“Pagué al ‘pollero’, ahora va lo mío”

Apenas terminó de pagar los 30 mil pesos que le cobró el “pollero” para pasarlo a Estados Unidos; de aquí en adelante, lo que gane como ayudante de cocina en un restaurante de Manhattan, Nueva York, será para él y su familia que se quedó en México.

Carlos Hernández mantiene la ilusión de reinstalar su purificadora de agua, negocio que le arrebató el gobierno de la ciudad con la expropiación del inmueble de Santo Tomás 47, el 24 de julio pasado, para reubicar en ese lugar a comerciantes ambulantes independientes.

Su esposa, Concepción Rodríguez, se ha tenido que hacer cargo de los hijos, Karla y Jesús, de 7 y 4 años de edad, y asegura que Carlos la llama casi todos los días.

“Ayer me habló a las 4:00 de la madrugada y me dijo que era para que viera que estaba trabajando desde temprano”, expresó.

Pese a la distancia y a sus gastos, le manda 2 mil pesos al mes para ayudarla a pagar la renta de la vivienda que tiene en la calle Topacio en el Centro Histórico a donde se tuvo que mudar y de la bodega donde guarda sus garrafones de agua que aún comercializa.

La familia Hernández Rodríguez habitaba un cuarto en lo que era el estacionamiento público en Santo Tomás 47, antes de la expropiación, pues Carlos era también el velador del lugar.

En ese predio existe actualmente una plaza comercial asignada a comerciantes ambulantes que fueron retirados del Centro Histórico el 12 de octubre, sin embargo, sólo unos cuantos la están ocupando.

La Plaza Santo Tomás, como se le ha identificado, presuntamente iba a ser inaugurada por el jefe de Gobierno, pero ese día, Marcelo Ebrard los dejó plantados.

Raúl Mejía, líder de los comerciantes de la calle Joaquín Herrera y administrador de esta plaza, señaló que unas semanas antes se había programado la ceremonia, cuyos preparativos le costaron más de 6 mil pesos, pero con todo y sus globos y serpentinas, el gobierno capitalino lo desairó.

En tanto, los comerciantes que alcanzaron un espacio en ese predio, pese a tener derecho a un puesto metálico con gavetas y plataforma, se han desanimado y poco a poco abandonan el sitio.

“Sólo los baños funcionan, la gente no entra porque está entre calles poco transitadas”, comentó Concepción Rodríguez a quien el dirigente le asignó un lugar para vender.

“Pues ahí tengo el lugar, pero no puedo dejar el negocio del agua purificada, pues en la plaza no se vende y tengo que pagar los gastos de mis hijos y el gasto de todos los días”, añadió.

El inmueble de Santo Tomás 47 aún continúa en litigio, toda vez que el propietario, Raúl Torres, presentó un amparo por la expropiación, de tal forma que un juez le otorgó la suspensión definitiva y aun así el gobierno capitalino lo modificó y entregó a los ambulantes, quienes poco a poco lo van desocupando.
Nota de Fernando Martínez, El Universal, 21 de mayo.

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