Vicios de Fox en Pemex

En el sexenio del presidente Vicente Fox fueron despedidos más de 4 mil trabajadores de confianza, sobre todo en áreas de especialización que comprometen los sistemas de seguridad de la paraestatal.

El argumento para esas rescisiones fue un presunto ahorro presupuestal que no se realizó, pues los espacios libres fueron ocupados por personal de empresas privadas, algunas de las cuales aportaron recursos a la campaña del ex mandatario.

La estrategia se basó en cancelar grupos de plazas en distintas áreas y utilizar esos recursos para la contratación de altos funcionarios, señala el presidente de la Unión Nacional de Trabajadores de Confianza de la Industria Petrolera (UNTCIP), Alfredo Hernández Peñaloza.

El problema, subraya, fue que los nuevos mandos “llegaron con sus equipos, a veces de hasta 80 personas”, que se incorporaron de inmediato a la nómina.

Documentos proporcionados por Pemex, como respuesta a solicitudes ciudadanas de información, muestran que en el sexenio de Fox se despidió a 4 mil 788 trabajadores de confianza, aunque en ese lapso se registró un aumento en el número de plazas ocupadas.

En ese periodo, sin embargo, el costo de la nómina aumentó en 268 por ciento.

De acuerdo con el Balance Primario y el Balance Financiero de Petróleos Mexicanos y sus organismos subsidiarios, Pemex gastó en 2000 un total de 19 mil 149 millones de pesos en servicios personales, cantidad que creció al término de la gestión foxista, cuando la inversión en el rubro fue de 51 mil 355 millones de pesos.

La tendencia se mantiene en el actual gobierno, pues aumentó la cantidad de personal sindicalizado. El último balance de la paraestatal revela que en enero pasado existían 142 mil 770 plazas ocupadas, 10 mil más que al inicio de los gobiernos emanados del Partido Acción Nacional, pero la nómina aumentó a 54 mil 650 millones de pesos: 285 por ciento más que hace ocho años.

Ese incremento, empero, no se debe a la mayor contratación de personal de base sino al aumento en el sueldo de los directivos de Pemex.

Los reportes entregados al Instituto Federal de Acceso a la Información revelan que los directivos de la paraestatal —unos 10 mil— reciben entre todos una cantidad equivalente a 25 por ciento de toda la partida asignada a servicios personales: una plantilla que supera los 141 mil trabajadores.

Lo más grave, insiste Hernández Peñaloza, es la salida de personal especializado, que se sustituyó por empleados sin experiencia. Algunos ni siquiera conocían de la producción petrolera antes de trabajar en Pemex.

Eso genera problemas de supervisión en el trabajo de la paraestatal y, con ello, riesgos de seguridad, especialmente en la extracción de hidrocarburos. Hay sobrecarga de trabajo para los que quedan, señala el líder de la UNTCIP, pues “muchas veces tenemos que arreglar las reparaciones que ellos supuestamente realizan”, afirma.

Además, se contrataron esquemas nuevos para administrar la paraestatal que no han probado totalmente su eficacia.

Un círculo vicioso: en la plantilla laboral de Petróleos Mexicanos pocos conocen esos sistemas, lo cual obliga a mantener los contratos con las compañías que los proveen para evitar riesgos mayores.

Pa’ los cuates

En torno a la plantilla laboral de Pemex lo más abundante son los rumores sobre un despido masivo que, cinco años después de que se esparció, aún no se presenta.

La cantidad de trabajadores sindicalizados, por ejemplo, se mantiene en niveles similares desde que el PRI perdió la Presidencia de la República.

No ocurre lo mismo con los empleados de confianza, entre los que abundan técnicos, ingenieros y doctores en petroquímica, responsables de áreas vitales en la extracción y el procesamiento de gas o petróleo.

Para ese sector la salida de Pemex llegó de varias formas, explica Hernández Peñaloza: primero se orquestó una inusitada campaña de préstamos hipotecarios o para la adquisición de automóviles, y después se ofreció la condonación de la deuda a cambio de aceptar su liquidación de la empresa. En otros casos se ofreció la jubilación anticipada, especialmente en los que la fecha de retiro era cercana.

A otros se les obligó a renovar sus contratos individuales de trabajo —que hacen las veces de contratos en el caso de los trabajadores de confianza—, con lo que cambió radicalmente su relación laboral con Pemex, y hubo casos en los cuales de plano se les impidió el ingreso a las instalaciones de la paraestatal.

El asunto llegó al Congreso de la Unión, que desde hace varios años autorizó comisiones especiales para investigar la situación de la plantilla laboral de Pemex.

Hasta la fecha no se conocen resultados concretos, a pesar de que la política de despidos de personal de confianza se mantiene sin variaciones.

“La única defensa que tienen los compañeros es la unión gremial”, señala el líder de la UNTCIP. “La empresa tiene cientos de demandas laborales, incluso cuenta con una oficina especial para atender esos asuntos”.

Mientras, siguen los negocios de empresas privadas con recursos de la paraestatal, como ocurre con las compresoras de gas utilizadas en Pemex-Petroquímica, concesionadas desde 2003 a la empresa estadunidense Solar Turbines.

“Todos los equipos, incluso nuevos o recientemente reparados, fueron sustituidos por maquinaria de esa compañía”, a la cual asignaron contratos para el mantenimiento de las turbinas, sin tomar en cuenta que Pemex tiene uno de los talleres más reconocidos a nivel mundial en esa materia, el de Catarina, en Puebla explica Hernández Peñaloza,.

“Muchas de las reparaciones que hacen las empresas privadas las tienen que componer técnicos de Pemex”, dice el presidente de la UNTCIP.

La consecuencia es un incremento en el gasto dedicado al mantenimiento, que beneficia especialmente a las empresas vinculadas con altos funcionarios, sobre todo del sexenio pasado, cuando se asignaron contratos multianuales para esas compañías. Las ganancias, afirma Hernández Peñaloza, están garantizadas.

- Claves

Precedentes

• Con el pretexto de un presunto ahorro presupuestal, en el sexenio foxista se despidió a 4,788 trabajadores de confianza.

• Los recursos se usaron para contratar altos funcionarios que llegaron con equipos de hasta 80 personas.

• En ese periodo el costo de la nómina de la paraestatal creció en 268 por ciento.

• La salida de personal especializado, sustituido por empleados sin experiencia, generó problemas de supervisión, riesgos de seguridad, especialmente en la extracción de hidrocarburos, y sobrecarga de trabajo para los que se quedaron.

• Además se realizaron negocios con recursos de la paraestatal que beneficiaron especialmente a empresas privadas vinculadas con altos funcionarios.
Nota de Alberto Nájar, Milenio, 3 de abril.

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