Cuestionan intelectuales el sistema educativo cubano

La Habana, 7 de abril. El séptimo congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), celebrado la semana anterior, llevó al nivel de un foro nacional la crítica al sistema educativo de la isla, que ha venido escalando peldaños lentamente desde las escuelas, los barrios y la prensa, hasta abrir el debate sobre un sector que durante décadas se consideraba intocable.

Durante la discusión del tema Cultura y Sociedad, el cineasta Alfredo Guevara recordó la alta escolarización de la sociedad cubana, pero cuestionó: “¿Puede la escuela primaria y secundaria y el pre (preuniversitario), tal y cual han llegado a ser, regenteadas por criterios y prácticas descabellados e ignorantes de principios pedagógicos, sicológicos elementales, y violadora de derechos familiares, ser formadora de niños y adolescentes, y por tanto fundar futuro?”

“¿Será que acaso por esos caminos se calcula puedan crecer las generaciones a las que tocará cumplir la inmensa tarea de esculpir, ante todo en su alma, la patria soñada? ¿Es que esa escuela continúa realmente la diseñada por la revolución en sus primeros días? ¿Y aun antes en los territorios que se iban liberando?

“Jamás podrá construirse con solidez a partir de dogmas, empecinamiento, desconocimiento de la realidad real o ignorando los mensajes alertadores de la experiencia y de los ciudadanos”, agregó Guevara.

Los corresponsales extranjeros no tuvieron acceso a la reunión, pero algunas de las intervenciones se han conocido en los últimos días, junto con reseñas de los medios locales.

Guevara, presidente del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, también dijo que la enseñanza artística ha estado “sometida sin tregua, ella y sus graduados, a interferencias inadmisibles y que contradicen el rigor y los tiempos necesarios en toda formación intelectual de creación o de interpretación, ya que ésta debe ser y tendría que ser igualmente creativa”.

La ensayista Graziela Pogolotti pidió “reconsiderar el tratamiento al maestro”, tanto en el salario como en su reconocimiento social. “Tenemos una tradición pedagógica que forma parte de nuestra cultura, y esa tradición pedagógica hay que rescatarla”.

“Me he preguntado muchas veces”, dijo Pogolotti, “a dónde han ido los millares de graduados de nuestros institutos superiores pedagógicos, de nuestras escuelas de maestros, no sólo en el periodo especial (la crisis de los noventa), sino antes, qué ha sucedido con todos aquellos que se formaron para enseñar, dónde están, y el que está ahí, si tiene una experiencia válida, debe ser recuperado”.

La escritora Adelaida Fernández de Juan demandó “evaluar aciertos y beneficios” del actual sistema escolar básico, instaurado hace cinco años y cuyos primeros alumnos ya están en la universidad.

“Los errores de la educación básica se descubren a largo plazo”, señaló Fernández. “Nuestros adolescentes, léase nuestros futuros técnicos, arquitectos, abogados, escritores y artistas, nacidos todos durante lo peor de la crisis económica, se someten a la irregularidad de evaluaciones cuya metodología resulta arbitraria, que no estimula al alumno sobresaliente ni ayuda a quien tiene dificultades. Son jóvenes que aprenden a no tener confianza ni en ellos mismos ni en los valores que intentamos transmitirles”.

El crítico teatral Jaime Gómez Triana lamentó que los profesores de arte sean “jóvenes recién graduados que, por su falta de experiencia, no están preparados para formar a sus estudiantes con el rigor que necesita el país” y trabajan “en la más absoluta soledad, ni siquiera encuentran un programa de superación que los ayude a cumplir cabalmente su tarea”.

El diagnóstico ha surgido paso a paso en los últimos años de la experiencia de padres de familia, se manifestó durante las discusiones con agenda abierta que se realizaron en los barrios el año pasado y en los últimos meses lo ha enfrentado el diario Juventud Rebelde.

Una discusión similar no tiene antecedentes después del triunfo de la revolución de 1959, que en tres décadas cumplió una campaña nacional de alfabetización, logró la escolaridad masiva y universal, expandió los estudios superiores y alcanzó rangos de alta competitividad en centros científicos de punta.

El conflicto ahora en debate parece ser uno de los resultados originalmente silenciosos de la crisis de los noventa, que provocó la emigración masiva de profesores de los tres niveles básicos de la provincia a la capital, del país al extranjero o simplemente del puesto de trabajo a otra ocupación.

El gobierno reaccionó con un reclutamiento de jóvenes recién egresados del bachillerato, a los que ofreció cursos de capacitación para convertirlos en “maestros emergentes”.

Aunque en los foros vecinales los padres de familia reconocieron que hay “emergentes” valiosos, la queja generalizada es que gran parte de esos adolescentes carece de verdadera vocación, madurez, experiencia y a veces hasta de los conocimientos que deben impartir a otros adolescentes.

Guevara se refirió al caso al reclamar: “¿Por qué una y otra vez ese nivel de improvisación, por qué tanta improvisación? La respuesta es muy simple: carencia de diseño. La solución, en cambio, bien compleja, pasa por rectificaciones de fondo”.

Nota de Gerardo Arreola, La Jornada, 8 de abril.


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