Ejército de guatemala violó territorio Mexicano; Refugiados guatemaltecos en Tabasco

Un grupo de familias procedentes de Guatemala buscó refugio en Tenosique, Tabasco, después de que su aldea, presuntamente asentada en una reserva ecológica protegida, fuera desalojada e incendiada por el ejército y la Policía Nacional de ese país, informaron organizaciones defensoras de derechos humanos.
La población de Nueva Esperanza, Guatemala, ubicada a un kilómetro de los límites de Nuevo Progreso, Tenosique, fue reducida a cenizas el pasado 23 de mayo.
Ahora, sus habitantes desplazados están a la espera de que la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) emitan el dictamen migratorio que garantice su estancia en territorio mexicano en calidad de refugiados.
La Comisión de Derechos Humanos en Tabasco (Codehutab) alertó sobre la vulnerabilidad y las condiciones de las más de 58 familias guatemaltecas y exigieron a las autoridades migratorias que se les garantice el derecho de refugio en México.
“La ACNUR no le dio la seriedad debida a este caso, ellos no los consideran grupos vulnerables, pues establecen que para ello es necesario que haya víctimas”, dijo Efraín Rodríguez León, asesor jurídico defensor de derechos humanos.
En Nuevo Progreso, decenas de familias, entre niños, ancianos y mujeres embarazadas, deambulan con hambre y enfermos, y cruzan a sus hogares destruidos en territorio guatemalteco a recuperar lo poco que quedó de sus cosechas.
Los campesinos guatemaltecos y los niños que se esconden entre la selva y la zona devastada reflejan en sus rostros el miedo y la incertidumbre de que las autoridades de ese país regresen y cumplan sus amenazas de muerte.
“Dijeron que si volvemos a entrar otra vez a puros balazos nos van a sacar, vivos o muertos vamos a salir porque un palo vale la vida de 10 personas, eso nos dijeron”, señaló José Choj Choc, habitante de la desaparecida comunidad guatemalteca Nueva Esperanza.
Los refugiados desplazados viven con familias mexicanas en el poblado de Nuevo Progreso, donde reciben un poco de alimento y ropa. Algunos presentan signos de debilidad y otros se encuentran enfermos, mientras que unos más, en condiciones muy graves, improvisaron campamentos y duermen a la intemperie.
La ACNUR y los organismos defensores de derechos humanos en México detectaron en los refugiados problemas de salud en unas 60 personas, de las cuales 32 son niños que oscilan entre los tres meses y 10 años de edad.
“Las principales enfermedades son dermatitis (infecciones en la piel) y mucha fiebre, debido a que viven y duermen a la intemperie, bajo lluvias intensas, lo que los pone en alto grado de vulnerabilidad; no tienen suficiente alimentos ni recursos… nos llama la atención que la gran mayoría son niños y mujeres embarazadas”, detalló Rodríguez León.
En Nueva Esperanza la población desapareció, no hay casas y, si existieron, sólo quedaron cenizas y láminas como mudos testigos de la violencia; una iglesia y una escuela fueron derrumbadas con motosierra y después incendiadas.
“Aquí era Nueva Esperanza, pero de Esperanza no quedó nada, sólo destrucción, vino el ejército nacional y le echó fuego”, señaló Carmelo Pérez, un campesino guatemalteco.
Un ingrediente más de este crudo episodio es el caso de familias separadas por el Instituto Nacional de Migración (INM), que ese día aseguró y deportó a más de 100 personas, entre ellos niños y mujeres.
“Los engañaron. Migración cometió un error inhumano al deportar a muchas familias hacia las Mesillas, Tapachula, en lugar de dejarlos por el Ceibo, eso ocasionó que se dividieran y anden perdidos sin un peso en la bolsa”, agregó Efraín Rodríguez.
Un informe de la Secretaría de Medio Ambiente del gobierno de Guatemala asegura que la población destruida y otras pendientes depredan el parque nacional Sierra del Lacandón, con una extensión de 202 mil 865 hectáreas ubicada al oeste del Petén.
Es considerado el segundo parque de mayor importancia formado por un ecosistema de gran valor ecológico y cultural, área declarada parque nacional en 1990.
Para el sacerdote Fray Blas Alvarado, representante de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) y de la Liga Mexicana por los Derechos Humanos, el desalojo violento no fue la forma adecuada.
“Si en verdad estaban en una zona protegida deberían ser llamados a negociar y reubicarlos, pero no tratarlos así, no es la forma adecuada el desalojarlos violentamente”, afirmó.
A decir de la población guatemalteca agredida y de los organismos defensores de derechos humanos, la persecución del ejército guatemalteco es ya un conflicto internacional, al invadir territorio mexicano frente al ejército mexicano que protegió a los refugiados.
“Al momento de que el ejército de Guatemala invade territorio mexicano el ejército de México pudo haber actuado; sin embargo, se contuvo para evitar una situación crítica de alcance internacional. Con tal de detener a estos campesinos ingresaron por lo menos 50 metros, violando la soberanía nacional. Los pobladores hablan mucho de la prudencia del Ejército Mexicano y de su buena fe al protegerlos”, dijo el religioso.
Los desplazados guatemaltecos solicitaron a las autoridades mexicanas su apoyo para regularizar su estancia y posible reubicación en poblaciones mexicanas y agradecieron la buena voluntad de los habitantes de Nuevo Progreso, Tabasco, por el apoyo brindado durante su crisis humanitaria.
“Estamos alegres. Desearíamos ser mexicanos, pero lástima que no podemos… En Guatemala lo único que hay es crisis y masacre, lo que necesitamos es el apoyo de México en un dado caso que ya no podamos estar en Guatemala, que nos dejen vivir aquí”, dijo Mario Jesús Galicia, refugiado.
Organizaciones no gubernamentales solicitaron al gobierno federal que ordene la intervención del INM y la Comar para verificar in situ las posibles solicitudes de refugio y evitar la deportación de los guatemaltecos.
Notimex, Crónica, 18 de junio.

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