Hacia un acercamiento entre Cuba y la Unión Europea

La transición política y económica que se anuncia en Cuba es de buen agüero para el acercamiento entre América Latina y Europa esperado en la Cumbre de Lima en próximo mayo y que reunirá a más de 50 jefes de Estados y gobiernos de ambos continentes.
En los últimos tres años el alejamiento entre las dos regiones era evidente.

Fue simbolizado por el fracaso de la Cumbre de Viena que en mayo de 2006 reunió a varias decenas de jefes de Estados europeos y latinoamericanos sin que haya otro resultado que la exhibición de las desavenencias entre las dos regiones y de sus fracturas internas. El gobierno de Cuba, y más recientemente su discípulo venezolano, concentraba gran parte de la disputa con los europeos. Éstos no tardaron en reaccionar al anuncio del retiro parcial de Fidel Castro. Del primer ministro británico al Comisario Europeo encargado de la cooperación al desarrollo, todos saludaron la nueva oportunidad de acabar con un debate que envenena las relaciones “biregionales”. España, que tiene lazos profundos e intereses económicos en la isla, promoverá el acercamiento al cual todos aspiran. Para Europa será la oportunidad de recobrar influencia en el Caribe y comprobar que su método negociador es más eficaz que la intransigencia estadounidense. Pues si la dictadura de La Habana constituye un obstáculo insuperable, el modelo económico y social de la isla caribeña no está tan alejado de la experiencia de los europeos y de sus aspiraciones para el resto del subcontinente. Después de todo el mismo tema de la Cumbre de Lima es la erradicación de la pobreza y de la exclusión. En este rubro, Cuba obtuvo resultados envidiables.

Aún no se puede prever si la evolución cubana será el catalizador de una relación política anémica entre América Latina y Europa. Diez de los 27 países de la Unión son ex dictaduras comunistas que no tienen la menor indulgencia hacia la Cuba de hoy que les recuerda un episodio doloroso de su propia historia. No tienen gran interés en el desarrollo de las relaciones con América Latina y son proclives a alinearse con las posiciones duras de Washington. Los Países Bajos, Dinamarca y Suecia también se podrían mostrar más intransigentes con Cuba que con las otras democracias en transición de la región. España habría hecho lo mismo, de haber ganado el Partido Popular. Todos están de acuerdo en decir en Europa que una liberación masiva de presos políticos sería una señal que permitiría relanzar definitivamente los nexos entre Cuba y la Unión Europea, dándole un nuevo dinamismo a la relación entre las dos regiones, una relación que constituye la única alternativa al tête à tête con un Estados Unidos inflexible.

Texto de Stephan Sberro, El Universal, 16 de marzo.



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