Este viernes concluyen de manera oficial sus funciones el representante en México de la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Amerigo Incalcaterra, en medio de los cuestionamientos de organizaciones no gubernamentales por la “poca transparencia” en torno a los motivos que ocasionaron su remoción.
Amerigo Incalcaterra envió un oficio a las organizaciones civiles para informar que, de manera provisional, se queda al frente de la oficina Liliana Valiña, quien se desempeña como representante adjunta, en tanto la Alta Comisionada, Louise Arbour, decide quién lo sustituirá en el cargo.
Al respecto, Kenneth Roth, director ejecutivo de la sección Américas de Human Rights Watch (HRW), informó que hasta ahora el presidente Felipe Calderón no ha respondido a la solicitud hecha por esta organización estadounidense para aclarar públicamente los motivos del retiro del diplomático.
El 7 de mayo pasado, el director ejecutivo de HRW, Kennet Roth, envió una carta al primer mandatario en la que expresa que la cancillería mexicana “no desmiente claramente que su gobierno haya interferido” y dijo que en caso de confirmarse los “informes creíbles” que indican que el gobierno mexicano solicitó su retiro, “representaría un alarmante retroceso en la política exterior”.
Édgar Cortez, secretario técnico de la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los derechos para todos, señaló que persiste la hipótesis de que su salida obedece a presiones del gobierno mexicano y lamentó que ocurra en estas condiciones porque puede debilitar al organismo y deja un escenario desfavorable para quien lo sustituya.
“Nosotros sostenemos esta hipótesis porque en febrero cuando vino a México la Alta Comisionada no hubo un anuncio sobre su salida, lo que quiere decir que en ese momento no estaba prevista y que fueron las presiones del gobierno las que obligaron este cambio”, reiteró.
Indicó que la red —integrada por 54 organizaciones civiles— envió una carta a la Alta Comisionada para conocer los motivos de la remoción, la cual no ha sido respondida.
Lamentó que esta circunstancia podría debilitar al organismo en un contexto en el que se requiere un papel más activo y crítico de dicha oficina.
Incalcaterra ha dicho públicamente que su salida del país obedeció a los cambios normales que ocurren al interior de las Naciones Unidas en determinados periodos.
Amerigo Incalcaterra envió un oficio a las organizaciones civiles para informar que, de manera provisional, se queda al frente de la oficina Liliana Valiña, quien se desempeña como representante adjunta, en tanto la Alta Comisionada, Louise Arbour, decide quién lo sustituirá en el cargo.
Al respecto, Kenneth Roth, director ejecutivo de la sección Américas de Human Rights Watch (HRW), informó que hasta ahora el presidente Felipe Calderón no ha respondido a la solicitud hecha por esta organización estadounidense para aclarar públicamente los motivos del retiro del diplomático.
El 7 de mayo pasado, el director ejecutivo de HRW, Kennet Roth, envió una carta al primer mandatario en la que expresa que la cancillería mexicana “no desmiente claramente que su gobierno haya interferido” y dijo que en caso de confirmarse los “informes creíbles” que indican que el gobierno mexicano solicitó su retiro, “representaría un alarmante retroceso en la política exterior”.
Édgar Cortez, secretario técnico de la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los derechos para todos, señaló que persiste la hipótesis de que su salida obedece a presiones del gobierno mexicano y lamentó que ocurra en estas condiciones porque puede debilitar al organismo y deja un escenario desfavorable para quien lo sustituya.
“Nosotros sostenemos esta hipótesis porque en febrero cuando vino a México la Alta Comisionada no hubo un anuncio sobre su salida, lo que quiere decir que en ese momento no estaba prevista y que fueron las presiones del gobierno las que obligaron este cambio”, reiteró.
Indicó que la red —integrada por 54 organizaciones civiles— envió una carta a la Alta Comisionada para conocer los motivos de la remoción, la cual no ha sido respondida.
Lamentó que esta circunstancia podría debilitar al organismo en un contexto en el que se requiere un papel más activo y crítico de dicha oficina.
Incalcaterra ha dicho públicamente que su salida del país obedeció a los cambios normales que ocurren al interior de las Naciones Unidas en determinados periodos.
Nota de Liliana Alcántara, El Universal, 23 de mayo.
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