Ven en el abandono a cautivos de FARC

BOGOTÁ.- La vuelta a la libertad del ex congresista Óscar Tulio Lizcano, quien permaneció ocho años secuestrado por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), volvió a poner ayer bajo los reflectores el drama del secuestro en Colombia.

Antes de su liberación, los familiares de Lizcano afirmaron que tras el rescate de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt el mundo se había olvidado de quienes seguían en poder de las FARC.

Los rebeldes se llevaron a Lizcano el 5 de agosto de 2000, cuando inauguraba una obra pública en el caserío de Getsemaní, en el municipio de Riosucio, departamento de Caldas.

"La comunidad internacional se ha olvidado. Tenía un gran compromiso mientras Ingrid estuvo cautiva, pero una vez la liberaron ha dejado de lado el esfuerzo por la liberación de todos los secuestrados. La verdad es ésa", dijo a REFORMA el congresista Mauricio Lizcano antes de la liberación de su padre.

Hasta ayer, Óscar Tulio era parte de un grupo de 29 "canjeables" que las FARC, en cuyo poder siguen el ex Gobernador del departamento de Meta, Alan Jara; el ex diputado Sigifredo López, y 26 policías y militares, aspiran a intercambiar con el Gobierno por unos 500 guerrilleros presos.

Lizcano, de 63 años, es uno de los secuestrados de las FARC que más quebrantos de salud padeció durante su cautiverio.

Jenny Mendieta, hija del coronel Luis Mendieta, secuestrado por las FARC desde el 1 de noviembre de 1998, tras el asalto de la guerrilla al cuartel policial de Mitú, capital del selvático departamento de Vaupés, sigue resintiendo la indiferencia de la comunidad internacional.

"Ha ido bajando el tema, porque prácticamente son sólo policías y militares los que siguen secuestrados, entonces para el mundo como que no valen mucho", lamentó la joven, de 22 años.

Desde mucho antes de que Betancourt, junto con tres contratistas estadounidenses y 11 policías y militares, fuera rescatada por el Ejército, el pasado 2 de julio, analistas advertían que la ex candidata presidencial se había convertido en la "joya de la corona" para las FARC, por la exposición mundial que les daba.

"Como ya el 'premio mayor' (Betancourt) está en libertad, se ha dejado de hablar de los que están allá (en la selva). Ingrid habla mucho de Alan Jara, de Sigifredo López, pero a los militares y policías no se les tiene muy en cuenta, en la prensa internacional más que todo", criticó la hija del coronel Mendieta.

En uno de los testimonios más dicientes sobre las penurias del cautiverio, el propio Mendieta, en una carta difundida en diciembre como prueba de vida, expresó su dolor por la indiferencia ante su situación.

"No es el dolor físico el que me detiene, ni las cadenas en mi cuello lo que me atormenta, sino la agonía mental, la maldad del malo y la indiferencia del bueno, como si no valiésemos, como si no existiésemos", escribió el oficial.

Otros familiares de secuestrados albergan preocupaciones similares. Incluso quienes han recuperado la libertad lamentan la indiferencia de la comunidad internacional hacia quienes siguen en cautiverio en Colombia.

"El nombre de Ingrid y su exposición mediática hicieron que tras su liberación se haya perdido el entusiasmo de la comunidad internacional en la búsqueda de la liberación de los secuestrados", consideró el ex congresista Luis Eladio Pérez, liberado por las FARC el pasado 27 de febrero, tras permanecer más de seis años cautivo.

Octavio Pineda corresponsal, Reforma, 27 de octubre.


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