Pese a los millones de dólares que ha invertido en desarticular a los cárteles mexicanos y colombianos de la droga, los programas antinarcóticos de Estados Unidos aplicados en México y Latinoamérica no han tenido los resultados esperados desde 2000 y están lejos de cumplir las metas fijadas por Washington.
Estas conclusiones forman parte de un análisis de la Oficina de Manejo Presupuestal de la Casa Blanca a los programas internacionales de control antinarcóticos del Departamento de Estado, incluida la asistencia a México.
En el documento se advierte que sólo un tercio de las metas trazadas para México y otros países de la región se ha cumplido cabalmente en la última década. El resto permanece inconcluso o ha tenido resultados cuestionables.
Es necesario “realizar una evaluación independiente para entender por qué el programa está teniendo resultados mixtos y determinar qué acciones se necesitan tomar para corregirlo”, se detalla en la evaluación. En el caso mexicano, hubo magros resultados en áreas como erradicación de plantíos.
Plagado de lenguaje burocrático, el reporte analiza con lupa cómo se traducen en tierra los proyectos multimillonarios del Departamento de Estado en la guerra contra las drogas.
En ese sentido, Washington determinó que la erradicación de plantíos de mariguana y opio en México (con asistencia del gobierno estadunidense mediante entrenamiento o aeronaves donadas) ha ido en descenso desde 2003. En ese año fueron destruidas 56 mil 919 hectáreas.
En 2007 la cifra llegó al nivel más bajo (32 mil hectáreas erradicadas) desde el inicio de operaciones de ese programa, al registrar una caída de casi 50 por ciento.
El gobierno estadunidense admitió, incluso, que ni siquiera se usó todo el presupuesto que se tenía asignado para México en la erradicación de plantíos.
“Los resultados para 2007 estuvieron por debajo de lo planeado, en particular en lugares como México, donde los cambios en el énfasis antinarcóticos llevaron a que los fondos asignados no se usaran”, se indica.
MILENIO posee una copia del reporte, realizado en septiembre de 2008, en el que se asignan cifras reprobatorias a la administración de los programas antinarcóticos y transparencia de los mismos.
Por el contrario, áreas como planeación y diseño recibieron buenas calificaciones.
Reprobados
La investigación tomó como base los programas antinarcóticos de 2004 en la región, a los cuales sometió a un riguroso examen para determinar si el dinero de los contribuyentes estadunidenses ha sido bien invertido.
La respuesta, según se desprende del análisis, es directa: parte de los programas ha pasado de panzazo, por lo que se calificaron sólo como “adecuados” los esfuerzos antinarcóticos estadunidenses en el hemisferio occidental.
Si bien diversas áreas de los programas en Latinoamérica han logrado los resultados planeados, otras han tenido retrocesos o no han cumplido con lo que se tenía previsto originalmente.
En un cuestionario de 20 preguntas, en el que participaron las embajadas estadunidenses en México y Guatemala, así como oficiales en Washington, se dio calificaciones de excelente a cinco rubros; de bueno a secas a ocho, y de cero directo a seis.
Entre los rubros reprobados destacan la recolección de información creíble de inteligencia, control de contratistas y administradores para evitar prácticas de corrupción, ausencia de procedimientos efectivos para controlar fondos y ausencia de prácticas económicas sanas.
“El programa tiene sistemas financieros muy débiles”, añadió la contraloría y señaló que el objetivo de reducir el flujo de drogas de México a Estados Unidos ha tenido un “pequeño avance”.
Claves
Flujo de droga
Otra pregunta que da cuenta de los resultados no satisfactorios es la siguente. “¿Ha alcanzado el programa sus objetivos anuales?” La respuesta oficial de la oficina antinarcóticos en México y Washington es: “Se tienen tres mediciones anuales, una de las cuales tiene resultados mixtos, otra no tiene y la otra tiene resultados negativos”.
El documento señala que desde 2000 el flujo de cocaína a Estados Unidos ha decrecido 26 por ciento, pero el de heroína creció 33 por ciento. El Departamento de Estado se comprometió a contratar auditores externos para mejorar resultados del programa.
