“Aquí la sesión abortó”

La sesión en la sede alterna abortó. El cerco de 2 mil policías fue insuficiente contra el bloqueo de las adelitas, que convirtieron a la mayoría senatorial en un Congreso errante.

Guillermo Anaya, secretario general e integrante de la bancada del PAN, salió por la puerta del estacionamiento del hotel Congreso, a espaldas del Senado. Iba poniéndose la corbata y acomodándose el saco, apresurado, rumbo a la sede alterna. El rojo de su rostro no ocultaba el enojo.

Sus compañeros de bancada tenían 10 minutos de haber llegado en camionetas, por un estacionamiento público que sirvió de acceso para consumar el operativo hormiga, aplicado por los panistas para burlar el cerco de la resistencia civil.

A unos metros, sobre República de Cuba, las adelitas que desde en la mañana habían recibido la instrucción de impedir el paso hacia la vieja casona de Xicoténcatl, observaron pasar a toda velocidad en dos ocasiones cuatro camionetas llenas de panistas, conducidas por personal de resguardo de la Cámara alta.

Estaban sentadas en el piso, esperando la llegada de los senadores. “Nos van a tener que atropellar si quieren pasar, como cuando entraron para aprobar la Ley del ISSSTE”, murmuraban desde el campamento que coordina Alejandra Barrales, justo en la esquina de República de Cuba y Callejón del 57.

Los priístas no tuvieron la misma suerte, al menos eso aseguraron. “No llegamos porque no había garantías”, comentó Manlio Fabio Beltrones. El rumor: los tricolores llegaron hasta el Eje 1 y ahí en la Lagunilla se atoraron una vez que el mando de la PFP dijo no dar con la calle para meterlos.

Entrelazadas de los brazos, cientos de adelitas cercaron las calles que confluyen en el Senado. Así se mantuvieron desde las 8 de la mañana, cuando relevaron a los hombres. Todo, con tal de impedir a toda costa el acceso, incluso a los senadores del FAP.

“¡Pues si yo fui uno de los que tomó la tribuna!”, les decía el perredista Francisco Castellón, quien sólo recibía cantos como respuesta. “¡No puede pasar, no puede pasar!”, coreaban las adelitas que se ubicaron en la esquina de Donceles y Eje Central, y que después de los ruegos del nayarita le permitieron el paso. No tuvo la misma suerte Pablo Gómez, quien pese a las súplicas movió la cara como muestra de desaprobación y caminó dos calles, dio vuelta en República de Cuba y luego hasta Bolívar para ingresar por Donceles, a la altura de la Asamblea Legislativa.

“¡Hay mucho estrés social!”, justificó el petista Alejandro González, a quien las irritadas adelitas dejaron pasar tras cinco minutos de espera. Iba acompañado por Silvano Aureoles, cuyo rostro no ocultaba el enfado.

Después de las 11 de la mañana desfilaron hasta el estacionamiento de República de Cuba, donde se alistaron para impedir el acceso de los panistas, que comenzó a partir de las 12:47, casi una hora antes de la cita para la sesión, prevista para la una y media de la tarde.

“¿Ustedes no son federales, verdad? Porque si son de Marcelo, entonces no les tenemos miedo”, decía entre risas un grupo de adelitas a los uniformados que protegían la valla metálica que separaba uno de los cercos de la entrada del estacionamiento de donde salieron los panistas.

Desde el día anterior el PRI tenía previsto en el plan B la Torre del Caballito. Se mandó quitar los muebles y así permaneció hasta la mañana de ayer, cuando se dio la orden de habilitarlo con sillerío.

A la una de la tarde, por el radio de uno de los policías se oyó: “La sesión aquí abortó”. Se cumplía la semana de la resistencia civil.

Sin decir palabra, los panistas se retiraron en camionetas de la PGR. Claudia Sheinbaum celebraba con sus adelitas la suspensión de la sesión, pero ésta se iniciaba 15 minutos después en la nueva sede alterna.
Crónica de Liliana Padilla y Angélica Mercado, Milenio, 18 de abril.

0 Responses to "“Aquí la sesión abortó”"