Deceso con aroma a reelección

BUENOS AIRES.— Pedro Antonio Marín, alías Manuel Marulanda o Tirofijo murió por enésima vez, aunque ésta puede que sea la definitiva. Si había alguien en este mundo habilitado para cantar Como la cigarra, por aquello de “cuántas veces me mataron, cuántas me morí...”, esa persona era el líder de las FARC.

El gobierno de Álvaro Uribe siente que le está ganando a la historia. Esta afirmación se desprende de las afirmaciones del ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, y de su primo, el vicepresidente Francisco Santos. Sólo el silencio de la guerrilla y el comunicado con evasivas, publicado por la Anncol, la agencia de las FARC, ayudarían a pensar que esta vez Tirofijo no irá a su propio entierro, como reza la canción.

De ser cierta su muerte, las FARC completarían su Annus terribilis y certificarían la gravedad de su proceso de descomposición que, si bien habría comenzado mucho antes, se disparó oficialmente con la muerte de Raúl Reyes, a la que le siguió la traición que le costó la vida a Iván Ríos y, en días pasados, la deserción de Karina.

Diezmado como está su secretariado, la salida de Tirofijo dejará el peso de las decisiones a Guillermo León Sáenz (Alfonso Cano) y a Jorge Briceño (más conocido como el Mono Jojoy) el más político y militarista de los dirigentes históricos de las FARC aún con vida.

La duda pasa ahora por saber si tendrán o no tiempo de analizar el tenor de los gruesos errores que cometieron desde la frustrada negociación de paz en el 2002. Aquella jugada que terminó allanándole el camino al poder al actual mandatario y que la guerrilla coronó con más secuestros, entre ellos el de Íngrid Betancourt. A eso se le sumó la falta de reflejos para entender los cambios de época, así como los que experimentaba el Estado, su enemigo de siempre. No entendieron que el gobierno había cambiado, que había aprendido de sus yerros y que Uribe no era igual que sus antecesores.

Si hasta aquí el jefe de Estado había hecho los méritos necesarios en su lucha contra las FARC para que los colombianos vuelvan a verlo como reeleccionable, ahora Uribe no tiene muchos más pretextos para seguir ocultando sus intenciones de permanecer en el Palacio de Nariño hasta el 2014. Como Hugo Chávez en Venezuela, pero diferente.

Son las FARC las que pueden tapar la falta de resultados en materia social o los nefastos efectos de la parapolítica y otros escándalos. Y era justamente, la de ayer, la noticia que Uribe esperó con ansias por casi seis años. La que, de confirmarse, podría darle otros seis años en el poder.

José Vales, El Universal, 25 de mayo.





0 Responses to "Deceso con aroma a reelección"