Estas conclusiones forman parte de un análisis de la Oficina de Manejo Presupuestal de la Casa Blanca a los programas internacionales de control antinarcóticos del Departamento de Estado, incluida la asistencia a México.
En el documento se advierte que sólo un tercio de las metas trazadas para México y otros países de la región se ha cumplido cabalmente en la última década. El resto permanece inconcluso o ha tenido resultados cuestionables.
Es necesario “realizar una evaluación independiente para entender por qué el programa está teniendo resultados mixtos y determinar qué acciones se necesitan tomar para corregirlo”, se detalla en la evaluación. En el caso mexicano, hubo magros resultados en áreas como erradicación de plantíos.
Plagado de lenguaje burocrático, el reporte analiza con lupa cómo se traducen en tierra los proyectos multimillonarios del Departamento de Estado en la guerra contra las drogas.
En ese sentido, Washington determinó que la erradicación de plantíos de mariguana y opio en México (con asistencia del gobierno estadunidense mediante entrenamiento o aeronaves donadas) ha ido en descenso desde 2003. En ese año fueron destruidas 56 mil 919 hectáreas.
En 2007 la cifra llegó al nivel más bajo (32 mil hectáreas erradicadas) desde el inicio de operaciones de ese programa, al registrar una caída de casi 50 por ciento.
El gobierno estadunidense admitió, incluso, que ni siquiera se usó todo el presupuesto que se tenía asignado para México en la erradicación de plantíos.
“Los resultados para 2007 estuvieron por debajo de lo planeado, en particular en lugares como México, donde los cambios en el énfasis antinarcóticos llevaron a que los fondos asignados no se usaran”, se indica.
MILENIO posee una copia del reporte, realizado en septiembre de 2008, en el que se asignan cifras reprobatorias a la administración de los programas antinarcóticos y transparencia de los mismos.
Por el contrario, áreas como planeación y diseño recibieron buenas calificaciones.
Reprobados
La investigación tomó como base los programas antinarcóticos de 2004 en la región, a los cuales sometió a un riguroso examen para determinar si el dinero de los contribuyentes estadunidenses ha sido bien invertido.
La respuesta, según se desprende del análisis, es directa: parte de los programas ha pasado de panzazo, por lo que se calificaron sólo como “adecuados” los esfuerzos antinarcóticos estadunidenses en el hemisferio occidental.
Si bien diversas áreas de los programas en Latinoamérica han logrado los resultados planeados, otras han tenido retrocesos o no han cumplido con lo que se tenía previsto originalmente.
En un cuestionario de 20 preguntas, en el que participaron las embajadas estadunidenses en México y Guatemala, así como oficiales en Washington, se dio calificaciones de excelente a cinco rubros; de bueno a secas a ocho, y de cero directo a seis.
Entre los rubros reprobados destacan la recolección de información creíble de inteligencia, control de contratistas y administradores para evitar prácticas de corrupción, ausencia de procedimientos efectivos para controlar fondos y ausencia de prácticas económicas sanas.
“El programa tiene sistemas financieros muy débiles”, añadió la contraloría y señaló que el objetivo de reducir el flujo de drogas de México a Estados Unidos ha tenido un “pequeño avance”.
Claves
Flujo de droga
Otra pregunta que da cuenta de los resultados no satisfactorios es la siguente. “¿Ha alcanzado el programa sus objetivos anuales?” La respuesta oficial de la oficina antinarcóticos en México y Washington es: “Se tienen tres mediciones anuales, una de las cuales tiene resultados mixtos, otra no tiene y la otra tiene resultados negativos”.
El documento señala que desde 2000 el flujo de cocaína a Estados Unidos ha decrecido 26 por ciento, pero el de heroína creció 33 por ciento. El Departamento de Estado se comprometió a contratar auditores externos para mejorar resultados del programa.
Víctor Hugo Michel, Milenio, 12 de enero.
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