“Hubiera querido más participación privada”

El presidente Felipe Calderón afirmó que la iniciativa de reforma energética que envió al Senado es la posible, en tanto que es la que “evita lastimar la sensibilidad de muchos mexicanos”. A él, admitió, le hubiera gustado desarrollar temas como una total participación libre del sector privado en refinación.

Entrevistado por Joaquín López-Dóriga, en El Noticiero, el mandatario mencionó que nunca habrá un momento políticamente oportuno para tratar un tema difícil, y dijo que será respetuoso de lo que el Congreso decida sobre el tema.

¿Esta iniciativa de reforma es la que usted deseó o la reforma que fue posible?
Es la reforma posible, lo cual no quiere decir que sea mala, es bastante buena, nos permite fortalecer a Pemex, y si se aprueba, estoy seguro que logrará iniciar una nueva etapa en la vida de Pemex.

De acuerdo con lo que hacía falta, ¿resultó como descafeinada, no?
Es una reforma que no tiene aristas que generen grandes controversias, pero que a final de cuentas permite fortalecer a Pemex en el camino correcto, y eso es bueno. En un tema tan polémico y tan importante para los mexicanos, como es el petróleo, debemos buscar una reforma que, al mismo tiempo que moderniza a la empresa y le permite expandir sus proyectos de inversión, al mismo tiempo es una reforma cuidadosa que evita lastimar la sensibilidad de muchos mexicanos.

Se dice en política que la mejor reforma siempre es la reforma posible, porque la otra no se alcanza. ¿Esta es la reforma posible?
Sí es la reforma posible y es una reforma bastante buena, quizá no tiene temas que muchos hubieran deseado que se incluyeran.

Usted mismo, quizá.
Yo mismo, las alianzas de Pemex con otras empresas para proyectos exploratorios muy complejos, pero independientemente de que no las considere, sí permite a Pemex un grado de libertad tal para poder desarrollar proyectos complejos, haciéndose acompañar, apoyándose en empresas especializadas. No desarrolla muchos temas, por ejemplo, que hubiera una participación totalmente libre del sector privado en refinación, pero sí permite que Pemex contrate empresas especializadas para construir y operar refinerías. Eso es un avance, quizá no de la magnitud que hubieran deseado muchos en el sector privado, por ejemplo, pero a mi juicio suficiente para fortalecer a la empresa.

Insisto, no de la magnitud que hubiera deseado, usted mismo.
Probablemente, pero soy de los que piensan que la mejor reforma es la que se hace; la mejor reforma es la que transita, la que es posible.

Hablaba usted de quitarle aristas. ¿Las aristas se las quita pensando o mirando en el voto priísta que necesita, o se las quita pensando en lo que se ha planteado de una reacción social, bloqueos, marchas, manifestaciones?
Básicamente pensando en la gente. Lo que percibo que los mexicanos piensan acerca de Pemex y también, desde luego, escuchando los argumentos que me han hecho llegar o a mi gobierno, tanto el PRI como otros partidos políticos, incluso escuchando lo que dice el PRD y otros grupos parlamentarios, independientemente de que nunca, o probablemente nunca colaboren en una reforma de esta envergadura. Es una propuesta que escuchó los planteamientos vertidos por los ciudadanos, a lo largo de varias semanas de muy intenso debate, por cierto, acerca de este tema.

Habla usted de las semanas. ¿Por qué tardaron tanto? Escuché al priista Manlio Fabio emplazarlo: presente la iniciativa, asuma los costos; y lo escuché contestar: yo asumo los costos. ¿Por qué todo ese tiempo?, ¿se ganó o se perdió?
Se ganó. Sobre todo fue muy importante, porque nos permitió elaborar un diagnóstico muy objetivo de la empresa y que ese diagnóstico se discutiera en la opinión pública y por los partidos políticos. De hecho, ese diagnóstico es la premisa que nos lleva a las propuestas que presenté al Congreso de la Unión. Sé que tuvo sus costos el hecho mismo de que hubiera este tiempo antes de presentar la iniciativa, pero también tuvo sus ventajas que me permitieron, a mí y a mi gobierno, escuchar las principales preocupaciones de la sociedad.

Me decía usted: “no se perdió el tiempo, se ganó”. Pero hay un plazo fatal en el Congreso, que es el 30 de abril, y la verdad no veo cómo pueda transitar, como dicen los legisladores, en el Senado y luego en la Cámara de Diputados.
Es posible, sé que el tiempo apremia, pero es posible, sobre todo en la medida que la iniciativa se conozca.

Es una iniciativa que, además, no es muy compleja, salvo la nueva Ley Orgánica de Pemex que reorganiza la estructura de la empresa; no tiene articulados muy complicados o muy extensos. Creo que se puede analizar y resolver pronto. Habrá quien no esté de acuerdo, bueno, no necesitará tampoco mucho más tiempo para no estar de acuerdo, aunque se vote y se decida, hay una posibilidad de que se apruebe en este periodo. Sé que es complicado, pero yo no quiero descartar la enorme responsabilidad con la que se ha conducido hasta ahora el Congreso de la Unión.

Si no sale el 30 de este mes, después lo veo más complicado.
El hecho es que nunca habrá un momento políticamente oportuno para tratar un tema difícil, y mi deber es plantearlo, mientras más pronto mejor. Cada día que pase, efectivamente, dificulta las posibilidades de un entendimiento en un tema tan importante para México. Estoy convencido de que habrá la responsabilidad suficiente para analizar a fondo este asunto y resolver. ¿Cuándo? Cuando decida el Congreso. Ciertamente, México no tiene mucho tiempo y ojalá se decida pronto.

En el caso de que salga, se cumplirá su proyecto, pero si no, hay que seguir gobernando, ¿no?
Efectivamente. Quiero dejar muy claro que yo respetaré lo que diga el Congreso. Si el Congreso quiere apoyar a Pemex y al país con esta reforma importantísima, México podrá acelerar su crecimiento, aumentar sus empleos y resolver, a mí me parece, de fondo, su problema petrolero. Si el Congreso determina que las cosas se queden así, seguiré trabajando intensamente, cumpliendo mi deber como Presidente. Simplemente digo que el petróleo, la producción de petróleo y las reservas seguirán cayendo. A mí, quizá, no me estalle el problema, pero quien venga detrás de mí, pues caray, no quisiera estar en su papel.
Entrevista de Joaquín López Dóriga, Milenio, 10 de abril.

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