Narro: se advirtió a Anaya que AMLO no reparte votos

De las izquierdas mexicanas, el Partido del Trabajo recién cumplió 18 años de haberse originado entre comités populares del mero norte. En diciembre de 2008 padeció la agudización de la crisis interna que derivó, un mes después, en el éxodo al PRD de un importante segmento de sus fundadores.

Documentos internos consultados por MILENIO indican que su fisura interna se hizo mayor frente al riesgo de perder el registro y la alternativa promovida por el grupo de Alberto Anaya de abandonar las alianzas con el PRD y buscar, junto con Convergencia, capitalizar votos en el movimiento de Andrés Manuel López Obrador.

Internamente ya se había conseguido que la alianza no fuese solamente con el partido Convergencia. Incluso hay una resolución. En varias reuniones de la directiva se les había advertido —cuenta José Narro— que “AMLO no reparte ni repartirá votos. La gente lo identifica con el PRD. El partido puede perder el registro”.

Las preocupaciones de quienes abandonaron al PT se sustentan, también, en la prospectiva electoral. Sus datos duros en el Instituto Federal Electoral indican que en 18 años no ha podido desarrollarse más allá de 3 por ciento.

En las elecciones federales intermedias de 1991, 1997 y 2003 (para renovación del Congreso de la Unión) en las que ha participado sin alianzas ha obtenido 1.08 por ciento, para perder el registro, y en las subsecuentes apenas llegó a 2.51 y 2.40 por ciento.

En esos mismos indicadores se refleja que no ha podido desarrollarse nacionalmente. Su voto duro se concentra en Chihuahua, Durango, Zacatecas, Nuevo León (los estados de su origen) y ha logrado votaciones mayores a los 25 mil votos en Estado de México, Chiapas, Guanajuato, San Luis Potosí, Tamaulipas, Tlaxcala, Oaxaca. No más.

Había rendija

Aun cuando la directiva de Alberto Anaya había decidido buscar un frente con el partido Convergencia para capitalizar a los seguidores del movimiento de López Obrador, los entonces disidentes habían logrado una rendija legal para que siguieran las conversaciones, así fuesen informales, con el PRD y ampliar la alianza.

Prueba de ello fue la apostilla que intercalaron, varias veces, siete de los nueve integrantes de la Comisión Coordinadora Nacional a una resolución aprobada el 3 de diciembre por la Comisión Ejecutiva Nacional, ya constituida en convención Electoral Nacional.

Se resuelve —escribieron— “postular y registrar como coalición electoral total, a los candidatos para los cargos de diputados federales por el principio de mayoría relativa en los 300 distritos electorales, con el partido Convergencia y, en su caso, otras fuerzas políticas nacionales y locales”.

En esas discusiones se prevenía de “los riesgos de jugar a subirnos de valor, como en la bolsa, para vendernos caro a la coalición. Está en riesgo la alianza con el PRD y perderíamos todos en el 2012”. Así lo confirmó a MILENIO José Narro desde la segunda semana de diciembre. Pero… vino la separación.

AMLO no garantiza

Es difícil que alguien crea el escenario de que la alianza con Convergencia obtenga 10 por ciento sin el PRD, prosigue Narro. Andrés Manuel ha decidido, por lo que se percibe, convertirse en un líder de la resistencia. Su principal tarea en esta coyuntura no es hacerle campaña a los partidos aunque lo haga eventualmente; es construir sus bases políticas y sociales contra el modelo neoliberal. La gente lo identifica como perredista, porque fue jefe nacional del PRD, fue jefe de gobierno del PRD, candidato a la presidencia del PRD. Es muy difícil que la gente común lo disocie, concluye.

Rogelio Hernández López, Milenio, 20 de enero.


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