga, “En privado”, Milenio, 17 de enero.

Muy difícil debió ser para el presidente Felipe Calderón desprenderse de dos de sus cercanísimos colaboradores. Sin embargo, como estrategia y viendo al papel que harán Juan Camilo Mouriño y Ernesto Cordero en Gobernación y Sedesol, respectivamente, es impecable e incuestionable. Tendrá en ellos un apoyo fundamental.
Oscar Mario Beteta, “En petit comité”, Milenio, 17 de enero.

En los últimos dos días todas las miradas se han posado sobre Juan Camilo Mouriño, el flamante secretario de Gobernación, como ‘el hombre’ del presidente. Y razones sobran como ya lo han explicado abundantemente los politólogos. Sin embargo, partiendo de la premisa de que Felipe Calderón no pondrá todos los huevos en una sola canasta, dejó sembrados, por igual, a sus amigos Ernesto Cordero, al frente de la poderosa Sedesol, y a Germán Martínez, encabezando la operación política en su partido. Allí están sus tres alfiles: en las posiciones estratégicas de su gobierno, en el —nominalmente— mejor año del sexenio, y en un momento clave de decisiones político-electorales después de un primer año exitoso en el que todos trabajaron para fortalecer la figura presidencial. Sí, Mouriño. Pero también Cordero y Martínez. No los pierda de vista.
Samuel García, “El Observador”, Milenio, 17 de enero.

Calderón ha escogido a dos de sus colaboradores más cercanos para ocupar estas responsabilidades en el gabinete y a un tercero, a Dionisio Pérez-Jácome Friscione, para reemplazar a Cordero en la Subsecretaría de Egresos de Hacienda. Quizá haya en esto también una señal. El Presidente está buscando fortalecer la lealtad y la disciplina de su equipo. Esto puede ser positivo, sobre todo después del gobierno de Vicente Fox en que cada Secretaría parecía trabajar por su lado. Pero Calderón está perdiendo la oportunidad de oír opiniones distintas, lo cual es una mala señal en apenas el segundo año de un gobierno.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 17 de enero.

En esa tesitura, Calderón concedió a Fox y a un sector del PAN una representación en su gabinete con la inclusión de Alberto Cárdenas Jiménez, en la Sagarpa y de Eduardo Sojo en Economía.
Ambas permanencias también está en evaluación.
No sería raro que Cárdenas también fuera removido aprovechando las olas en su contra generadas por el pésimo manejo informativo de la entrada en vigor del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio (TLC) y que ha encendido algunos focos rojos en el país.
Sojo también ha estado en las quinielas sobre posibles relevos, pero al parecer pasará la primera etapa de movimientos, por lo menos hasta que se le encuentre una salida digna pues no deja de ser un compromiso con la administración anterior.
Adrián Trejo, “Engrane”, El Economista, 17 de enero.

Felipe Calderón ha terminado con los compromisos y ahora, a partir de ayer, ha consolidado a un equipo de personas muy allegadas a él, que no sólo le acompañaron desde los tiempos, aparentemente ya olvidados, en los que fue despedido de la Secretaría de Energía, sino que le ayudaron a construir un proyecto político pero también una idea de gobierno.
Ver ahora como secretarios de Estado a gente tan cercana a Calderón como Ernesto Cordero y Juan Camilio Mouriño no debería sorprender a nadie. Son personas que construyeron la visión de país que se ha echado a andar desde el primero de diciembre de 2006.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 17 de enero.

Para todos los políticos, inclusive para el mismo PRD, reconocen que el presidente Calderón decidió armar su verdadero gabinete y sentó en los sitios claves, presidencia de Acción Nacional, secretaría de Desarrollo Social y en la de Gobernación, los ejes fundamentales para su estrategia y proyecciones para los próximos cinco años.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 18 de enero.

