La despenalización del aborto en la Ciudad de México no significa reducir la mortalidad materna y sólo ha servido para que las mujeres lo usen como método de anticoncepción, aseguró la doctora en bioética María del Rosario Laris.
Refirió el estudio del doctor David Fergusson de Nueva Zelanda en el que durante 25 años dio seguimiento a mujeres embarazadas, entre los 15 y 18 años de edad y que se publicó en 2006.
Quienes tuvieron al bebé, 32 por ciento sufrieron depresión mayor, mientras que las que abortaron, 78 por ciento padecieron el trastorno. La ansiedad fue recurrente en 35 y 64 por ciento, respectivamente. Mientras que las tendencias suicidas prevalecieron en 25 y 50 por ciento en cada caso.
Así lo dijo durante la presentación del libro El debate por la vida, cuyos autores, además de Laris, son Jorge Traslosheros, Dora Elvira García, Juan Pablo Pampillo, Rodrigo Guerra y Alejandra Huerta.
En su turno, el doctor en Derecho Juan Pablo Pampillo sostuvo que la vida es un derecho humano fundamental reconocido por la Constitución Política, por Tratados Internacionales suscritos por México por lo que debe ser protegido desde la concepción y hasta su fin natural.
La maestra en Ciencias para la Familia por el Instituto Superior de Estudios para la Familia, María del Carmen Alva, señala que la negación, baja autoestima, depresión, culpa, vergüenza, ira, pesadilla, alucinaciones, desórdenes del sueño, e incluso intento suicida y abuso de drogas y alcohol, son uno de los 30 padecimientos de lo que en términos científicos se le ha denominado Síndrome Posaborto (SPA).
Laris dijo que según datos de la Secretaría de Salud, murieron 58 mil mujeres en 2005 en un hospital por diversas causas, de los cuales sólo 287 casos fueron perinatales y, de ellos, el aborto ocupó el cuarto lugar; “murieron menos de 71 mujeres a nivel nacional por complicación de un aborto que se hicieron fuera. No es verdad que mueren millones de mujeres por esa causa y ese no es argumento para legalizar el aborto”, sentenció.
Refirió el estudio del doctor David Fergusson de Nueva Zelanda en el que durante 25 años dio seguimiento a mujeres embarazadas, entre los 15 y 18 años de edad y que se publicó en 2006.
Quienes tuvieron al bebé, 32 por ciento sufrieron depresión mayor, mientras que las que abortaron, 78 por ciento padecieron el trastorno. La ansiedad fue recurrente en 35 y 64 por ciento, respectivamente. Mientras que las tendencias suicidas prevalecieron en 25 y 50 por ciento en cada caso.
Así lo dijo durante la presentación del libro El debate por la vida, cuyos autores, además de Laris, son Jorge Traslosheros, Dora Elvira García, Juan Pablo Pampillo, Rodrigo Guerra y Alejandra Huerta.
En su turno, el doctor en Derecho Juan Pablo Pampillo sostuvo que la vida es un derecho humano fundamental reconocido por la Constitución Política, por Tratados Internacionales suscritos por México por lo que debe ser protegido desde la concepción y hasta su fin natural.
La maestra en Ciencias para la Familia por el Instituto Superior de Estudios para la Familia, María del Carmen Alva, señala que la negación, baja autoestima, depresión, culpa, vergüenza, ira, pesadilla, alucinaciones, desórdenes del sueño, e incluso intento suicida y abuso de drogas y alcohol, son uno de los 30 padecimientos de lo que en términos científicos se le ha denominado Síndrome Posaborto (SPA).
Laris dijo que según datos de la Secretaría de Salud, murieron 58 mil mujeres en 2005 en un hospital por diversas causas, de los cuales sólo 287 casos fueron perinatales y, de ellos, el aborto ocupó el cuarto lugar; “murieron menos de 71 mujeres a nivel nacional por complicación de un aborto que se hicieron fuera. No es verdad que mueren millones de mujeres por esa causa y ese no es argumento para legalizar el aborto”, sentenció.
Nayeli Roldán, Milenio, 4 de junio.
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