El Ejército necesita un nuevo diseño, no sólo más presupuesto, coinciden expertos

La disminución de la capacidad operativa y material del Ejército Mexicano es resultado de un diseño estructural e institucional “que hace agua por su propia sobrexplotación desde hace tiempo”, por lo que el incremento presupuestal y la inyección de recursos provenientes de la Iniciativa Mérida son insuficientes para revertir la crítica situación en que se encuentran las fuerzas armadas.

Concluyen en lo anterior los especialistas en temas militares y de seguridad nacional, Erubiel Tirado y Abelardo Rodríguez Sumano, quienes coinciden en señalar que el reconocimiento recurrente del secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván Galván, de que el Ejército está en un proceso de degradación irreversible, revela que las fuerzas armadas se encuentran en la perspectiva de una eventual fractura o resquebrajamiento que pone en riesgo la viabilidad de la propia nación.

En este contexto, Rodríguez Sumano, profesor investigador del Centro de Estudios sobre América del Norte de la Universidad de Guadalajara, añade que dicha vulnerabilidad es “realmente preocupante, porque revela que el Ejército no se encuentra listo para enfrentar al crimen organizado, pero tampoco para dar respuesta a otras amenazas, como posibles ataques terroristas, desastres naturales y protección a la población y del territorio nacional”.

En entrevista, el experto, quien tiene cursos de posgrado en la Universidad de California, en Berkeley, exhorta al presidente Felipe Calderón a “hacer una tregua en su estrategia”, que revalore el camino andado que inició con operativos y la llamada “guerra total contra el narcotráfico”, que comenzó en diciembre de 2006.

Se necesita, insistió, una nueva concepción de la doctrina de seguridad y defensa, así como de “reingeniería institucional” de manera que convoque a un “pacto nacional por la seguridad”, en el que se ponga énfasis en el desarrollo, empleo, educación, salud y prevención de adicciones, con una visión de Estado en la que los tres poderes, estados, empresarios, universidad, organizaciones no gubernamentales, centros de investigación y medios de comunicación “modifiquen el énfasis de la guerra por el de la convivencia, la prevención y el compromiso con un país que sea viable”.

Tirado, por su parte, quien ha dirigido diplomados en seguridad nacional en la Universidad Iberoamericana, señaló que el surgimiento de la guerrilla en Chiapas y el involucramiento cada vez mayor de las fuerzas armadas en el combate al narcotráfico y al crimen organizado “han sido el motor de las reformulaciones estratégicas del despliegue y organización territorial del Ejército”.

Lo anterior ha implicado, añade, cambios profundos en la formación y profesionalización de tropas de elite, que son utilizadas tanto para acciones de contrainsurgencia hasta labores de seguridad pública, que no han tenido los resultados esperados.

Sin embargo, indica el especialista, en lugar de ponderar estos problemas, el alto mando del Ejército se concentra más “en una ecuación simple de mayores recursos igual a mejor Ejército, lo cual no necesariamente es correcto”.

Prueba de ello, subraya, es la transformación de elementos de elite en sicarios del narcotráfico, que dieron lugar al surgimiento de Los Zetas “y del cual, no se dice mucho sobre las deficiencias del modelo adoptado en su momento por las autoridades”.

Lo mismo sucede con el fenómeno de los 150 mil soldados que han desertado de 2000 a la fecha.

El problema, insiste, es que las fuerzas armadas se han enfocado a las metas intermedias de defensa y protección del territorio “con un fuerte componente ideológico, clientelar y corporativo”. De ahí, el gran número de generales sin tropa, la existencia de un organigrama de jerarquía de oficiales que no tiene nada que ver con ejércitos de otros países en condiciones similares, esquemas administrativos poco racionales y con ello la recurrente falta de recursos para la infraestructura y modernización militar.

Tirado insistió en que más que necesitar recursos (en los dos años anteriores el Ejército recibió 30 por ciento de aumento en su presupuesto), las fuerzas armadas requieren un nuevo diseño estructural e institucional que redefina las tareas de las fuerzas armadas en el contexto de una política de Estado y no a conveniencia del gobierno en turno.

Jesús Aranda, La Jornada, 5 de enero.


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