Los cambios en el gabinete anunciados esta semana por el presidente Calderón no son la conclusión de un proceso sino el inicio de una nueva etapa política o, mejor dicho, la preparación para la misma, del gobierno federal. En los próximos días y semanas la administración de Calderón tendrá que enfrentar una serie de retos a los que deberá darles respuesta: algunos de ellos son de índole interna, otros devienen, necesariamente, de encontrarle una salida a los principales temas de la agenda nacional.
En primer lugar, el presidente Calderón tendrá que definir qué hará con su equipo de Los Pinos. Hasta ahora se había establecido un mecanismo centralizado que hacía pasar por las oficinas de la Presidencia casi todos los temas centrales de la administración. Ahora deberá definir si “institucionaliza” esa relación, realizando un más intenso trabajo de gabinete, lo que se esperaría con las designaciones de Juan Camilo Mouriño y Ernesto Cordero, o si se vuelve a estructurar un nuevo equipo en la casa presidencial, con un control de ciertas áreas del gabinete que hasta esta semana dependían tácitamente de ella. Lo más probable es que exista un nuevo equilibrio en la organización del poder: no tendrían demasiado sentido las designaciones de esta semana si no ocurriera así. De todas formas, la reestructuración en el equipo de Los Pinos deberá darse. No sólo debido a las atribuciones que por ley se le han dado a esas oficinas, sino también porque al presidente Calderón, un hombre que prefiere tener un control personal y directo de la operación, ese esquema es el que le resulta más útil y eficiente. Pero el cambio tendrá que darse en un sentido distinto del que ha funcionado hasta ahora, incluido el hecho de que Mouriño no sólo se lleva la responsabilidad al viejo Palacio de Covián, sino también a una parte del equipo. Su primera designación, acertada por cierto, lo demuestra: Miguel Monterrubio pasó de Los Pinos a director de Comunicación Social de la Segob
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 18 de enero.

El señor Calderón ha decidido coger al toro por los cuernos y para ello ha dado las gracias a una secretaria y a un secretario. Fue en verdad sorprendente el movimiento. Nadie esperaba que la señora secretaria recibiera un puesto de consuelo en el partido, en su partido, que si ya andaba mal, ahora se agrandará, el desastre. Si seguimos el orden jerárquico, el partido se sitúa tras el gobierno, lo que significa que al señor Calderón el partido, y todo lo que de éste depende, le tiene sin cuidado. El otro cambio es más grave: el señor Ramírez Acuña era el hombre de la política, de su política, encargado del orden público, de la política materializada por los partidos entre otras actividades, de las elecciones cercanas; era, como dijo con toda razón un secretario de Gobernación anterior, un teléfono y un gobernador en cada estado que contestaría inmediatamente. El primer día que un gobernador no contestara se había acabado el secretario de Gobernación. Más de uno debe haberse quedado tan tranquilo oyendo sonar al aparato: en este régimen, los crímenes se contaban por docenas, la emigración de mexicanos era un desorden total, como los aeropuertos. Se puede alegar que muchos de estos problemas no eran de la incumbencia de Gobernación, pero sí era responsable de algo no material y por ello mucho más real, el orden, que en un régimen absolutamente de derechas viene en primer lugar y el señor Calderón lo sabe: su gobierno es un desorden absoluto; los crímenes aumentan día a día, el Ejército se ve obligado a dar batallas campales al narcotráfico, se debe recurrir al autoritarismo para no sacar a relucir el caso de las casas de juego, la autoridad se desmorona en pedazos. No queda sino el grupo de Los Pinos y su jefe Mouriño para simular un gobierno, contra un partido inútil.
Rafael Segovia, Reforma, 18 de enero.

El presidente de la República concluyó esta semana una serie de ajustes en el gabinete y en su partido -en ese importante trípode que es la política interna, la política social y la política partidista- y, con esa decisión pero quizá más allá de su propia voluntad, mandó un mensaje: desde su perspectiva, la circunstancia en que llegó al poder ya es otra y se siente con la fuerza suficiente para hacer más suyo el gobierno.
Ciertamente, los desplantes de Manuel Espino en el partido blanquiazul, la ineficiencia e ineficacia de Francisco Ramírez en Gobernación y la tibia actuación de Beatriz Zavala en Desarrollo Social presionaban esos cambios. El punto importante es si, efectivamente, el mandatario cuenta con la fuerza, la organización y el equipo necesarios para imprimirle su sello al gobierno.
En todo caso, esos ajustes resultarán determinantes en el curso del gobierno y en las posibilidades del calderonismo en la elección intermedia.
René Delgado, “Sobreaviso”, Reforma, 19 de enero.

Reunión en petit comité: el presidente Felipe Calderón con el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño y el dirigente nacional del PAN, Germán Martínez Cázares.
También fueron invitados los coordinadores de Acción Nacional en el Senado y en la Cámara de Diputados, Santiago Creel y Héctor Larios.
El jefe del Ejecutivo les pidió que “concluya con éxito la reforma en materia de seguridad y justicia”.
La comida se llevó a cabo un día después de la cruenta balacera de Tijuana, lo que habla de la preocupación del gobierno por el recrudecimiento de la violencia.
Está por iniciar el periodo ordinario de sesiones del Congreso y entonces sabremos si la instrucción se cumplió.
Pepe Grillo, Crónica, 19 de enero.

