La migración trae problemas de salud mental, dicen especialistas

Mérida, Yuc., 16 de marzo. La migración tiene consecuencias graves en la salud mental de quienes salen de sus lugares de origen y sus familias, y una clara expresión de esto es la mayor prevalencia de suicidios y consumo de drogas.

Entre los familiares de los migrantes, el riesgo de suicidio de alguno de sus miembros es dos veces mayor con respecto a quienes no tienen a ningún pariente viviendo en otro lugar, aseguró Guilherme Borges, investigador del Instituto Nacional de Siquiatría (INP) Ramón de la Fuente Muñiz.

En tanto, para las personas nacidas en Estados Unidos de padres mexicanos, la posibilidad de que decidan quitarse la vida es del triple en comparación con quienes se encuentran en territorio nacional, comentó el especialista.

Al continuar la Conferencia Mundial sobre Prevención de Lesiones y Promoción de la Seguridad en esta ciudad, en la sesión sobre prevalencia y factores de riesgo para las lesiones autoinfligidas, Matthew Nock, de la Universidad Harvard, resaltó que cada año se registran en el mundo un millón de suicidios, es decir, uno cada 40 segundos; representan la 14 causa de mortalidad global.

Señaló que el suicidio es un problema de salud difícil de predecir y de prevenir, lo que también se puso de manifiesto en la presentación de Viviane Kovess, investigadora francesa, quien planteó que, a causa de los desórdenes mentales, en Francia el número de suicidios es del doble en comparación con España.

A su vez, Borges presentó los primeros resultados de la Encuesta Nacional de Comorbilidad Siquiátrica que dirige María Elena Medina Mora, investigadora del INP, en la que participaron 5 mil personas en la República Mexicana y mil 500 en territorio de Estados Unidos.

El estudio se realiza desde 2002 y es parte de un trabajo mundial sobre salud mental, comentó el especialista, quien presentó la comparación entre mexicanos con algún antecedente de migración y los que viven en Estados Unidos.

En cuanto a los migrantes que retornan a sus lugares de origen, resaltó que están más expuestos a caer en el consumo de drogas como la mariguana y la cocaína, además del alcohol.

Destacó que uno de cada 10 mexicanos vive en aquel país y, aunque la migración ha ayudado a las personas a vivir mejor económicamente, también ha tenido consecuencias graves sobre su salud mental por el incremento en el consumo de alcohol y drogas, así como de las ideas e intentos de suicidio.

Las familias con integrantes en Estados Unidos tienen un riesgo de 1.5 a 2 veces mayor de presentar tanto ideación como intento de quitarse la vida, comparadas con las que no tienen ningún inmigrante entre sus miembros, indicó.

Aunque se carece de información precisa sobre los miembros afectados, los expertos observaron que en su mayoría se da entre las esposas e hijos, que no logran superar la ausencia del esposo y la figura paterna, respectivamente.

En tanto, el consumo de sustancias entre los migrantes que regresan se incrementa de dos a tres veces, principalmente de cocaína, lo que en parte se debe a la mayor disponibilidad de recursos económicos que permite la migración, y a la falta de “controles sociales”, es decir, los hombres que caen en alguna adicción lo hacen porque “no hay nadie que los vigile o se lo pudiera impedir”.

Por ello, explicó Borges, la propuesta del INP es que, dado que la migración es una estrategia de sobrevivencia de las personas, también debe existir alguna medida que permita acercarse a la población involucrada para conocer los problemas que sufren los migrantes a su retorno, con la finalidad de detectarlos oportunamente.

Con respecto a la población de origen mexicano que vive en Estados Unidos, la investigación clasificó por un lado a los migrantes que nacieron en México y viven en Estados Unidos, a quienes ubicó como la primera generación; y a las personas que nacieron en aquel país pero tienen padre o madre mexicanos, o ambos, y conforman la segunda generación.

Borges aseguró que el grupo más afectado por el suicidio es la segunda generación. Las estimaciones plantean que el riesgo es del triple con respecto a quienes han vivido siempre en México.

Las causas, incógnita

Todavía está pendiente para los investigadores el diseño de un estudio que explore las causas del fenómeno, pero “creemos que tiene que ver con el propio proceso de migración y que las condiciones de salud son diferentes a las de México”.

Allá la tasa de suicidios es de 12 por cada 100 mil habitantes, mientras en México es de 5 por 100 mil. En la medida en que las personas se quedan en Estados Unidos, también se modifican los esquemas sicológicos, indicó.

Otro aspecto que también está pendiente es el situación que atraviesan los connacionales que deciden quedarse a vivir en Estados Unidos. Enfrentan discriminación hasta quienes nacieron en Estados Unidos pero tienen padres mexicanos. Los estadunidenses no los tratan igual.

Borges también resaltó la importancia que tiene para los jóvenes la problemática de la salud mental. Aunque no se ha logrado documentar, dijo, es claro que los intentos de suicidios son más frecuentes en este sector, de manera particular, en la franja de 15 a 25 años de edad.

Nota de Ángeles Cruz Martínez, enviada, La Jornada, 17 de marzo.


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