Fracasan programas para migrantes por falta de difusión, afirman investigadoras

Los programas apoyados con fondos de migrantes y aportaciones públicas y privadas, como el 3 por 1 implantado en Zacatecas, no han servido para evitar la constante expulsión de mano de obra hacia Estados Unidos ya que carecen de difusión y en su diseño no participan las comunidades involucradas, criticaron las investigadoras Karol Gil Vásquez y Claudia Maya, de la Universidad de Missouri.

“Las comunidades beneficiadas desconocen estos programas y falta organización ciudadana. Los proyectos son seleccionados en Estados Unidos, no son planeados y prevalece el desacuerdo entre los migrantes donantes y las autoridades participantes”, detallaron.

Así, la buena y filantrópica intención de los migrantes mexicanos de apoyar a sus paisanos queda frenada porque no se realiza un análisis previo ni se cuenta con asesorías sobre las necesidades de cada comunidad para determinar que es lo más les conviene, consideraron las investigadoras quienes estuvieron en México para participar en un seminario del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

Sin embargo consideraron que tales esquemas “pueden utilizarse como plataforma para un programa de empleo regional, imperativo para las comunidades rurales a fin de evitar la constante expulsión de mano de obra”, pues hicieron notar que en la última década estados como Guerrero, Oaxaca y Veracruz ya ingresaron a la lista de generadores de migrantes.

Institucionalizar remesas
Plantearon además que el gobierno de México tiene la posibilidad de aprovechar mejor las remesas “si institucionalizara su envío a través de una banca pública que captara y supervisara dichos recursos, con un costo menor para los migrantes y para impulsar el desarrollo económico de sus lugares de origen”.

Así se crearía una banca de desarrollo financiada con remesas para que los gobiernos locales impulsen programas estratégicos de desarrollo rural, para microempresas, comunitario o productivos. El esquema, consideró Claudia Maya, puede partir del programa Directo a México, creado desde 2001 entre el Banco de México y la Reserva Federal de Estados Unidos, con 37 bancos participantes, pero cuyos alcances consideraron limitados.

Ha sido tal el crecimiento de las remesas en el mundo –en México fue de 148 por ciento entre 2002 y 2006– que no es casual el creciente interés y competencia que existe para captarlas entre los bancos, uniones de crédito y otras instituciones financieras. Por eso México tiene posibilidades de crear una banca pública que se nutra de las remesas y que podría extenderse a las zonas rurales más marginadas del país para ofrecer servicios financieros accesibles, insistieron.

Claudia Maya ponderó la importancia que han tenido hasta hoy las remesas como “amortiguador” de crisis económicas y sociales en los países que las reciben, además que a diferencia de otros flujos financieros como la Inversión Extranjera Directa (IED) no causan inestabilidad dado que no contienen elementos de deuda sino sólo regalías, pero acotó que no debe olvidarse que sólo entre el 10 y 20 por ciento de dichos ingresos son destinados al ahorro por lo que hasta ahora no han podido ser aprovechadas para impulsar el desarrollo regional o programas de pleno empleo.

El 10 por ciento de la población mundial depende o está vinculada a los 150 millones de migrantes que existen actualmente en el mundo y que generan 301 mil millones de dólares en remesas. “India es el país que recibe el mayor número de remesas, 24.5 mil millones de dólares según datos del año 2006, seguido de México con un 24.2 mil millones de dólares, una diferencia mínima. Además, en el caso de México las remesas representan 66 por ciento de las exportaciones petroleras, 95 por ciento del superávit del sector maquilador, 2.7 por ciento del PIB, y superaron la IED en un 28 por ciento, equivalen a cuatro veces las exportaciones agrícolas”, dijo.

Remesas que, en el caso de México, se destinan en un 52 por ciento a localidades que tienen menos de 2.5 mil habitantes, es decir, comunidades rurales donde el índice de dependencia económica es del orden del 92 por ciento, recordó a su vez Karol Gil Vásquez.

Sin embargo, debido a que la mayoría de los recursos son utilizados para satisfacer las necesidades básicas de alimentación, vestido, salud, vivienda y educación de las familias de los migrantes, los grandes flujos de remesas que fluyen al país no han generado un gran impacto en el desarrollo de las comunidades rurales.

Grupos de migrantes en Estados Unidos, como la comunidad zacatecana han hecho aportaciones filantrópicamente para proyectos donde también participan el sector privado y las autoridades locales y federales, pero presenta varias limitaciones.

Nota de Susana González, La Jornada, 6 de abril.


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