Que ayer en la tarde circuló en Los Pinos una Hummer del Ejército con siete elementos que portaban armas largas y estaban en posición de utilizarlas.
Es la primera vez que a plena luz del día se observa una vigilancia de este tipo.
La Hummer realizó diversos rondines, mientras en la residencia oficial comían el presidente Calderón, el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y coordinadores panistas en el Senado y la Cámara de Diputados.
“Trascendió”, Milenio, 19 de enero.

Sin explicación oficial sustantiva de por medio, el ajuste operado por el jefe del Ejecutivo permite pensar que Felipe Calderón considera estar en una mucho mejor circunstancia que aquella que marcó su ascenso al poder.
Los cambios realizados revelan, desde esa perspectiva, que el mandatario se siente mucho más consolidado en el poder y que, por lo mismo, puede dar por concluidos o saldados algunos compromisos impuestos o adquiridos al arranque de su gestión. Así, si la herencia foxista en la dirección del partido quedó superada con el traslado de Germán Martínez de la Secretaría de la Función Pública a la cabeza del partido, ahora opera cambios en el gabinete para hacer más suyo el gobierno.
El ajuste realizado en el partido no puede verse desvinculado de los que esta semana se operaron en las secretarías de Desarrollo Social y Gobernación.
René Delgado, “Sobreaviso”, Reforma, 19 de enero.

Los calderonistas no se sienten en deuda con nadie. Son pragmáticos y por eso recurren al eufemismo como ése de “aceptar la renuncia” de Beatriz Zavala y Ramírez Acuña. Les importa el resultado y no la bendición de las reencarnaciones de la madre Teresa. ¿Eso es bueno? Difícil responder. De ese cambio generacional celebro por ahora el arrojo y la distancia con el dogma y con batallas idas; asimismo, extraño la amabilidad, el gusto por el verbo bien pronunciado y la feminización de la política que los de atrás tomaron, así fuera por corrección política, porque en este club no hay lugar para la pequeña Lulú
Ivonne Melgar, “Retrovisor”, Excélsior, 19 de enero.

En todo caso, con los cambios operados, el presidente de la República ha mandado un mensaje importante dentro y fuera de su partido.
El mandatario se muestra más fuerte o más atrevido. Más consolidado en el poder, con fuerza suficiente para soltar lastre y hacer más suyo el gobierno, con posibilidad de fincar los pivotes de la política política, la política partidista y la política social que, en su combinación, constituirán el eje de la estrategia electoral del año entrante.
El mensaje es ése, el punto es si los enviados del jefe del Ejecutivo a esas posiciones claves tienen el tamaño y la talla para arrostrar ese reto y, desde luego, si entregarán los resultados esperados. Y si, en verdad, la condición del presidente de la República es otra.
René Delgado, “Sobreaviso”, Reforma, 19 de enero.

El 16 de enero de 2008 el presidente Felipe Calderón, al presentarle a la opinión pública internacional (para que le corra la voz a la nacional) al nuevo secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y al poner de realce su historial académico (egresado de la prestigiosa Universidad de Tampa, Florida), también nos hizo partícipes de su propio pensamiento y de su ideario, instancias férreamente unidas. Entre otros destellos, o, si se quiere, entre otras instrucciones, don Felipe emitió los siguientes:
—Francisco Ramírez Acuña, el secretario saliente (también, y es de suponerse, con un pasado académico irrefutable) promovió los valores de la democracia y el respeto a la legalidad, acción todavía más encomiable porque lo hizo, supongo, fuera de las horas de oficina, razón por la cual esta hazaña no se percibió.
—El reto del nuevo secretario “es transitar del sufragio efectivo a una democracia efectiva, que permita a los mexicanos disfrutar de manera tangible de los beneficios que derivan de nuestro sistema de gobierno”.
Carlos Monsiváis, El Universal, 20 de enero.

