El gobierno de Felipe Calderón casi triplicó las aportaciones de México al sistema de Naciones Unidas, al pasar de 65 millones de dólares en 2006 a 177 millones en 2007.
Dicho aumento en los fondos otorgados al organismo internacional coincide con la intención de México de ocupar por cuarta ocasión en su historia un asiento, no permanente, en el Consejo de Seguridad, cuya responsabilidad primordial es el mantenimiento de la paz y la seguridad, conforme a la Carta de las Naciones Unidas.
Los Estados miembros están obligados a aceptar y cumplir las decisiones del Consejo de Seguridad, mientras que los otros órganos sólo pueden hacer recomendaciones.
El Consejo de Seguridad está compuesto por 15 miembros, de los cuales cinco son permanentes – Estados Unidos, Reino Unido, China, Rusia y Francia- y los otros diez son elegidos por la Asamblea General por un período de dos años.
Durante el último año, México ha presentado 25 candidaturas para asientos en organismos internacionales, obteniendo 23 de ellas.
Destaca la vicepresidencia del Comité Interamericano contra el Terrorismo de la Organización de Estados Americanos; la secretaría Ejecutiva de las Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
Nuestro país cuenta con espacios en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, la Organización Internacional del Trabajo y la Organización Mundial de Turismo.
Están pendientes dos candidaturas más, una de ellas a un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, cuya elección se llevará a cabo en octubre de este año.
De acuerdo con la cancillería mexicana, de lograr un lugar no permanente en el Consejo de Seguridad, México se comprometerá a “contribuir activamente en los esfuerzos de Naciones Unidas a favor de la paz y seguridad internacionales en congruencia con su profunda vocación pacifista.”
También buscará el fortalecimiento y enriquecimiento del multilateralismo y para ello “reiterará la importancia que actualmente implica la revisión del sistema colectivo de seguridad en cuanto a su composición y a la transparencia de sus métodos de trabajo como parte de la reforma integral de las Naciones Unidas.”
Otro de los objetivos será participar “de manera constructiva en materia de mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, así como en el tratamiento de aquellas cuestiones de la agenda mundial vinculadas al ámbito de su competencia.”
De acuerdo con información de la cancillería mexicana, nuestro país ha realizado “contribuciones sustantivas” a Naciones Unidas a lo largo de sus más de 60 años de existencia en distintos ámbitos.
Entre ellos destaca la solución pacífica de controversias; la lucha contra el apartheid; la promoción del desarme, en particular a través del Tratado de Tlatelolco, que estableció la primera zona libre de armas nucleares en un área densamente poblada y la adopción de la Carta de Deberes y Derechos Económicos; la promoción del periodo extraordinario sobre drogas, para hacer énfasis en la responsabilidad compartida de la comunidad internacional en esta materia.
Bajo estos fundamentos, asegura la cancillería, “el presidente Felipe Calderón impulsa una política exterior responsable de proyectar la voz de México en temas globales como la superación de la pobreza, el cambio climático, los derechos humanos, la migración, la democracia, la paz y la seguridad internacionales”.
También explica que la decisión de participar nuevamente en el Consejo de Seguridad “constituye la oportunidad de dar una ex-presión dinámica a la política de principios que México ha mantenido a lo largo de la historia”.
La práctica de política exterior de nuestro país, abunda, “no debe circunscribirse sólo a aquellos asuntos de seguridad respecto de los cuales podría ver sus intereses directamente afectados, sino también a aquellos conflictos o situaciones en los que puede contribuir a su solución pacífica aprovechando, entre otras cosas, su experiencia y el reconocimiento a su diplomacia.”
Dicho aumento en los fondos otorgados al organismo internacional coincide con la intención de México de ocupar por cuarta ocasión en su historia un asiento, no permanente, en el Consejo de Seguridad, cuya responsabilidad primordial es el mantenimiento de la paz y la seguridad, conforme a la Carta de las Naciones Unidas.
Los Estados miembros están obligados a aceptar y cumplir las decisiones del Consejo de Seguridad, mientras que los otros órganos sólo pueden hacer recomendaciones.
El Consejo de Seguridad está compuesto por 15 miembros, de los cuales cinco son permanentes – Estados Unidos, Reino Unido, China, Rusia y Francia- y los otros diez son elegidos por la Asamblea General por un período de dos años.
Durante el último año, México ha presentado 25 candidaturas para asientos en organismos internacionales, obteniendo 23 de ellas.
Destaca la vicepresidencia del Comité Interamericano contra el Terrorismo de la Organización de Estados Americanos; la secretaría Ejecutiva de las Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
Nuestro país cuenta con espacios en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, la Organización Internacional del Trabajo y la Organización Mundial de Turismo.
Están pendientes dos candidaturas más, una de ellas a un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, cuya elección se llevará a cabo en octubre de este año.
De acuerdo con la cancillería mexicana, de lograr un lugar no permanente en el Consejo de Seguridad, México se comprometerá a “contribuir activamente en los esfuerzos de Naciones Unidas a favor de la paz y seguridad internacionales en congruencia con su profunda vocación pacifista.”
También buscará el fortalecimiento y enriquecimiento del multilateralismo y para ello “reiterará la importancia que actualmente implica la revisión del sistema colectivo de seguridad en cuanto a su composición y a la transparencia de sus métodos de trabajo como parte de la reforma integral de las Naciones Unidas.”
Otro de los objetivos será participar “de manera constructiva en materia de mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, así como en el tratamiento de aquellas cuestiones de la agenda mundial vinculadas al ámbito de su competencia.”
De acuerdo con información de la cancillería mexicana, nuestro país ha realizado “contribuciones sustantivas” a Naciones Unidas a lo largo de sus más de 60 años de existencia en distintos ámbitos.
Entre ellos destaca la solución pacífica de controversias; la lucha contra el apartheid; la promoción del desarme, en particular a través del Tratado de Tlatelolco, que estableció la primera zona libre de armas nucleares en un área densamente poblada y la adopción de la Carta de Deberes y Derechos Económicos; la promoción del periodo extraordinario sobre drogas, para hacer énfasis en la responsabilidad compartida de la comunidad internacional en esta materia.
Bajo estos fundamentos, asegura la cancillería, “el presidente Felipe Calderón impulsa una política exterior responsable de proyectar la voz de México en temas globales como la superación de la pobreza, el cambio climático, los derechos humanos, la migración, la democracia, la paz y la seguridad internacionales”.
También explica que la decisión de participar nuevamente en el Consejo de Seguridad “constituye la oportunidad de dar una ex-presión dinámica a la política de principios que México ha mantenido a lo largo de la historia”.
La práctica de política exterior de nuestro país, abunda, “no debe circunscribirse sólo a aquellos asuntos de seguridad respecto de los cuales podría ver sus intereses directamente afectados, sino también a aquellos conflictos o situaciones en los que puede contribuir a su solución pacífica aprovechando, entre otras cosas, su experiencia y el reconocimiento a su diplomacia.”
Daniel Venegas, Milenio, 7 de septiembre.
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