Cuba tiene su primer beato

LA HABANA, Cuba.— Los cubanos tienen su primer casi santo. Beatificado en Camagüey, una provincia a 500 kilómetros de La Habana, por el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y avalado con la presencia del presidente Raúl Castro, el padre José Olallo Valdés podrá ser venerado en Cuba.

Vestido de traje, Raúl Castro Ruz sorprendió a unos 5 mil católicos que asistieron a la beatificación en la plaza de La Libertad, frente a la iglesia de La Caridad de la provincia de Camagüey, al llegar para atestiguar la beatificación de Olallo, quien, aseguran, lavó con su pañuelo el cuerpo manchado de sangre y fango del prócer independentista cubano mayor general Ignacio Agramonte, cuando su cadáver fue lanzado en la plaza delante del Hospital San Juan de Dios de Puerto Príncipe, hoy Camagüey.

La plaza se convirtió en una gran catedral. El mandatario cubano entró por un costado del improvisado altar para ponerse en primera fila. Su presencia confirma las buenas relaciones entre el Vaticano y el gobierno comunista de la isla y da un nuevo impulso a las relaciones bilaterales, marcadas por casi tres décadas de mutua desconfianza.

El cardenal José Saraiva, representante del papa Benedicto XVI, pidió a los presentes tener en cuenta en su vida personal la labor del nuevo beato. “Frente a una cultura materialista que se va imponiendo y que deja de lado a los débiles y desamparados, aprendamos del beato Olallo la virtud de saber confiar en Dios, de saber amar al prójimo de forma universal. Su beatificación es un hito para la Iglesia en Cuba y para todo el pueblo”, dijo Saraiva, que calificó a Olallo “campeón y apóstol” de la caridad cristiana.

Castro Ruz se mantuvo durante toda la ceremonia de beatificación. Siempre estuvo acompañado por el historiador de la ciudad de La Habana, Eusebio Leal; de Esteban Lazo, vicepresidente del Consejo de Estado, y de autoridades del gobierno y del Partido Comunista de Cuba (PCC).

Queremos dar gracias al Papa, dijo Juan García, arzobispo de Camagüey, que “allá en Roma nos mira desde la ventana de su corazón”. Monseñor García Rodríguez presentó a obispos y representaciones de las diócesis de Cuba y de otros países, y a continuación el diácono Miguel Ángel Ortiz, entregó al presidente Raúl Castro una Biblia políglota.

El cardenal José Saraiva, prefecto emérito de la Congregación para la Causa de los Santos, y representante del Papa, dio lectura a la carta apostólica donde se declara al nuevo beato.

Finalizando la ceremonia William Martin Forkan, fray Donatus, superior general de la Orden Hospitalaria Hermanos de San Juan de Dios, dedicó palabras de agradecimiento a las autoridades cubanas y se refirió a la vida consagrada del nuevo santo.

José Olallo Valdés (1820-1889) fue un humilde joven cubano que integrado a la Orden de San Juan de Dios consagró su vida al cuidado de enfermos y pobres y renunció al abandono de su labor cuando el gobierno colonial español en la isla, en la segunda mitad del siglo XIX, prohibió la presencia de las órdenes religiosas.

Juan Balboa corresponsal, El Universal, 30 de noviembre.




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