Las designaciones de Martínez, Mouriño y Cordero más allá de estilos personales o urgencias de control y eficacia (adelantar la dinámica de sucesión presidencial tiene su miga) toda vez el momentum político, lapso breve para acuerdos cruciales y, luego, periodo de confrontaciones, incluidas elecciones intermedias (presiones y conflictos), tienen la finalidad de concentrar el poder en el círculo del Presidente.
Hay una implicación directa e inmediata, pues de tener éxito, el fortalecimiento del alicaído régimen presidencialista estará en condiciones de replantear los términos de su relación —estructuralmente disfuncional, aunque coyunturalmente colaboracionista con líderes parlamentarios del PRI— con el Legislativo. Relación determinada por la debilidad presidencial (defecto de construcción 2006) y el afán reformista como premisa y proyecto de legitimidad, capitalizado por la élite legislativa (PRI y franja institucional PRD). Así, el fortalecimiento de la gestión presidencial se muerde la cola, pues tiende a modificar las condiciones del intercambio reformista: ISSSTE, fiscal, justicia penal, energética y laboral a cambio de la electoral (IFE-Cofipe), cambio de régimen (jefe de gabinete), ley de medios, excedentes fiscales y petroleros a gobernadores y demás… Alcanzar reformas por sí mismas y no en virtud de su calidad, tal como se percibe en las ya efectuadas; sin atender sus efectos perversos antiliberales: abatimiento de libertades fundamentales, como se constata en la reforma electoral —de expresión e información— y en la de justicia penal —presunción de inocencia, inviolabilidad del domicilio—.
Alan Arias Marín, Milenio, 20 de enero.

Con estos dos relevos, el gabinete de Calderón se acerca más a lo que él desea tener y se aleja de los compromisos con los que diseñó su equipo de trabajo en el inicio de su gestión. Pero también reflejan que en estas dos importantes áreas, los resultados han sido, por lo menos, menores a los esperados. Y si nos apuramos hasta podríamos decir que desalentadores. Los cambios suceden por falta de resultados para un proyecto político, son inequívoca señal de fracaso en estas dos áreas.
Luciano Pascoe, “La zanahoria del caballo”, Crónica, 20 de enero.

El reto es fundamental porque, “haiga sido como haiga sido” (frase del propio Calderón al calificar las elecciones de 2006), el sufragio efectivo, se nos dice, no es el principio sino el antecedente directo de la democracia efectiva, lo que demuestra que la democracia efectiva aguarda para realizarse a que el IFE y el Tribunal Federal Electoral practiquen su recuento de los votos que cuentan (el cúmulo de artículos y pronunciamientos televisivos) que conceden el triunfo. Además, esa democracia efectiva que, según se notifica, aún no comienza, le permitirá a los mexicanos “el disfrute tangible de los beneficios” y no, como hasta ahora, el disfrute intangible, algo que, como se sabe, ilusiona pero no da ni empleo ni comida ni posibilidades de que cada uno, en defensa de la libertad de expresión, compre su anuncio en el tiempo triple A de la televisión comercial, el único tiempo verdadero libre
Carlos Monsiváis, El Universal, 20 de enero.

Esta semana, en una sobremesa con café incluido, alguien me preguntaba si en realidad Felipe Calderón estaba tan errado en sus ideas como para tener que realizar tres cambios de gabinete apenas al primer año de su gobierno y, de ser así, cuál sería el escenario que nos esperaba para los próximos años. Más allá de la esperada salida de Ramírez Acuña (más por ineptitud que por movimiento político en sí), mi interlocutor se sorprendió al escuchar lo que le contaré aquí para, juntos, ir medio desentrañando las intenciones de los cambios de oficina. Déjeme explicarle.
Pocas veces puedo recordar a un Presidente de cualquier país tan limitado y enemistado con su propio partido político. Ni siquiera el criminal de guerra del vecino del norte está tan alejado de sus colores como lo estuvo, durante su campaña y el primer año de gobierno, Felipe Calderón. Y es que bien se puede aplicar (como, en su momento, se le aplicó a Fox) que su llegada a Los Pinos se dio con, sin y a pesar de Acción Nacional y que la reconciliación política (tradición de cada elección en este país de pantomimas y discursos) se tenía que dar, en primer lugar, en las oficinas de Coyoacán para fortalecer una institucionalidad partidista que le permita a Calderón un mayor margen de maniobra.
Carlos Dragonné, Milenio, 20 de enero.

