La crisis andina se desvanece

SANTO DOMINGO. Desvelaron sus fobias, hubo acusaciones, levantamientos abruptos y se olvidaron del tema energético. Pero finalmente se anuló la posibilidad de una guerra andina y salió fortalecido el Grupo de Río.

Todo terminó con un final feliz, pero no al estilo de Hollywood, sino parecido a las películas japonesas donde se juega el honor. Y es que el colombiano Álvaro Uribe se paró de su silla, le extendió la mano y le dio unas palmadas en la espalda a Rafael Correa, que aceptó pero después se volteó para asegurar que "morirá indignado" con los que agredieron a su patria.

Así comenzaron los abrazos de Uribe con Chávez y Daniel Ortega de Nicaragua; con quien tomó el micrófono como en los brindis para anunciar que restablecerán relaciones diplomáticas y dejarán a La Haya la resolución del territorio que se disputan.

Minutos después Correa volvió a aguar la fiesta, pues le dijo a Uribe que el problema no se soluciona con un abrazo y le pidió acepte la ayuda internacional para resolver el problema de las FARC.

Después de seis horas ininterrumpidas, donde Uribe le espetó a Correa no utilizar el cinismo del comunismo, Evo Morales de Bolivia les dijo que estaban sentados con un terrorista por ser productor de la planta de coca y pensar diferente y Chávez cantó una melodía de la tierra del merengue, funcionarios de la Cancillería mexicana se jactaron del mérito de la reconciliación.

"El Presidente mostró un gran liderazgo", lanzó la canciller Patricia Espinosa, quien no podía ocultar su sonrisa a la salida del salón de sesiones. Mientras otro funcionario de la Presidencia admitía que Chávez había distensado el ambiente con sus bromas y al asumir una postura moderada.

A pesar de que lo calificaron de un "gran día para la diplomacia", se olvidaron del protocolo. En lo más intenso del debate, donde se veía a un Uribe desgastado y pálido por recibir la condena de todos los países, Correa se levantó de su silla y su Canciller tuvo que calmar a la audiencia excusándolo de que había salido al baño.

Con mapas y fotografías, el ecuatoriano explicó recibir información falsa.

Mientras que el colombiano justificaba no avisarle del ataque porque ya habían fallado en cinco intentos anteriores, y desde el 2003 se había registrado 40 ataques de las FARC. Ante la sonrisa de Correa, afirmaba que no tenía intenciones de ocultamiento y bombardeó a "tenebrosos" terroristas desde el espacio aéreo de su país pero no fue contra los ecuatorianos.

Finalmente Uribe asumió su mea culpa. Calderón y Chávez sirvieron de fieles de la balanza; y la argentina Cristina Fernández lanzó una hipótesis que nadie, al menos en esa mesa, pudo negar: "aunque a las mujeres nos tachan de histerismo, en algunos casos somos mejores que algunos hombres".
Nota de Laura Vega, enviada, El Economista, 10 de marzo.

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