Pemex no está atrasado En tecnología

En el debate energético, el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) es una abstracción que atrae las expectativas y frustraciones por el nivel tecnológico de la industria petrolera. En la vida real es un organismo donde trabajan cinco mil personas cuya sede principal se asienta en un conjunto de 37 edificios en el Distrito Federal, que cuenta con la segunda supercomputadora más grande del país, el mejor microscopio molecular de México, una refinería a pequeña escala y un taller de medición de emisiones similar al del Instituto del Aire de California.

Su director es el doctor Héber Cinco Ley, un hombre nacido en Chiapas con ascendencia china y más de cuatro décadas de experiencia en el sector petrolero. Ha trabajado en Pemex, ha sido consultor y académico. Es reconocido como uno de los mayores expertos de México en la industria petrolera. Trabaja en una amplia oficina que tiene dos cuadros impresionantes de Leonardo Nierman a la entrada, y una visión panorámica del norte de la ciudad de México. “No es cierto que Pemex está atrasado tecnológicamente […] tenemos grandes retos y ahí deberemos enfocar nuestros esfuerzos: desarrollar y tener acceso a tecnología para métodos de exploración más efectivos; aumentar el factor de recuperación de hidrocarburos de los yacimientos y la producción de combustibles amigables con el medio ambiente”,dice.

¿Cuáles son las fortalezas y debilidades de México en tecnología petrolera?

Somos muy fuertes en exploración y producción: por ejemplo en caracterización y explotación de yacimientos carbonatados, que se encuentran en rocas calizas. La mayoría de nuestros campos, con mayor producción, están ahí: Cantarell, Ku-Maloob-Zaap, el complejo Antonio J. Bermúdez, Jujo-Tecominoacán, Abkatún y Pol-Chuc. También somos muy fuertes en tecnología de explotación de yacimientos marinos, pero con poco tirante de agua. No tenemos la experiencia en aguas profundas, pero hemos iniciado programas de asimilación tecnológica. Otra área en donde somos muy fuertes es en catalizadores, en la que el IMP tiene una tradición de años.

¿Cómo estamos comparados con naciones petroleras como Brasil o Venezuela?

En el área de carbonatos, somos el principal productor costa afuera del mundo. Sin embargo, hay otras áreas en las que apenas comenzamos, por ejemplo en crudos pesados, ahí Venezuela es líder; en México tenemos a Ku-Maloob-Zaap y algunos otros yacimientos, tenemos que aprender mucho. En realidad no hay compañía líder en todas las áreas.

¿Cuánto le llevaría a México desarrollar tecnología en aguas profundas? ¿Cuál sería la mejor estrategia para la apropiación de tecnología?

Mucha de la tecnología está disponible en el mercado, pero el tema no es si se puede acceder a la tecnología. No tenemos la experiencia para saber qué vamos a usar para la exploración de los campos. Si no selecciono la tecnología correcta, tiene consecuencias económicas muy grandes, porque los pozos y las instalaciones en aguas profundas tienen un costo elevadísimo, y por otra parte hay riesgos en cuanto al medio ambiente: tengo que caracterizar perfectamente el océano, diseñar las instalaciones para que resistan. El calentamiento global traerá más huracanes y condiciones más adversas para la operación. Realizar una inversión sin el know how de qué pedir no es conveniente. La experiencia en el mundo indica que las compañías no van solas: al ser tan alto el riesgo, lo comparten. Siempre van dos o tres compañías hacia un proyecto en aguas profundas.

Tenemos un IMP con 300 investigadores, ¿son muchos o pocos?

Yo creo que son pocos, pero nuestro problema no es de número sino de orientación. Si sumamos las capacidades que existen en todos los centros de investigación del Conacyt, si vemos todos los institutos de investigación de la UNAM, el Cinestav, el Instituto de Investigaciones Eléctricas, el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, tenemos una capacidad muy buena en cuanto a desarrollar tecnología, lo que se necesita es coordinación y orientación, de tal manera que todos los requerimientos de tecnología pueden ser atacados por diferentes institutos. Tenemos que entender que el IMP no puede hacer todo lo relacionado con el petróleo.
Entrevista de Luis Miguel González, Milenio, 6 de mayo.

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