Lo que es el triunfalismo previsor. En su discurso histórico, don Felipe Calderón incursiona, y con denuedo, en la ciencia ficción: “Con los nombramientos hechos el día de ayer y hoy, iniciamos el 2008 con un gabinete que ha sido adecuado a las nuevas circunstancias que enfrentaremos este año”. Quién lo duda. Ya el grupo ha mostrado su adecuación y su eficacia en el porvenir. Si no se puede resolver el presente, se viaja a encontrar las soluciones del futuro.
Y todo sin recurrir a Arnold Schwarzenegger en Terminator: Hasta la vista, baby
Carlos Monsiváis, El Universal, 20 de enero.

Los cambios parecen fortalecer al presidente Calderón. En perspectiva no es el caso; la política es de coaliciones y alianzas, no sólo para construir un frente amplio en torno al proyecto común, también indispensable para salvaguardar al nivel superior de una eventual crisis por infortunio o error. De ahora en adelante no hay margen o fusible, lo que ocurra en las elecciones, en el partido o en la política interior será responsabilidad del Presidente. El talento del grupo —todavía por verse— no resuelve el problema. Cuando el poder se ejerce con incondicionales el proyecto se extravía y los objetivos estrechos del grupo se confunden con los generales del quehacer político; la exclusión inevitablemente conduce a la paranoia y a la intolerancia, hasta hoy día, por cierto, contenida.
Federico Berrueto, Milenio, 20 de enero.

Se me podrá decir que extraigo demasiado de discursos de ocasión y contesto: en esta hora de la República no hay ocasiones sino esencias. Y para probarlo reproduzco algunas palabras del presidente Calderón el 17 de enero de 2008:
“Me he especializado en navegar contracorriente, primero adentro de mi partido, luego en campaña electoral; y bueno, a mí esto del escenario preocupante del 2008, realmente hasta me emociona un poquito y me asegura que vamos a salir extraordinariamente bien este año. Nosotros hemos hecho la tarea, tenemos una economía en orden (y) finanzas públicas sólidas. Es decir, ante una tormenta por fuerte que se avecine… tenemos un navío, de gran calado que tiene una enorme estabilidad, una balastra que es capaz de sostenerla y sostenerla con rumbo ante cualquier circunstancia que enfrente”.
Carlos Monsiváis, El Universal, 20 de enero.

Calderón ha resuelto gobernar solo y sin claridad ideológica; en un exceso de pragmatismo los nuevos del PAN han llegado al extremo de señalar que están más próximos al PSOE que al PP. Quedará al tiempo el costo del intento. Quizás por las dificultades de la elección, el primer año, además de la entrega del poder al PRI legislativo, se presentó el distanciamiento con la coalición que lo llevó al poder y que en el momento de incertidumbre hicieron todo para impedir la llegada de AMLO. El único entendimiento ha sido con los jefes del gremio magisterial, esto a costa del prestigio propio y de la posibilidad de cambiar en algo la dramática situación del sistema educativo nacional.
En 2008 la agenda legislativa será la prueba de la eficacia del nuevo equipo. El procesar exitosamente la reforma laboral, de energía y seguridad es la media. Después, en 2009, los comicios de julio serán prueba de ácido. Lo cedido por los aliados cobrará costosa factura si las cuentas no resultan.
Federico Berrueto, Milenio, 20 de enero.

DICEN los que saben que los cambios en el gabinete presidencial se debieron a que en Los Pinos detectaron una caída en los índices de aprobación de Felipe Calderón.
AL CIERRE del primer año de gobierno calderonista, en el que las principales apuestas fueron combatir el crimen organizado y sacar las reformas estructurales que se le quedaron atoradas a su antecesor Vicente Fox, los resultados no fueron precisamente los mejores.
SI EL 2007 acabó violento, el 2008 comenzó aún más violento, y la percepción de los ciudadanos es que no hay avances en la materia, e incluso en algunas ciudades la sensación es que las cosas están tantito peor que antes.
Y EN EL ÁMBITO legislativo, después de que pasaron la reforma al ISSSTE, la fiscal y la electoral, las cosas comenzaron a tomar su ritmo habitual, y, mientras la reforma judicial se atoró, la laboral y la energética no tienen ni para cuándo.
SI A ESO se suma el gasolinazo y los golpes a la cartera que están provocando el IETU y otros rubros de la reforma fiscal, suena lógico que la imagen de Calderón ande un tanto abollada.
ESTÁ POR VERSE si los ajustes en el equipo de gobierno vienen aparejados con los necesarios cambios de estrategia para revertir esa situación en el curso del segundo año del calderonismo.
PORQUE en el tercer año habrá elecciones federales de medio término, que son un auténtico referéndum para el Presidente en turno.
F. Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 20 de enero.

