En un mes de moderado coqueteo con el consumo, Cuba inició ayer la venta libre de motocicletas y electrodomésticos, cuya compra estaba vetada al ciudadano común desde 2003.
Decenas de clientes y curiosos inundaron a primera hora el centro comercial situado entre la Quinta Avenida y la calle 42. Una exposición de 30 motocicletas acaparaba la atención de la mayoría.
La más grande es biplaza y cuesta 994 pesos convertibles o cucs (equivalentes a 1.08 dólares). La de un solo pasajero es de 794 cucs.
"Pocos compran y muchos miran", murmuró desde la puerta un viejo acomodador de autos."Ahora se verá quién tiene dinero aquí y de dónde lo sacan".
Sin embargo, cinco horas después, un empleado del establecimiento explicó a REFORMA que había vendido más de 20 motos.
"Sólo necesita licencia de conducción para ciclomotores. Hay que pagarla al contado y tienen tres meses de garantía", añadió el muchacho, dispuesto a no perder ni la más remota posibilidad de venta.
Comprando la monoplaza, una ingeniera rescató a esta corresponsal del vendedor.
"Es la segunda igualita que tengo. La otra fue en moneda nacional a través de mi centro de trabajo. Me la robaron y todavía la estoy pagando", dijo. "Espero que esta me dure más".
A pocos kilómetros, los empleados de Galerías Paseo no podían calcular la cantidad de DVDs (entre 115.55 y hasta 150.30 cucs) vendidos.
Otros clientes comparaban los "legales" con los del mercado negro.
"Yo conseguí uno más barato por fuera y con usb, que ninguno de estos aquí tiene", dijo una estudiante.
En la tienda Amistad en Centro Habana, las ollas eléctricas (de 46 a 63 cucs) y las arroceras (36 cucs) habían sido lo más buscado del día.
Hasta donde pudo constatar REFORMA, reproductores de video y televisores (650 cucs los clásicos de 24 pulgadas y hasta 4 mil 500 los de plasma) es lo que menos gancho tuvo ayer en las tiendas.
"Cáete, piden 142.55 cucs por un reproductor de video que ya es más antiguo que andar a pie", protestaba una estudiante de secundaria.
Las computadoras, por retrasos en distribución, brillaron por su ausencia, igual que los hornos de microondas y las tostadoras.
Decenas de clientes y curiosos inundaron a primera hora el centro comercial situado entre la Quinta Avenida y la calle 42. Una exposición de 30 motocicletas acaparaba la atención de la mayoría.
La más grande es biplaza y cuesta 994 pesos convertibles o cucs (equivalentes a 1.08 dólares). La de un solo pasajero es de 794 cucs.
"Pocos compran y muchos miran", murmuró desde la puerta un viejo acomodador de autos."Ahora se verá quién tiene dinero aquí y de dónde lo sacan".
Sin embargo, cinco horas después, un empleado del establecimiento explicó a REFORMA que había vendido más de 20 motos.
"Sólo necesita licencia de conducción para ciclomotores. Hay que pagarla al contado y tienen tres meses de garantía", añadió el muchacho, dispuesto a no perder ni la más remota posibilidad de venta.
Comprando la monoplaza, una ingeniera rescató a esta corresponsal del vendedor.
"Es la segunda igualita que tengo. La otra fue en moneda nacional a través de mi centro de trabajo. Me la robaron y todavía la estoy pagando", dijo. "Espero que esta me dure más".
A pocos kilómetros, los empleados de Galerías Paseo no podían calcular la cantidad de DVDs (entre 115.55 y hasta 150.30 cucs) vendidos.
Otros clientes comparaban los "legales" con los del mercado negro.
"Yo conseguí uno más barato por fuera y con usb, que ninguno de estos aquí tiene", dijo una estudiante.
En la tienda Amistad en Centro Habana, las ollas eléctricas (de 46 a 63 cucs) y las arroceras (36 cucs) habían sido lo más buscado del día.
Hasta donde pudo constatar REFORMA, reproductores de video y televisores (650 cucs los clásicos de 24 pulgadas y hasta 4 mil 500 los de plasma) es lo que menos gancho tuvo ayer en las tiendas.
"Cáete, piden 142.55 cucs por un reproductor de video que ya es más antiguo que andar a pie", protestaba una estudiante de secundaria.
Las computadoras, por retrasos en distribución, brillaron por su ausencia, igual que los hornos de microondas y las tostadoras.
Nota de Yolanda Martínez, corresponsal, Reforma, 2 de abril.
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