Mi hijo, el plagiario

Martha no tiene empacho en reconocer que su familia está formada por secuestradores y que ese fue su modo de vida por varios años.

Ahora, la mujer, de 60 años, visita a su esposo e hijo en el Reclusorio Oriente, donde ambos purgan una condena por 30 años.

Relata que decidieron dedicarse al secuestro porque ese delito es como estar en las ligas mayores de la delincuencia.

Martha dice que su hijo empezó con pequeños robos y asaltos.

Ingresó a bandas para hurtar vehículos. Incluso, una vez participó en un asalto a un negocio.

Pero, con el tiempo, empezó a adquirir habilidades, se "profesionalizó", hizo contactos con policías y se dedicó al secuestro.

"Participamos la mayoría de la familia, y el dinero es mucho. Con tres o cuatro (secuestros) que se hagan, ya se puede dejar. Pero a mi hijo se le hizo vicio y le siguió hasta que lo agarraron después de muchos.

"Eso es lo malo de esto, que luego creen que no los van a agarrar. Mi'jo se preparó, le gustó, estudió y aprendió de los demás. Le gustó y no lo quiso dejar: por eso lo agarraron", lamenta.
Yáscara López, Reforma, 15 de agosto.

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