Jelipillo, si se en realidad se autodenomina catador de adversidades, tendría que dejar un momento de relamerse los bigotes cada vez que piensa en Pemex, y mandar a Mouriño (el “madrileño que va a luchar contra el crimen en México”) con sus mañas que no son de niño, trepado en la Hummer militar que resguarda Los Pinos cuando se encuentra con su jefe, a mandar a Carlitos ahí donde los Ramírez Acuña hacen su nido.
Jairo Calixto Albarrán, “Política cero”, Milenio, 21 de enero.

¿Con tres movimientos en las principales cabezas se ha logrado la principal jugada? Para responder a esta pregunta primero hay que saber qué existe en común entre los siguientes asuntos: a) el proyecto de reforma energética que tiene la intención de cambiar las reglas del juego para permitir la inversión privada, nacional o extranjera, en Pemex y en la industria eléctrica; b) la reforma laboral que flexibilice de derecho lo que ya es un hecho en las relaciones laborales, tanto por la enorme simulación con los contratos de protección, verdaderas franquicias sindicales, como por los estrechos márgenes de defensa colectiva que tiene el mundo del trabajo frente a las empresas; c) la intención de hacer una reforma light para radio, televisión y telecomunicaciones, que pueda resarcir lo que quedó en entredicho de la ley Televisa y que disminuya los impactos de lo que desechó la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Estos tres asuntos necesitan un reforzamiento de la alianza entre PAN y PRI en el Congreso, sobre todo porque estas reformas sustantivas redefinirán el perfil de país en asuntos estratégicos. La parte común de la alianza gobernante entre esos dos partidos es la coincidencia en el proyecto de país. Para hacer todo este trabajo se cuenta con unos meses, con la ventana reformista que terminará hacia la mitad del año, cuando inicie la preparación de las elecciones intermedias de 2009. Esta agenda reformista cobra un nuevo impulso con los cambios en el gabinete.
Sin duda, para hacer una operación de esa magnitud se necesita afinar el equipo de gobierno. Calderón ubicó en gobernación a su principal operador político. Una vez terminada la etapa de pagar favores y deudas políticas de la campaña, Calderón apretó las tuercas para posicionar a su grupo compacto en los lugares estratégicos
Alberto Aziz Nassif, El Universal, 22 de enero.

El presidente Felipe Calderón hizo ajustes en su equipo de Los Pinos, y todo para fortalecer a su gobierno. Lo hace sabiendo que el PAN tardó siete años en reaccionar y darse cuenta de la necesidad de fortalecer su presencia dentro del gabinete, dándole oportunidad a los nuevos cuadros.
Antes, los pocos espacios ocupados por panistas destacados se destinaron, principalmente, para pagar facturas o reivindicar cartuchos quemados sin grandes posibilidades futuras, inclusive habían llegado advenedizos, que muy poco contacto tuvieron con los programas del blanquiazul. Nos dicen que Calderón cumplió con aquellos personajes que desde posiciones importantes se “la jugaron con él”.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 22 de enero.

La estrategia sexenal de Calderón ha quedado planteada en sus dos partes: el escenario reformador y las elecciones intermedias. Pero falta ver los resultados. Lo que se calcula y se planea en el papel puede resultar diferente en los hechos. Hay otros factores que jugarán en estos dos intensos años. Las reformas pueden lograrse mediante la mayoría que se construya entre PAN y PRI, pero vamos a ver qué hace el PRD, que por lo pronto ha mandado diversas señales de que está radicalmente contra la inversión privada en Pemex y en la industria eléctrica; también habrá que ver qué tipo de intereses predominan en el PRI, porque si los costos son muy altos, fácilmente pueden regresar a sus posiciones nacionalistas, a ver qué resuelven en su dispendiosa reunión de Cancún.
Mientras el gobierno de Calderón estrena estrategia, la violencia del narcotráfico ahoga ciudades como Tijuana y los temores de una recesión en Estados Unidos provocan otro lunes negro en las bolsas de Asia y Europa
Alberto Aziz Nassif, El Universal, 22 de enero.

