Por estar sometidas a "estresores sociales" como el control a distancia por parte del marido, el acoso sexual y la fluctuación de ingresos, las mujeres que son esposas de migrantes y que quedan en el país son más propensas a sufrir trastornos mentales como la depresión y la ansiedad que otras mujeres.
Una investigación de El Colegio de Michoacán en comunidades expulsores de migrantes en la entidad encontró que mientras la prevalencia de ansiedad entre mujeres sin esposo migrante es de 13.2 por ciento, ésta se eleva a 19.9 por ciento entre las mujeres cuyo marido está en Estados Unidos.
De igual manera, mientras la prevalencia de depresión entre las mujeres sin esposo migrante es de de 9.7 por ciento, entre las mujeres con marido migrante es de 13.7 por ciento.
"Hay una dominación a distancia ejercida directamente por el marido, por teléfono, por ejemplo, o indirectamente a través de la familia política, los padres o los hermanos del marido, que se quedan en la comunidad y son los que sienten que tienen que hacer guardar el honor de la familia", señaló en entrevista Gustavo López Castro, coordinador del estudio.
"Eso implica una enorme carga emocional para las mujeres, un enorme estrés y una presión muy grande, que lleva a estos problemas de ansiedad, de depresión, de angustia".
Realizada en comunidades rurales del noroeste de Michoacán, la investigación encontró mayor incidencia de trastornos emocionales en mujeres en esta región que lo que señalan estudios a nivel nacional.
Así, mientras la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica, realizada en 2003, encontró que 18.5 por ciento de las mujeres sufrían ansiedad y 11.2 por ciento, depresión, la Encuesta de Salud Emocional en Mujeres Migrantes reveló que en el noroeste de Michoacán, 33.2 por ciento de las mujeres sufren ansiedad y 23.4, depresión.
López Castro ha nombrado a los trastornos emocionales en las esposas de migrantes "Síndrome de Penélope", que se refiere a las mujeres que por estar sometidas a cargas físicas y emocionales pueden padecer trastornos tanto somáticos como psíquicos en un ambiente social de alta migración masculina.
La investigación señala que las mujeres cuyo cónyuge es migrante tienen 30 por ciento más de probabilidad de reportar los síntomas de alta calificación de trastornos emocionales en relación a las mujeres cuyo compañero permanece en la comunidad.
Dichos síntomas son tensión muscular y lumbalgias, gastritis, dolor de cabeza, insomnio y colitis.
En el noroeste de Michoacán, el 45 por ciento de las mujeres que tienen algún síntoma de depresión o ansiedad toman algo como estrategia para afrontar la situación.
De ellas, el 18 por ciento toma algún ansiolítico, el 3.5 por ciento recurre a bebidas embriagantes y el 0.4 por ciento a drogas ilícitas.
En su último informe nacional, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo concluyó que la migración del varón tiene consecuencias negativas para quienes se quedan.
Una investigación de El Colegio de Michoacán en comunidades expulsores de migrantes en la entidad encontró que mientras la prevalencia de ansiedad entre mujeres sin esposo migrante es de 13.2 por ciento, ésta se eleva a 19.9 por ciento entre las mujeres cuyo marido está en Estados Unidos.
De igual manera, mientras la prevalencia de depresión entre las mujeres sin esposo migrante es de de 9.7 por ciento, entre las mujeres con marido migrante es de 13.7 por ciento.
"Hay una dominación a distancia ejercida directamente por el marido, por teléfono, por ejemplo, o indirectamente a través de la familia política, los padres o los hermanos del marido, que se quedan en la comunidad y son los que sienten que tienen que hacer guardar el honor de la familia", señaló en entrevista Gustavo López Castro, coordinador del estudio.
"Eso implica una enorme carga emocional para las mujeres, un enorme estrés y una presión muy grande, que lleva a estos problemas de ansiedad, de depresión, de angustia".
Realizada en comunidades rurales del noroeste de Michoacán, la investigación encontró mayor incidencia de trastornos emocionales en mujeres en esta región que lo que señalan estudios a nivel nacional.
Así, mientras la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica, realizada en 2003, encontró que 18.5 por ciento de las mujeres sufrían ansiedad y 11.2 por ciento, depresión, la Encuesta de Salud Emocional en Mujeres Migrantes reveló que en el noroeste de Michoacán, 33.2 por ciento de las mujeres sufren ansiedad y 23.4, depresión.
López Castro ha nombrado a los trastornos emocionales en las esposas de migrantes "Síndrome de Penélope", que se refiere a las mujeres que por estar sometidas a cargas físicas y emocionales pueden padecer trastornos tanto somáticos como psíquicos en un ambiente social de alta migración masculina.
La investigación señala que las mujeres cuyo cónyuge es migrante tienen 30 por ciento más de probabilidad de reportar los síntomas de alta calificación de trastornos emocionales en relación a las mujeres cuyo compañero permanece en la comunidad.
Dichos síntomas son tensión muscular y lumbalgias, gastritis, dolor de cabeza, insomnio y colitis.
En el noroeste de Michoacán, el 45 por ciento de las mujeres que tienen algún síntoma de depresión o ansiedad toman algo como estrategia para afrontar la situación.
De ellas, el 18 por ciento toma algún ansiolítico, el 3.5 por ciento recurre a bebidas embriagantes y el 0.4 por ciento a drogas ilícitas.
En su último informe nacional, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo concluyó que la migración del varón tiene consecuencias negativas para quienes se quedan.
Silvia Garduño, La Jornada, 7 de septiembre.
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