La Corte confirmó legalidad del aborto; la Iglesia protestó con repique de campanas

El ministro Salvador Aguirre Anguiano intentó, de última hora, persuadir a sus compañeros con un discurso que pronunció con la voz entrecortada y en el que incluso comparó al aborto con el secuestro.
No lo logró: todos en el Pleno ratificaron su voto, ya de manera oficial: 8-3 en favor de la reforma en la capital que permite la interrupción del embarazo hasta la semana 12.
En teoría, la votación tendría que sentar jurisprudencia para que todos los tribunales del país resolvieran casos de aborto bajo los parámetros de la Suprema Corte. Este es el requisito: ocho votos a favor en una resolución.
Sin embargo, la ministra Margarita Luna Ramos emitió un sufragio extraño, en el que argumentó que no compartía el proyecto de Aguirre, pero tampoco las razones expresadas por los otros siete que respaldaron la norma.
—Tengo dudas en su voto, señora ministra —le dijo Ortiz Mayagoitia.
—Yo no entro al análisis de los conceptos que hizo la mayoría, pero declaro constitucional la ley —respondió ella.
La decisión de Luna Ramos de no apoyar criterios establecidos por los otros siete como el de “los derechos de la mujer por encima de los del concebido”, derivó en confusión jurisprudencial, por lo que será necesario esperar al engrose definitivo para conocer los alcances de la determinación.
Aguirre había dado la batalla: ¿resultaría constitucional que la Asamblea Legislativa dejara de penalizar el secuestro o penalizarlo con distinciones de la edad de la víctima?, preguntó.
Insistió en que la Constitución consagraba el derecho a la vida y dijo que la despenalización no era una medida válida para solucionar el problema de la mortalidad de mujeres por abortos clandestinos.
“Hacer prevalecer los derechos de la mujer sobre el derecho a la vida humana del concebido, bajo la premisa de negarle el carácter de ser humano, equivale a repetir el error histórico de cosificar a ciertos seres humanos por conveniencias políticas e ideológicas”, afirmó.
Le recordó a los ministros Juan Silva, Genaro Góngora y José de Jesús Gudiño que hace ocho años, al abordar otra acción de inconstitucionalidad, habían coincidido en que “el Estado no podía autorizar a una mujer a abortar, porque ello conculcaría el derecho a la vida del producto de la concepción”.
Nada funcionó.
Al final exigió que su proyecto, su estudio anexo, sus ponencias y demás intervenciones fueran sumados al engrose definitivo, para que sirvan de testimonio en el futuro, dijo… “Para cambios de opinión o para cuando otras generaciones de ministros puedan tomarlo en cuenta y lo hagan mejor de lo que nosotros lo hicimos”.

Jóvenes lanzan amenazas contra los magistrados
[ Daniel Blancas Madrigal ]
Repicaban las campanas de la Catedral, en señal de protesta, cuando defensores de la despenalización del aborto soltaron el primer estruendo.
Así de discordantes fueron las reacciones tras el fallo de la SCJN.
—¡Tranquilos, que estamos en la Corte! —dijo una de las mujeres, pero el resto —todas líderes de organizaciones sociales— había organizado ya una cascada de aplausos en el vestíbulo de la sede jurisprudencial.
—Mejor vamos a gritar afuera, no se vayan a molestar los ministros —sugirió otra, y entonces se dio el encuentro disonante: los eufóricos salieron del recinto con la mano en alto, dibujando la V de la victoria, lo que acrecentó la furia de un grupo de jóvenes, 30 cuando mucho, que habían llegado a lanzar amenazas contra los ocho ministros que apoyaron la ley y loas para los tres que la declararon inconstitucional.
“Los jóvenes vamos a trabajar para que la decisión de los ocho ministros sea letra muerta, esta batalla apenas empieza”, decían.
De uno y otro lado subió la intensidad: unos con las manos, otros con la voz…
Habían llegado poco después del mediodía con sus pancartas y sus gritos: “¡Justicia para los más inocentes... Ministro: quitar la vida no es tu decisión… Vida sí, aborto no… Azuela, Aguirre, Mayagoitia, gracias por su valentía, el pueblo los sabrá honrar”.
Tras el primer estrépito de las mujeres que lograron colarse a la sesión, quienes calificaban el día como el más histórico en la historia de su género, Jorge Serrano Limón, presidente vitalicio de Provida, abandonó la sala. Nada quiso hablar de tangas.
“Es un día de luto”, dijo en contraste.
Y antes de la huida, su sentencia final: “Ocho se han confabulado contra la vida, ya no hay protección jurídica para nuestros hijos, para ellos vale más un huevo de tortuga que un ser humano, los hospitales podrán derramar sangre que recaerá sobre los 46 asambleístas, el jefe de Gobierno del DF, y sobre la conciencia de los ocho ministros. La historia los va a juzgar como juristas vergonzantes”.
Afuera, otra vez restallaban las campanas. El repique. Así estaba planeado por la Iglesia.

Rendirán cuentas a la sociedad, afirma Ortiz Mayagoitia
[ Daniel Blancas Madrigal ]
“La Suprema Corte de Justicia de la Nación no penaliza ni despenaliza el aborto, no es nuestra facultad establecer delitos ni penas, sólo aprobamos la constitucionalidad de una norma”, suavizó el ministro-presidente Guillermo Ortiz Mayagoitia.
Fueron sus palabras finales, luego de que el Pleno declarara constitucional la interrupción del embarazo en el Distrito Federal antes de la semana 12 de gestación.
Advirtió a los ministros que de sus razones expresadas en la discusión y de sus votos, rendirán cuentas a la sociedad, porque “los efectos jurídicos y sociales de esta determinación son innegables”.
Dijo que en todos los países en los cuales los tribunales han debatido este tema “hay un antes y un después, a partir de la decisión aquí tomada, comienza el después, en el caso de México”.
Describió a la sociedad mexicana como madura desde el punto de vista cívico: “Ha sabido encausar su opinión en forma ordenada, respetuosa y seria, presupuesto indispensable para discutir este tema con altura, profundidad y serenidad”.
Justo cuando comenzaban las consignas frente al edificio sede, señaló que los ciudadanos habían mantenido su atención sobre el tema “sin manifestaciones ni demostraciones violentas o ruidosas. Hemos podido abordar este debate en condiciones de tolerancia, para presentar públicamente la pluralidad de nuestros argumentos”.
Daniel Blancas Madrigal, Crónica, 29 de agosto.

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