La era Raúl… y la Cuba de siempre

LA HABANA.— Los ojos de Filiberto, el taxista de 70 años de edad, se abren al máximo y clavan la mirada por el espejo retrovisor en la cara de su pasajero extranjero que le pregunta: ¿Cree que haya necesidad de cambios en Cuba? Filiberto ríe y asegura: Yo no puedo hablar de eso; después dice aliviado: Hemos llegado a la Plaza de la Juventud, son seis pesos.

Ayer sábado a las 23:00 horas. Mercedes trae una minifalda de mezclilla y un top negro con aplicaciones plateadas que forman una palabra en inglés: Love. Sus tacones la elevan unos 10 centímetros. Es una más de los jóvenes que se reúnen en esta plaza, frente al malecón, para escuchar y bailar al ritmo de reggaeton y la rumba.

Mercedes, la joven cubana casi choca su cabeza con la de sus amigas porque el volumen de la música no le permite escucharlas a distancia. Un apagón interrumpe el reggaeton y se escuchan silbidos. ¡Huuuu! Gritan los jóvenes. Luego la música silencia las pláticas y ensordece una vez más.

“Mi mamita confía en que no habrá más apagones. Sobre todo por la buena colaboración que Cuba tiene con el presidente venezolano Hugo Chávez. Se resolverán muchos de nuestros problemas como los altos precios de la comida, y el deterioro de las viviendas”, dice Merci como la llaman sus amigas de rumba en el Malecón.

Por hoy las cosas son un poco más complicadas. Los profesionistas, siguen ganando menos de 20 “chavitos” (llamados así los pesos cubanos convertibles, lo que representa menos de 600 pesos cubanos, menos de 6 mil 500 pesos mexicanos).

“¿Cambios a la llegada de Raúl (Castro)? No, eso ya sabíamos que no pasaría”, dice la mulata Milady, amiga de Merci, quien no deja de bambolearse siguiendo el ritmo del reggaeton.

Los confiados y de principios revolucionarios creen que si habrá un cambio… pero paulatino. “Se liberará la venta de equipos electrodomésticos y han anunciado que antes del próximo verano podremos acceder a hoteles para turistas”, dice el biólogo Jesús de 60 años, quien maneja un taxi modelo ruso, hacia a La Habana Vieja.

Los cubanos reconocen que los cambios son necesarios, pero los dividen los pensamientos de cómo debe hacerse y en qué áreas. Mientras unos piensan que sólo hace falta reactivar el área económica, otros creen que debe ser de régimen político. Por el rumbo de Alamar se siguen viendo a personas en balsas para huir de Cuba y llegar a EU.

En el recorrido hacia el centro de la ciudad de La Habana se ve a los jóvenes en el malecón. Unos más vivos acosan a los turistas en las calles para venderles habanos que por lo regular están rellenos de aserrín. Las jineteras (prostitutas) a la pesca de los extranjeros y tratando de disfrazar su oficio porque pueden ser encarceladas de ser descubiertas.

En La Habana, las actividades así como las esperanzas de cambio se mantienen intactas. No hay era pos-fidel Castro. “Lo que ha cambiado en Cuba son las guaguas (autobuses públicos)”, dice Brisei, amiga de Mercedes. Pero Merci no quiere hablar más de política, quiere seguir la fiesta, pero lanza: “Da igual que pase o no pase; estamos acostumbrados a esperar”.
Nota de Natalia Gómez Quintero, El Universal, 23 de marzo.

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