Íngrid, a disgusto con la política de hoy día

MADRID.— Íngrid Betancourt reconoció ayer la necesidad de que el gobierno colombiano, presidido por Álvaro Uribe, dialogue con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para lograr la paz, porque está convencida de que el conflicto acabará sólo a través de la palabra.
“Las FARC deben entender que hay un espacio para ellas en Colombia, para luchar por sus ideas para transformar el país en un sitio mejor”, dijo la ex candidata presidencial, quien estuvo más de seis años secuestrada por la guerrilla. “Pero tienen que escoger, porque no hay espacio para quienes sigan practicando el secuestro o usando el narcotráfico para financiar su guerra”, aseguró.

En este sentido, apuntó que la única manera de actuar es hablando. “Lo que quiero hacer es hablar, hablar y hablar, hasta que haya un cambio en los corazones de los comandantes guerrilleros, que entiendan que hay otra forma de cambiar el mundo, que la guerra y la violencia no es el camino”.

Betancourt hizo estas declaraciones durante la presentación en Madrid del libro Infierno verde, en el que el ex senador Luis Eladio Pérez narra su cautiverio durante más de seis años a manos de las FARC.

En el encuentro, la ex candidata presidencial también subrayó la necesidad de que el resto de los presidentes latinoamericanos, entre los que citó no estaba el mandatario mexicano Felipe Calderón, intervengan para ayudar a crear “un espacio de diálogo y de concordia”. “Para encontrar en ellos un apoyo colectivo para dar a entender a las FARC que al igual que ellos, que muchos son de izquierda, se puede llegar al gobierno por la vía democrática”.

Pérez se mostró de acuerdo en que sería muy bonito que los presidentes de nuestra región se unieran. Pero pidió no condicionar esa solidaridad “a que se tomen determinaciones en contra de todo el esfuerzo que el gobierno y la sociedad han hecho para superar este flagelo de la violencia”, apuntó.

Sobre una posible vuelta a la política, la ex candidata aseguró que nunca regresará “porque la política como se hace hoy no me gusta”, dijo, aunque prometió que seguirá trabajando “día a día” hasta que sus compañeros de cautiverio sean liberados. Porque aunque ella está feliz de vivir en libertad “mi corazón sigue encadenado a esos árboles de la selva”. “No estaremos totalmente libres hasta el día en que ellos regresen a sus casas”, apuntó.

Cuestionada sobre qué había perdido y ganado durante su cautiverio, Betancourt dijo que había perdido “a mi padre y la infancia de mis hijos”, pero también cosas que debía perder como mucha bobería y mucha impaciencia. Y sobre lo que había ganado respondió rotunda que “a Dios”.

A sus captores los llamó “muchachos”, subrayó que ella está libre “pero siguen siendo esclavos de los comandantes”.
Ana Anabitarte, corresponsal, El Universal, 25 de septiembre


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