Debate sobre el ‘tesoro’, atorado

El Senado cayó en un atorón de asuntos y, sin empacho, el tiempo siguió su vuelo, al ritmo de una cuenta regresiva que previene del final del “periodo corto” de trabajo. Así es que no tiene para cuándo emprender, como reza el anuncio, la aventura de debatir “nuestro tesoro” petrolero.

Cuando el Senado se atora, los goznes del poder chirrian, como ocurrió ayer tras las puertas cerradas de la Junta de Coordinación Política, el VIP de líderes, que le dio portazo al debate sobre Pemex propuesto por el Frente Amplio Progresista (FAP).

PAN y PRI entendieron que para ese debate que trae las iniciales AMLO, la izquierda pedía un presupuesto de dineros senatoriales, un “tesorito”, pues.

La respuesta fue regiomontana: nada, ni un centavo, según unas versiones de lo que ocurrió en el despacho de Manlio Fabio Beltrones (PRI), que tiene en la manga una iniciativa propia, según ha dicho, pero que le concede al Ejecutivo el derecho de “anticutimano”, el de la vieja cultura priista: el presidente va primero.

Carlos Navarrete negó que se necesite dinero adicional para que el debate sobre Pemex tenga lugar. Dijo que basta con los recursos disponibles para confrontar ideas sobre unos 40 puntos básicos, sin salir de la ciudad capital, allí en Xicoténcatl.

Como sea, no hay debate aprobado, y en un chirriar de goznes, la idea del PRD-PT-Convergencia se fue al laberinto del análisis técnico. Por ello, el bloque del FAP determinó por conducto de Navarrete que si el país esperó 30 años esta discusión “¿qué más da esperar 30 días, 30 semanas...o más?”

La reforma energética quedó envuelta en el flujo de decisiones que se atoran a ratos. El orden del día de ayer contenía una extensa lista de espera de asuntos, como un Limbo, que dura semanas, con una puerta de salida falsa: la pérdida de actualidad de la materia tratada.

Pero ocurrió que fue bloqueado el dictamen planchado, con invitados en la galería, de la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, la que vetó Vicente Fox, en el 2006, y que en este mes cumplirá sus primeros tres años de proceso legislativo accidentado.

María Rojo (PRD) compartió enojos con siete personajes de la industria editorial y de ferias de libros, que vieron irse su ilusión de ley a una revisión de más. Ni nace ni muere.

“Dijo Fernando Elizondo (PAN) que iba a ser aprobada (la ley) por unanimidad, y hasta me abrazó”, lamentó Rojo. “No se sabe de dónde, pero la pararon; que mala jugada”. Aunque amaneció sin peros, el dictamen sobre la Ley del Libro, se atoró en los engranes legislativos con trucos del siglo XIX.
Nota de Juan Arvizu Arrioja, El Universal, 4 de abril.

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