¡Santas batallas que se avecinan

Es el desplante, el desafío. Si se atreven, advierten en el griterío, habrá cercos, huelgas, paros, frenos, resistencia. Se citan para el martes 25 en el acecho, en el reto. Convencidos de que la próxima semana tendrán que venir dejando el aviso en casa de que no van a regresar a cenar. De que irán al cerco y luego a la huelga y luego... quién sabe.

La multitud se desparrama por las calles ahora que media plancha del Zócalo está ocupada por la estructura que cubre la exposición de Cenizas y Nieve, cerrada por causas de mitin mayor.

A pesar de ese inconveniente, es la mejor tarde de Andrés Manuel López Obrador en mucho tiempo. El viento cesa, el sol cae apacible, el fresco tonifica, hasta parece domingo. Pero el golpe a Mouriño y el triunfo de Encinas son vitamina pura para el tabasqueño.

López Obrador, de traje negro y cabello plateado removido por el aire, roza en su discurso a Mouriño y escala a Felipe Calderón.

"Lo más grave de todo es la identidad de quien propicia este tipo de negocios turbios: el señor Felipe Calderón. Él es el principal promotor de las relaciones con las empresas extranjeras vinculadas al sector energético", lanza el dardo para retornar a la relatoría de contratos del pasado reciente como el que se otorgó a Repsol el 14 de noviembre del 2003, por 2 mil 437 millones de dólares para explotar yacimientos de gas en Burgos. Entonces Calderón era Secretario de Energía y presidente del Consejo de Administración de PEMEX.

En el templete están los 32 coordinadores de la resistencia a la privatización. Muchos políticos ex priistas, otros de la izquierda histórica, hay diputados, senadores, la notable ausencia del coordinador parlamentario en el Senado Carlos Navarrete, y la prosa ácida de López Obrador: "no le demos tantas vueltas al asunto. Detrás de la pretensión de privatizar a Pemex, está la codicia de las minorías rapaces y de funcionarios corruptos. Así ha sido la historia de la derecha".



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Son estampas del olvido. Ancianas, madres solteras, jubilados, discapacitados, pordioseros, invidentes, señoras en sillas de ruedas, oficinistas, trabajadores con sus uniformes del servicio de limpia. Dios los hace y AMLO los junta. Destilan devoción.

La familia Montiel Chávez camina por la Suprema Corte. Son cuatro, padre, madre, hijo e hija. Buscan una bocina y quedan reunidos en semicírculo. La señora María Inés Sánchez Chávez lleva la voz cantante. "¡Es un honor, estar con Obrador!" Ella grita y le sigue su esposo Ignacio Montiel de 59 años de edad, y luego Juan José, un muchacho de 17 años que brinca incesantemente a la vez que aplaude y al final con mayor disimulo canta la consigna Esmeralda, la muchacha de 13 años de edad.

Vienen de la colonia Casas Alemán, por sus medios, en transporte colectivo, cada uno trenzado en la mano del otro. Doña María Inés ya no trae comida en la bolsa del mandado, una multicolor de red que cuelga de su antebrazo.

La familia viene uniformada. Todos con camisa, playera o blusa amarillas. "Somos del partido del sol azteca", subraya la señora María con un ojo semiabierto y otro cerrado, y su veterana playera de tantos y tantos mítines. "Estamos con el licenciado por todo lo que ha ayudado a la población", explica la señora que habla y dispara las consignas. "¡Es un honor...!

Su esposo menea la cabeza. "Hay bastante contingente, bastante. No como otras veces. Pero ha venido bastante", acierta. El Zócalo tiene lagunas, se puede caminar para llegar al otro extremo sin necesidad de pisar a nadie. Hay pasillos abiertos.

La familia no oculta el gusto de estar aquí. "El petróleo es una fuente de energía del pueblo; debemos procurar que siga estable. Desde el Presidente Lázaro Cárdenas ha sido de nosotros. ¿Por qué se entrega? Debe seguir con nosotros todo esto", dice en nombre de los Montiel Chávez el padre.

Doña María platica que recibe su pensión de 750 pesos al mes, que con eso vive, que hay apoyo para sus hijos y también para su esposo. "¿Por qué no hay maquilas para nosotros? Podemos trabajar, sabemos trabajar", dice Ignacio ya con el bastón plegable metido entre el pantalón y su abdomen.

Los Montiel Chávez son invidentes. Han venido impecables a la cita, puntuales. Esmeralda luce un broche en forma de flor que le detiene el fleco y unos aretes de monedas que parecen nuevos.

No son los únicos invidentes. Hay muchos repartidos en la plaza, algunos acompañados por sus familiares, otros que caminan solos con su bastón y lentes oscuros. Los Montiel no se despegan, gritan en coro, cantan y festejan.

"Venimos aquí, porque hay alegría", sonríe Doña María Inés.



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De capa negra, antifaz con orejas, el traje de cuero entero, el dibujo en el pecho de algo que parece un vampiro silueteado de rojo, Luis Fernando alza su cartelito contra la privatización de PEMEX. Según él, viene vestido de Batman.

"En su primera etapa, en la del comic, Batman era un luchador social; no luchaba contra villanos sino por causas justas, como ésta", afirma. Dice que es empresario en computación. Tiene diez años apoyando a López Obrador y está convencido que las fuerzas del mal le hicieron fraude a su líder en el 2006.


¿Y en esta lucha quién es el Pingüino?
-Pues Carstens
¿Y el Guasón?
-Felipe Calderón
¿El acertijo?
-Mouriño
¿Gatúbela?
-Mmm. Pues Elba Esther ¿no?
¿Y el Capitán Frío?
-Ah, pues ése es Fox


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La congregación tiene un propósito: mantener prendidos los motores. Están en pleno calentamiento.

Claudia Sheinbaum reta a Georgina Kessel a debatir. "¡Diga usted el lugar y la hora!", exclama para la ovación. "¡Tráigase a sus asesores españoles y norteamericanos que nosotros traeremos a los técnicos de PEMEX!", remata.

Es la inflamación del nacionalismo y la preparación de la resistencia.

La dirigente explica las fases de su calentamiento: el día que entre la iniciativa al Congreso instalarán un cerco a San Lázaro y a Xicoténcatl, donde están los senadores. Si no es retirada, cercarán el aeropuerto. Si sigue, van a carreteras. Si se mantiene van a instalaciones de PEMEX. Si no hay reversa convocarán a paro patriótico.

No parece ser una bravuconada. No a decir de los rostros de la gente. De las ganas de pelea que traen. Van al cerco, a la huelga ¿y luego?
Crónica de Roberto Zamarripa, Reforma, 19 de marzo.

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