Cuba requiere “soltar todas las fuerzas productivas”

La Habana, 16 de marzo. Al tomar posesión de su cargo el mes pasado, el presidente Raúl Castro ratificó la necesidad de introducir cambios en la economía cubana para romper el círculo de improductividad y carencias.

Aún se desconocen precisiones sobre el plan oficial, pero el investigador Omar Everleny, doctor en economía, expuso en una entrevista con La Jornada que no se puede responder al reto con una sola decisión, sino con un paquete de medidas simultáneas, entre las que citó como posibles una nueva tasa de cambio en las operaciones empresariales, el reimpulso a la inversión extranjera, el relanzamiento de la pequeña y la mediana empresa, la reducción de los precios en divisas de bienes de consumo básico y la supresión de la alta centralización de la gestión empresarial, asignando una cuota al mercado.

Everleny es subdirector del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC) de la Universidad de La Habana, uno de los más reputados núcleos de análisis especializado en la isla y sus conclusiones son el resultado de años de investigación de su equipo.

“Se trata de soltar todas las fuerzas productivas, con reglas mucho más claras, expandir el mercado, liberando el acceso a bienes y servicios, lo cual contribuiría a impulsar los incentivos del trabajo y a conservar los equilibrios macroeconómicos con un efecto positivo sobre la demanda agregada y la disminución del mercado negro”, dijo el especialista, quien puso a Vietnam como ejemplo de una economía con una exitosa reforma de ese tipo.

Recordó que la economía cubana, impulsada desde 2004 por el sector externo (turismo y venta de servicios médicos, altamente concentrados en Venezuela), arrastra un bajo crecimiento productivo y algunos grandes deterioros, como la caída del campo, que acarrea crecientes importaciones de alimentos.

Dualidad monetaria

Señaló como una de las distorsiones más notables la dualidad monetaria entre el peso convertible (CUC, equivalente a 1.08 dólares), para bienes y servicios de mejor calidad y el peso cubano (24-25 por un CUC), en el que se pagan los salarios.

No pueden aumentarse los salarios porque no sube la productividad. “Parece que el tema de Cuba es financiero”, dijo Everleny, evocando las demandas de la población para eliminar la doble moneda. “Pero en realidad el tema es productivo. Mañana se podría hacer un cambio de moneda, pero queda la gran pregunta de si habría capacidad de producción para hacerle frente a esa masa monetaria”.

Según las estimaciones elaboradas en el CEEC, el académico apuntó que entre las opciones para ejecutar las reformas anunciadas por Castro y otros dirigentes, están las siguientes:

Producción. Aumento de la producción, elevando la productividad mediante estímulos al trabajador en el resto de la economía.

Tasa de cambio. Modificar la actual cotización para las empresas de uno a uno entre el CUC y el peso cubano, suprimiendo el control de cambios en ese sector, sin mover de inmediato la tasa al público (24-25 pesos cubanos por CUC), lo que abriría un proceso paulatino de eliminación de la dualidad monetaria. Sería un proceso similar al que llevó al CUC como única divisa fuerte en circulación: primero en las empresas, que ajustaron las cuentas y luego al público.

Salario real. Puede aumentar, abaratando algunos productos básicos en CUC, que dejan un alto margen de ganancia a las tiendas estatales (240, 270 por ciento), lo cual impactaría la redistribución del ingreso, influiría en los mercados agropecuarios (de libre oferta y demanda), aumentaría la rotación de la mercancía y al final el Estado no tendría una gran pérdida.

Campo. Para romper el círculo de baja producción, descapitalización y emigración de fuerza laboral en el campo, se requiere una fuerte inversión, incluso de capital extranjero, para lo cual están como referencia los ejemplos exitosos (tabaco, cítricos). No tiene que ser generalizado, sino adoptarse en casos particulares, como la producción de fruta para el turismo. El Estado liberaría los recursos que hoy emplea en importar alimentos, para pagar la cosecha y comprar maquinaria que vendería al productor, el cual, a su vez, tendría que poder colocar su producto en divisas, a diferencia del actual esquema, todo sumergido en el mercado en pesos cubanos.

Pequeña y mediana empresa. En forma privada o cooperativa, permitiría descargar al Estado de compromisos que no son decisivos en la economía socialista, y a la vez generar un tejido que impulse la eficiencia, reorientando hacia sectores sociales una parte del gasto que ahora se destina a empresas improductivas. La alta calificación de la fuerza laboral y su distribución territorial permitirían fomentar empresas regionales, de fuerte contenido tecnológico. “Hay que romper el mito de que una pequeña empresa sólo es una cafetería”.

Inversión extranjera. Además del campo puede orientarse a los servicios y áreas no tradicionales, ampliando el abanico a partir de las experiencias provechosas (ron, telefonía, petróleo, níquel).

Centralización. Un empresario en Cuba tiene poco margen de maniobra. Sus decisiones fundamentales tienen que ser consultadas con el órgano superior, el Banco Central o el plan de la economía. En un momento de escasez de recursos eso fue necesario, pero así no ha mejorado la productividad. Hay que pensar por qué se eliminó la descentralización que había funcionado bastante bien en los años noventa.

–¿Cómo se encadenarían esas propuestas y en qué plazos?

–Cuando se logra la reactivación del sector productivo se puede trabajar en la dualidad monetaria, alineando el entorno empresarial hacia la productividad, la eficiencia y la competitividad, lo cual obligaría a repensar el sistema de Perfeccionamiento Empresarial (que aplica índices de mejores rendimientos y salarios), para también alinear los sistemas internos de la empresa, además de revisar la política salarial y el sistema de cambios. La premura no debe entorpecer ni frustrar los propósitos, pero realmente el tiempo siempre será escaso.

–En un paquete de medidas como este, ¿se entiende que hay que asignarle ciertas cuotas al mercado?

–A veces cuando se habla de mercado se piensa que es igual a capitalismo. Esa confusión nos ha llevado a tomar decisiones bastante drásticas. En un país y en una economía, así sea socialista, el mercado tiene que ser un componente importante. Habría que discutir en qué proporción, pero creo que una cuota de mercado es vital para el proceso de desarrollo en las condiciones de Cuba. Vietnam ha logrado introducir el mercado y es una economía con altas tasas de crecimiento, con un bienestar creciente, y hoy marca pauta en las primeras exportaciones mundiales de productos básicos.

–¿A qué se refieren las autoridades cuando hablan de “transformaciones estructurales” en el campo?

–A eliminar las trabas que frenan la producción agrícola, a entregar tierras en usufructo a los campesinos en una mayor dimensión. No estamos hablando sólo de tierras para autoconsumo, sino para todo aquel que la quiera trabajar. Hay tierras ociosas en el país en gran cantidad, mientras se están importando alimentos a precios galopantes. También se trata de los problemas de comercialización, como el de la leche, que ya se están eliminando. Los campesinos se quejaban de que los precios que les pagaba el Estado eran bajos y ahora se han incrementado en algunos casos.

–El paquete de medidas que se espera ¿ya está por lo menos sobre la mesa?

–El menú de opciones ya está. Es una cuestión de ponerle fecha, por lo menos a las medidas iniciales.

Entrevista de Gerardo Arreola, corresponsal, La Jornada, 17 de marzo.


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