Critica el NYT 'tímida' ayuda

En su principal editorial titulada "México al Borde", el New York Times afirmó que la violencia del narco ha rebasado al gobierno mexicano mientras Estados Unidos parece no comprender la magnitud del peligro al reducir el "tímido" monto de ayuda que a través de la Iniciativa Mérida propuso la Casa Blanca; además critica a los "subalternos" del Presidente Calderón por insinuar que los recursos podrían ser rechazados debido a lo que llama una condición necesaria para vigilar que los abusos no queden "bajo la alfombra".


Quizá el combate de las drogas se pudiera estar desvaneciendo de la memoria al norte del Río Grande (Bravo, del lado mexicano), pero al sur del río, sangrientas batallas están amenazando con abrumar al gobierno de México, elegido democráticamente.

El tímido paquete de ayuda que propuso la administración Bush, mismo que fue reducido por el Congreso de Estados Unidos, deja entrever que Washington no comprende la magnitud del peligro o sus propias responsabilidades.

La decisión del Presidente Felipe Calderón de acometer a los narcotraficantes muestra gran valor y un firme entendimiento de la amenaza que ellos representan para su país. Sin embargo, todo parece indicar que la situación lo ha superado.

Más de 4,000 personas, incluidos aproximadamente 450 integrantes de la policía, han sido muertos en actos de violencia relacionados con las drogas desde que el asumió el cargo, hace un año y medio.

Apenas el mes pasado, cuatro altos oficiales de seguridad fueron acribillados a balazos en Ciudad de México, incluido el jefe de la Policía Federal (Preventiva) en funciones.

México no puede librar esta batalla por sí solo. Sus fuerzas policiales están mal pertrechadas, mal entrenadas y plagadas por la corrupción, amén que claramente no son rival para los barones de las drogas, con su enorme riqueza y poderío armado.

Es comprensible la decisión de Calderón de recurrir a las fuerzas armadas, pero el Ejército no está entrenado para las tareas policiales y de inteligencia o para lidiar con la población civil.

Defensores de los derechos humanos ya está acusando al Ejército de cometer abusos.

Estados Unidos tiene un claro interés y una clara obligación de ayudar. Este país es el mercado principal de la metanfetamina preparada en laboratorios mexicanos y de la cocaína que pasa a través de México, proveniente de los Andes. De manera similar, es la fuente de las armas de los narcotraficantes. Y ningún muro va a impedir que las batallas armadas avancen hacia el otro lado de la frontera.

La administración Bush está en lo correcto en su reconocimiento de la amenaza compartida y la responsabilidad común. Sin embargo, el paquete de ayuda que propuso, a lo largo de tres años, por 1,400 millones de dólares, no basta para la tarea que hay por delante.

Es muy pequeño, notablemente si se compara con los miles de millones de dólares que los cárteles ganan en Estados Unidos.

Además, una gran parte de la ayuda es para equipamiento militar y México tiene otras necesidades más urgentes.

Por encima de todo, México necesita ayuda para acabar de raíz con la corrupción y crear una respetada fuerza civil de policía, la cual esté bien pertrechada y bien entrenada.

La policía mexicana necesita ayuda para mejorar sus habilidades en la investigación forense, seguridad carcelaria y protección de testigos. Aunado a lo anterior, México necesita un poder judicial transparente, justo y competente a fin de perseguir a narcotraficantes y funcionarios e integrantes de la policía que hayan sido comprados por el narco o sean culpables de abusos en contra de los derechos humanos.

Cualquier ayuda tendría que requerir de una estrecha vigilancia para garantizar que no sea dilapidada y que los informes de abusos no sean barridos debajo de la alfombra.

La participación de Washington no terminaría ahí. México no tiene esperanzas de propinarle una derrota a los narcotraficantes a menos que el país también esté dispuesto a combatir las drogas en el ámbito nacional, empezando por un claro compromiso enfocado a detener a los traficantes de armas y hacer mucho más con el fin de acometer las redes del narcotráfico del lado estadounidense de la frontera.

Para mala fortuna, en vez de apuntalar la ayuda a México, el Congreso estadounidense la está reduciendo. La cámara baja ya aprobó un primer desembolso por tan solo 400 millones de dólares, no los 500 millones que la Casa Blanca solicitó. El Senado de Estados Unidos aprobó tan solo 350 millones de dólares. Ambos han agregado delicadas condiciones relacionadas con los derechos humanos, pero ni la Administración ni el Congreso han dado esfuerzo alguno por venderles esas condiciones a funcionarios mexicanos.

Algunos de los subalternos de Calderón ahora están insinuando que podrían rechazar la ayuda.

Después de varios años de culparse mutuamente, Estados Unidos y México finalmente están listos para combatir juntos a los narcotraficantes. Ambos gobiernos necesitan trabajar de manera urgente a fin de aprovechar de la mejor forma el paquete de ayuda y dicha cooperación. La amenaza para México, y para este país, es demasiado peligrosa.

Reforma/NYT, 5 de junio.


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