Las FARC, ¿en caida libre?

BUENOS AIRES. — ¿Quién será el próximo? Se preguntan todos en Colombia. El 2008 parece signado como el año más terrible en los 44 que tienen de vida las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). No sólo por las declaraciones de Nelly Ávila Moreno, alias Karina, una de las altas jefas mujeres de las guerrilla, en su primer contacto con la prensa, sino por el cúmulo de golpes militares, traiciones internas, a las que tanto temía la hasta el domingo líder del frente 47 de las FARC, o excesos militares y diplomáticos del gobierno de Álvaro Uribe.

En los sucesos fundacionales de Marquetalia, 1964, fueron 38 militantes mal armados y alimentados los que comenzaron a organizarse militarmente. En el año 2002, cuando con el fracaso de las negociaciones de Paz, comenzó a gestarse la derrota política de las FARC y, de paso, posibilitarse el ascenso al poder de Álvaro Uribe Vélez, las fuerzas comandadas por Pedro Antonio Marín, alias Manuel Marulanda o Tirofijo, ascendían a más de 15 mil hombres y un poder de fuego capaz de llegar hasta el mismísimo Palacio de Nariño (sede de gobierno), como ocurrió el 7 de agosto de 2002.

Ese día, cuando Uribe estaba tomando posesión, una serie de disparos de mortero dio de lleno en la mampostería del Palacio. Salvo el M-19, con el recordado y sangriento ataque al Palacio de Justicia, en 1985, la guerrilla nunca había llegado tan lejos.

Desde entonces, sólo cosecharon los mayores niveles de descrédito social de su larga historia insurgente y un repliegue de líneas hasta las fronteras de los países vecinos.

El ataque al campamento de Raúl Reyes y la traición de sus subordinados, que derivó en el asesinato de Iván Ríos, los dos líderes de las FARC más dispuestos al diálogo, en marzo último. Unos meses antes, en septiembre, había caído en un bombardeo el jefe del Frente 16, el Negro Acacio, y varias semanas después Gustavo Rueda Díaz, Martín Caballero, otro de los influyentes jefes.

Ahora, la entrega de Karina, quien dijo, entre otras cosas, que temía le sucediera lo mismo que a Ríos, a quien el jefe de su Custodia, Rojas, mató, cortó una mano y se la entregó como prueba a las autoridades.

Ayer, en su página web, las FARC hicieron alusión a la deserción de una de las más aguerridas entre las milicianas, que se enroló en sus filas siendo una total desconocida. Lejos de admitir el golpe que representa para ellos, en el texto, titulado: “Lo sentimos por Karina”, aseguran que la ex guerrillera “no comprendió los avances bolivarianos en América Latina y el Caribe. Perdió su norte revolucionario. Con su deserción se depuran las FARC. Y comienza el calvario de Karina...”.

Karina describió a las FARC como una fuerza “resquebrajada” por la política de Uribe y por “la ayuda militar estadounidense”. No obstante no son muchos los que se animan a decir si, en verdad, perdieron definitivamente “su norte”. Sólo existe la seguridad que desde Marquetalia, las FARC nunca había experimentado tantos golpes juntos en tan poco tiempo.

Texto de José Vales, corresponsal, El Universal, 21 de mayo.




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