Chavismo, un futuro incierto

CARACAS.— “Hemos perdido el Petare, porque allí está lleno de ricos y racistas…”. Esas palabras de Hugo Chávez, pronunciadas al calor de la estrepitosa derrota en el barrio más popular y populoso del país, están llamadas a repercutir en el archivo de la historia política venezolana como el más singular de los desvaríos dialécticos del controvertido presidente de Venezuela. Una muestra de que, con ese nivel de análisis de lo acontecido en las urnas el último domingo, el futuro inmediato del chavismo gobernante aparece por lo menos confuso, cuando no negro.

El chavismo perdió en “el corazón del país”, según la definición del analista Luis Vicente León. El petrolero estado de Zulia; el estratégico de Miranda (que alberga a la capital, Caracas, y es el más poblado del país); Carabobo, el más industrial de una nación con una industria escasa, y el fronterizo —y no menos estratégico— Táchira así lo determinan.

“Si el gobierno no perdió en Barinas, o en Sucre, como en el municipio de Valencia (capital de Carabobo) es porque las mezquindades de los opositores que no cerraron filas, ni con disidentes ni con otros, lo impidieron; de lo contrario, hoy estaríamos hablando también de una derrota numérica del chavismo”, opina el analista Rafael Poleo.

Las grietas en el gobierno y en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no sólo se derivan de los problemas de recaudación fiscal, la baja de los precios del crudo, las escandalosas carencias en la gestión o una posible devaluación —que complicaría el panorama social y la relación gobierno-clases bajas—, sino el debate interno y los pases de factura después de una elección que huele a “derrota”.

“Aquí no perdí yo, ganó el antichavismo…” fue la síntesis que hizo el derrotado candidato a la alcaldía mayor de Caracas, Aristóbulo Iztúriz. Una manera elíptica de decir que el que perdió fue Chávez y que en boca de uno de los políticos más respetados, acelera el debate sobre el futuro en el oficialismo. Iztúriz, según las fuentes consultadas, sería uno de los que empujaría ese debate, aunque termine como quienes lo antecedieron en esa intención: fuera de las filas del gobierno.

“Chávez participó en la campaña como si fuera él un candidato. Es lógico pensar que él perdió, aunque no lo diga”, explica otro dirigente del chavismo.

Al presidente Chávez se le agota el tiempo para imponer su sofisticada “revolución”. La temporada de bolsillos flacos no sólo amenaza con seguir espantando al electorado, sino a los aliados que cada vez encuentran menos motivos para quedarse, porque el anfitrión demuestra que no puede prolongar la fiesta o porque comienza a confundir a los empobrecidos vecinos del Petare con millonarios de Fort Lauderdale.

José Vales enviado, El Universal, 30 de noviembre.




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