Una expansión silenciosa

BOGOTÁ.— Bernardo es un economista argentino, de no más de 50 años, que, entre 1990 y 1996 fue asesor externo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Tras hacer una pequeña fortuna, acaba de enviar a su hijo mayor a Estados Unidos a hacer un curso de piloto y él se mueve hoy entre Nicaragua y Colombia.

Héctor Orlando Martínez Quinto, un colombiano de 1.90 de estatura, llegó en el 2000 a Costa Rica y se casó con una joven que le permitió obtener cédula de residencia en tiempo récord e ingresar al mundo de las flotas pesqueras, asociado con otro colombiano, Huberth González Rivas, también casado con una costarricense.

Éstas podrían ser historias ordinarias de migrantes latinoamericanos, de no ser porque Bernardo y Héctor Orlando son dos de las fichas usadas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para librar una nueva y silenciosa batalla: expandirse ideológica, logística y financieramente por América Latina.

Bernardo, dicen fuentes del Ejército colombiano y de las propias FARC que hoy colaboran con la justicia, ha sido el encargado de penetrar países del cono sur, mientras que Héctor Orlando —autor de la masacre de Bojayá (Chocó), en mayo de 2002, en la que fallecieron 84 civiles— se metió en el negocio de la pesca en Costa Rica para utilizarlo como plataforma del canje de cocaína por armas. Así lo cree el recién relevado ministro de Seguridad de Costa Rica, Fernando Berrocal Soto.

“La estrategia consiste en enviar a estos países cuadros con el disfraz de refugiados, que una vez instalados, se vuelven intocables e inician la ofensiva”, asegura.

En Argentina se han recibido en los últimos cinco años a 80 refugiados políticos colombianos. Pero cuando se indaga sobre su pasado y actividades, la respuesta oficial del gobierno argentino es que, si bien entre ellos hay varios miembros de las FARC, se trata únicamente de perseguidos o desmovilizados.

En el caso de Costa Rica, país de refugio de Héctor Orlando, en los últimos seis años han ingresado 2 mil colombianos que, para las autoridades, están ligados a la subversión, a la delincuencia común y al narcotráfico. Pero hasta ahora comienza su persecución y decantamiento.

El mismo patrón se repite en Ecuador, México y en Brasil. En este último país, el enlace de las FARC, Francisco Antonio Cadena Collazos, Camilo —encargado del trueque de coca por armas y del reclutamiento de simpatizantes— no ha podido ser extraditado a Colombia porque goza de dicho estatus desde 2006.

La metamorfosis

Esta estratégica avanzada internacional de la guerrilla se empezó a gestar en 2002, cuando en Colombia llegó al poder Álvaro Uribe con un duro discurso anti-FARC y unas Fuerzas Armadas fortalecidas.

Entonces, el secretariado de las FARC optó por iniciar la penetración en el resto del continente, que ya había tenido dos fases, aunque poco productivas. La primera, en los 80, fue liderada por Jaime Guaracas, entonces miembro del secretariado, y fracasó por inexperiencia. La segunda se frenó por el retroceso del socialismo a nivel mundial.

Pero esta tercera fase, coordinada por los jefes de esa guerrilla Raúl Reyes e Iván Márquez, ha rendido frutos.

La guerrilla colombiana ha logrado armar una red de más de 400 organizaciones legales, clandestinas y semiclandestinas desde Argentina hasta EU que respaldan su causa.

Su punta de lanza ha sido la Coordinadora Continental Bolivariana (CCB). No es gratuito que, tres días antes de la muerte de Reyes, el Segundo Congreso de la CCB, reunido en Quito, Ecuador, haya expedido una resolución de apoyo a la batalla internacional de las FARC para ser sacadas de la lista de organizaciones terroristas y reconocidas como grupo beligerante. Esa solicitud ha encontrado un eco condicionado en los gobiernos de Hugo Chávez y Rafael Correa, que piden que cesen los secuestros antes de respaldarla a nivel internacional.

En la red de organizaciones, articulada por las FARC, hay desde movimientos de revolucionarios puros, hasta ONG defensoras de los derechos humanos, pasando por partidos políticos legalmente establecidos.

El enredo de la red

La información a disposición del gobierno colombiano sobre esta red coincide en buena parte con los reportes periodísticos logrados por el GDA. Por ejemplo, el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), en Perú, da un respaldo abierto al discurso de las FARC, por tener como coincidencia ideológica el marcado antiimperialismo. Pero, desde 2006, también hay indicios de que miembros de ese grupo han recibido entrenamiento militar de la guerrilla.

En México existe un núcleo de apoyo vinculado a estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México, que aunque es igualmente público, terminó en la mira de las autoridades luego de que varios de sus integrantes fueron encontrados en el campamento de Raúl Reyes. También está el Frente Popular Francisco Villa, conectado con el Partido de la Revolución Democrática, al que le atribuyen una cercanía con el grupo ilegal colombiano.

Ese lindero entre el apoyo ideológico y el logístico (incluido el tráfico de droga y armas) y la condición de refugiados intocables de quienes promueven estas organizaciones, es lo que tiene preocupadas a las autoridades de Colombia y de otros países de la región.

Por ejemplo, llama la atención que en la ciudad de México algunos miembros de las redes bolivarianas tienen intereses en una casa de cambio ubicada en la colonia Roma y en dos empresas, una de ellas una comercializadora de vehículos.

En Ecuador, Nubia Calderón —de cuya muerte no hay certeza— logró obtener residencia y propiedades, a pesar de tener una orden de captura vigente en su contra en Colombia por rebelión y terrorismo. Figura como administradora de un almacén de ropa y de maquillaje, pero es realmente el enlace de las FARC en ese país.

Ahora, todo indica que el principal esfuerzo de las FARC está encaminado a establecer nexos de algún tipo en EU.

“A mi juicio, un problema de fondo es que no tienen un vocero ubicado estratégicamente que pueda comunicarse con personas de influencia de mi país”, se lee en un correo enviado en octubre del 2007 a Raúl Reyes por Jim Jones, un académico estadounidense que mantiene contacto fluido con esa guerrilla y que les ha servido de puente con congresistas y personajes de centros de estudios políticos.

En EU ya han abiertos dos puntos de trabajo ideológico, dice la inteligencia colombiana: en una ONG ambientalista y en un centro de estudios de Carolina del Norte.

Tras la muerte de Reyes, la Comisión Internacional de las FARC se apresuró a reorganizarse para reemplazar esa ficha, dicen las investigaciones en Colombia.

Por todo este panorama, oficiales de inteligencia colombianos admiten que, si bien las FARC están acorraladas militarmente en Colombia, pueden reclamar su fortalecimiento en el exterior como su gran triunfo en los últimos cinco años.

Texto de GDA, El Universal, 11 de mayo.


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