Emigraron los camellos de La Habana

Los camellos cubanos, malolientes, imprescindibles para la mayoría de los habaneros durante más de una década y, quizá, los más fotografiados en todo el continente americano y en Europa, desaparecieron de la capital del país y apenas hoy se supo oficialmente adónde fueron a parar.

Esas bestias de hierro de 30 toneladas de peso, 18 ruedas y una joroba en el centro de su estructura metálica de 17 metros de longitud, constituyeron desde 1994 un símbolo de una época y el principal transporte colectivo de la ciudad.

Las autoridades los denominaron los “super tres bus” por sus enormes ventanillas microscópicas y capacidad para 300 personas casi atornilladas.

Los cubanos, maldiciéndolos y necesitándolos, los bautizaron camellos y debieron viajar en ellos a cualquier hora, cuando en la ciudad el sistema de transportación colectiva colapsó, como en el resto del país, hasta que una inversión cercana a los mil 200 millones de dólares de procedencia china comenzó a cambiar también el panorama del transporte.

A estos dromedarios rugientes los han sustituido modernos, coloridos y bien ventilados ómnibus chinos que, poco a poco, calman el agobio de la transportación, arrinconando hasta a los taxistas particulares que hicieron cosecha en los malos tiempos. Otros autobuses, con aire acondicionado y música indirecta, van conectando la ciudad con el resto del país.

Esta realidad, “con mucho impacto entre los cubanos” de a pie según analistas, se suma a los cambios puestos en práctica por el presidente Raúl Castro, que hasta ahora implican un “reordenamiento de la economía”, a partir de la agricultura; eliminación de prohibiciones que complicaban la vida cotidiana, como el acceso libre a los hoteles del país; y una revalorización del salario, que ha perdido su valor desde hace décadas.

La escasez de viviendas y la falta de autobuses –en La Habana se paralizó la construcción de un Metro cuando irrumpió la crisis de 1990–, han sido dos de los principales dolores de cabeza de los isleños.

Cuando los cubanos caminaban muchos kilómetros por obligación y soñaban con comida tras desaparecer su aliado soviético, los autobuses apenas movían unos miles de personas diarias. Hoy suman 700 mil cada 24 horas en la ciudad mientras que, maquillados, los viejos camellos vuelven a sus andanzas en la rural Provincia Habana, con crisis de transporte.

En tanto, mujeres agentes de la policía disolvieron un plantón de una decena de Damas de Blanco, frente a la Plaza de la Revolución en La Habana, que exigían “la libertad de todos los presos políticos” cubanos. Las Damas fueron llevadas a rastras a un ómnibus, tras no acatar los pedidos policiales de cesar la protesta.
Nota de Manuel Juan Somoza en La Habana, Milenio, 22 de abril.

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