Barren los platos rotos en la isla

LA HABANA.- Gabriel Jiménez Remus salía de un elevador del Hotel Presidente en la Ciudad de México. Era el primero de diciembre de 1994. Le acompañaba Felipe González, el líder socialista español quien acababa de decirle al entonces senador panista "ustedes van a llegar al poder en el 2000". Venían de una charla con café. "Hágamela buena", dijo Jiménez al ex líder sindical ibérico. Caminaron por un pasillo cuando a sus espaldas cayó un grito amenazante: "¡Remú!".

El panista volteó para encontrar la enorme figura de Fidel Castro quien venía acompañado del diputado cubano Ricardo Alarcón. Ya de frente al mexicano Fidel apuntó con el índice y reclamó: "¡Por qué ustedes no quieren a Cuba!".

Don Gabriel, un hombre apacible, subió su mirada para divisar la cara del líder antillano y le dijo sin alzar la voz: "se equivoca comandante, nada de eso".

Fidel no paró. "¡Me han dicho lo peor de ustedes! Que no quieren a Cuba, que salieron de los sótanos de la Casa Blanca, que obedecen a El Vaticano...".

Jiménez Remus quiso parar la cantaleta con su reiteración de "no, mi Comandante, nada de eso" pero Fidel no paraba hasta que retó a que una delegación de líderes panistas acudiera a Cuba para demostrar sus buenas intenciones. "¿Irían Remú?", arrinconó Fidel.

"Claro que sí, Comandante", repitió el panista.

Trece años, tres meses, trece días de entonces. Ahora Gabriel Jiménez Remus, a sus 67 años de edad, es Embajador de México en Cuba y ha cumplido la encomienda de arreglar el entuerto de unas relaciones estrujadas, llevadas al escándalo, al insulto, a la exhibición de grabaciones de conversaciones telefónicas, a la burla -"están ardidos"-, al denuesto, a la sorna, a la descortesía.

Los panistas llegaron al poder en 2000 pero el sexenio lo dedicaron a pelearse con los líderes cubanos.

Jiménez Remus arribó a La Habana apenas hace un semestre. Vino a Cuba a recoger el tiradero, barrer los platos rotos, levantar los floreros hechos trizas. Esta noche puede decir con satisfacción que ha cumplido una parte de su tarea. Hasta el Canciller cubano Felipe Pérez Roque estuvo en el encuentro vestido de panista, con una camisa blanca y rayas azules.

Fue tal la tersura del encuentro que el Embajador mexicano no andaba angustiado por discrepancias políticas sino porque se duplicó la lista de comensales a la cena con las delegaciones de ambos países que se realizó esta noche en la residencia del Embajador mexicano. La lista pasó de 18 a 36.

Pérez Roque llamó de última hora para solicitar atentamente que abrieran un lugar para su esposa. "¡Desde luego Canciller, si ésa es su casa! Bueno y así me da oportunidad de invitar a la mía", respondió el Embajador.

Y tuvieron que echarle más leche a la crema de calabaza perfumada con cilantro, traer más lechugas para la ensalada césar con ostiones fritos, cocer más arroz blanco para acompañar los filetes de pargo a la veracruzana que sirvieron anoche... más flores de jamaica para la salsa que aderezó la tarta napolitana que sirvieron de postre.

Don Gabriel no les dijo a los invitados: "cenan y se van". No. Las relaciones dieron un vuelco y llegaron de un tirón más allá de lo esperado.


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"Caray, le dije a los de Nafinsa, 'todas las mañanas aquí en Cuba me desayuno mantequilla de Holanda y mermelada de Murcia. ¿Qué no podemos traer mantequilla de La Barca, allá de Jalisco, y una buena mermelada de fresa de Irapuato?'", comenta el ahora Embajador mexicano en esta isla, hundido en un sillón negro con la colilla en la mano de su cuarto cigarro fumado en una hora.

La reunión preparatoria del encuentro de Cancilleres de México y Cuba ya terminó. El comunicado final lo suben y bajan por el elevador los delegados cubanos para las consultas con el Canciller Felipe Pérez Roque. Todavía hay temas entre corchetes y el subsecretario Gerónimo Gutiérrez espera pacientemente los viajes de ida y vuelta de sus pares.

Jiménez Remus no se inmuta. "El otro día le dije a mi chofer, 'oye Fran, ¿y esos zapatos?'". El hombre del volante movió sus pies y mostró con gusto sus chanclas y dijo comedido a su jefe: "son chinos señor...¡pero me duran un mes!".

El Embajador mexicano opina que el mercado cubano para empresas mexicanas tiene un gran potencial. "Ya conseguí que un empresario de Guadalajara y otro de León trajeran medio millón de pares de zapatos. Me hablaron y me preguntaron que si les iban a pagar los cubanos. 'Hombre pues sí', les dije".


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A las ocho y media de la mañana fue firmado el compromiso para reestructurar la deuda que Cuba tenía con el Banco de Comercio Exterior de México (Bancomext) y un compromiso para acelerar la presencia de empresas mexicanas en la Isla.

Aunque ese tema ya venía allanándose con anticipación. Hace un mes se firmó un primer acuerdo que fue rematado este jueves en las oficinas del Ministerio de Relaciones Exteriores cubano.

Pero el tema que dominó las pláticas bilaterales fue el de migración.

"Queremos lograr una migración legal, segura y ordenada", dijo Felipe Pérez Roque durante su encuentro con la Canciller Patricia Espinosa y "combatir los delitos asociados con este fenómeno", subrayó.

México puso sobre la mesa la necesidad de adoptar un marco jurídico común que obligue a la corresponsabilidad en el problema migratorio.

"Nosotros conocemos bien el problema, por lo que hemos sufrido con los mexicanos que migran", les dijeron a los cubanos durante las sesiones a puerta cerrada. Y si alguna incomodidad existió en el encuentro bilateral fue cuando la delegación mexicana insistió en el tema de la responsabilidad por el flujo migratorio que sale de Cuba.

Se discutió sobre las redes de tráfico que operan en el sureste mexicano, particularmente en Quintana Roo, Yucatán y Chiapas. Desde el punto de vista de la Cancillería mexicana esas redes tienen una operación coordinada con enganchadores que actúan dentro de Cuba.

El tema fue colocado como urgente. El punto 13 de la declaración conjunta lo destacó con un punto a favor de México: "avanzar en el establecimiento de un marco jurídico que, con un enfoque integral y bajo el principio de responsabilidad compartida, garantice el flujo migratorio legal, seguro y ordenado".

De ahí que fijaran el acuerdo de reunir al grupo de trabajo del tema en abril en algún lugar de México con el fin de firmar acuerdos preliminares que sean ratificados durante la visita anunciada de Pérez Roque a México en septiembre.

El diplomático cubano llegará a México con la invitación del nuevo líder Raúl Castro al Presidente Calderón para que visite Cuba. Y eso podrá tener respuesta inmediata. Calderón podría venir a La Habana a fines de noviembre o principios de diciembre.

Por lo pronto, Jiménez Remus ya hace listas de encargos a su amigo y discípulo Calderón. La lista la encabeza una mantequilla de La Barca para el desayuno.
Crónica de Roberto Zamarripa, enviado, Reforma, 14 de marzo.

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