La Angostura ‘cobija’ paso de migrantes a EU

VALLES CENTRALES, Chis.— Tres horas navegando sobre una endeble panga bien valen la pena si con ello se evitan retenes militares y policiacos. Por ello, los migrantes centroamericanos, a pesar del peligroso oleaje que hay en la presa de La Angostura, se arriesgan a cruzar el embalse, de día o de noche, en su ruta hacia la frontera norte de México y Estados Unidos.
“Aquí, a diario pasan cientos de guatemaltecos, hondureños, nicaragüenses. Aquí se mira y se calla”, dice y advierte una mujer acostumbrada a ver como las pangas se llenan con cientos de migrantes para navegar casi 100 kilómetros desde Frontera Comalapa hasta La Concordia, en la región Frailesca.

Pasaban muchos

La mujer, que prefiere no identificarse, recordó que cuando los migrantes o traficantes empezaron a utilizar esa ruta, “eran muchísimos” los que pasaban.

El número de indocumentados que pasan por la presa ha disminuido, pero la ruta es una de las preferidas por los ilegales que llegan a México desde centro y sudamérica, aun cuando se han producido accidentes con numerosos muertos.

Una de 20 rutas

El cruce en panga por La Angostura, es una de las 20 rutas que utilizan los ilegales centroamericanos para evadir los múltiples retenes policiaco-militares a lo largo de la franja fronteriza con Guatemala, y en gran parte de Chiapas, aunque el peligro es mayor debido a que en muchos casos se realiza el recorrido de noche, con el riesgo de una colisión con resultado fatal.

El viaje por el caudal del río Grijalva se inicia en un poblado aledaño a la presa, donde los ilegales esperan, maltrechos y agotados, durante varias horas o días para lograr el contacto necesario.

De día, el inclemente sol hace más tediosa la espera, mientras que por la tarde y noche, el viento seco se encarga de azotar más sus agotados cuerpos.

Cansados por el viaje, algunos, duermen y descansan varios días, como se pueda, en el mismo poblado, protegidos contra las incursiones policiacas.

A veces, la policía logra colocar puestos de vigilancia en el municipio de Chicomuselo, 15 kilómetros al norte de Frontera Comalapa. Más allá, le está vedado su ingreso. Sólo el Ejército puede realizar patrullajes.

‘Mordidas’ de 200 pesos

Los pobladores, que omiten su nombre, aseguran que los policías que detectan a migrantes a bordo de los autobuses de pasajeros, les piden hasta 200 pesos para dejarlos que sigan el viaje.

Para llegar hasta el pueblo aledaño al embalse, los migrantes tiene que cubrir al menos 20 kilómetros de extenuantes camintas bajo los rayos del sol y las temperaturas que sobrepasan los 40 grados centígrados. Pocos son los que logran que un vehículo los acerque a la presa.

Temen arrestos

Sin embargo, para los indocumentados centroamericanos, “lo más difícil” es pasar sobre la constante presencia de los agentes de las diferentes corporaciones de seguridad.

Temen ser arrestados y deportados a su país después de tanto esfuerzo y sufrimiento.

“Nos hemos encontrado a varios agentes uniformados, uno de ellos nos exigió 25 mil pesos para que nos dejara pasar. Nosotros, como ya no queremos dar marcha atrás, le tuvimos que dar lo que traíamos, pero eso complica aun más la llegada hasta nuestro destino”, expuso David, un salvadoreño que junto con otros cuatro de sus compatriotas, acompañados de un menor, esperaban pacientes al contacto, a fin de cruzar la presa de La Angostura ya bien entrada la noche.

Fredy Martín, El Universal, 7 de junio.


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