Pero existe otra vertiente que pocos han visto. Es decir, todos recordamos que en el gobierno de Vicente Fox sectores del PAN se quejaron de que los dejaron fuera. Y, en efecto, en el gobierno del guanajuatense fueron pocos panistas de los llamados doctrinarios. Pero si vemos el gabinete de Felipe Calderón, descubriremos que tampoco podemos hablar de espacios ocupados por el panismo doctrinario. En todo caso lo que impera son los amigos del Presidente. Y dónde está el PAN, las voces, los anticuerpos del partido. Están silenciados, porque también el partido fue cooptado. Y en esas condiciones, ¿podrá refrendar su votación el PAN en julio de 2009? Parece imposible. Y si no, al tiempo
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 23 de enero.

Todos también conforman el círculo político más cercano del Presidente. Se trata de sus hombres de mayor confianza (agregaría a Rogelio Carvajal), all the president’s men (todos los hombres del presidente). Todos panistas pertenecientes al neopanismo, distantes, tanto del panismo histórico como de la extrema derecha dentro de ese partido
Emilio Rabasa Gamboa, El Universal, 24 de enero.

En el PAN y en Los Pinos El Yunque ha sido desplazado, y siguen los ajustes. El calderonismo se está convirtiendo en una realidad, con Mouriño, con Cordero, con Germán Martínez, todos de su confianza, del círculo interno. El objetivo del calderonismo es garantizarse el poder más allá de este sexenio, y no le será tan fácil. Este año habrá seis elecciones locales y en ellas el PAN no tendrá muchas probabilidades de ganar posiciones importantes, por lo que las baterías apuntarán más a la de diputados en 2009, cuando Calderón-Mouriño tendrán que demostrarle al PRI que las alianzas valen la pena, porque este partido no ha doblado las manos y va por lo mismo, incluida la Presidencia en 2012
Octavio Rodríguez Araujo, La Jornada, 24 de enero.

Se pretende también apalancar dos reformas fundamentales: la energética y la laboral. Sin la primera ni Pemex ni la CFE (Comisión Federal de Electricidad) contarán con el volumen de recursos requeridos para su expansión, sin que esto implique en modo alguno la privatización de estas empresas del Estado, con la que muchos mexicanos estaríamos en contra. Pero insistir en la crítica de la desnacionalización ya es una necedad que sólo denota pobreza argumentativa y una rotunda negativa a un desarrollo social más equitativo en México.
Éste requiere y con urgencia de más del doble de los recursos asignados al área social. El capital privado jamás va a satisfacerlos. Tanto en educación como en salud tan sólo cubre 5% de la demanda nacional de estos servicios. Si se libera una parte de los recursos públicos destinados a la exploración y extracción del petróleo y aumento de la red eléctrica, dejando que entren los privados y se trasladen aquellos al sector social, el impacto cuantitativo y cualitativo resultaría enorme. Habría más y mejores escuelas, clínicas y hospitales, carreteras, caminos y agua potable, esto es, más y mejor desarrollo social. Todo esto no es traición a la patria. Es acomodar las piezas para una navegación diferente hacia un puerto seguro
Emilio Rabasa Gamboa, El Universal, 24 de enero.

Los cambios realizados al gabinete presidencial durante la semana pasada se enmarcan en una estrategia global de redefinición de objetivos y prioridades para el presidente de la República. Durante el primer año de gobierno, Felipe Calderón tuvo que pagar ciertas facturas a sus aliados y a su propio partido, bajo la condición de que aquellos personajes incluidos en el gabinete tendrían que demostrar su capacidad para obtener resultados tangibles. Los desafíos en los temas de seguridad, interlocución política y construcción de mayorías parlamentarias para ciertos proyectos como los de la reforma fiscal, electoral y del ISSSTE terminaron por determinar los cambios y permanencias en el gabinete.
Después de un año de gobierno, las áreas de manejo político y desarrollo social fueron evaluadas como carentes de efectividad. De hecho, la primera había sido ya asumida en la práctica por la Oficina de la Presidencia. Con la llegada de Juan Camilo Mouriño a la Secretaria de Gobernación, la duplicidad de funciones llegó a su fin, en un intento por establecer un canal institucional de gobierno que no chocara con otra instancia. Lo que hacía Mouriño en Los Pinos y que generaba fricciones con el vacío generado desde Bucareli ha desaparecido. A este elemento habría que añadir la recuperación del PAN por parte de Calderón a través de la figura de Germán Martínez Cáceres, para determinar que el Presidente tiene ahora todos los hilos del poder en su mano.
Ezra Shabot, Reforma, 25 de enero.

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