Con comida y arte mexicanos “arrancan” nueva relación

WASHINGTON, D.C.— Hubo química. Sonrisas, apretones de mano, comida mexicana y voluntad de avanzar en los temas que afectan a los millones de ciudadanos de sus países.

El presidente mexicano Felipe Calderón llegó a esta helada capital con una abultada agenda bajo el brazo que buscaba desahogar con el próximo jefe de la Casa Blanca. Todos los temas planeados se tocaron, aunque de manera “muy general”, diría más tarde.

En público se abordaron sólo los temas de coincidencia. En privado, los de la polémica, como el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN). Fue el equipo de Obama quien dio cuenta de ello.

Calderón, a pesar de ser el visitante, dio la bienvenida a Obama en instalaciones de México, el Instituto Cultural que lleva el nombre del país.

Un gesto de parte del mandatario electo de Estados Unidos fue el aceptar el encuentro en el Instituto Cultural y no en un hotel o en sus oficinas de transición.

El clima fue cordial. Obama degustó comida mexicana y por momentos se dejó guiar por el presidente Calderón, durante un recorrido de obras mexicanas, entre ellas algunas de Frida Kahlo y de Diego Rivera.

Cada uno asistió acompañado de funcionarios clave: Calderón con los secretarios de Hacienda, Agustín Carstens; Gobernación, Fernando Gómez Mont, y Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa.

Obama con los designados en la seguridad nacional; James Jones; con el jefe de Gabinete, Rahm Emanuel, y el jefe de la Consejería en materia económica, Lawrence Sommers.

Se buscó convertir el encuentro en una plataforma, un asidero, para una nueva etapa en la relación entre ambos países. “Este es el inicio de una relación muy estrecha y constructiva”, resumió Calderón.

Obama, a su vez, correspondió: “La amistad entre Estados Unidos y México ha sido fuerte, creo que puede ser aún más fuerte y ese será el compromiso de mi gobierno”.

Estados Unidos vive una efervescencia por el cambio de poder el próximo 20 de enero. La “obamanía” se vive en cada esquina. En los noticieros se sigue puntualmente las actividades del mandatario electo y los preparativos de la fiesta del siguiente martes. En las calles, a pesar de los cero grados, hay ensayos para la fastuosa ceremonia donde jurará ante la Biblia el hombre de color que, como estrategia de campaña, usó, dijo, sólo el hablar con honestidad.

Temprano, antes del encuentro Obama-Calderón, quien apareció en los televisores en vivo, fue el mandatario saliente, George W. Bush, quien ofreció su última conferencia de prensa. Fiel a su estilo, hizo gestos, bromeó, pero por momentos, le ganó el sentimentalismo y la reflexión de quien deja la Presidencia del país más poderoso del mundo.

Ante los medios Calderón y Obama se estrecharon las manos más de tres veces, incluso, uno tomó al otro del brazo o le estrechó la diestra con las dos manos.

Saludos y buenos deseos, aunque también temas de polémica, marcaron el inicio de una relación que nace.

Sergio Javier Jiménez, enviado, El Universal, 13 de enero.



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