Indocumentados encaran a titular de Migración

CIUDAD IXTEPEC, Oax.— Ante el silencio de sus compañeros, el salvadoreño Pedro Alberto Funes Tovar alzó la voz y preguntó: “¿Es necesario que nos golpeen para hacernos sentir que somos basura en este país?”.

Funes Tovar no esperó la respuesta y prosiguió: “¿Es necesario que nos persigan a palos y tiros? Yo creo que tenemos dignidad y no merecemos ese trato, porque lo único que hacemos es buscar un trabajo honrado en Estados Unidos”, dijo.

Entonces, las quejas, las denuncias, los lamentos vinieron en cascada frente a la directora del Instituto Nacional de Migración (INM), Cecilia Romero, a quien Pedro Alberto Funes encaró desde el fondo de un improvisado auditorio.

“Un bato de la migra, así, con ropas como las que usted porta, le pegó a un compa allá en Hidalgo, le dijo que si era muy machito y le empezó a golpear la cabeza con el piso y entonces pues nos rebelamos todos en la garita”, recordó el indocumentado.

La queja de los migrantes se centró en contra de “la mayoría de los policías que nos roban el dinero, lo mismo en Chiapas que en Oaxaca. Nos detienen y nos dicen: ‘Si no me das un billete te llevo a la migra’”, explicó Roberto Mayrén.

El también salvadoreño dijo que en el punto conocido como La Arrocera, en Chiapas, son comunes los asaltos, “pero lo más jodido es que en toda la ruta del tren, hasta la policía municipal de los pueblos quiere su tajada”.

“Nos ven como mercancía, porque nomás ven a un migrante y los ojos de los policías ya ven dinero”, denunció el nicaragüense José Reynaldo Buitrago.

“Es cierto —añadió el también nicaragüense Berman Flores García—, hasta los garroteros de los trenes nos piden de 200 pesos para dejarnos subir al tren y así viajamos, con miedo, el cansancio, el hambre y la sed”, precisó.

“Ustedes no van al campo y no se dan cuenta de todos los abusos y agresiones que recibimos, aunque, la verdad, en México hay mucha gente buena que nos ayuda con agua, pan, café y galletas”, abundó Roberto Mayrén.

El caudal de denuncias concluyó con la expresión angustiada de la hondureña Ana Lilia García: “Un salvadoreño me quiso violar en el tren y le pegó a mi esposo, ahora tengo miedo de seguir adelante”, asentó.

¿Por qué tienes miedo?, le preguntó un funcionario de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). “¡Porque aquí andan unos amigos de esa gente que roba y viola en los trenes!”, dijo y se enfiló hacia la fila para recibir su ración de huevos, frijoles y agua de jamaica.

Nota de Alberto López Morales, El Universal, 7 de mayo.



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