FARC, heridas, mas no derrotadas

SANTAFÉ DE BOGOTÁ. Las FARC cumplieron esta semana 44 años de existencia con la peor crisis de su historia con la muerte de su fundador y líder, Manuel Marulanda alias Tirofijo, que se suma a la desaparición de otros dos miembros de su cúpula.

También con la deserción o captura de varios mandos medios y un asedio del Ejército que ha reducido su capacidad militar, aunque ello no significa que estén derrotadas.

Para el politólogo Alejo Vargas, autor de estudios sobre el conflicto colombiano, las FARC enfrentan "una situación bastante débil y complicada", por lo que la llegada a la dirección de Alfonso Cano tras morir Marulanda, "podría eventualmente conducirlas hacia la salida política".

Durante 44 años Marulanda se mantuvo al frente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que llegaron a tener al comienzo de esta década unos 17,000 combatientes y un poder que puso en jaque al Estado.

Sus 70 frentes aún operativos, ahora actúan sobre todo en zonas selváticas del este y sur de Colombia. Sus principales enclaves son los departamentos de Meta, Caquetá, Guaviare y Putumayo, que coinciden con las mayores zonas productoras de cocaína.

A partir del rompimiento, en febrero del 2002, de las negociaciones con el gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana, las Fuerzas Militares iniciaron una ofensiva, apoyada por Estados Unidos, que ha minado la estructura logística y de comunicaciones del grupo rebelde.


Respaldo clave.

Al "Plan Colombia", una estrategia para combatir el narcotráfico y la guerrilla diseñada por Pastrana y a la cual Estados Unidos le ha aportado unos 4,000 millones de dólares, el presidente Álvaro Uribe sumó el llamado "Plan Patriota", una ofensiva en el sureste del país.

Los aportes financieros de Washington permitieron al Ejército colombiano dotarse de helicópteros para movilizar rápidamente sus tropas y aviones de espionaje, que detectan con cámaras infrarrojas grandes movimientos de tropas, obligando a las FARC a fragmentarse en pequeños grupos.

Además de la ruptura de las comunicaciones y la red de apoyo logístico, esta ofensiva logró también desvertebrar las milicias urbanas de la guerrilla, especialmente en el centro del país.

La semana pasada Karina, Nelly Avila, una de las más emblemáticas combatientes de las FARC, tras entregarse a las autoridades admitió públicamente que desde hacía dos años no tenía comunicación con sus superiores.

El número de combatientes se redujo -según dijo a comienzos de año el ministerio de Defensa- a entre 6,000 y 8,000. Tan sólo este año 1,784 rebeldes se han desmovilizado.

La ofensiva de Uribe logró también contener la mayoría de ataques a poblados y generó una sensación de tranquilidad que llevó a su reelección en el 2006, aunque los golpes contra los grandes jefes de las FARC sólo llegaron este año.

El más contundente tuvo lugar el 1 de marzo, cuando tropas colombianas asaltaron un campamento en Ecuador y dieron muerte a Raúl Reyes, el número dos del grupo. Esa misma semana, Iván Ríos, otro miembro de la cúpula de las FARC, fue asesinado por un lugarteniente para reclamar la recompensa ofrecida.

Otros jefes militares cayeron en combates, como Martín Caballero, responsable de las operaciones en el norte del país, y Tomás Medina Negro Acacio, considerado el nexo con carteles brasileños para obtener armas a cambio de cocaína.

"Las FARC han sufrido un fuerte debilitamiento pero aún no están derrotadas", indica no obstante Gabriel Marcella, autor del libro "Los conflictos de baja intensidad en Latinoamérica y la democracia".

Por su parte el expresidente colombiano Ernesto Samper pidió moderar las expectativas. "No hay ningún conflicto que no haya terminado con una salida política, así las cosas no se puede pretender que por la vía militar se vaya a exterminar" a la guerrilla, puntualizó.
Carlos Osorio y AFP, El Economista, 30 de mayo.

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