Con gestos, palabras y una sonrisa afable, la Canciller Angela Merkel hizo notar su desconcierto a su anfitrión, el Presidente Felipe Calderón, que había puesto -conforme a la firma Goldman & Sachs- a México en una lista de las cinco economías más fuertes para 2050.
Frente a empresarios mexicanos y alemanes, en el Palacio Nacional, Calderón dibujaba sus perspectivas acerca del crecimiento de la economía mexicana.
Y ubicó al País en el quinto sitio después de China, Estados Unidos, India "y probablemente Brasil".
Desde la mesa de honor, con los audífonos de traducción, Merkel hizo un gesto como para decir: 'y Alemania, ¿dónde queda?'.
Después, en sesión de preguntas, Merkel colocó su mano izquierda sobre el brazo derecho de Calderón para no quitar el dedo del renglón, a la vista de todos.
"¡No se olvide de Alemania! Con todo respeto, ¿eh?".
Muchos empresarios soltaron la risotada.
Vestida con un traje sastre, la doctora en Física también arrancó risas cuando preguntó algo que, de hecho, ya daba por sabido: si el primer auto que Calderón manejó fue "un vocho".
El Presidente rió, asintió con un gesto pero, alzando la voz -Merkel ocupaba el atril- quiso aclarar: "el último también....", tal vez en alusión al Golf que tiene en Los Pinos.
La buena relación que afloró entre Merkel y Calderón -a quienes une lo apretado de las elecciones en que resultaron Canciller y Presidente-, tuvo un epílogo igualmente chusco.
Calderón, que la víspera de su viaje a Lima, Perú, salió en defensa de Merkel -después de que el Presidente Hugo Chávez censurara su supuesto paso "por la derecha que llevó a Hitler al poder"-, ya le había manifestado su intención de ser visto como "un aliado" suyo.
La Canciller remataba su mensaje en el almuerzo que le ofreció Calderón en el salón Tesorería del Palacio Nacional, al que asistieron secretarios de Estado, empresarios y el presidente del Senado, Santiago Creel.
Merkel explicó que deseaba brindar por la "ventura personal" de Calderón y de su esposa, pero hizo notar que, aunque le "gustaría alzar la copa", no la tenía a la mano.
Frente a empresarios mexicanos y alemanes, en el Palacio Nacional, Calderón dibujaba sus perspectivas acerca del crecimiento de la economía mexicana.
Y ubicó al País en el quinto sitio después de China, Estados Unidos, India "y probablemente Brasil".
Desde la mesa de honor, con los audífonos de traducción, Merkel hizo un gesto como para decir: 'y Alemania, ¿dónde queda?'.
Después, en sesión de preguntas, Merkel colocó su mano izquierda sobre el brazo derecho de Calderón para no quitar el dedo del renglón, a la vista de todos.
"¡No se olvide de Alemania! Con todo respeto, ¿eh?".
Muchos empresarios soltaron la risotada.
Vestida con un traje sastre, la doctora en Física también arrancó risas cuando preguntó algo que, de hecho, ya daba por sabido: si el primer auto que Calderón manejó fue "un vocho".
El Presidente rió, asintió con un gesto pero, alzando la voz -Merkel ocupaba el atril- quiso aclarar: "el último también....", tal vez en alusión al Golf que tiene en Los Pinos.
La buena relación que afloró entre Merkel y Calderón -a quienes une lo apretado de las elecciones en que resultaron Canciller y Presidente-, tuvo un epílogo igualmente chusco.
Calderón, que la víspera de su viaje a Lima, Perú, salió en defensa de Merkel -después de que el Presidente Hugo Chávez censurara su supuesto paso "por la derecha que llevó a Hitler al poder"-, ya le había manifestado su intención de ser visto como "un aliado" suyo.
La Canciller remataba su mensaje en el almuerzo que le ofreció Calderón en el salón Tesorería del Palacio Nacional, al que asistieron secretarios de Estado, empresarios y el presidente del Senado, Santiago Creel.
Merkel explicó que deseaba brindar por la "ventura personal" de Calderón y de su esposa, pero hizo notar que, aunque le "gustaría alzar la copa", no la tenía a la mano.
Nota de Mayolo López, Reforma, 20 de mayo.
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