Rosarito, puente para drogas y migrantes

PLAYAS DE ROSARITO, BC.— Bandas del crimen organizado insisten en mantenerse en este municipio, donde no sólo trafican con drogas sino que utilizan sus costas como ruta para migración indocumentada hacia Estados Unidos.

Los operativos policiaco-militares instrumentados por órdenes presidenciales no han desalentado a las organizaciones delictivas, pues el aislamiento de la mayor parte de los 45 kilómetros de litoral representa una ventaja para realizar sus actividades casi sin ser detectados, aceptó el alcalde Hugo Torres Chabert.

El combate al tráfico de personas y la descarga de drogas es un tema pendiente, dijo el alcalde de extracción priísta, quien advirtió que se intensificarán las acciones de la Secretaría de Marina y del Ejército, con la instalación de retenes sorpresivos y el sobrevuelo de aeronaves en zonas conflictivas.

La inseguridad provocó una drástica caída en la actividad turística: los negocios operan a 10% de su capacidad, pues los visitantes fueron ahuyentados por la situación.

El ambiente del área urbana-turística, que colinda al norte del llamado “quinto municipio” con Tijuana, es muy diferente a lo que se vive en los pequeños poblados del sur rosaritense, donde de día se atienden negocios gastronómicos y de artesanías o curiosidades, y de noche se hacen acuerdos para viajar vía marítima al vecino país.

Grandes hoteles y complejos residenciales que cubren los acantilados, edificios en construcción o playas solitarias, son escenario de la descarga de drogas. Apenas el 17 de mayo, el Ejército decomisó más de 2.5 toneladas de mariguana y detuvo a 11 individuos que descargaban la droga para transportarla en dos camiones, muy cerca del poblado Primo Tapia.

Acuerdos furtivos

Un establecimiento de venta de mariscos es sólo fachada del verdadero negocio que consiste en transportar indocumentados vía marítima a Estados Unidos.

Felipe, un hombre de unos 60 años, explica que el cruce en esa modalidad es más fácil que por la montaña, desierto o por la garita; sin embargo, se dice dispuesto a contactar a los aspirantes a indocumentados con guías por cualquiera de las rutas.

Su modesta fonda de comida, ubicada en un diminuto poblado aledaño a las dunas, 23 kilómetros al sur de Rosarito, luce desolada por la falta de clientes. Así, cuando se le cuestiona por el “servicio” de cruce indocumentado al vecino país, parece animarse porque representa una buena ganancia.
Nota de Julieta Martínez, El Universal, 21 de mayo.

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