La Arquidiócesis de México señala que la clase política mexicana está tan ocupada en sus discusiones bizantinas y estériles sobre el petróleo que han dejado de lado la defensa de los mexicanos indocumentados en Estados Unidos.
El semanario Desde la fe, en su editorial, señala que es conocida por la opinión pública las medidas inhumanas del Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos, que literalmente consiste en “cazar indocumentados para encarcelarlos y posteriormente expulsarlos a su país de origen”.
Y en algunos estados fronterizos los connacionales están siendo procesados judicialmente como si se tratara de criminales, sentenciándolos a penas que van de cinco a un año de prisión, y no tienen nadie que los defienda.
“¿Quién defiende a nuestros migrantes de estos atropellos? ¿Qué hace la clase política tan ocupada en sus estériles e interminables discusiones bizantinas sobre el petróleo, que no se ocupa de los mexicanos a quienes están obligados a defender? ¿Es más importante el petróleo que nuestros connacionales en Estados Unidos, quienes, por cierto, generosamente proporcionan el segundo ingreso al país después de los hidrocarburos?”, señala el editorial.
México, agrega, ha experimentado las más duras reacciones contra la migración y la más brutal agresión a los indocumentados. La amistad política se transformó en tensión y desconfianza y más allá de los discursos lo que cuenta son los hechos. Más allá de los discursos protocolarios, lo que cuenta son los hechos, y actualmente se construye un absurdo muro con la finalidad de cerrar la frontera a un costo exorbitante.
Indica que cuando comenzó la administración de George W. Bush, hace ocho años, el mandatario prometió que llevaría a cabo una reforma integral para beneficiar a los indocumentados, especialmente a los mexicanos, con la finalidad de regular en ese país la relación entre la necesidad de trabajadores y la oferta de mano de obra; sin embargo, el tiempo ha mostrado todo lo contrario.
El semanario Desde la fe, en su editorial, señala que es conocida por la opinión pública las medidas inhumanas del Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos, que literalmente consiste en “cazar indocumentados para encarcelarlos y posteriormente expulsarlos a su país de origen”.
Y en algunos estados fronterizos los connacionales están siendo procesados judicialmente como si se tratara de criminales, sentenciándolos a penas que van de cinco a un año de prisión, y no tienen nadie que los defienda.
“¿Quién defiende a nuestros migrantes de estos atropellos? ¿Qué hace la clase política tan ocupada en sus estériles e interminables discusiones bizantinas sobre el petróleo, que no se ocupa de los mexicanos a quienes están obligados a defender? ¿Es más importante el petróleo que nuestros connacionales en Estados Unidos, quienes, por cierto, generosamente proporcionan el segundo ingreso al país después de los hidrocarburos?”, señala el editorial.
México, agrega, ha experimentado las más duras reacciones contra la migración y la más brutal agresión a los indocumentados. La amistad política se transformó en tensión y desconfianza y más allá de los discursos lo que cuenta son los hechos. Más allá de los discursos protocolarios, lo que cuenta son los hechos, y actualmente se construye un absurdo muro con la finalidad de cerrar la frontera a un costo exorbitante.
Indica que cuando comenzó la administración de George W. Bush, hace ocho años, el mandatario prometió que llevaría a cabo una reforma integral para beneficiar a los indocumentados, especialmente a los mexicanos, con la finalidad de regular en ese país la relación entre la necesidad de trabajadores y la oferta de mano de obra; sin embargo, el tiempo ha mostrado todo lo contrario.
Eugenia Jiménez, Milenio, 23 de junio.
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