Doblegar empresas, política de Chávez

CARACAS.— Desde la policía capitalina hasta el más histórico hotel caraqueño, pasando por un teleférico y por las industrias de electricidad, cemento, petróleo y telecomunicaciones, la nacionalización de sectores estratégicos del aparato productivo avanza implacable en Venezuela.
“Hotel Alba Caracas”, contesta una operadora telefónica de lo que, hasta hace cerca de un año, era el Hotel Caracas Hilton y que el presidente Hugo Chávez compró a la cadena mundial hotelera estadounidense. Los huéspedes son ahora generales y coroneles del Ejército y ministros y autoridades del gobierno venezolano que instalaron allí sus oficinas, emulando a los revolucionarios cubanos que, en 1959, ocuparon triunfantes el Hotel Habana Hilton para convertirlo en el Hotel Habana Libre.

Sin el brillo ni lujo de otros tiempos, y bautizado en honor a la Alternativa Bolivariana para las Américas formada por Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Dominica para enfrentar el libre comercio impulsado por Washington, el Alba Caracas alberga a nuevas y viejas generaciones de estudiantes y profesores de la izquierda latinoamericana, diputados y dirigentes políticos e invitados del régimen socialista de Chávez.

“Venezuela es ahora de Chávez”, reclamó el diputado Ismael García, líder de Podemos, ex-aliado del mandatario y único partido opositor venezolano representado en la Asamblea Nacional. “Todo lo quiere controlar el capitalismo de Estado de Chávez y así el sector productivo no prospera”, añadió.

García declaró en una entrevista con EL UNIVERSAL que un ejemplo de la política de “arrodillar al sector privado” es la nacionalización de la industria cementera, que afecta a Cementos Mexicanos, de México; Holcim, de Suiza, y Lafarge, de Francia. “Todo el que quiera cemento en Venezuela, ahora tendrá que ir arrodillado a pedírselo a Chávez”, advirtió.

“Chávez debió informar primero a las empresas afectadas y pasar el asunto a la Asamblea, para estudiar y demostrar al país que la nacionalización era necesaria. Pero no lo hizo así y provoca inestabilidad económica y desincentiva la inversión, creando un monstruo de estado ineficiente, incapaz e incompetente”, dijo.

No obstante, Chávez sigue ocupando ámbitos privados de producción.

¿Y a qué estrategia responden las nacionalizaciones? Estrategas del gobierno se arropan en el “socialismo del siglo XXI”, plataforma anticapitalista de Chávez. “Algunas empresas básicas son fundamentales, cruciales, para poder llevar adelante, en perfecta coordinación, todo nuestro plan de desarrollo nacional”, adujo el ministro venezolano de Energía, Rafael Ramírez. La nacionalización del cemento, alegó, fue decretada porque “el sector de la construcción estaba teniendo restricciones, cuellos de botella en materiales de insumo”.

La propaganda “chavista” insiste en que la prioridad son los pobres y la justicia social, con la vivienda entre sus claves para derrotar a la marginación.

En un país con poco más de 26 millones de habitantes en el que los escenarios de miseria nada envidian de cuadros similares en el resto de América Latina y el Caribe, hay más de 10 millones hundidos en la pobreza. Y frente a la nacionalización de poderosas transnacionales, alguien murmuró que… “los ricos también lloran”.

Nota de José Meléndez, El Universal, 9 de abril.



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