Una compleja y tensa relación

QUITO, Ecuador.— Un calificativo basta para describir cómo ha sido la relación bilateral entre Ecuador y Colombia en los últimos años: tensa. La historia escrita en la frontera que comparten ambos países incluye múltiples escenas de deterioro de la seguridad y de las condiciones sociales y económicas de la zona, ligadas en su mayoría al conflicto interno colombiano, que también ha provocado que miles de desplazados por la guerrilla ingresen a territorio ecuatoriano en busca de una vida mejor.

Los episodios que demuestran la presencia de integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en territorio ecuatoriano también abundan. Algunos de ellos han revelado la cooperación que existe entre ambas naciones, aun cuando el gobierno ecuatoriano ha asegurado mantener una posición neutral frente al conflicto armado de su vecino. Tal ha sido el caso de varios operativos de inteligencia coordinada en los que los cuerpos policíacos de los dos países han ubicado y capturado en esta capital a presuntos guerrilleros, incluido aquel en el que detuvieron a Ricardo Palmera, dirigente del movimiento colombiano, en enero de 2004. En los últimos meses, las autoridades ecuatorianas colaboraron con el país vecino para desmantelar cerca de 50 campamentos guerrilleros y mostraron su disposición para mediar en la liberación de las dos colombianas secuestradas por el movimiento armado en diciembre pasado.

Otros, por el contrario, han desatado el malestar y los reclamos, como el que ocurrió en 2006, cuando el gobierno ecuatoriano denunció un enfrentamiento en su territorio entre el Ejército colombiano y las FARC, en el que unos 300 militares abrieron fuego contra los insurgentes, en un combate en el que aeronaves militares violaron el espacio aéreo ecuatoriano. Tan sólo entre 2005 y 2007, las autoridades denunciaron siete incursiones del Ejército colombiano en tierras ecuatorianas.

El más reciente capítulo de esta compleja relación —la muerte en territorio ecuatoriano de Raúl Reyes, segundo jefe de las FARC, que desató una crisis diplomática entre Colombia, Venezuela y Ecuador, y el movimiento de tropas de los dos últimos a sus fronteras con el primero—, se dio justo cuando los dos países buscaban reestablecer sus niveles de diálogo y de cooperación, pues próximamente estaba prevista una reunión de los cancilleres de ambos países en el marco de la Comisión de Vecindad para el desarrollo de la zona fronteriza.

La dimensión que ha empezado a tomar el conflicto trilateral tiene en vilo a los ecuatorianos, que, en su mayoría sienten que su soberanía fue violada y, además, con una masacre. Las conversaciones en esta capital, que hasta ahora no ha visto alterada su vida normal, giran en torno a las acusaciones que Colombia ha realizado sobre presuntos contactos de los gobiernos ecuatoriano y venezolano con las FARC, y a las acciones hasta ahora tomadas por el presidente Rafael Correa y su aliado, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien para muchos agrega un elemento nuevo a las diferencias habituales entre Ecuador y Colombia.

“En realidad no nos imaginamos que pueda haber una guerra, pero la reacción de Chávez no deja de ser preocupante”, dice Cecilia Samperio, ama de casa. “Nuestras relaciones con Colombia siempre han sido buenas”, comenta por su parte, Héctor Vallejo, diseñador gráfico. “Ecuador siempre le ha abierto las puertas a los refugiados colombianos. ¿Qué va a pasar ahora? ¿Los vamos a regresar a su país? No lo creo”, dice a su vez, Mónica Santamaría, ingeniero en sistemas.

Y es que, en los últimos años, Ecuador se convirtió en un lugar estratégico para la llegada de indocumentados colombianos que han podido ingresar al país por la falta de seguridad en varios puntos de la frontera en donde se opera la guerrilla colombiana. De acuerdo con cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR), en Ecuador residen alrededor de 250 mil colombianos que requieren protección internacional y hay cerca de 50 mil solicitudes de refugio por parte de ciudadanos de ese país, de los cuales sólo se han aceptado poco más de 14 mil.

La situación de inseguridad en la frontera llevó al gobierno a diseñar el Plan Ecuador, para reducir el riesgo de que grupos y organizaciones dedicadas a actividades ilegales penetren en territorio ecuatoriano y provoquen daños a personas y bienes públicos y privados y realicen acciones contra la estabilidad y seguridad en los dos países.

También busca dar asistencia humanitaria a los desplazados desde Colombia con acceso a servicios de salud, educación, alimentación y protección, así como reducir los índices de pobreza en las zonas fronterizas, que a su vez han generado nuevas formas de violencia y crimen en Ecuador.

Otro de los puntos que busca el Plan Ecuador, que había sido dialogado con el gobierno colombiano, es reducir los impactos nocivos en la salud, la producción agrícola y el medio ambiente, de las aspersiones aéreas que el Ejército del país vecino realiza en zonas fronterizas para erradicar los cultivos de coca.

Nota de Valeria Restrepo, El Universal, 5 de marzo.


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