“Pemex necesita nuevo régimen tributario”: David Ibarra Muñoz

Reserva probada de petróleo hasta 2018 por descuidos
“Los gobiernos de Ernesto Zedillo y de Vicente Fox siguieron la línea del descuido a la restitución de reservas y gasto en exploración. Las reservas probadas de hidrocarburos disminuyeron 33 por ciento entre 2000 y comienzos del 2006, por lo que sólo se dispone de reservas probadas hasta el 2018. A finales de 2007 la importación de productos petrolíferos llegó casi a los 500 mil barriles diarios y de gasolina excedió los 300 mil barriles”.

Secretario de Hacienda en el sexenio de López Portillo
David Ibarra Muñoz es economista, de militancia priista. Fue secretario de Hacienda y Crédito Público durante el sexenio de José López Portillo. Ha sido asesor de la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL) y presidente del Comité Editorial del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. Es autor de Ensayos sobre la economía mexicana (2006) y recientemente de El desmantelamiento de Pemex (2008).

No le rehuye al pasado. Fue el artífice hacendario del presidente José López Portillo, época en la que se hablaba de administrar la abundancia del país: el petróleo entre las riquezas.
—¿Y qué pasó entonces? —se le pregunta.
—Se desató una inflación que no se pudo controlar, cayeron los precios petroleros de manera terrible y se cometió una serie de errores de política económica.
Casi 40 años después se ha colocado entre quienes apuestan por un debate profundo sobre la realidad de la industria petrolera, con el fin de liberar a Pemex —dice— “de una serie de prejuicios que la han mantenido sobajada y en proceso de destrucción”, y de diseñar una formula “para reestructurarla y revivir sus enormes utilidades, lo que no se hace desde hace tres o cuatro lustros”.
En tono propositivo señala que el proyecto de reforma energética presentado por el gobierno federal debiera incorporar temas fundamentales: la extracción de recursos del fisco federal a la paraestatal, la reconstrucción de su patrimonio y el establecimiento de un régimen fiscal más adecuado.
“Lo que Pemex necesita es autonomía de gestión, que la saquen del presupuesto y que le quiten buena parte de los controles innecesarios a que está sometida, un nuevo régimen tributario, más acorde con lo moderno, y no de acuerdo a un esquema complejo, enredado, que liquida sus utilidades sin permitirle reinvertir”.
La empresa, enfatiza, “ha dejado de impulsar el crecimiento para convertirse en instrumento equilibrador de corto plazo del presupuesto público y de las cuentas externas”.
—¿Por qué? —la cuestión.
—Por la ausencia crónica de una estrategia energética de largo plazo, como parte de las políticas de desarrollo y seguridad nacional. Se optó por la extracción indiscriminada y se olvidó que la producción y desarrollo de los hidrocarburos requiere de inversiones continuas y cuantiosas en exploración y crecimiento.
Acusa que los gobiernos de Ernesto Zedillo y de Vicente Fox “siguieron la línea de descuido a la restitución de reservas y gasto en exploración”.
Y, en este sentido, se arropa en las siguientes estadísticas: las reservas probadas de hidrocarburos disminuyeron 33% entre 2000 y comienzos del 2006, por lo que sólo se dispone de reservas probadas hasta el 2018.
Y otros datos igual de alarmantes: a finales de 2007 la importación de productos petrolíferos llegó casi a los 500 mil barriles diarios y de gasolina excedió los 300 mil barriles. “Se gastaron más de 14 mil millones de dólares, dejando un déficit neto, de 11 mil millones. Sólo la importación de gasolina asciende al 40% del consumo nacional”.
—¿Y qué ocurre en refinación?
—La extracción de crudo pesado, que representa entre el 50 y el 55% del total, no puede procesarse en las instalaciones de Pemex, porque su capacidad de refinación es apenas de 1.5 millones de barriles diarios de los cuales sólo el 39% corresponde al tratamiento de crudos pesados. El resto se vende en los mercados foráneos, a precios castigados, o se procesa en refinerías extranjeras a costos elevadísimos.
Entre crudo pesado y ligero puede haber una diferencia en el precio de 17 dólares por barril…
“Resulta inexplicable que en más de una década no se haya construido una refinería de alta conversión de unos 400 mil barriles diarios que permita sustituir importaciones y ahorrar millones de dólares”.
Reprocha también la práctica de obligar a Pemex a subsidiar gas, gasolina y diesel por un monto de 2 mil millones de dólares anuales.
Pese a todo, refiere, el saldo comercial de hidrocarburos y sus derivados se ha incrementado de 11 a 23 mil millones de dólares en los últimos años.
Sugiere diseñar una estrategia para recuperar el patrimonio de Pemex, que en 1995 ascendía a 82.6 mil millones de pesos y que ahora, por el endeudamiento, se ha pulverizado…
La paraestatal, revela, le cedió al fisco de 1995 a 2006 tres trillones de pesos.
“Con el alza de los precios del petróleo, el aporte petrolero a Hacienda se acerca al monto total de impuestos directos e indirectos cubiertos por empresas y personas. En consecuencia, los ingresos tributarios de todo género del gobierno federal son aportados por Pemex en cerca del 40%”.
—¿Qué se necesitaría para despetrolizar las finanzas públicas?
—Cuatro o cinco reformas fiscales como la del IETU (Impuesto Empresarial a Tasa Única).
—¿Cuál sería su propuesta para revertir esta situación?
—Implantar una moderada reforma progresiva de impuestos directos basada en la capacidad de tributar de empresas y personas de mayor ingreso o consumo, o de plantear un gravamen recaudatorio como el impuesto a las transacciones financieras que tanto éxito ha tenido en países latinoamericanos como Argentina y Brasil.
Pone además sobre la mesa el tema de “la renuencia casi obligada de los gobiernos estatales a ceder participación en las rentas de Pemex. Una fracción de la participaciones federales, entre el 25 y el 34%, están asociadas a los ingresos petroleros. Esta ha sido una manera de politizar el petróleo y de poner a los estados a jugar por la privatización”.
Debatir, solicita. Y no duda en plantear que el objetivo debe ser “recobrar el papel del sector energético como pivote y no remo del desarrollo”.
Sobre el diagnóstico de la situación actual de Pemex presentado por la Secretaría de Energía opina: “Sólo subraya la situación desastrosa, eludiendo profundizar en sus causas”.
Pide, en el contexto que vive el país, analizar con seriedad lo que han dejado privatizaciones como la de la banca, la petroquímica, el azúcar, las carreteras y la fabricación de bienes de capital.
“No parece haber reparo en aumentar el número de participantes en el reparto de la renta petrolera, si con ello el fisco mexicano puede seguir disponiendo de fondos sin cubrir los costos de una verdadera reforma tributaria”.
Apunta que en la reforma federal se flexibiliza la regulación de licitaciones y de contratación de servicios, admitiendo en casos excepcionales la asignación directa o la invitación. De cualquier manera, advierte, “se incurre en contingencias peligrosas, cuando se permite pactar remuneraciones o incentivos tendientes a maximizar la eficacia o éxito de la obra o servicio, la diferencia sustantiva con un contrato de riesgo es por decir lo menos, bastante tenue, aunque las remuneraciones y los premios no sean pactados en especie, sino en efectivo”…
Entrevista de Daniel Blancas Madrigal, Crónica, 22 de abril.

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